Miguel Ángel Ibáñez Gómez - maiges_ps@hotmail.com

Atribución-No Comercial (CC BY-NC) Cc-by new.svg Cc-nc.svg

Translate

Translate

miércoles, 22 de julio de 2020

Visita a la madre. Conscientes de que queda camino que recorrer (al padre y al hijo).


Visita a la madre. Conscientes de que queda camino que recorrer (al padre y al hijo).

La madre le ofrece al hijo que vaya a su casa y que tome de ella las prendas que precise. Cinco días ha tardado en realizar ese ofrecimiento condicionado a que le visite el hijo. Siempre ha sido la madre una persona que condiciona todo bajo sus reglas. Los hermanos, pese a saber y conocer esa circunstancia coactiva de la madre, reteniendo enseres básicos del hijo, ignoraron la llamada de atención del padre. Ambos, en su momento, supieron huir del entorno materno, uno de ellos buscando realizar la carrera bien lejos de esta ciudad (aunque aquí la pudiera haber desarrollado) con los recursos económicos de una beca y sin estar preparado en lo básico para subsistir (por entonces no sabía ni mínimamente cocinar y ello le pasaría factura en su salud, dejando una huella de recuerdo que parece ser que aún permanece; el otro hermano después de verificar que la carera a realizar propuesta por la madre le resultaba decepcionante y no le motivaba, le reprochó a la madre que le hubiera presionado en ello (la madre no es persona que acepte que nadie le corrija sus ideas); la discusión entre ellos fue dura; el hijo le señaló que él quería haber realizado una carrera técnica (e incluso le señaló a la madre que de haber estado el padre con ellos en la familia, él pudiera haberla realizado, recordando que su hermano sí que recibió ese ánimo en ese sentido de iniciar una carrera técnica por parte de su padre). Aquella discusión puso a la madre en alerta contra ese hijo también, y viendo ya hasta dónde sería capaz de llegar la madre, salió por la puerta de la casa, apenas con lo puesto, y no volvió a la misma hasta muchos años después. Inició un trabajo desde abajo y empezó a prosperar, entonces la madre apareció para ambos hijos y a ambos ofreció bienes (dos pisos) para con ellos reconciliarse (aunque para ello tuviera que echar a su tío de la casa en que siempre hubiera vivido, con engaños y promesas que le llevaron a una depresión e intentar un suicidio). Con ello consiguió tenerlos más cerca y justificarse (ninguno de los hermanos consideraron el precio que tuvo que pagar su tío para que la madre se saliera con la suya y ellos tuvieran confort en compensación por los males sufridos); y que estos consideraran que su dureza, aunque hubiera dejado huella en su salud o en su porvenir (modificando el trayecto que hubiera deseado uno de ellos para sí desde el comienzo de los estudios) fuera vista esa dureza como parte de una dureza que ahora su hermano debiera experimentar como ellos la experimentaron. Realmente regalar un piso puede modificar e incluso hacer olvidar una mala infancia (pues a la vista del intento del suicidio de su tío todo hubiera podido irles peor a ellos mismos; eso quedaba claro que podría ocurrir con esa mujer que les había tocado de madre); hasta el  punto de negar y negar las consecuencias de esas vivencias infantiles en el hermano.
Ahora en la visita del hijo para recoger las prendas mínimas y básicas que él mismo se comprara y le comprara su padre, la madre muestra mejor rostro. Sigue siendo una persona de la cual no fiarse. Prepotente y autoritaria, busca capear el contratiempo reseñado por el médico en el informe médico: “Miente la relación familiar materna madre y hermanos”. Él, el hijo, sigue buscando la manera de que lo que siente como su familia rectifique y se “cure”. Sí, se cure, los considera realmente enfermos y que ello le ha hecho enfermar a él. Resultaría absurdo no admitir que esa visión del hijo es compartida por el entorno médico, pero la neutralidad que este entorno mantiene ahora, producto de miedo y cobardía, no hace posible poner en marcha ni todos los medios ni todos los recursos que tuviera a su alcance para reconducir esta situación de manera eficaz y eficiente; por el contrario en el anterior ingreso provocado por el entorno materno, la madre pidió mano dura contra el hijo y el entorno médico la inició sin rubor alguno (le prohibían llorar a ver si reventaba de una vez y mostraba algún rasgo violento que poder reprocharle e incluir en su expediente); clamó el padre al mundo político y actuó éste rápidamente haciendo cambiar de doctor al hijo durante el mismo ingreso. Aun así la madre no cesó, entonces, de agobiarle, atosigarle, hostigarle y urgirle al hijo para que dejara de ser un incordio familiar que hacía posible que el padre encontrara un hueco para reprocharle al entorno materno sus excesos y ubicar en ellos, en ese entorno, la existencia de una verdadera violencia ya no física (como antaño) sino psicológica sobre ese hijo que no le permitía avanzar.
Cuando quieren, el sector médico sabe actuar, como también lo sabe el mundo político. Al chico latino acabaron por ponerle una enfermera latina, se supone que para que hiciera de conexión y enlace entre dos mundos empeñados en no comprenderse y en verse diferentes (¿no era eso racismo? puro y duro desde el propio Estado? como quien le dice a ese chico: Adáptate esto es lo que te toca  y te tocará aquí).
La generalidad de mi familia parece entre sorprendida y paralizada por el miedo ante el impulso decidido del padre en defender al hijo. Aún no se mueve ni mínimamente; ni un acogimiento al hijo a su salida; ni una llamada a “ver cómo estás” (salvo de mi tía). Muy decepcionante (pues de haber mostrado ese mínimo valor, el hijo hubiera sentido la existencia de una familia alternativa dispuesta a apoyarle y acogerle); pero así muestran que su pasividad es también una postura que también lleva aparejada coresponsabilidad en el futuro de este hijo, si se acaba por mostrar adverso ante tanta dificultad. Solo aparecen si las cosas van bien y viento en popa; entonces sí, se apuntan al éxito si se consigue (ellos también entonces son partícipes, como cuando en una de las sentencias contra la Administración me daban la razón 20 años después), sino se mantienen al margen; supongo que criticando y diciendo que ellos lo hubieran hecho todo mucho mejor y bien. Así es la cobardía (como señalaba Socrates, mantenerse al lado de los poderosos es la democracia) que no es otra cosa que signo y señal de miedo y falta de amor verdadero.
Me llama ayer un conocido. Me dice que lleva tiempo leyendo mis escritos y narraciones, y me cuenta su historia familiar y personal. Tremenda historia donde el padre borracho y autoritario pegaba palizas a la madre, y en una de ellas le hizo abortar a un hermano en camino. Por entonces solo el cura mediaba. Me contaba como se interponía entre los golpes del padre hacia la madre y se acabó por irse y formarse en el ejército durante siete años. Luego se casaría y montaría una empresa con un socio, con algunas decenas de empleados y proyectos de varios millones. Me dice que siempre había que estar detrás de los trabajadores para que hicieran las cosas, todos los días, todos los meses; y que un día se hartó de perseguirles y volaron martillos y herramientas por la nave. Le etiquetaron de loco; y el socio se separó, la mujer también (marchándose con un borracho que con esa unión cesó en su adicción y que cuida bien de sus hijos). Él pasó a ser un interino de mantenimiento y  abrazó una visión solidaria y radical de la vida. Me ofrece dinero, el poco que tiene; y disposición “para lo que sea y donde sea”; ya sea aquí o en Madrid. Le digo que ese rencor que le queda debe salir de dentro de él y racionalizarse; que la neutralidad de su médica, matizada por llamadas de apoyo cuando el “dolor” vivido y la incomprensión se manifiesta creándole problemas, no es suficiente. La neutralidad en ese tipo de profesionales que pudieran señalar, en cada caso y con mucha precisión, las deficiencias del entorno social y familiar, es síntoma de cobardía, de defensa de un propio espacio de confort. Acepto su cerveza como gesto de amistad hacia él; pero desde luego nuestra sociedad está bien coja, no pone remedios. La violencia nada resolvería ni resuelve, y da alas y pretextos a aquellos que siguen pidiendo más mano dura contra la parte de la sociedad que peor lo pasa, cuando emerge para quejarse. Hacen falta proyectos positivos y transversales. Pero me temo que los políticos no están como para trabajar realmente en el bien de la sociedad si no hay dinero que poder manipular por en medio; y si no hay medallas que poderse poner unos a otros. Jugar a ser voluntariosos y a poner parches, por lo general mal puestos; seguir por el camino de la propaganda, de la televisión, creando “espacios” de salud mental que acaban por concebirse lugares donde justificarse unos y otros. Y siempre con la misma frase en la boca: “Es que este caso es bien difícil”. ¿Qué caso no es difícil de abordar si lo que se pretende es que se resuelva solo? Que se estanque, que no avance es la solución más cómoda para todos. La Salud Mental no tiene futuro si no hay valientes que la impulsen. Solo por eso. Es decir, porque no se ven profesionales que amen, realmente, su profesión, ni políticos dispuestos a apoyarles realmente. Por eso solo se ven parches. Un parche detrás de otro.
(por eso el hijo pone en facebook: "Hay que salvar a los psiquiatras; resulta obvio, si ejercen una profesión sin tener el valor de amarla (y amarla es esencial, porque ello es requisito ineludible para tener el valor necesario que permite remover obstáculos y curar pacientes) es que están enfermos (como lo están su madre y hermanos). No es difícil de entender si se quiere entender.
Sólo les gustan los casos bonitos, esos que narran los libros donde el paciente acaba siendo liberado y convertido en un premio y galardón para todos (Eso no baja del Cielo porque sí; para eso hay que trabarlo también; y ver quiénes son los que entorpecen y traban las vidas de las personas y saberse enfrentar a ellos; porque si los señalas y te los quitas de en medio, para conseguir la salud de un paciente, lo consigues también para otros; y con ello, con esa manera de proceder, das esperanzas a todos). Para eso es preciso amar, de verdad, la propia profesión; se sea médico o político. Porque ahí está la Salud Mental para todos (también para el resto de la sociedad).
Nota: Vuelvo a pasar esta mañana por el puente de piedra. El mendigo retorna a su puesto. Le pregunto y está bien de salud (hace unos meses tuvo problemas de corazón, es cierto que se le ve recuperado). Sé que algunos se organizan y reparten la recaudación. No me importa, me acuerdo de mi hijo y le doy otra vez una moneda (mi hijo también lo hace pese a mis advertencias; como yo lo sigo haciendo pese a las evidencias). Es triste hacer que todo gire entorno al dinero. Es necesario pero convertirlo en D. hace posible que el materialismo cobre fuerza. La Ciencia, que en sus inicios nos liberaba del oscurantismo de la religión, toma su relevo y nos hace creer que nada más existe en la vida que lo que se puede tocar o medir. Es una nueva religión con sus promesas de paraíso también. Saben que no es cierto, pero reconocerlo sería ceder demasiado. Así que seguimos atrapados entre dos polos irreconciliables y antagónicos que pactan entre sí, sin dejar espacio al término medio. Porque tal vez en el término medio habría demasiado territorio de libertad y de derecho para que la gente fuera como quisiera ser, sin hacer daño a nadie.
Solo queda pedir bendiciones al Cielo, porque el camino que queda por delante no se puede abreviar; y que la Ciencia, los médicos y los políticos acaben reconociendo, de alguna manera, que en la vida existe algo más de lo que se puede ver, tocar o medir; y ese algo más que existiera es lo que hace posible que ellos mismos sigan levantándose un día más, y otro día más, en un mundo que si dependiera de ellos sólos y de sus capacidades, destrezas y sabiduría hace tiempo que ya no existiría. 

No hay comentarios: