Miguel Ángel Ibáñez Gómez - maiges_ps@hotmail.com

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miércoles, 4 de marzo de 2020

El sacrificio de Abraham. (una historia real y actual)



Cuando de niño, en la clase de Religión, nos narraron esta historia bíblica me quedé petrificado – supongo que como el resto de compañeros – que tendríamos por entonces entre los siete y ocho años. Era la clase de 2º Grado elemental, recién llegado a La Salle; todos los sábados por la mañana, que por entonces eran lectivos, el profesor seglar escribía en la pizarra un pasaje de la Biblia que se correspondía con el mismo pasaje que, al día siguiente en misa del Domingo, sería el tema central desde el cual el Sacerdote explicaría, desde el Altar, a los fieles presentes con motivo de reflexionar sobre ello y sobre la interpretación que se le daba.
Por entonces aquello me pareció un escándalo y cualquier explicación sobre aceptación de Abraham de aquella petición divina me parecía inabordable. Un Dios que pida eso a una persona nada tiene de racional, se mire por donde se mire; ni siquiera cuando aparecieron esas escenas en películas de cine y se visionaba en la TV, entrando en la intimidad de todos los hogares, se podría comprender que, por amor u obediencia a un Dios (nuestro Dios; que en esa petición se mostraba, en esencia y de fondo, muy cruel y miserable) pudiera planear semejante estratagema para probar a un fiel en su fidelidad, en este caso de Abraham (ahora, mientras lo escribo, me recuerda aquellas escenas de mafiosos, donde los jefes prueban a sus vasallos si serían capaces de mater a alguien bien querido como prueba de lealtad a prueba de sentimientos).
Revisando en wikipedia el resultado de la discusión al respecto de este personaje bíblico, se muestra la idea de que existió en un pasado la práctica real (y parece que ritual) de esta actividad en Canaán, y que este relato vendría a señalar, de esta manera, el fin de esa práctica. Aún así cabe pensar en el motivo por el cual se instaurara, pues aun siendo ese Dios protector y salvador de Abraham en constantes situaciones de encrucijada en relación con personajes muy poderosos que amenazaban su vida (como cuando los príncipes de Egipto ambicionaran a su mujer Sara, por su belleza, siendo el propio Faraón quien la tomar bajo el engaño concebido por Abraham  de hacerla pasar por su hermana para así evitar el peligro  de ser asesinado por ser considerado un obstáculo para acceder a su mujer; dando como resultado de su “ardid” el ir haciendo concebir sentimiento de culpa y de pecado entre varios personajes poderosos cuando revela la estrategia que asume Abraham para salvar su propia vida y, con ello, adquirir bienes de ellos y alejarse de los peligros). Sin embargo, aún así, atribuyendo a ese Dios su reiterada salvación de graves situaciones vitales o sobre sus bienes cabe preguntarse ¿Podría este Dios pedirle en contraprestación por los servicios y favores otorgados, salvándole la vida, pedir a cambio la vida de su propio hijo como pago? Más que una petición divina pareciera un trato con el mismísimo diablo (o con un mafioso terrenal) que, al tiempo de haber otorgado bienes y protección se viene a pasarle una criminal factura ¿Cabe considerar la existencia de un Dios, incorpóreo y todo poderoso, de tal condición que hace tales tratos con humanos? Desde luego, a la vista del mensaje de Cristo-Jesús no hay manera de casar ese tipo de Dios, se mire como se mire, ni siquiera que estos crueles pasajes del Antiguo Testamento sigan formando parte del conjunto de la Biblia, si no es que fuera con el fin de recordarnos que ese pretendido hecho del pasado que sigue formando parte de la doctrina cristiana – y que se expresa en misa – o puede volver, o de alguna manera o sigue presente en nuestras sociedades occidentales cristianas en alguna forma o manera, pues la Iglesia sigue considerando útil reflexionar sobre ello en sus ritos con sus fieles.
A este propósito de reflexionar sobre el sacrificio de personas, en especial jóvenes y en particular niños de siete a diez años, me viene el recuerdo de la explicación que la joven guía de la Ciudadela de Jaca realizaba después de narrar que en las guerras de nuestra Nación – y que situé por el recuerdo de películas que ese relato me trajo a la mente, como el “Tambor del Bruch” hasta momentos bélicos relativamente recientes, como las guerras napoleónicas  - donde las familias de cierto poder que pudieron haber caído en desgracia social por algún tipo de reproche, aprovechaban las situaciones de conflicto bélico para alistar a alguno de sus benjamines – 7, 8, 9… años – con el fin de restaurar su honor social y su prestigio (salieran vivos o no los infantes así mandados a los frentes de esas contiendas). Nuevamente el bienestar material o social de unas personas, unas familias, requerían de la práctica milenaria y aparentemente abolida del sacrificio de unos inocentes ¿Sería posible concebir que cuando el Sacerdote se dirige a los fieles relatando el episodio de Abraham lo haga, de alguna manera, con el propósito de que las conciencias de los asistentes examinen si por una situación de sostener un bienestar social o material o su propia fama o imagen social, fueron capaces de sacrificar a inocentes de su propia familia? ¿Apelar de esta manera a esas conciencias induciría a la expiación o confesión, verificando así hasta dónde puede llegar la propia Condición Humanas en algunos casos o situaciones?
Esta reflexión previa, que viene a consecuencia del título de este artículo  (título que me vino a la mente de manera inesperada, invitándome a realizar este artículo con cierta celeridad) viene al caso de lo que vengo relatando desde hace tiempo y últimamente en los tres artículos precedentes.
Me vino, previamente, la imagen de la señora comiendo a solas lo que parecía un atracón de marisco; y me choca la imagen porque contrasta con la reducción de la ración de comida del joven para pasar, posteriormente, a negarle la comida o considerarlo una molestia ofrecérsela (pasando el muchacho a salir a la calle a buscar en un bar un bocadillo diario; la cena, a base de huevos fritos diarios no le parece molestar a esa señora que parece haberle persuadido que es bueno para su cerebro dadas las circunstancias actuales; y desde hace meses y meses, lo que hace previsible pensar en años). No se puede concebir mejor ambiente para este periodo en el que se debería observar una convalecencia, recomendada por el médico. Se me asocia el episodio de mariscada en solitario a la imagen de Noriega en 1972, cuando asolada la nación por un terrible terremoto que causó gran destrucción y muerte, la ayuda internacional se volcaba suministrando enseres básicos, medicinas y alimentos para la población gravemente afectada y “quisieron” los medios de comunicación hacerle una entrevista a ese dictador que apareció en las imágenes televisivas – de más de medio mundo y en la mayoría de los hogares occidentales – soltando su discurso de gran dirigente mientras se daba un atracón ante los periodistas internacionales.
Todo el mundo tiene derecho, por supuesto, en darse un atracón de lo que le guste de vez en cuando, – sin nadie con quien compartirlo, en solitario, como merecimiento propio homenaje a uno mismoel joven, eso sí, se siente nuevamente desplazado y se va “por no molestar” a comerse otro bocadillo a un bar, ya prácticamente es una rutina, y huevos fritos de cena casi cotidiana -  desde luego, pero también se me asocia la imagen de ese poderoso en el retiro (ya en lo que debiera ser esa reflexión de lo hecho en la vida), o de la amiga asesora jurídica y me pregunto si aparte de la afición conocida del primero a los wiskises habrá otras similares de ese entorno que así concibe la justicia y el papel de cómo ejercer su “poder”, de “cómo” lo aplican y cuáles son los evidentes resultados del mismo (y por supuesto parece que les satisface, al decir de atracones, costumbres wiskeras y videos hablando de amor; el sacrificio de jóvenes parece que no les molesta).
Obviamente, a estas alturas concibo que, obviamente, no es ésta situación que relato sobre una víctima la única en sus vidas; del primero concibo cientos (o tal vez miles en su dilatada carrera) pasadas por circunstanciales, a veces imprevisibles u obviamente inevitables casualidades. Así que los wiskises formarían parte de ese ritual de ser el dios que adormece los sentidos, acalla las conciencias y permite mantener el estatus social alcanzado y seguir ejercitándolo, de alguna manera, hasta el final de sus días. Paralelismo con la mariscada para agarrarse a la vida pese a todo. Otros parecen conformarse con hablar de amor en vídeos – como quien se lava la imagen, aunque resulte cinismo para otros que los visionan de manera diferente.
Es tanta la experiencia práctica que acumulan, que se me hace inconcebible que fallen. Aún que se les intente descubrir en estas líneas, pues parecen conocer y tener todos los recursos suficientes (y habilidades adquiridas con multitud de años de práctica) como para apelar, de una y mil maneras diferentes y con diferentes argumentos, al fondo y esencia del Estado Legalista en el que vivimos la mayoría de la sociedad: Orden, por encima de todo, orden y sumisión social.
Así que el sacrificio, es obvio, que tarde o temprano referirá al título de este artículo. Experiencia en torcer (y falsificar) no les falta y les suele resultar fácil implicar estamento e instituciones (para que todos se salven de lo que ellos mismos han propiciado y generado; eso sí, al final todo, en favor del Estado, que es lo esencial; pero de un Estado concebido por ellos, al margen de los valores constitucionales y la verdadera visión moral y ética que porta).
 Así pues, desde estas líneas iré narrando y describiendo el desarrollo de éste, (como otros fueron o pudieran estar siendo en el presente desarrollados) “crímenes” diseñados bajo pautas sencillas; la resistencia, hasta ahora, no ha hecho otra cosa que dilatar lo que parece un resultado “previsible” y previsto, que se tiene como objetivo irrenunciable, y que se basa, en esencia, en la ignorancia, la rivalidad y el miedo de la gente común (que siempre jugará a su favor).  Existe siempre un paralelismo, y cierta identidad, entre la manera de gestionar en las alturas de los poderes del Estado y lo que se viene gestiona en las sociedades a niveles cotidianos; pues a la definitiva quienes gestionan intereses adversos, rivalidades y pugnas políticas o de visión del Estado a la definitiva son personas bajo parámetros de gestión personas y con objetivos personales que pueden subordinar cualquier principio moral para conseguirlos; así que es fácil concebir que bajo estos parámetros comunes de quienes estructuran estrategias para llegar a fines concretos para sí mismos, se vienen dando pasos, unos detrás de otros, para conseguir el fin; y de igual manera que  en el golpe del 36, no solo el Estado Legal, sino que todos aquellos que perteneciendo a su estructura apoyaran la democracia – que otros no -, intentaron poner en aquella época, trabas y obstáculos a cada uno de aquellos que habían detectado como conspiradores esenciales; y sin embargo observaron cómo cada uno de esos obstáculos iban siendo derribados, unos tras otros, sin poder hacer absolutamente nada para evitarlo (y cuando la provocación de los conspiradores apareció en escena para crear un clima de violencia o urgencia, lo hicieron de tal manera que la reacción de quienes sabían que el golpe llevaba tiempo en marcha, fue desmedida e incontrolada, contribuyendo así al propósito conspirativo) o abortarlo o negociar (accidentes “insospechados” aparecieron  en favor de la trama). También, de alguna manera, triunfó el golpe del 81, aunque no en el Congreso de los Diputados, sí lo hizo sobre las vidas cotidianas de multitud de jóvenes de esta ciudad – de ello hay narración y pruebas documentales en el blog – imponiendo condiciones al avance de la democracia y de los preceptos de la Constitución según su particular parecer o sus propios prejuicios (propios del régimen anterior).
De alguna manera para que la medicación prescrita tuviera efectos beneficiosos que tendieran a la plenitud de un bienestar – pues desplaza o atenúa las sensaciones de alerta generadas por experiencias traumáticas – el ambiente del entorno debería estar presidido por la tranquilidad y el cese de acosos de cualquier naturaleza, brindando confianza al paciente (víctima) y sabiendo que el proceso puede ser largo pero dentro de una normalización aceptable si aceptamos que tratamos con personas maltratadas que precisan tiempo para racionalizar y ser conscientes de los efectos que genera sobre las personas un maltrato muy prolongado en el tiempo y que persiste – por otras razones que se suman al ya sufrido -  en la actualidad; por lo duro que supone aceptar o enfrentar abierta o súbitamente esa realidad (y que cierto entorno familiar se empeña que así sea; todo rápido y con resultados efectivos y visibles, pero sólo a su gusto y criterio; y que resulta que es el mismo entorno donde se generaron inicialmente en una cadena de decisiones personales). El ambiente de paz, tranquilidad, nutrición regularizada, continua, pautas de descanso, trato normalizado (no como si fuera un permanente enfermo incapaz) y dando tiempo a que esta planificación de frutos, resulta esencial para alcanzar una vida normalizada.
Si existe resistencia a la medicación y al mundo de la medicina no suele ser, esta actitud, producto del capricho o resultado de un  pensamiento gratuito o arbitrario, tiene causas y suelen estar bien fundadas. Conseguir ese tránsito hacia esa confianza tiene los mismos requisitos que los que se requiere para establecer una confianza en la vida cotidiana de cualquier persona que intente establecer relaciones de confianza con otras. Por ello, cuando una confianza se trunca, y siempre hay motivos  consistentes para ello, como los hay en cualquier persona, resulta difícil restablecerla a los mismos parámetros que en su día se concibieron (y dependiendo de las circunstancias y el motivo de esa ruptura, a veces se decide no retomar la relación); pero ello no tiene porqué afectar para mantener un ambiente de tranquilidad y confianza (sencillamente porque ello también porta cierto grado de confianza y seguridad, y por consiguiente de estabilidad; siempre que el entorno no haga de esta persona el objetivo para expresar sus diferencias o centro de su visión particular de cómo deberían conducirse las situaciones – cuando estas ya mostraron no ser efectivas, ser fallidas, en un repetir esquemas sin permitir entrar en los fondos y causas durante más de diez años). Es obvio que la tranquilidad (en cualquier circunstancia) es requisito indispensable y es obvio que el sentido común así se muestra cuando no existen rivalidades, ni prejuicios o ideas preconcebidas.
Si una separación matrimonial, para consolidarse en sede judicial a favor de una de las partes, precisó o precisa de mentir, por un lado, y por otro de establecer sentimientos de culpa para avalar esa mentira en la parte de la familia que así se ve estigmatizada, culpabilizada y des-armada moralmente; siguiendo criterios de asesoría jurídica, aunque ello se pudiera evidenciar como estrategia en su momento detectada por el juez evitando efectos más penalizadores sobre la persona así tratada en la separación; la que así actúa señala una manera de proceder no sólo personal sino del propio gabinete jurídico que le asesora y, por consiguiente, señala su manera y forma de resolver cualquier conflicto que se le presente a esa parte del matrimonio ya separado.
Si el objetivo implícito, a base de ideas preconcebidas de la separación matrimonial fuera a buscar aun, por medio de mentiras y falsedades el bienestar de los hijos, se acaba por aceptar el escenario aunque de alguna manera “chirríe” (la parte que así actúa está en su “papel”; así lo afirmó el psicoterapeuta en el momento sabiendo y teniendo constancia en primera persona de que esa parte mentía de pleno en el juzgado) pues ese bienestar de hijos siempre sería un objetivo superior. Sin embargo, 20 años después, los efectos y estrategias de esa parte separada (y los concebidos por su gabinete jurídico) dan el resultado de que ese bienestar no lo fue tal y empieza a salir a la luz, estaremos, inevitablemente y ya con los hijos adultos, en una repetición de ese mismo escenario estratégico inicial, con una familia, aun lado del conflicto (anteriormente estigmatizada y culpabilizada) intentando huir de la estigmatización en medio de una confusión de argumentos preconcebidos y prejuicios; como ocurriera en el escenario de la separación. Por ello, determinar cómo gestionó esa parte matrimonial ya separada su propio conflicto interno durante 20 años y en especial sobre uno de sus miembros menores de edad (y cómo le afectó a ese miembro) resulta esencial para percibir la “visión” y “conducta” de ese concreto progenitor porque desde ahí se puede observar si su estrategia estaba realmente concebida para procurar un bienestar interno; de si hubo soporte emocional y afectivo para los hijos; y si se inhibió ello, en qué razones se basaron dichas carencias y como se gestionaron en el entorno social. Ello es necesario para que el miembro afectado pudiera recibir el soporte que precisaría (y precisaba)  de esa parte de la familia que debió reflexionar en su momento, antes de lanzarse a la piscina; resulta relevante aquí analizar el papel que cada uno de los miembros de esa familia cercana adoptó en aquella separación, cómo se siguió interactuando y bajo qué parámetros, principios o motivos se usaron como razón (y si realmente fueron sinceros esos motivos, o simple excusa para acercarse a lo que consideraban parte ganadora – sobre todo a la vista de las consecuencias). La situación de ser ambos progenitores funcionarios, las coyunturas específicas de naturaleza política que se adujeron en un momento determinado (haciéndolas constar en un documento oficial por el Jefe de Policía Local), las posiciones adoptadas sobre los miembros de la familia cercana y como siguieron interactuando, resultan elementos clave para posicionarse honestamente ante este asunto y la complejidad derivada e inesperada en los hijos. Todo ello desvelaría la realidad, una realidad social, con sus valores éticos y morales, los que realmente sustentan y cómo afectan, en la realidad, en una familia separada (y sus miembros más vulnerables) cuando existe una distancia real entre los valores que se dicen sostener y los realmente sostenidos.
 Así pues, se tome o no medicación, se tenga o no un psicoterapeuta (deseable), en cualquier escenario se precisa un ambiente de tranquilidad y confianza en la persona que ha sido así maltratada.
Todos tenemos adversidades en la vida y todos sufrimos o sentimos injusticias de alguna manera que nos hacen sentirnos, en algunas ocasiones vulnerables. De ahí que hayamos aprendido que la mejor manera de enfrentar esas situaciones adversas sea hacerlas visibles, en entornos de confianza - que suelen ser entornos muy reducidos, precisamente para evitar la especulación del entorno social, donde se pueden manifestar las rivalidades y los antagonismos ahondando más en el problema que aportando soluciones - y desde ahí visualizar con la mayor objetividad posible el origen del problema y tomar una disposición de ánimo que lo haga llevadero (resolverlo si es posible o aceptar que no se podrá resolver plenamente, pero que siempre tendremos el apoyo del entorno cercano).
El miedo, la preocupación o ciertas situaciones de stress señalan la existencia más o menos consciente de un problema. Una vez damos con el origen podemos actuar para resolverlo o aceptarlo, disponiendo nuestro ánimo para ello. Abordar los problemas con determinación al darse cuenta de los mismos es siempre la mejor solución; pero cuando los problemas se acumulan se genera un nudo (similar al Gordiano de la leyenda) y si no se puede desanudar se tiende a cortarlo (como hacen los líderes que se someten a esa prueba, pero cuando se refieren a problemas de otros, no cuando son sus problemas propios ). Saber quiénes están detrás de esos problemas y cuáles son sus motivaciones reales (las reales no las aparentes que se suelen pasar por ideas preconcebidas y común mente aceptadas y propias de ignorantes) permite iniciar la ingente tarea de desanudarlo (y eso suele llevar años, porque en estos casos donde existe premeditacion e intereses de personas cercanas y amadas, estos no suelen concebirse por el afectado; el disimulo y generar confusión forma parte de la conducta social que consideramos normalizada y por ello en las relaciones personales cada cual elige con quien se relaciona, aceptando unas relaciones y rechazando otras por tóxicas) y en otras ocasiones se desanuda súbitamente librandonos de él y pudiendo gestionar ello de manera casi intuitiva.

En todos los casos se precisa otorgar confianza y apoyo, en un ambiente de tranquilidad. Teniendo presente la naturaleza de las cosas que se digan puede acabar siendo - dependiendo de las consecuencias que ello tenga en la persona que es maltratada - una verdadera "cagada" de la que se alejará quien la haya dicho o hecho, a la vista de las consecuencias (igual que en las relaciones de la vida social que consideramos normalizada). Si ya, la primera tentativa, cuando se visualizó, fuera aislarlo un mes, con una sola visita, nada señala que se abordara, entonces y posteriormente, con buena disposición esta situación, por el contrario, y cuando se permite el abierto acceso a la otra parte de la familia, todo parece señalar el deseo de consensuar una "lavada de manos" generalizada, no sin antes aportar la suficiente confusión (como en el pasado) para ser plenamente permeable a ese propósito de manifestar "inocencia" ante todo lo sucedido, (y que se siga desconociendo), buscando nuevamente un culpable, consensuado, en el título de este artículo. Gracias a todos.
Es obvio que el muchacho sólo ha encontrado una manera de manifestar su solicitud de “ayuda y apoyo”  (una verdadera solicitud de auxilio en toda regla), al arriesgar su propia vida al negarse a seguir la medicación y las pautas médicas, en medio de un ambiente de acoso permanente (desde hace lustros y lustros por el que nadie debería pasar) como única manera que conoce de rebelarse ante este continuo padecimiento que se ignora, o presintiéndose, se ve insalvable en todos los ámbitos implicados (médicos y de juzgados) sin nadie poner un remedio positivo y solo optando por más amenazas y coacciones; así que cuando solicita tranquilidad, apoyo y confianza, en él, no hace otras cosa que reclamar una normalidad que nunca ha vivido. Lamentablemente un nuevo ingreso, bajo estas circunstancias expuestas, sin que medie nadie que vele por sus verdaderos derechos y sin que sea considerada una verdadera víctima (con todos los privilegios que ello comportaría en trato y consideración a su condición) pondría, nuevamente, su vida en peligro. En cualquier aspecto que se considere, en cualquier decisión que se tome al respecto, si no media ver la realidad de esta persona y alguna persona con verdadera capacidad para poner en marcha los recursos transversales que tiene la sociedad para sacarle con éxito de esta situación. No es un proceder ajeno al raciocinio lógico, bastaría con recordar cómo en situaciones sin salida ha habido personas que han comprometido sus vidas, por ejemplo, con huelgas de hambre. Tal vez, en un futuro no muy lejano, me vean Vds, lectores, realizar un escrito de verdadera despedida, definitiva (le sugerí estos días que escribiera todo lo que deseara en un cuaderno; ello le ha ido entreteniendo y haciéndole recordar situaciones y sucesos que me ha invitado a leer. En uno de los pasajes narra cómo en el primer ingreso, sin visitas, con malas maneras de los asistentes del hospital, incluso deja entrever algún tipo de agresión cuando estaba dormido, despertándose de repente y viendo a un enfermero mirarle desde la puerta, pensó en morirse; desde entonces hasta recientemente ha pedido que alguien prohíba a su madre y a su entorno materno que dejen de acosarlo y agredirle.... y a la vez que tengan en cuenta que los quiere y ama, también, a ese entorno materno, es decir pide que le quieran y le traten con respeto y normalidad.... ¿cómo se puede denunciar esto? su decisión parece obvia, ante la falta de alternativas poner en riesgo su vida, a la vez que busca horizontes alternativos sin éxito) (entonces, cuando ya nada tenga remedio, les mostraré, en este blog, la foto de mi hijo) Dios no lo quiera.  

El texto de este artículo intenta trasladar la evidente situación de peligro del hijo, se tome la decisión que se tome en este momento (si no media una actuación transversal que le apoye como víctima real para que pueda salir de esto). Mi decepción es absoluta, a muchos niveles, pero ello no me impedirá, narrar si es preciso y con todos los detalles que tenga a mi alcance, esa situación final que ya parece anticiparse como inevitable. Desconozco porqué mi sociedad no tiene contemplada este tipo de situaciones complejas, ni mucho menos cómo se ha conseguido que un entorno determinado (materno) pueda llevar esta situación a este extremo tal (aunque en su momento se denunciara, y que a este paso publicaré todos esos documentos previos para que se sepa  cómo, cuando y quienes han ido promocionando, promoviendo o tolerando esta situación y desde qué función social), tanta gente que sólo tenía que "mirar", simplemente mirar, para ver lo que realmente estaba sucediendo. ¿dónde tenían la ceguera? o mejor puesta la vista, para aceptar o ignorar esto desde hace años y años. Realmente, si ése final se da, esto es como para plantearse aborrecer este país y ciscarse ni aún prevenidas, ni publicadas, difícilmente nadie se puede oponer  a la voluntad de ese entorno "criminal" una vez que ha tomado una previsión final sobre la vida de una persona. La justicia sólo está al alcance de quien tenga suficiente dinero para financiársela para hacer prevalecer derechos que deberían haber sido comunes y respetados en toda persona (también por instituciones dependientes del Estado); pero sin dinero suficiente, el futuro de mi hijo es, previsiblemente, morir ante los ojos de nosotros, de una forma o casualidad u otra.

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