La República que viene (en
parecido contexto, casi calcado, que la anterior).
Saben los
Estados que sus gentes, su pueblo, se renueva constantemente (y tienden a perder la memoria). Como
Estados no son capaces de contar la verdad de la propia Historia a su propio
pueblo – por lo general nunca son capaces
de contarla realmente (esa verdad se halla en archivos, en documentos que en
España no parecen que nunca saldrán a la luz – algunos son de partidos, otros
de sindicatos, otros en la propia seguridad del Estado y muy probablemente en los
propios archivos del Ejército) – y si sus gentes no son capaces de
deducirla para aproximarse mínimamente a esa Historia, que suele ser imposible
de relatar, pues todos nosotros la oímos y la aprendimos desde cierta épica que
fue subrayada, convenientemente, según la etapa concreta; porque los Estados así
lo quieren para perpetuarse como tales “intempore” (épica imprescindible y que debe de manifestarse con entusiasmo en los
súbditos, en el pueblo, en los ciudadanos, porque así muestran su adhesión; por
el contrario, no hacerlo es síntoma de cierta rebeldía; rebeldía preocupante
para cualquier Estado). En nuestra singular España, donde la Historia se
bifurcó en los años treinta, generando dos legitimidades paralelas, ninguna de
esas dos contaron la verdad de su propia Historia y directamente optaron por la
épica; los ciudadanos que no reflexionaron profundamente sobre ello (sobre todo porque media España no estaba ya
como para reflexionar sino penando su destino), sobre todo las generaciones
posteriores, ansiosas por un mundo y una sociedad mejor, que piensan que el
pasado no volverá y acabarán por cometer los mismos errores que otras
generaciones del pasado cometieran. Todos anhelamos un mundo mejor y ello es un
deseo que nos hace previsibles y manipulables (sencillamente porque es un deseo; y eso es el peligro de los deseos,
porque por ellos somos todos manipulables).
Lo que realmente
enseñan los Estados a sus gentes son los límites y las líneas rojas que les
permitirán sobrevivir dentro de ellos (si
otras circunstancias no vienen a agravar más las situaciones: intereses
particulares, luchas entre poderosos, inestabilidad internacional…) y esas
líneas rojas se instauran por medio de instrumentos intimidatorios como el
temor, la coacción y la violencia; mostrándose los Estados, a sí mismos, como
perfectos y sabedores de lo que precisan los ciudadanos para su bienestar en
cada momento (es así, de tal manera que
los Estados ejercen su poder en la sociedad, y que las familias reproducen el
mismo modelo dentro de su seno familiar).
La épica que
sostienen los Estados para sí, para todos sus actos, es necesaria para su
supervivencia y se basa en el relato de su propia Historia (en la interpretación de la misma en las
escuelas e institutos e incluso en las Universidades). Estados edificados y
construidos desde las violencias de guerras donde gente (pagados y/o súbditos obligados) derramaban su sangre bajo los
intereses de unos u otros que pugnaban por territorios, por privilegios, o por
coronas que otorgaban legitimidad divina; se mataban, sacrificando a la plebe o
al pueblo (generando pobreza y miseria,
rapiña, tragedias…), entre hermanos, entre primos, entre tíos y sobrinos,
entre marido y mujer… y buscaban aliados en países extranjeros, ya fueran en el
norte o en el sur, que ofrecían su apoyo a cambio de privilegios, alianzas o
contraprestaciones… y a veces aprovechaban la situación de caos para medrar por
su cuenta y capturar territorios para sí mismos, extendiendo, inesperadamente,
territorios y recursos en nombre de un imperio lejano. A todo eso le llamamos
Historia. Y a la convivencia entre vencedores y vencidos le llamamos los
periodos de paz y, consiguiente, prosperidad.
La teoría del
Fin de la Historia, propugnada por dos políticos/filósofos – Lenin y Fukuyama – de signo contrario,
uno comunista y otro capitalista, que aseguraban que vencerían sus respectivos
modelos de Estado, han fracasado, tal vez porque no contaron ni concibieron que
China fuera capaz de generar un Estado intermedio, a medio camino entre Capitalista
y Comunista y a la vez mantenerse en su integridad territorial por medio de un
sistema dictatorial extremadamente coercitivo con su propio pueblo. Lo señalaba
el ex Secretario General de la OTAN – NATO
(organización concebida por la ONU al finalizar la II Guerra Mundial para
garantizar el libre mercado y la Democracia en occidente) – China se había
mostrado como el sistema de gestión social y territorial más eficiente; el
problema era que China es y será una dictadura (y lo dijo con lágrimas en los ojos ese pacifista socialdemócrata que
había llegado a la cumbre de la maquinaria militar más poderosa de la Tierra,
donde el mundo anglosajón exhibía su potencia militar haciendo fracasar el
proyecto soviético, pero no el chino). Deberíamos reflexionar sobre esas
declaraciones realizadas a inicio de 2010 en el club siglo XXI por Javier
Solana – aupado en la maquinaria de
guerra que defendía el liberalismo con la finalidad de generar un análisis
imparcial que determinara, honestamente, el mejor modelo social y político para
la humanidad que hiciera posible el fin de la Historia que propugnaban Lenin y
Fukuyama.
El cambio
político en el mundo anglosajón hacia un populismo de extrema derecha (poniendo como excusa a la injerencia de Rusia)
debería hacernos reflexionar profundamente sobre lo que se nos viene encima en
este cambio de ciclo y no excusarnos con la idea de que si cae Trump todo
volverá a la normalidad (eso es
auto-engañarse; la maquinaria Norteamericana, de control de equilibrios sobre
el sistema político demuestra que la tendencia generalizada en EEUU es hacia un
nacionalismo radical - similar al que Hitler fue desarrollando en la Alemania
de finales de los años 20) y que reírnos de Trump y de sus incoherencias,
estupideces, ignorancia y bravuconadas no nos mantendrán a salvo del movimiento
de fondo que lo impulsa (como tampoco la
ignorancia de Reagan nos defendió de su política agresiva; ni tampoco la
ignorancia supina de Buhs hijo nos defendió de su guerra de Irán; ni tampoco en
los años 20 en Alemania, señalar lo grotesco de Hitler y su histerismo le libró
a Alemania de ser arrastrada a una
histeria colectiva y épica que hiciera posible la II Guerra Mundial; hubo
dinero y financiación, como señalaba el corresponsal de ABC de aquella época –
mandado a realizar una entrevista a Hitler a quien acompañó durante un día
entero, en su propio coche y que fuera advertido por el propio Hitler que si le
acompañaba su vida estaba tan en riesgo como la suya propia; y donde se
entrevistaron con un general alemán, a quien Hitler le pedía, una y otra vez, dinero, más dinero para su causa y
este general le calmaba diciéndole: “Llegará, llegará no se preocupe, llegará”.
Los tres sentados en una cervecería alemana, y donde Hitler portaba, a la vista
de todos los allí presentes, su pistola personal).
Se dice que en
España la República se vincula con el caos y la tragedia, refiriéndose a las
consecuencias de la II República, como si no hubiera existido una I República
en la que pronto se escucharan tiros y cañonazos – con ciudades sublevadas pidiendo independencia y cantonalismo - y
perdurara así los nueve meses que duró (aquella
República fue traída por falta de candidatos adecuados a la Corona española;
España siempre fue un pueblo difícil de gobernar, no tanto por sus ciudadanos
sino por los que se hallan más arriba y pugnan entre ellos, por sus intereses,
siendo capaces de promover el caos en la propia sociedad si no se atienden sus deseos).
La sociedad
precisa de mitos para poder sobrevivir a esta “herida absurda” que es la vida (mitos de los cuales le pedí orientación a
Sánchez Dragó para impulsar mi proyecto NBBC – pues Sánchez Dragó inició la construcción de un mito para la España
soñada pos- franquista; donde por fin todos hubiéramos aprendido del pasado que
nos llevara a la Dictadura Franquista y ese mito que Dragó construía sería
suficiente argumento para que esa nueva España Democrática se contuviera e sí
misma, integra y unida, sin más deseos ya que rendir honores a lo mágico que
porta la vida (¡¡¡cómo se equivocó
Dragó y los que premiaron su obra en 1977!!! aprende sólo una generación
concreta, la siguiente vuelve al sendero que le conduce el carácter). La
política en España no viene a brindar con la eternidad divina que rige, sí o
sí, los destinos de la Historia de nuestra patria y nos castiga una y otra vez
si la olvidamos. Vinieron los partidos y retomaron la idea del resarcimiento,
del ahora nos toca a nosotros, y el punto medio se quedó olvidado nada más
llegar nuestra democracia; volvimos a la ley del más fuerte y la del dinero que
todo lo puede para frenar nuevamente los nacionalismos periféricos y las
“legitimidades” republicanas que se querían imponer, nuevamente, de la misma
manera que hacía 40 años – no habían aprendido nada del pasado y se han pasado
esos 40 años de primera etapa democrática conspirando un día sí y otro también
a la espera de que esa ley, que impera en España desde hace siglos, y por la
cual no hay gobernante, al que no se le pase, tarde o temprano una dura
factura, aunque ello lleve a hacer temblar los pilares del Estado. Y así nos
vemos ahora con el emérito rey (cuando Rubalcaba iniciaba el desmontaje de ETA,
un general salía en la tv radical y extrema, con su uniforme militar y su cara
que se me antojaba de mala leche). Desmontado el garito de ETA los políticos
señalaban al rey (y lo primero que
hicieron fue pedirle que se desdijera de esos comentarios que las tv radicales
le atribuían señalando que el socialista Zapatero era bastante “deficiente”
como presidente para España – ya Alfonso Guerra le señaló como bambi y acabó
rectificando y añadiendo “de hierro”, ante lo que parecía una evidencia – los
servicios secretos no siempre dicen lo que hacen, sobre todo si las órdenes
recibidas fueron promulgadas antes de la democracia, en la transición, y los
que venían las desconocían, incluido el rey). Pero era tan apetitosa la
posibilidad y las circunstancias tan adecuadas para obligar al rey a hablar
bien de Zapatero, que no se contuvieron, y acabó por costarle la corona (el primer aviso fue Urdangarín – la cara del
yerno lo dice todo cuando salta el inicio del escándalo, no siente haber hecho
nada que otros no hicieran; ¿No estaban todos al corriente de sus negocios? luego
siguieron la pista al rey y esta vez, con lo de Botsuana consiguieron echarle de la posición honorífica
en una asociación internacional y prestigiosa de protección de la fauna – como
si el rey no hubiera ido siempre de caza – poco a poco fueron minando y no
dejando pasar una hasta que por fin abdicó). Y Rubalcaba, después de poner
el cuidado preciso para que continuara la monarquía en la transición al nuevo
rey, renunció a su escaño y volvió a las aulas. Eso sí, el general que portaba
uniforme en la tv de extrema derecha radical, sabía, sí o sí, que aunque nunca
fuera acusado de eso que parecía un verdadero sucio “trabajo”, con su
descubrimiento – en cuya pista ya situaba
el periodista Manuel Cerdán hacía años y nadie en el mundo de la política quiso
creerle – sería señalado el Rey (como
lo fue Carrillo en lo de Paracuellos por sostener el cargo en la seguridad,
aunque fuera imposible contener a sus propias masas airadas y enfurecidas por
la violencia del inicio en la propia guerra civil, los primeros que denunciaban esa extrema violencia de la guerra civil en esos primeros días y semanas,
paradójicamente, fueron anarquistas – realmente era necesaria tanta violencia? No
había argumentos suficientes para evitarla? - y lo fue, aparentemente por el hecho simple de
estar en el mando supremo de las FFAA (aunque
nadie reparara que ETA, como otros grupos terroristas en todo el mundo, servían
a intereses de Estados - y también del propio Estado profundo que nunca creyó
en la Democracia española - sin cuya servidumbre nunca hubieran podido
sobrevivir – véase el apoyo mediático que recibían los presos de ETA desde
Londres).
Habría que
recordar aquellas declaraciones de un trabajador cualquiera de hace un siglo
que señalaba esa misma idea de destino inútil al ubicarse sus vidas en la
pobreza, como sus antecesores (nacemos,
trabajamos, nos casamos, traemos hijos al mundo, enfermamos y morimos… esta es mi
vida y la de todos los que nos precedieron). ¿La República traería algo
diferente? Si se ve la prensa de la época verán que sólo el pueblo se engañara
realmente; los artículos periodísticos ya señalaban que muchos pensaban que con
la República sus males desaparecerían como desaparecía el Rey del palacio Real.
Era el año 31 ¿Acaso la Francia revolucionaria y republicana trataba mejor a
sus ciudadanos? ¿Alguien hizo esa reflexión previa, como la hace Felipe
González, como mejor puede al señalar, indirectamente, que no hay garantías de
que no haya republicanos de extrema derecha?
(puede
resultar cansino recordar la magnífica peli de “Senderos de Gloria”
donde Kirk Douglas reseña y suscribe casi una
rebelión ante sus mandos, Generales proclives a la ambición personal a costa de
sangre ajena, llegando al bombardeo de la propias líneas de soldados y
eligiendo al azar los “cobardes” que deben de ser fusilados para garantizar la
disciplina y el honor de algún General. La República francesa organizó
incidente en Bruselas, al estreno de la película en 1958, consiguiendo el
consulado francés la supresión de la película en ese país. También presiona
Francia a la United Artists llamandola a la suspensión de
la proyección para insertar una nota explicativa y el himno de «La
Marsellesa» al inicio y el final del
film. Con esta añadidura, la película volvió a proyectarse en Bruselas. Sin
embargo, Suiza prohibió su proyección y la United
Artists simplemente no se atrevió a presentar la película en Francia hasta 1972. Finalmente fue estrenada en
el país galo en 1975.4 En España hubo que esperar hasta octubre de 1986
para que se proyectara como una retrospectiva de Kubrick,4 ya que el régimen de Franco la había censurado por su contenido
antimilitarista. La cinta también se prohibió en Marruecos y Canadá. ¿Qué tienen en común la pacífica
Canadá con Marruecos con la España de Franco y con la prohibición de su visión
en la Francia republicana hasta 1975? Que son Estados, y como tales Estados no
pueden permitir que hechos como los señalados en la película y vividos por
generaciones anteriores formen parte, por medio del cine, de la “realidad” de
nuevas generaciones – a las cuales se supone
que ya han sido capaces de “contarles” una Historia de la propia Francia más
consecuente, donde, como siempre, el fin justifica los medios y todo es
relativo, porque el futuro será mejor y el pasado ya está superado y nunca
volverá más...).
Es obvio que la
madre de todas las Repúblicas modernas, la inspiradora de las libertades en
naciones como los EEUU o todas las naciones y Estados de América Latina, quien
se pone como ejemplo de un pueblo de ciudadanos que deciden su futuro, también
acaba siendo cruel con su propio pueblo (por
los mismos motivos y causas que las monarquías de antes o de su tiempo también
lo hicieran) pero tienen un instrumento a su alcance (como lo tienen todos los Estados) y que no está al alcance del
propio pueblo y de sus ciudadanos: Redactar y relatar la propia Historia según
su conveniencia. Y eso es algo común a todo Estado. Por eso Francia mueve sus
hilos internacionalmente y mueve a España, Canadá, Suiza o Marruecos a
acompañarle en el veto a esa película de Kubrick. Porqué no se mueven el resto
de Estados/Naciones, obviamente juegan al mismo juego todos? Porque a ellos no
les han tocado o simplemente porque así desgastan la credibilidad de ese Estado
en particular, ante esa orden bárbara de bombardear sus propias líneas (aún se afea en EEUU que Francia no sea lo
suficientemente agradecida a la liberación proporcionada por el mundo
anglosajón frente al nazismo, en especial a los Norteamericanos; como señala la
serie Los Simpson).
Recordar que la
Socialdemocracia ni el socialismo antes de la República identificaba en ella el
marco ideal para desarrollar un proyecto que diera bienestar a la clase
trabajadora. En España esa adhesión a la República fue sobrevenida al
considerarse, por un lado, que la República fuera patrimonio de una parte del
parlamento contra la otra; y que la conspiración contra la misma viniera de la
mano de partidos de naturaleza fascista a partir del intento revolucionario de
la izquierda en 1934 (ya todas las
fuerzas extremas – derechas e izquierdas - se declaraban abiertamente contra la
democracia y el parlamentarismo); y pretendían usar del sistema democrático
para alcanzar el poder y acabar con la Democracia. Una analogía que también
existía en parte de la izquierda. Durante la guerra, al verificar que Franco
recuperaba la bandera monárquica, se asienta la idea de que la República se
identifica con las izquierdas y la Monarquía con las derechas (el líder ascendente en ese momento por la
derecha era Calvo-Sotelo, monárquico; en detrimento de Gil Robles que aunque
líder de la oposición por entonces no
identificaba su proyecto, similar al de Mussolini o Hitler, a un formato ni
republicano ni monárquico – aunque posteriormente sí lo hiciera en favor a la
monarquía una vez Franco ganara la Guerra y se viera que hubiera traicionado a
todos – en especial a los políticos; incluso actuando en clara oposición a
Franco, dentro y fuera de España). Fue el impacto y extensión de aquella
revolución soviética, y su eco en el resto de Europa, lo que movió la idea de posicionarse,
en los conservadores, en ideas contrarrevolucionarias, no solo de contención
sino extendiendo el miedo a una verdadera revolución (miedo a que la propiedad privada estuviera en cuestión y que la
religión fuera abolida y perseguida – no tanto por ser una República sino como
por temor a que se dieran pasos hacia un modelo soviético – el precedente de
1934 supuso un cambio de perspectiva en la política española; y fue el punto y
fecha que eligió Franco para pasar factura a la población y a sus representantes
políticos) en una espiral de mutua desconfianza con la izquierda moderada, en
antagonismo con su extremo pro-revolucionario y por la posible y probable
insurrección anarquista (el voto al
Frente Popular de los anarquistas de la CNT (800.000 afiliados frente a 200.000
de UGT) tal vez no fuera tan incondicional como se dijera y/o vieran la
oportunidad de realizar reclamaciones – en
base al apoyo de facto ofrecido al Frente Popular - que se podrían
anticipar como inasumibles por el Gobierno del Frente Popular, y que una vez
iniciada la guerra sí se concretaron y consiguieron los anarquistas (ante un escenario de ruptura y golpismo ya
evidente desde antes de las elecciones del 36 – se formara un gobierno
frentepopulista de personalidades moderadas que cerraban el paso a cualquier
idea que pudiera concebir la derecha de gobierno revolucionario), y ante
tal gobierno y de tal naturaleza, se previera ya una intentona
pro-revolucionaria esencialmente anarquista, ante la cual sería inevitable usar
del ejército para aplacarla y tal vez, nuevamente, de los generales que
sofocaran la anterior del 34 o afines a ellos, como prueba y garantía de que
España no giraría hacia ninguna revolución.
Tal vez el
fracaso de este gesto y el inicio de las provocaciones y demostraciones de
fuerza de antagonistas en las calles (con
tiroteos y primeros muertos relevantes) hicieran imposible cualquier
estrategia de hacer caer a los rivales en un paso en falso (paso
que pudieran dar cualquiera de los extremos pro-revolucionarios, porque así se
consideraba tanto a la extrema derecha como a la extrema izquierda por entonces)
que permitiera actuar al gobierno de manera legítima, desacreditándoles ante la
opinión internacional y haciendo inviable la sublevación militar en ciernes.
Por el contrario fueron representantes del propio Gobierno del Estado quienes
se ponen en evidencia y hacen percibir que el Estado republicano en manos del
Frente Popular ya no garantiza la vida a los representantes legítimos de la
oposición en el parlamento, con la muerte de Calvo-Sotelo (monárquico) en el
entorno de una detención nocturna en presencia de miembros de la seguridad del
Estado – Guardias de Asalto y otra persona que se identificó como Guardia Civil
– como represalia a otros asesinatos
anteriores.
Ni siendo los
anarquistas ni la CNT responsables de las tensiones que darían lugar a la
Guerra Civil Julián Casanova es Hans Speier Visiting Professor en la New
School for Social Research de Nueva York.04-11-2006. (no poseían ni aspiraban a ostentar representación política alguna, ni
pugnaban por las luchas por el poder político) sí, por el contrario,
hicieron posible la revolución libertaria dentro de la guerra en las
colectivizaciones de Aragón. Recuperaron y asentaron territorios para la
República, participaron en el Gobierno durante unos meses (hasta que Stalin ordenó sacarlos de allí por medio de una conjura y
trama organizada en Barcelona por el PCE – que supuso una guerra civil dentro
de la guerra civil), denunciaron la violencia y asesinatos políticos del
adversario desde el primer momento (Agosto de 1936); sacrificaron su figura
preeminente y revolucionaria en el frente de Madrid (Durruti) pese a ser
advertido por el general anarquista Cipriano Mera (albañil) de que no se dejase
mandar por Miaja al frente de la ciudad universitaria; y pusieron fin a la
propia guerra civil, en una maniobra contra los comunista en el frente de
Madrid (en la que participaron el
coronel Segismundo Casado, jefe del Ejército del Centro, en colaboración
con las redes de espionaje franquista y la Quinta
Columna de Madrid y con apoyo de Julián Besteiro, Wenceslao Carrillo (líder de la UGT), Cipriano
de Mera y el general José
Miaja1que
acabó siendo desoladora y no consiguió los objetivos de una paz honrosa (que nunca estuvieron en la mente de Franco
ni de Londres – que se negó a interceder en favor de ello – recuerden el papel
de Londres, no solo apoyando desde las sombras el golpe y ascenso de Franco al poder
sino también fiscalizando la actividad republicana durante la guerra en todo
momento y siendo el Gobierno Republicano muy permeable a toda indicación
proveniente de Londres).
Eso fue la
última República en España y así acabó (en
la ensoñación de Casado de conseguir un abrazo de Vergara, de reconciliación,
en un Madrid hambriento donde las manifestaciones de la mujeres ya llevaban
pancartas: “Si no podéis darnos de comer rendiros”). En ella, en aquella
república, cuando llegó, nadie se acordaba de la monarquía desacreditada en la
figura de Alfonso XIII; y hasta las postrimerías previas a la guerra civil,
donde un antiguo ministro del General
Primo de Rivera que gobernara una dictadura con el favor del rey, (Calvo-Sotelo, fue Ministro de Economía) resucita la idea de defender la Monarquía
frente al desinterés en ello del líder
de la oposición Gil Robles, más interesado en evitar una pretendida revolución
comunista (comunismo inexistente por
entonces en España y por lo tanto sin apoyo ni control de Stalin, como luego sí
sucedió durante la guerra) o la revolución de la izquierda, y para ello,
para evitarlo, formular su proyecto de llegar al poder e imponer un formato
autoritario y sin parlamento – la contra revolución.
Es decir, se
echó a un rey desacreditado y con él a la monarquía y todos intentaron
disputase el pastel del poder, cada uno según su criterio legítimo, que acabó
siendo en todos posturas revolucionarias de extrema derecha o de extrema
izquierda. Pero el gato al agua se lo llevó Franco. El aprendizaje debiera ser
el que dijo el coronel británico en “La Clave”: cuando no hay un rey disponible, la figura más parecida es un general. Y desde luego, después de una República que
pretendió ser progresista y sacarnos del atraso económico y social, en medio de
una grave crisis económica y política internacional, nos vimos arrastrados a
una horrible guerra que culminó con el mandato durante 40 años de un joven
general no esperado.
Al acabar esa
etapa de la dictadura, se completaron los planes instaurados para España desde
el mundo anglosajón (proyecto que Franco,
en sus puntos esenciales, siguió al pie de la letra – probablemente su vida
también dependía de ello) eligiéndose como sucesor no a Juan de Borbón - demasiado implicado durante la dictadura en
tejer tramas y asedios o al menos permitirlos en su nombre por parte de
monárquicos convencidos y tal vez republicanos en el exilio - sino por medio
de su hijo, que representaría el futuro y la convergencia de todos los
elementos esenciales, en juego, durante la guerra civil (y que siendo de una nueva generación se dejaría llevar). Se
deshabilitó el PSOE tal y como venía del exilio para renovarlo desde una
perspectiva avalada por la propia Iglesia Sevillana. Se dio lugar al PCE de Carrillo, eurocomunista
y conocedor en profundidad de las consecuencias de la Guerra Civil, pero sin
opciones para gobernar. Se rehabilitó el sindicato histórico de la UGT y se
habilitó a CCOO (cercano al comunismo y a
la vertiente religiosa que contempla la justicia social – comunismo que Dragó llamó,
algo así como: vertiente “exotérica” del catolicismo) y se obstaculizó,
entorpeció y boicoteó plenamente a los anarquistas y a la CNT (objetivo esencial de Suárez y del resto de
partidos durante la transición) en sus derechos de patrimonio histórico,
cediéndolos en lo posible a CCOO. Se buscó dividir al anarquismo internamente y
girarlo a posiciones pro-comunistas (se
tenía más fe en las garantías que daba el PCE de sustentar el Estado que en un
proyecto anti-Estado y anti-autoritario como lo fue la CNT) y desde luego
restarle cualquier mérito en la defensa inicial de la República. Todo ello
porque probablemente la revolución que realmente temían las derechas (y las
izquierdas) no viniera tanto de la mano de marxistas, como aseguraban en el
exterior, sino de la mano de los anarquistas (que multiplicaban por cuatro la militancia de la UGT) y que se
hallaba instaurada en la Catalunya industrial y la Andalucía agraria, e incluso
en gran parte de Aragón (por ello no les
dejaron tomar Zaragoza con todo tipo de obstáculos en munición y temores
azuzados por el asesor de Durruti – que era un cura). El miedo durante los
inicios de la Guerra Civil era que la revolución anarquista llegara a cuajar
realmente (ese era la prevención real en
Londres; una revolución comunista ya era grave que triunfara en Rusia, pero una
revolución anarquista en España podría representar un ejemplo inasumible para
cualquier Estado); el giro de la República hacia la URSS (enemigos a muerte de los anarquistas) lo
propició Londres negándole armamento al Gobierno republicano y sellando su
final previsible; las declaraciones revolucionarias de Durruti en la prensa
anglosajona no dejaron dudas de que ese “roba-bancos” era capaz de constituir un Estado/NOEstado y atraer a Anarquistas de
todo el mundo (con mujeres muy visibles en
el frente de guerra, algo intolerable para la visión patriarcal británica de
entonces y que podía mover a reflexión en sociedades como las Norteamericanas –
ahora seguimos un modelo de feminismo importado y diseñado por el mundo
anglosajón, específicamente para nosotros – mientras ellos mismos lo combaten
en su propia sociedad para que no se imite el modelo español si triunfa
plenamente) en un territorio como el aragonés que no tenía instituciones de
autogobierno republicano – a diferencia
de Catalunya. Así que el objetivo inicial fue sacar a Durruti del frente
aragonés, llevarlo a Madrid, llenar los frentes de guerra españoles de
comunistas de todo el mundo, en especial anglosajones (brigadas internacionales),
y para ello brindar a la URSS su entrada en España para controlar a los
anarquistas e imponer una guerra formal y uniformada (como D. manda). En Italia se usó al fascismo italiano para
desmontar el potente anarquismo naciente y evitar que creciera, sin embargo
apenas supimos de él, y fue sustituido por el comunismo, que era el rival que
se deseaba tener en contra-peso al capitalismo – tal vez porque es capaz de usar el mismo lenguaje económico y las mismas
tesis sobre la seguridad que cualquier otro Estado y se apoya en el análisis
del Capitalismo al que dice superar; así se concebiría limitar el espacio
político de los ciudadanos de todo el mundo: Si falla la democracia habrá
dictadura de derechas o de izquierdas, nada más – el ejemplo de que ello era
posible se ensayaría con la guerra civil española que resultó ser algo más que
un preámbulo de la guerra mundial: Un ensayo realista que permitía demostrar
que se podría acabar con cualquier ideología que pretendiera acabar con un
Estado cualquiera.
Después del
perfecto proyecto concebido con la Constitución española del 78, donde entra en
juego la monarquía como garante de la democracia y controladora de cualquier
impulso involucionista del ejercito, constituimos, entonces, una República Monárquica/
Monarquía republicana efectiva y real; donde los poderes fácticos se
subordinaron al poder político, plenamente, por primera vez en España y sin
objeciones; pues la Corona española, sustentada internacionalmente hacía
inviable cualquier escenario involucionista – como así señalara Margaret Tacher en febrero de 81 señalando su apoyo
al proceso democrático en España e indirectamente su oposición a cualquier otro
escenario político, en pleno intento de Golpe de Estado. No así los EEUU,
que hablaron abiertamente de no injerencia. Aún así las tramas golpistas
siguieron sucediéndose hasta 1985, que sepamos, y que ya apuntaban directamente
contra la Corona – acabar con el propio rey y su sucesor, y si era posible con
los miembros de la Casa Real; e incluso con el propio Felipe González (si tuviéramos memoria, como la tiene Felipe
González, no haría falta repetirlo una y otra vez – pero la historia que se
cuenta a los ciudadanos no se actualiza diariamente, porque la finalidad esencial
es no alarmar). Los poderes políticos elegidos en las urnas por los
españoles mandaban la España real sin que hubiera objeciones reales, aunque sí
miedo a la llegada de Alfonso Guerra y Felipe González (azuzado por Emilio Romero, gran profesor de periodistas que luego
dieron gran talla durante la democracia – paradojas repetidas y reiteradas que
subrayan el deseo de una generación que la que la sigue a prenda de los errores)
ambos socialistas dispuestos a hacer real esa República que se contiene en la
Constitución española (y que incluso
ahora la derecha añoran como buenos políticos – la derecha también pierde la
memoria a menudo; somos un país sin remedio que es más permeable al miedo (y a la revancha) que
al sentido común. Por eso nos manipulan los políticos y ellos así mismos).
Estamos en España viviendo, como en el resto
de occidente y del mundo en general, un fin de ciclo e inicio de nuevo ciclo,
económico/social/ y político, mundial. Las incertidumbres que hoy existen sobre
el devenir de nuestro futuro y el de Europa y la UE en especial, son muy
preocupantes ante el giro de los países anglosajones hacia un populismo que se
le achaca a la intervención e injerencia de Rusia (como si Rusia realmente fuera tan poderosa que pudiera ir en contra de
la opinión pública anglosajona y manipularla en un interés propio que nunca se
ha definido en qué consistiría; al menos por el momento – sobre todo porque si
dentro de unos años o décadas hubiera que buscar culpables de algo duro e
irremediable, desde luego Rusia sería uno de los primeros objetivos a señalar y
sobre el cual resarcirse; es el anhelo americano, acabar con el proyecto de la
UE estrellándolo contra Rusia).
Es obvio que la
Historia no llega a su fin previsto por ninguno de los dos rivales que la
anticiparan con el triunfo del capitalismo o del comunismo. El comunismo mutó
en China haciendo posible la existencia de ricos y multimillonarios en
proporción similar a cualquier país capitalista y liberal. La lucha entre ambos
conceptos no ha terminado y se vislumbra adversa (pues se pretende retroceder para volver a explorar el nacionalismo
radical de los años 30). Para los ricos, en cualquier parte del mundo:
Libertad y bienes; para los pobres en cualquier parte del mundo, rigidez y
dictadura; ese es el verdadero temor que hace presagiar el camino populista
que llega desde el mundo anglosajón.
Y en este
contexto actual, de incertidumbre extremadamente similar al de hace 90 años,
nosotros, en vez de conservar nuestras instituciones y hacernos fuerte en ellas
– hacernos piña pase lo que pase –
volvemos a jugar con instituciones que han resultado esenciales a nuestro
sistema democrático y que aún son pilar de nuestra unidad e integridad; se
aprovechan de que nadie de ahora tiene memoria, ni conseguimos, tampoco, llegar
a un acuerdo con el adversario histórico (las derechas) para asentar una
memoria común desde la cual hacer consistente la democracia para siempre, al
menos el Parlamentarismo y el sistema de votaciones.
No somos
capaces de ver que se da el mismo
escenario político/económico de hace 90 años (en el plano internacional de incertidumbre y de crisis); no somos capaces de ver que se juegan con nuestras instituciones
básicas (ya los periódicos
Norteamericanos señalaban hace años, bastantes años, que al fortuna del rey
emérito rondaría los 2.000 millones de euros; y que otras monarquías también
hicieron de las suyas en el pasado y fueron reconducidas por sus Estados,
analizadas en sus gastos y aceptadas en sus errores humanos, como con
cualquiera de nosotros). Olvidamos que sin esa figura esencial el ejército
podría nuevamente dividirse y politizarse. Olvidamos que derribar la Corona
puede llevarnos a derribar otros poderes o familias más o menos legítimas pero
históricas y decisivas para nuestro Estado y las relaciones internaciones que
hacen posible la estabilidad de nuestro Estado (con lo que ello significaría de que una nueva República naciera con
enemigos potentes y poderosos; en el interior y en el exterior – como pasó con
la precedente república). Y sobre todo se olvida que la caída de la
monarquía en tiempos de la II República pareció un hecho consecuente y natural (también). Es tan idéntico el escenario que resulta
increíble que nadie lo advierta y lo exponga, y se juegue a esperar a ver cómo
se da el siguiente paso para “tocar” al actual rey. Como si eso, en sí mismo,
no fuera una conspiración en toda regla. Y como si ése no hubiera sido el
objetivo inicial de la revuelta catalana señalada por el presidente catalán
Artur Mas. Revuelta catalana surgida después de que un ministro del PP,
Margallo, intentara tocarle las narices al imperio británico a raíz de un
referéndum en Escocia (y por cuenta de
problemas en Gibraltar del que el mismo Ministro parecía querer resarcirse con
esa idea de hacer posible una Escocia fuera del UK y en Europa) como si los
ingleses no supieran provocar situaciones en su contra para tener derecho a una
respuesta que sería “argumentada” años o decenas de años posteriormente (el embajador inglés del momento tenía una
esposa independentista catalana; ¿no es suficiente motivo de preocupación y de
no tomarse nada a la ligera?) Como si el imperio Británico hubiera dejado
de serlo en algún momento (y menos ahora
amparado como siempre por los EEUU).
Nos tiene
tomado el pulso desde que nos relevaron como imperio hace ya unos siglos (y si no les sale de una manera, compran
voluntades – ¿no dice el dicho español: ¿Donde haya un conflicto busca al
inglés? ¿No es cierto que cuando vinieron los ingleses a defendernos de los
franceses en 1808 no fueron acabando con la industria incipiente de la
península? ¿Es que realmente no tenemos memoria?).
A mi modo de
ver están todos los elementos, los mismos, los esenciales de hace 90 años. ¿Soy
el único que los ve?
(no,
no soy el único que los ve; ya al inicio de la crisis de 2008 se temía que el
escenario girara hacia un conflicto similar al de los años 30 por los políticos
de entonces; y estos se permitieron no jugar con inteligencia y no absorber en
sus listas moderadas a figuras inexpertas en política, pero implicadas con la
sociedad real que siempre sufre los embates de todo lo adverso de nuestros
Estados. No se movieron deprisa para incorporar a Santiesteven (por ejemplo) y
otras figuras del mundo social que toca tierra todos los días con problemas
reales. NO se incorporaron a personajes aunque estos fueran medio libertarios,
que refrescarían las ideas, los principios y los valores que parecían olvidar
los dos grandes partidos en el poder (tan enconados en la lucha política). No
los incorporaron para enseñarles los límites del Estado y si fuera posible
buscar la manera de trasladar esas líneas rojas más allá, haciendo posible
extender los territorios de libertad de la gente común paso a paso; como parece
posible en otras latitudes europeas. No lo hicieron, prefirieron que fueran
acompañados de radicales, nuevos comunistas, dispuestos a reventar el gran
pacto del 78 – y pueden acabar por
conseguirlo. No seguimos los pasos, como lo hiciera Alemania, de dar cabida
a los social/pacifistas dentro de su seno, haciendo posible que estos evitaran
la confrontación de la OTAN en Ucrania contra Rusia. No seguimos ese ejemplo, tal
vez porque de seguirlo muchos ineptos – y
roba proyectos, entre otros - que aún se hallan en política hubieran tenido
que marcharse por la puerta de atrás, rabiando y con el rabo entre las patas,
arrastrando con ellos lo más inmovilista y conformista de un gran partido).
Prefirieron
que se estrellaran las nuevas ideas y visiones de la mano de los más expertos
en estrellar cualquier idea de progreso positiva: Los nuevos Comunistas (los de
lo mío p´a mi y lo de los demás a repartir).
Y
tal vez con ellos todos nosotros.