Miguel Ángel Ibáñez Gómez - maiges_ps@hotmail.com

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lunes, 20 de julio de 2020

Amor, en última instancia, significa calor. Toca recuperar rutinas, o crear unas nuevas, pero también cambiar la manera de relacionarse.


Amor, en última instancia, significa calor.

Antes de ayer viendo la tele, y creo que precisamente la televisión aragonesa, preguntaban a un grupo de jóvenes que realizaban algún tipo de trabajo exitoso y que el programa parecía poner como ejemplo de actitud y valores para afrontar los nuevos retos que este “gran cambio de ciclo” (cambio de ciclo económico, social, político, de relaciones humanas,…traído de la mano del Cobi19 y de una economía que entrará en una gran crisis poniendo a prueba todas nuestras instituciones políticas y nuestras creencias personales y sociales, determinando un nuevo futuro para nuestro país y para la humanidad en general, que entre todos, de una manera u otra elegiremos – y cada país de manera diferente para sí mismo); fueron preguntados por el “amor” y que significaba para ellos.
En ese contexto donde la juventud ha venido asumiendo de manera más natural las relaciones sexuales y sobre todo es más consciente de que sostener unas relaciones personales exige cierto esfuerzo y dedicación, si se quiere tener una verdadera oportunidad para que estas triunfen y desde ese esfuerzo, que no es otra cosa que convicción y responsabilidad, porque desde la convicción de que existen valores y la responsabilidad de sostenerlos se puede iniciar el trayecto de ir construyendo un edificio que haga posible establecer una familia con hijos que sea duradera y estable para el propio bien y el de los propios hijos; y más o menos consciente de ello, los jóvenes prueban y se prueban, y así se conocen, no sólo así mismos sino también cómo es el personal que les circunda, decidiendo en un momento dado (y de manera bastante consciente) qué pueden obtener de esta vida, a qué pueden aspirar, y a qué tendrían que renunciar para conseguir sus objetivos personales y si están dispuestos a ello.
Así que cuando uno de los jóvenes contesta que para él relaciona “Amor” con cuidar, resulta bien gratificante esa respuesta porque transmite esperanza.
Efectivamente, Amor es cuidarse y también que te cuiden.
Ahí, en esa encrucijada se halla mi hijo; descubrió el otro día que al levantarme y aún haciendo fresco mañanero, entré y le puse una fina colcha por encima y se molestó por la mañana cuando se despertó, porque nadie le debe de cuidar (ni aún por la situación por la que está pasando). Es obvio que el entorno materno le puso la meta de ser Super Hombre (porque su madre se considera Super Woman – está claro que no por mérito propio sino porque pronta aprendió a hacer trampas y a deber favores). Eso sí, se niega a devolverle la ropa que se compró y compramos, pero para sus objetivos de madre, de volverle a torcer el presente y el futuro, le manda fotos del pasado (cuando supuestamente eran felices) a ver si cede el corazón del hijo, del que sabe que es empático y compasivo (algo que para nada muestra ni ese personaje que se define así en sus derechos uterinos ni sus hermanos, por el momento).
El Amor, en último extremo significa “Calor” y cuando desde el exterior social no se recibe el calor que de alguna manera se merece por nuestra propia condición humana (sobre todo cuando se pasa por situaciones como esta) al menos debemos darnos y procurarnos el Calor que emana de nuestro propio cuerpo (como es cuando nos arropamos por la noche o nos arropan para conservar el calor que emana de nosotros mismos y que sigue siendo un misterio de la Naturaleza). Cuando una persona rechaza eso señala, evidentemente, cómo ha sido tratado por el entorno que debiera haberse preocupado de que esa misma personita aprendiera a quererse y a procurarse el calor legítimo al que todos tenemos derecho (incluso por ley, y aunque no sea la ley del útero que esgrime la madre, y que pretende prolongar para abortar cualquier esperanza en el hijo).
Entramos pues en una etapa donde, de seguir así las cosas (la crisis, la pandemia, la economía hacia abajo…) deberemos procurarnos darnos calor entre todos o al menos a nosotros mismos. El objetivo de las personas positivas siempre será o debiera ser “no hacer a otros lo que no quisieras que te hicieran a ti”.  Así que toca cuidarse y mucho; es decir: Darse Calor. Y toca recuperar rutinas, o crear unas nuevas, pero también cambiar la manera de relacionarse.
El documento de alta que dieron en el hospital lo pude leer ayer. El hecho de leerlo puso al hijo, otra vez, en la idea de que no quiere ver a la Doctora del Centro de Salud. Parece obvio y consecuente dicha postura. Dos aspectos señalan el documento médico que resultan llamativos, el primero que considere (después de haber suplicado a sus hermanos un cobijo para poder librarse del agobio y malas maneras de la madre, y que estos le rechazaran) conseguir irse a San Mateo y estar allí es considerado por el médico como una actitud autista. No sé como consideraría este médico a aquellos deportistas que se van a la montaña a hacer senderismo en solitario, o a subir una pequeña cumbre del Pirineo, o a marcharse a un refugio en un pueblecito castellano (como venía haciendo desde hace años algunos escritores famosos y afamados como Sánchez Dragó para aislarse del mundo y concebir nuevas obras donde escribir sus reflexiones). No parece esas reflexiones médicas más que un deseo de acosar al paciente en cualquier decisión que tomara anotando, para ello, un rasgo patológico. Él mismo, el Doctor, debiera preguntarse si esa actitud suya es o no es sana y si sería respaldada por el sentido común de la mayor parte de la gente que en algún momento decide que dentro de sus rutinas vitales debe de dar cabida a un alejamiento del entorno para encontrar un sosiego que le niegan la cotidianidad diaria. Buscar la tranquilidad de la soledad ahora se puede equiparar a un rasgo de autismo. Genial y Brillante, digno de premio Nobel Dr.
Así que no es de extrañar que el hijo se agobie con sólo pensar en la colega de este médico tan leal a las directrices del poder en asediar, acosar y acorralar a padre e hijo (como señalé hay una paternidad intelectual en juego que dejaría muy mal incluso a la Universidad de Zaragoza (por ello hice referencia a esa “anécdota” con el jardinero dotado extraordinariamente para la química  al que mandaron, al parecer, un sicario), Universidad de Zaragoza que parece que se dispuso a colaborar en su desarrollo y, por ello, se apresurara a dar un Cum Laude al Presidente de la Comunidad Autónoma de Aragón, para estrechar lazos y con ello conseguir silenciar a este del estropicio iniciado por Ramón Tejedor – que fuera en el pasado Presidente Interino de la Comunidad Autónoma y ahora Director de Instituto Aragonés desde el cual viene impulsando un proyecto expropiado a su autor desde casi ya una década; implicando a asociaciones de consumidores de Madrid que, impunemente mostraban en sus calendarios las ideas fuerzas del autor original como propias).  
Y sin embargo, el Dr. mete en el informe una frase, como quien concede una ofrenda a la evidencia común: Miente la relación materna (del paciente). Un miente que no entra en detalles que serían muy interesantes y que fuera lo que provocara el nerviosismo en el útero, perdón, en la madre y en uno de los hermanos en la visita presencial con el Dr. antes de la salida del hijo.
¿Cómo ir a ver a la Dra. del Centro de Salud, Dra. Calvo, que le corresponde al hijo, si lleva esta señora Dra. dándole la razón a la madre y no moviendo un dedo real por la salud de hijo? SI es que hasta llama a la madre para informarle; incluso en la última revisión del 3 de junio, donde la doctora le da revisión y cita al hijo para mediados de julio, posteriormente llama la madre a la doctora – después de labor de zapa y destrucción sobre el hijo – y nueve días después de esa revisión la doctora llama al padre (el día 12 de junio) para decirle, nueve días después que no vio bien al hijo en la consulta del día 3. Y el hijo se escandaliza: Otra vez acoso, y otra vez a ir a ver a la madre para pedirle explicaciones por el nuevo acoso; y otra vez la madre haciéndole putadas al hijo por teléfono una y otra vez.
No solo no devuelve la madre la sopa y enseres básicos del hijo. Bloqueó la tarjeta de Orange que el hijo tenía y que ella vinculó a su contrato con Orange, siendo ella su propietaria. Con ese bloqueo interrumpió la relación del hijo con su banco por internet y sus claves de acceso; de las que ha comprobado intento de entrar en sus cuentas cuando él estaba ingresado en el hospital (vaya con el entorno materno… tal vez querían ir a por la poca pasta que aún posee el hijo?). También así corta la madre su relación con las empresas y curriculum que este mandó; y también la relación con alguno de sus amigos que saben cómo lo pasa este amigo desde hace años. Aún así la madre le dice al hijo que vaya a Orange y que él lo solucione (que bien!!! Podría así la madre reprocharle al hijo meterse en sus asuntos y contratos; precisamente lo que ella parece querer hacer desde siempre y tal vez ya lo haya hecho en multitud de ocasiones).
Todo ello tiene la bendición médica, por el momento; médica y política.

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