Miguel Ángel Ibáñez Gómez - maiges_ps@hotmail.com

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lunes, 9 de abril de 2012

Dos Soles que se tocan



    Dice una leyenda que obispos cristianos visitaron Egipto por primera vez ( hace pocos cientos de años ) guiados por expertos egiptólogos que habían realizado un descubrimiento de naturaleza espiritual y quisieron ver la opinión de la Iglesia cristiana.

    La élite egipcia adoraba el Sol y esa adoración fue impulsada sobre el pueblo en forma de Amon-Ra. Cuando en nuestra adolescencia aprendimos que los pueblos primitivos adoraban al Sol nos transmitían con esa enseñanza cierto grado de error y de fallo en esa creencia; puesto que el Sol es un cuerpo celeste ( más o menos gaseoso ) que emite radiación; toda la gama de radiación conocida por el hombre y cuya visión, según la ciencia, es materia. Y en ese sentido ¿Cómo se podía atribuir a un cuerpo espacial una naturaleza divina?
    Los egipcios lo habían razonado de tal manera que los obispos cristianos convinieron, indudablemente, que el Sol era el mismo Jesucristo ( no un símbolo de Cristo, si no el propio Cristo ). ¿Cómo sería posible esto?


    Cuando se baila no se puede tocar en el sentido de tocar con los dedos para analizar o descubrir la forma de una cosa o persona; al menos ése no es el propósito del tango (o sí). Porque aunque en el abrazo se “toca”, y hay contacto, no es la parte del cuerpo destinada a “tocar” la que entra en juego. Las manos están ocupadas en el abrazo (y abrazar no es tocar en sí mismo, está más próximo a “fundirse”). Las palmas de las manos se “tocan” pero no es un tocar de “descubrir”, de indagar, es un apoyo mutuo, es la frontera por donde corre una “energía” (o mejor dos: una femenina y otra masculina). Las manos... tomarse de las manos es un gesto de afinidad. No es ir de la mano con una persona para llevarse uno al otro y mostrar al entorno ese vínculo. Darse la mano en el baile es parte de la coreografía o postura del equilibrio.
    Las piernas se tocan, las caderas se tocan, los pies se tocan, pero no es el instrumento destinado a tocar el que entra en contacto. En el baile las zonas que entran en contacto delimitan el ser físico de la pareja y le hace tomar el sentido y la dimensión de su propio cuerpo (por ahí se podría hablar de cierto erotismo).
    Los pies “tocan” el suelo, o lo acarician buscando suavemente el momento oportuno donde posarse y tomar tierra.
Los pechos de ambos se “tocan” pero sigue sin tener ese atributo propio de tocar. Es el contacto de los límites de los cuerpos y zona de fuerte energía que es percibida por los dos. Es la zona del amor, del dar, del acoger... es, si los dos se brindan, un refugio seguro. El abrazo delimita y señala que, en su centro, donde no se ve, hay amor. Un amor que se siente y que se impulsa y motiva con el ritmo, la cadencia, el silencio. Y definir lo que es el amor es algo muy personal.
    Cuando dos pechos se juntan, se juntan dos energías, básicamente, de la misma naturaleza: el dar y el acoger. Técnicamente quien acoge es el hombre, pero ¿quién no se ha sentido acogido por un pecho femenino? Podríamos afirmar que los bailarines se acogen y dan mutuamente Son energías vitales que nacen de una pulsación de dos corazones, dos soles; y esos dos soles se transmiten y se brindan. Y a través del amor nos encontramos. No hacen falta definiciones, ni palabras... tal vez baste un “reconocimiento” mutuo por el cual  los dos reconocen que les llega el amor del otro.
Se puede danzar en torno del amor que habita en el centro de cada pareja. Los pasos lo alimentan, la música lo alimenta, y todo ello se comparte en una verdadera Comunión con lo divino que habita en nosotros.
    ¿Te Toca el Baile? ¿Te Toca el Tango?
    Toco el Tango con la mirada sobre una pareja que baila y el Tango me Toca a la vez. Me impulsa, me mueve, me altera, me llama, me crea el deseo de buscar un pecho fraterno donde “morir” abrazao.

PD: Tangô, es, ere, tetigî, táctum: ¿Tocar?

    El Amor no es una energía, más bien, la suma de toda energía. La energía física y la energía inmedible por la ciencia, capaz de generar el milagro de la vida y la conciencia.
    Desde el Sol se emiten todo tipo de frecuencias y de ondas, todo parece caber dentro del Sol. El Sol es el cuerpo más cercano que tiene atributos del Creador, por ello no es de extrañar que, de alguna manera, para aquellos obispos el Sol fuera la identificación de la energía de Cristo.

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Sirtaki original 




3 comentarios:

Victorius20 dijo...

También digno de xl semanal. Yo añadiría "chacra o" delante de la primera vez que se menciona la palabra sol. Gracias papa

Victorius20 dijo...

También digno de xl semanal. Yo añadiría "chacra o" delante de la primera vez que se menciona la palabra sol. Gracias papa

Victorius20 dijo...

Cuando dos pechos se juntan, se juntan dos energías, básicamente, de la misma naturaleza: el dar y el acoger. Técnicamente quien acoge es el hombre, pero ¿quién no se ha sentido acogido por un pecho femenino? Podríamos afirmar que los bailarines se acogen y dan mutuamente Son energías vitales que nacen de una pulsación de dos corazones, dos charlas o dos soles; y esos dos soles se transmiten y se brindan. Y a través del amor nos encontramos. No hacen falta definiciones, ni palabras... tal vez baste un “reconocimiento” mutuo por el cual los dos reconocen que les llega el amor del otro.