Juventud y de ahí a la idea de adulto: El tránsito que marca
(a veces muy adversamente)
Si ya la pubertad entraña unos
profundos cambios
físicos que lanzan al organismo hacia una función biológica básica
en nuestra condición de seres vivos – concebida para afrontar la reproducción
de la especie, como uno de los objetivos y requisitos básicos de le existencia
tal y como la concebimos en la actualidad; y que también lleva asociada la
respuesta de cada persona a esos mismos cambios físicos en lo que comúnmente
llamamos adolescencia y que la Organización Mundial de la Salud
define como etapa y época de
cambios, que marca el proceso de transformación del niño en adulto. Un tránsito concebido en etapas dentro
de lo que considera la OMS juventud (periodo entre los 10 y 24 años). Para
la OMS la pubertad, preadolescencia o adolescencia
inicial que es la primera fase es desde los 10 años hasta
los 13 años, la segunda fase
es desde los 14 años hasta los 16 años y la adolescencia tardía tiene lugar entre los 17 y 19 años.314
recordando que todo el tránsito que se señala pertenece a otro superior
definido como juventud comprendido desde los 10 a los 24 años.
En el aspecto emocional, la llegada de la adolescencia
significa la eclosión de la capacidad afectiva para sentir y desarrollar
emociones que se identifican o tiene relación con el amor. El adolescente puede hacer uso de
su autonomía y comenzar a elegir a sus amigos y
a las personas que va a querer. Hasta entonces no ha escogido a sus seres
queridos. Al nacer conoció a sus padres y tal vez a algunos hermanos y el resto
de sus familiares. Después, de alguna manera, sus padres fueron eligiendo sus
compañeros de clase y amigos. Pero al llegar a la adolescencia, puede hacer uso
de cierta capacidad de elección para poner en marcha uno de los mecanismos más
significativos de esta etapa. Llevando implícita la capacidad para discriminar
sus afectos: querer de diferente manera a cada persona que le rodea y
personalizar sus afectos. Esto debido a la llegada del pensamiento abstracto que le permite desarrollar su
capacidad para relativizar. La discriminación de afectos, a través del
establecimiento de diferencias en el tipo y la profundidad de sentimientos, le
permite la personalización de sus afectos. El adolescente está en un camino
medio entre la edad adulta y la infancia, en lo que hace referencia a la
vivencia de sus emociones, estando presente una mezcla singular de sus comportamientos.
Todavía tiene una forma de manifestar sus deseos mediante una emotividad
exacerbada o con la espontaneidad propia de la infancia, pero ya empieza a actuar de una manera
sutil en las interacciones, o con una cierta represión relativa de
sus emociones, tal como hace el adulto.5y
jóvenes.
Todo un proceso de tránsito y adaptación a los que el entorno
familiar, educativo y social no es ajeno (sino
todo lo contrario). Una etapa, la juventud, transitada por todos que da
paso a la idea de adulto
donde cada una de las etapas de la
vida se ve marcada por un conflicto que es lo que permite el desarrollo del
individuo. Cuando la persona resuelve cada uno de los conflictos esto le hace
crecer psicológicamente. En la resolución de estos conflictos el ser humano
encuentra un gran potencial para el crecimiento, pero si no lo resuelve, se
puede encontrar un gran potencial para el fracaso. En este sentido
las aportaciones de Erik Erikson resultan fundamentales porque otorga al individuo dos
rasgos fundamentales que permiten concebir soluciones que los seguidores de
teorías fundadas, en alguna manera en Freud (y que subsisten de múltiples maneras y formas, intentando hacernos
creer que todos los seres humanos, y por consiguiente los individuos, son
exclavos de sus impulsos, y consecuentemente independientes de la influencia cultural);
por el contrario señala dos aspectos
básicos:
1.
Que las personas son seres activos, buscando adaptarse a su
ambiente, más que pasivos esclavos de impulsos.
2. Otorga mayor importancia que Freud a las influencias culturales.
Por consiguiente los
antagonismos a los que se enfrenta una persona en las diferentes etapas de su
vida (desde la niñez) buscan definir su
personalidad, sobre todo cuando muestra una actitud de resistencia frente a la
adversidad, cuando llega a empezar a intentar expresarse con autonomía en el
entorno estudiantil (Instituto,
Universidad), pues hasta ese momento han sido los padres quienes han
elegido su entorno de amistades y amigos, y por lo tanto quienes han
determinado las relaciones y el joven tiene las primeras oportunidades de
propia elección.
También a esta ecuación,
antes de desarrollarla, cabría añadir la idea – propia de la gestión política de la sociedad – de que el concepto
de joven, expresados en esos términos de gestión social/política, va más allá
de las etapas sostenidas hasta ahora como convencionales (en el sentido de existir un periodo juvenil que se extendiera desde los
10 a los 24 años de edad) sino que por el contrario, la etapa juvenil,
dadas las circunstancias de concebirnos como sociedad de ocio y consumo, se
ampliara primero, a esos efectos, a los 35 años, para luego ir ampliándose y
considerarse que puede extenderse mucho más allá, incluso traspasando los con
creces la frontera de los 60 años y más aún. Se sostiene esa visión, en lo que
parece sin duda, una prolongación del “ocio cultural” y de “divertimento” que
fomentaría las relaciones interpersonales, con un acceso a la propia cultura y
ocio (en todos los aspectos) que se
orienta, por lo general, al divertimento y esparcimiento concebido como mayor
ámbito donde expresar la propia libertad, y donde el Estado ofrece un “ámbito
extendido”, para atender esas expectativas sociales que así mismo se impulsan
desde una definición de “seguir siendo jóvenes”
que tiende alcanzar cualquier longeva edad que siga permitiendo
determinarse como persona. Es decir, si los avances de la sociedad, desde la
visión del “Estado del Bienestar” ha permitido la prolongación de la vida (por
poner el acento en actividades saludables relacionadas con la nutrición,
rutinas de ejercicio, prácticas deportivas al alcance de cualquier edad – en
última instancia paseos o viajes organizados – que empezarían por satisfacer pequeños deseos imposibles para una
generación que vivió en la pobreza generada por la guerra y posguerra, como el
simple hecho de conocer el mar, a la propia capital del Estado, o ciudades
relevante o turísticas como Barcelona o Sevilla… como una deuda contraída, sin
duda alguna, con una generación que soportara una cruel guerra y sus
consecuencias – luego iría “girándose la perspectiva” inicial para
extenderse como un elemento vinculado a la economía del turismo, el ocio y la
cultura; incluyéndose la evidencia de
que los mayores no solo “se sienten jóvenes” sino que pueden prolongar esos
aspectos propios de la juventud si se les ofrece un ámbito y espacio para ello.
Ya se viera que otras sociedades con más recursos (Alemania, Inglaterra, Francia, EEUU,…) seguían similar senda de
concebir que los mayores (más allá de los
prejuicios sostenidos culturalmente, por los cuales a partir de determinada
edad las personas deben tener una vida más “recogida”, dentro de lo que
consideran una “retrospectiva” de lo vivido, y de cara ya a un horizonte
obviamente finito) pueden seguir siendo jóvenes si se les da espacio de
tolerancia para ello, e incluso prolongar sus relaciones con nuevos relaciones
que en nada se tuvieran porqué limitar en ningún aspecto que sea propio de la
vida de un adulto.
Desde esa constatación que
permitía no solo consolidar un “nuevo espacio de libertades” para las
consideradas entonces “personas mayores”, sino asentar y consolidar una
expansión de sus derechos y libertades (que
parecían “de facto” limitados en razón de prejuicios culturales llegados de
antaño) y disponerse a extender ese también espacio, desde un concepto de
juventud, que acaba por concebirse como si se tratara, o fuera, un estado al
que tiende la persona, en toda etapa de su vida, si las condiciones sociales lo
permiten y la actividad de la sociedad (privada
o pública) se orienta hacia ello; dando lugar a bienestar y salud en las
personas que acceden a esas oportunidades efectivas donde se amplían el campo
de las libertades (sin limitaciones en
razones de recursos materiales o personales, cuando se dan determinadas
circunstancias).
Parece innecesario reseñar de
que hablamos de una idea de ser joven que conecta con la que hoy en día se entiende
y se sustenta por la mayor parte de la sociedad, donde se concibe que ser joven
es una cualidad que forma parte de la vitalidad de las personas (sobre todo cuando se refiere a su fecha de
fallecimiento, señalando que se entiende seguir siendo joven morir con 79 años
o más también, si la vitalidad se manifiesta activamente).
Otra cuestión diferente, que
merece al menos nombrar de referencia, vinculada con la idea de juventud, es un
concepto que, aunque a veces se exprese, no siempre se hace desde una
perspectiva tan positiva como se deseara, aunque quien se expresa en esos
términos ello mismo pretenda; la “clave” o definición de portar o tener un
“corazón joven” no se pudiera considerar como requisito o condición mínima
suficiente manifestarse así porque se deseara seguir manteniendo
actividades propias y concebidas como referente de exploración de relaciones
sociales y experiencias vitales que se han venido vinculando con la juventud (que supone así mismo aceptar la tolerancia
que hacia el mundo del joven se ha de constituir para que la misma tolerancia
cumpla y culmine esa misa etapa de exploración del entorno social, del entorno
de ideas, y del entorno de relaciones personales y experiencias en otras
sociedades diferentes – por ejemplo tolerancia y libertad similares a las
concebidas en los programas Erasmus, dieñados para fomentar las relaciones
entre jóvenes que permitan la abolición de prejuicios constituidos en razones
de diferencias culturales o de antagonismos en ideas nacionalistas que en su
día se fomentaran para cosificar a los diferentes y constituirlos como enemigos;
cuestión ya desarrollada cuando se deseara restablecer los lazos sociales rotos
entre las naciones/Estado a causa de los efectos devastadores de la 2ª Guerra
Mundial, y que se fueran expresando en organizaciones humanitarias – que luego abundarían como ONGs, especializadas cada una en un ámbito e
incluso internacionalizándose (hecho que también merecería un análisis aparte,
que ya se halla en la percepción de la sociedad) – y que ya desarrollaban actividades “paliativas” e incluso de
solidaridad poniéndose en riesgo, como “médicos sin fronteras” y que se
concretarían en un simbolismo donde “sin fronteras” – adjetivo que ya vendría constituido como causa esencial de los males
que porta la Humanidad y hacen posible la justificación de las violencias
extremas y sufrimiento que traen las guerras (fronteras físicas, en este caso que dieran lugar a las sangrientas
guerras que desde inicios del siglo pasado mostraron su crueldad y las secuelas
en la sociedad), sino también fronteras de otras muchas naturalezas, todas
asentadas en prejuicios o cosificaciones de personas o colectivos de personas
en base a cualquier aspecto que se desee resaltar para que se constituya en
pilar de una “visión social” y de la sociedad que se basaría y apoyaría en las
diferencias en vez de en los puntos en común. Un corazón joven es ese que
porta los valores más positivos conque los jóvenes se acercarían a explorar la sociedad
que les circunda - y que muchos de ellos
caerían en “tramas de adultos” (en
ocasiones toleradas o consentidas por el entorno social como medios eficaces y
pruebas determinantes para que “se espabilen y sepan la realidad de la vida”)
destinadas a explotarles, abusar de su
buena fe e ingenuidad, e incluso directamente llevarles a un “precipicio” real
en ocasiones sin vuelta atrás y adversamente determinante. El “corazón
joven” es el que permanece en aquellos adultos, más en la etapa de la plena
madurez y por lo general entrados en años, que siendo personas vinculadas con
experiencia vital en la que han observado lo absurdo y estéril en cómo la
sociedad se comporta tan adversamente, con desatino e incluso crueldad con
buenas personas, y que serían fáciles de reconocer si se usaran los “ojos del
corazón” y el “honesto “entendimiento del corazón” en vez de otros
“instrumentos de medida” que se constituyen como parámetros más realistas y
prácticos, como lo serían la rivalidad o la búsqueda de cualquier argumento de
antagonismo o exclusión. (El “corazón
joven” reconoce la “realidad de una persona”, y sabe que la bondad y el sentido
común unidos, traen las soluciones, aparecen, y en el potencial que existe en
toda persona encuentra camino para expresarse.
(recuerdo que cuando el curso había terminado - cursos concebidos aún, por entonces (años sesenta), en la idea del castigo físico, como medida preventiva contra lo que se consideraba rebeldía o cualquier otra manifestación en un alumno que señalara que no prestaba atención al maestro, en un ambiente de clases donde hallarse siempre prevenido ante un posible “estallido” del profesor que derivara en violencia expresa contra un alumno y que seguro que alcanzaba a cualquier otro, sino a toda la clase (los niños, por su vulnerabilidad, siempre se convirtieron en el lugar donde los adultos descargan sus frustraciones, y más si es en el propio ambiente laboral y se trabaja con ellos) – se solía decir a las madres qué hijos se previeran que repitiesen curso, porque les hubiera quedado tres o cuatro asignaturas, con la finalidad de que se “adaptaran a esa circunstancia a la que harían frente al curso siguiente; sin embargo aparecía a primeros de septiembre, cuando los que les quedaban asignaturas pendientes adelantaban su presencia en el colegio un par de semanas antes de que empezara el nuevo curso, con la finalidad de prepararse en clase para los exámenes y ver si aprobaban o no. Y venía a resultar que el solo cambio de profesor, totalmente alejado de los métodos violentos y castigos, y de un tono muy cercanos con los alumnos, bastaba para que la mayoría aprobara las asignaturas pendientes y que parecían insalvables porque simplemente los profesores “estándar” daba tanto temor que a algunos alumnos no se atrevían a contestar a las preguntas realizadas en clase por puro miedo y terror a equivocarse. Si concebimos un entorno de terror en el ambiente de un niño, podríamos comprender que buscara espacios libres para evadirse del mismo, como al acabar las clases preferir hacer deporte o jugar en el patio o en casa de alguno de ellos (para expulsar toda la adrenalina acumulada) antes de volver a casa, donde volvería a recibir un nuevo reproche por llegar tarde y ya con la noche caída si era invierno (todo un circulo vicioso del cual es muy difícil salir si no se contempla ese escenario desde otro punto de vista mucho más diferente); además a ello se suma el condicionamiento social existente que afecta a las familias (condicionantes donde la rivalidad lleva a crear un marco de competitividad, y donde los hijos acaban por convertirse en el referente de una familia, su buen hacer y su progreso social, o todo lo contrario; por lo que los reproches, castigos o agobios también pueden recaer sobre los hijos cuando no dan la expectativas que los padres esperan de ellos, y consecuentemente ello afecta a la imagen social familiar o a las metas que esas familias depositaran sobre ellos). (también se producen casos donde a niño le acompaña una fama de “mal estudiante” sin reparar en circunstancias semejantes o similares a las narradas o que incluso sin reparar el contexto de grandes o profundos casos de cambios en las circunstancias familiares u otras, a veces asociadas que impiden concluir el curso, y que sin embargo señalan trayectoria de, pese a las apariencias y fama construida, aprobara todos los cursos sin repetir ninguno de ellos, y que prosiguiendo sus estudios tampoco repitiera ninguno de los realizados. Más hoy en día se tiende a aceptar, en algunos ámbitos, la repetición de cursos, incluso de todos los hermanos - a veces sin un análisis realmente serio para entrar en las verdaderas causas, o simplemente por considerar que la mejor alternativa, ante la falta de alternativa, es aceptar las consideraciones dadas por progenitor/a y confiar que la situación se acabe enmendado por algún sitio y encuentre alternativa viable y aceptable). En cualquier caso sigue sin poder entenderse la tolerancia que sigue existiendo en esos ambientes infantiles de ser “tolerantes” con la existencia de una violencia latente que a veces se expresa con crueldad en alguno o varios de los alumnos, y que ya no parece venir directamente del entorno de profesores sino del propio ambiente de alumnos sobre otros alumnos (generando abusos, mobing, y otras formas de violencias que pueden acabar llegando a manifestarse de manera física sin que parezca que aunque existieran protocolos, no parece que siempre se aplicaran y que en ocasiones, en lo que parece una situación inexplicable, se señala a la propia víctima como causante de su desgracia y, en consecuencia, recibe reproche de los propios profesores – como parecen señalar casos antes de la pandemia, ante la “admiración” del progenitor y su expresión de impotencia).
Siguiendo la idea de que las personas, desde niños, tienen cada etapa marcada por una crisis, cuya superación les permite ir avanzando dicha etapa para entrar en la siguiente, que también estará definida por otra crisis concreta, y así sucesivamente (como señalaba el Erik Erikson cada una de las etapas de la vida se ve marcada por un conflicto que es lo que permite el desarrollo del individuo; cada parte de dicho desarrollo traerá consigo un problema a resolver, de lo contrario, el sujeto arrastrará carencias hasta ser estas resueltas). Es un obviedad cercana y al alcance de cualquier sensibilidad, que solo se pudiera contradecir y obstaculizar si por delante de esa definición se pone otra, de naturaleza social, y cuyo objetivo primordial no fuese promover el desarrollo integral de las personas - movilizando los recursos y ambiente más adecuado de la propia persona - sino por el contrario, la meta social, más allá de los discursos “formales” y “persuasivos”, fuere mucho más diferente, y de los cuales, nunca confesados abiertamente, solo tuviéramos signos y muestras de ese objetivos primordial cuando verificamos las maneras y formas que se emplean cuando se considerara “inadecuado”, el camino de un joven y sobre todo en los métodos empleados para la pretendida reconducción, que a la postre, como se señala, está solo al alcance de la propia persona, que debe ser “acompañada” de alguna manera, incluso a distancia, confiando en los valores propios y herramientas a su alcance observadas en su entorno inmediato, por lo general familiar, para resolver el conflicto del momento, positivamente y seguir adelante en la siguiente etapa.
No se equivoca la
observación, coincidente con el psicoanalista referido (sobre gestión del obstáculo determinante que define cada etapa de las
personas) en el sentido de que el primer grupo de relaciones que establece
un niño con el entorno social no es elegido por el niño, sino por el contrario
por sus progenitores (progenitor/a) cuando hace elección del lugar donde sitúa
el hogar (determinado por el ambiente
social, en sus aspectos económicos que define el ros social mayoritario de un
barrio urbano o entorno rural y los recursos que posee e incluso la
idiosincrasia dominante en esas familias); es un hecho determinante pues el
niño no elige ni entorno social, ni ambiental ni los primeros amigos o
amistades (más aún cuando si fuera un
progenitor que allí mismo desarrollara un tarea en nombre del Estado, y su
relación con el entorno social fuera de
alguna forma, de manifestación de “poder o autoridad” real y efectiva en las
vidas de otras familias del propio barrio). Y para cuando tiene opciones
reales de elección, ya viene manifestando sus propias convicciones en el
entorno de instituto, donde muestra abiertamente e incluso confiadamente sus
opiniones en razón de las referencias que observara en su entorno familiar;
ello es el inicio de un proceso de autoafirmación personal y de identidad que
pone en juego y “ a prueba” en el entorno que en principio consideramos
adecuado para ello: El destinado a formar y orientar a los jóvenes, por general
el Instituto, como paso previo a la Universidad.
Cuando el entorno social de
un joven ha sido sensación de abandono en la guardería (sin respaldo ni seguimiento
de los padres ante posibles abusos); de mobing en el colegio, (también sin
seguimiento en el entorno familiar) y con autoritarismo extremo por parte del
progenitor/a, la idea de autoafirmación del joven toma el camino de descubrir
un entorno donde por primera vez puede opinar y ser escuchado, y descubrir a su
vez quienes de el torno de jóvenes reciben su pensamiento y reflexiones
positivamente y quienes se posicionan antagonistamente. Así como las primeras
afinidades y situaciones de atracción e
interés de naturaleza sexual y que se observan relaciones muy generosos donde
se valoran cuestiones como la fortaleza de las convicciones, la determinación
en la propia defensa y el resultado de dicho proceso ante el entorno social.
Resulta llamativo que ello
se pueda constituir como el conflicto que determinará no solo esa etapa – sino
la superación efectiva de las anteriores – donde el impulso, ante la falta de
recursos para hacerles frente y el desinterés de progenitor/a en apoyo
realmente positivo y constructivo, como si al responsabilidad de la educación
recayera exclusivamente, en la delegación de funciones en el propio Estado y
sobre todo ignorando que el primer deber del entorno familiar inmediato es
proporcionar Amor a los hijos – y no
palizas y castigos; como señalara al efecto la circunstancia dada en Colombia
ante las revueltas sociales que desencadenaban recientemente una oleada de
violencia en las calles, y que una maestra, buscando asentar en sus pequeños
alumnos una situación de excepcionalidad que les salvara de lo que están
viviendo y viendo en primera persona, les preguntara sobre qué derechos tienen
los niños y una niña de cinco años contestara: Derecho a ser amada. Una
definición aplastante que evita tener que enumerar una consecución de derechos
del niño, porque desde ese inicial se entiende, por amor y respeto a una
personita, la derivación de todos los restantes derechos para que se sienta
segura y plena en esta sociedad que con nuestros actos cotidianos construimos
entre todos). Resultando obvio que un progenitor/a que nunca recibiera Amor
en su entorno familiar, en modo alguno y que optara por reproducir violencia
como instrumento de educación sobre sus hijos – aun habiendo observado el profundo sufrimiento que esos métodos generaran
en ellos mismos en educación semejante – señalan sin duda alguna, que no ve
o vieran ventaja alguna en una educación concebida entorno al Amor como pieza
fundamental desde donde se construye todos los demás elementos de soporte de
los hijos. Es decir, es una decisión “no inconsciente” sino por el contrario
tomada en consciencia a pesar de sus efectos adversos.
Cuando el joven se le pide
opinar en el entorno escolar o ya de instituto sobre cuestiones relevantes –
incluso de trascendencia política, como la igualdad de oportunidades en razones
de género, expresa abiertamente lo vivido en su casa si su progenitora es
funcionaria, cobra mucho más que otros trabajadores y es además muy autoritaria
(la igualdad ya existe, mi madre es la
prueba – que además es “fuerte”, dura, incontestable, violenta y extremadamente
autoritaria – si le dan más alternativas en razón de discriminación positiva de
género veo mi futuro sin opciones). Es decir, en este aspecto como en otros
el joven se expresa autoafirmándose para poder obtener una ruta viable hacia la
liberación de un entorno familiar difícil de entender y asumir – pues no se explicita en razones sino en
violencia desde que tuviera 5 años, y además controla sus amistades por ser
hijos de las familias del barrio y que controla en alguna medida por colaborar
la progenitora con los servicios sociales. Es decir, ante la evidencia de
que un joven busca autoafirmarse y en ello presenta un aspecto que le resulta
esencial cuestionar sobre la igualdad de género y la aplicación de factores correctores en favor de la
condición de mujer, el entorno educativo no se hallaba preparado en argumentar
al parecer de manera eficiente ante personas espontaneas dispuestas a aprender
y razonar como se les había enseñado siempre, desde la lógica (como tampoco lo
estaba el prolongado debate social a que diera lugar, porque más que razones
había un sostenimiento de enumeración de discriminaciones, históricas y
culturales, hacia la mujer, que por sí eran el argumento que daba pie a un
condicionante en la interpretación del principio de igualdad – con independencia de cualquier otra
condición – en los derechos de los ciudadanos/as avalada y amparada en los
derechos internacionales suscritos por España; un argumento poco solido para
quien viene sufriendo maltrato extremo por una mujer (aunque sea su propia progenitora) y que concibe el joven la
existencia de recursos propios de cada género para su defensa en el ambiente
social – más cuando sabemos que la
sociedad ha venido comportando un componente machista que se señalara, en su
tiempo, sostenido culturalmente por la mujer en los entornos familiares y
transmitido a los hijos/as por ellas mismas. Es decir, no se está hablando
de un problema cuya razón de sí sea enfrentarse desde una posición premeditada políticamente
defendiendo en sí una posición machista en oposición estructurada con intención
política para realmente oponerse y constituirse en oposición real y efectiva (e incluso sostenida por principios
políticos, que pudieran coincidir con posiciones políticas que realmente
consideran la subordinación de la mujer como un requisito esencial para
sostener la sociedad tal y como siempre se hubiera concebido tradicionalmente
en un mundo dirigido por Hombres, con lo que ello comporta de asentamiento de
formulas y marcos de conflictividad permanente en valores de lucha y guerra;
que es precisamente lo que la
introducción en pie de igualdad y rompiendo techos de cristal, era o fuese lo
que el impulso original buscara cambiar – y que en otros ambientes de pareja y
de relaciones de pareja, sin precisar leyes algunas, ya se había constituido
como relación en pie de igualdad, y de
reparto de tareas, que se esperaba que las leyes reforzaran). Por el
contrario era, como en otras ocasiones que ya se deberían haber detectado,
manifestaciones de alumnos en busca de “respuestas y soluciones viables” a una
propia experiencia vital – que por el contrario es vislumbrado en el entorno
educativo como potencial “amenaza”, generándose una respuesta destinada a
“minar la confianza” de ese tipo de alumnos y cuestionarlos ya desde todos los
ámbitos (y que parece más una actuación determinada como ejemplarizante ante lo
que parece un desafía a una autoridad
que “ya lo sabe todo” y que es preferible no cuestionar nunca abiertamente).
Llamar a los padres, a veces sin que los alumnos lo sepan, pero estos vean que
acuden al colegio o instituto, reiteradamente y nada dicen en casa, es una
forma de “amedrentar” que puede llevar a sentirse acosado y controlado, sobre
todo si compañeros que ya pertenecen a juventudes políticas “entran en acción”
para “aprender a evaluar situaciones” similares que se darán o ya dieran, y así
observar los efectos demoledores sobre una persona que ingenuamente pretende
mostrarse y encontrar un camino de autoafirmación.
Puedo afirmar en esos extremos porque aunque este ejemplo fuera contemplado ya bien entrada la Democracia (sobre el año 2010 ó incluso antes) el sistema de control ya apareciera en la transición a la democracia (1977 y 1978) donde si bien las cosas marcharan bien en Instituto de Formación Profesional en tránsito del franquismo (donde ya se elegían delegados libremente, directamente por los alumnos, mucho antes que de el formato democrático regulara los sistemas de representación estudiantil o del profesorado e incluso la participación de las primeras APAS) en el transito aparecieran las primeras manifestaciones y declaraciones de grupos juveniles organizados (MCA, JCA, JAR, LCR) e incluso partidos como (PSA) del ámbito del profesorado, pero que siendo más activos las organizaciones juveniles empezaran a aparecer en la representación del alumnado en los órganos más altos (aunque en este caso concreto, previo paso de alumno de las JCE; reconocido como “mente gris” incluso en el ámbito de profesores franquistas, es decir de aceptación de un relevo generacional politizado y aceptado en sus propios alumnos) fuera otro representante máximo de alumnos de ese instituto sin pertenecer a ningún partido concreto quien viniera destapando o colaborando en otras actividades ya destapadas (sobre lo que pareciera financiación irregular de ese Instituto por medio de recargo en libros y herramientas que el propio Instituto vendía más caros que en las tiendas de calle y que motivarían la constitución de una cooperativa de alumnos y profesores que sería gestionada haciendo posible entre un 15 y 20% de descuento por grandes compras y quedando un remanente de 400.000 pesetas de la época, con las que casi se podría comprar un piso de segunda mano de unos 70 u 80 m2 y que fuera impuesto, unilateralmente, para darse a un alumno, obviando todas las propuestas realizadas para constituir o biblioteca técnica en el propio Instituto a realización de becas o algo similar. Los profesores (del PSA) que fundaran esa cooperativa con alumnos, alegaran que las cosas no siempre salen bien (y señalara situación similar en otro centro diferente que optara por dicha solución y ambas fueran abortadas sin señalar la manera o forma en que lo fueran; pero que sugerían alguna forma de ilegalidad no contemplada cuando se formalizara esa cooperativa). Los problemas económicos para seguir estudiando ese delegado concreto, le llevarían a verificar que las becas de 4000 pts incluían matrícula gratuita (también de 4000 ptas) por lo que al proceder a reclamar su condición de becario descubriría que la matricula era en realidad de 200 ptas y que el resto eran otro tipo de complementos; dando cuenta de ello. Y produciéndose llamada de atención al padre que acudiera ante la observación de que si su hijo perteneciera a algún partido político u organización (con el evidente fin de reconducir las actividades que había iniciado – y que desconocían que el objetivo fuera buscarse financiar y seguir estudiando en contra de la opinión del padre que nunca quiso que siguiera estudiando) y que el padre no se atreviera a explicitar en esas razones (simplemente el hijo era un quijote).
También en ese episodio no se buscara realmente qué hubiera detrás de un alumno que había sido destacado en notas, y se optara por la solución política de bloquear ante un mundo nuevo que portaba ya todas las soluciones y forma de gestionar problemas de esa naturaleza. En este caso el alumno era seguidor de Adolfo Suarez (no porque perteneciera a ese partido sino porque en sus charlas con compañeros de MCA o JAR, mostraba que era capaz de anticipar los movimientos políticos que realizaba dicho Presidente en la configuración del Estado que acabaría conformándose en la Constitución (por ejemplo estaban estupefactos de que anticipara, a la hora de hablar de autonomías, que asegurara que los ayuntamientos gozarían de similar autonomía – los del MCA o las JAR o las JCA no daban crédito, hasta que lo fueron verificando y considerándole un rival que ensombrecía; incluso uno de las JAR le dijera que él debiera salir con mujer mayor de su edad, como él mismo hacía, y que le veía como una especie de buda incorrupto que acabaría rodeado de mujeres deseosas de corromperle sin poder hacerlo. Esa imagen no sé de donde la sacaría – tal vez porque los domingos quedaba con un grupo de amigas, yo solo, e íbamos al cine, y aquello causaría envidias y celos en otros que acudirían para romper o desestabilizar esos domingo que eran felices e ingenuos).
Los puntos en común existían
y se prolongarían en ambos ejemplos, pues en ambos afectados, por el mismo
método destinado a la exclusión y ejemplo de “aviso para navegantes” se darían
relato, o lo estaban dando ya previamente en el transcurso del conflicto.
También se viene a sumar a ese control político –desde jóvenes organizados en
estructuras políticas – en la Universidad, como el señalado en su día, y que
suelen ser de maneras y formas expeditivas. Así mismo también en lo que se
refiere a la apropiación de ideas y proyectos de alumnos, e incluso trabajos, que
profesores o políticos se apropian (y que en último extremo, son capaces de mostrar
su impunidad y transgresión a las normas
más elementales de respetar la propiedad intelectual y el derecho de defensa a
la misma, desde el mundo político en los últimos 40 años de democracia, que
sacaron una Ley al respecto – que como diera ayer Ignacio Crespo, en “EL Intermedio”
respecto de poder llevarse a cabo la tasa Google aprobada en la UE (del
tributación del 15% en todas las multinacionales), refiriéndose a que “Cuando
se hace una Ley, implícitamente se hace la trampa, porque desde el primer
momento ya hay dispuesto a violarla” (haciendo
ver que ello es voluntad que se produce entre los mismos que la aprueban).
En España el mundo político se concebiría perfecto y con todas las soluciones “convenientes” en la mano, por lo que no aceptaría crítica; lo que asociado al derecho prioritario de establecer el relato conveniente al propio poder político – que se viera implicado – las opciones de respuesta por un afectado son imposibles de sostener y se muestra un callejón sin salida, donde la intervención del mundo pretendidamente terapéutico tiene el espacio libre para determinar su propia solución, si en esa pugna el afectado se ve desprovisto de apoyos familiares o la misma familia concibe “obstáculos” para sí misma de persistir en la ruta de señalar que su miembro familiar sostiene razones legítimas en algún punto o extremo. No es la primera vez que una pugna en una reclamación por un derecho ante una institución relevante se traslade, como instrumento de presión, a otros ámbitos inesperados en la pretendida obviedad de que el “rebelde afectado” conciba que su vida se complique y ceda y decline en sus pretensiones. Pero cuando detrás de ello se halla un poder político – cuyos instrumentos son inmensos en su alcance la respuesta se puede hallar en ámbitos más inesperados, pues el relato sigue siendo patrimonio del poderoso – que no tiene porqué consensuar con más de una o dos personas que estén al corriente, para dejar versatilidad de posiciones en caso de que la situación se prolongue - (como siempre se dijo: La Historia la escriben los vencedores) y además se le suele dar presunción de legitimidad (y también de advertencia si se comprueba que es el propio poder quien se ha saltado sus propias normas y leyes). Es de tal manera preocupante este escenario donde los puedo studiantes acaban siendo vulnerables a profesorado que no siempre podremos determinar qué elementos w instrumentos de sumisión acaban entrando en juego y hasta qué punto pudieran truncar una visión positiva y alternativa de la sociedad que motivará al estudiante elegir una carrera determinada como respuesta vital en la proyección de su vida como adulto
Es de tal naturaleza concebida esa perfección que quiere exhibir el Estado que quien no la acepta – como en ambientes totalitarios que se conciben respuesta perfecta para el propio pueblo – es considerado “loco” por no reconocer los límites (pues constitucionales, o no, son limites reales y constatables que implican amenaza real si no se tiene apoyo decidido del entorno). Una situación que explicitara Massiel durante la transición (en su condición de mujer sin derechos ante la familia y luego sin los mismos ante el marido, y que le llevarían a “revelarse” y empezar a expresarse abiertamente, recibiendo visita de entonces extremistas del régimen franquista, con pintadas en su casa y amenaza expresa y que al intentar denunciar en comisaría le preguntaran: ¿Es Vd. roja? (era obvio que la amenaza estaba autorizada y concebida desde el propio régimen) Y que de todo ello se acabara librando por tener un entorno cercano y un apoyo expreso del propio Felipe González, aún no constituida la democracia pero ya con poder moral y real en el tránsito a la misma. Ella explicaría que aquello le pasaría por “no ver” los limites y líneas rojas que el propio régimen franquista le mostraría; y lo curiosos fuera que en la democracia también se procediera de igual forma, pero de manera tan sutil (y complementada) que resultara muy difícil prevenirse de ello.
Prueba de estas arbitrariedades las vemos en otros ambientes de jóvenes expuestos a vulnerabilidad – como los son los que se hallan en centros de menores, y de los cuales aparecieron por casualidad, - la detección de que eran prostituidos por sus tutores en una trama imposible de denunciar por ninguno de ellos; de ahí el señalamiento de que fuera descubrimiento “accidental” porque la credibilidad de cualquiera de esos jóvenes señalando alguno de sus tutores sería descreída en función del relato de rebeldía presentada para ser tutelados judicialmente. Un callejón también sin salida constituido desde esferas de poder concebidos para funciones bien diferentes a las que se realizan (es decir: Las leyes se siguen vulnerando, como señalara Ignacio Crespo, en cualquier ámbito que miremos, frente a un vulnerable).
Los abusos detectados en el ambiente de menores era puesto de nuevo de manifiesto ante la “invasión de jóvenes y menores” procedentes de Marruecos, donde una de las Ministras de Gobierno, que accediera y se impulsara a la política por haber vivido la experiencia de cómo se trata realmente en los ambientes de tutela a los jóvenes, se mostraba, en principio, muy en contra de que los menores Marroquíes fuera a aparar a centro de tutela en España, mostrando en ello postura firme y conmocionada. (Así están realmente las cosas; y ese suele ser el camino que eligen las personas para intentar acabar con toda esa corrupción moral de la que parece se ha impregnado nuestro sistema; pero que fuera imposible que subsistiera sin que en el fondo hubiera una especie de consenso en el que se ha de mostrar la dureza de la sociedad y quien no se adapte debe caer, sí o sí. Por ello no es aceptable que ello se enmarque en lo que se ha considerado marco perfecto instaurado hace 40 años como sistema democrático que contempla todos los problemas pero cuya solución siempre es la misma: Sumisión plena o exclusión social o pérdida de derechos reales, o lanzarlos al mundo de la marginalidad y la prostitución).
En ese contexto cabe preguntarse
por qué se promueven otro tipo de liderazgos que a priori parecen realmente sí
más peligrosos en potencia para las libertades de todos (donde se proponen alternativas autoritarias extremistas que su ponen
pérdida de derechos reales para la población, ahora sí, de manera más explícita).
La respuesta se hallaría en que esos líderes sí responden al marco ya constituido de negar lucha por la
democracia sino es un contexto que
refuerce la amenaza de que “todo puede ir a peor”. Ello parece formar parte de
la visión anglosajona, donde los cambios profundos se inician con líderes
explosivos y revolucionarios, que hacen posible cambios sociales de calado (en vez de otros más moderados que traerían
sentido común y soluciones, que tal vez a nadie interesen)..
(Siempre estamos bajo el
principio de que los medios empleados definen, determinantemente, el fin; y por
ello siempre se criticara con dureza, que “el fin no justifica los medios”, y
así se reitera ante los excesos que vemos y alcanzan a la opinión pública; e
incluso algunos jueces intervienen para reiterar ese principio, porque ello
salva valores y derechos esenciales que definen y sostienen los pilares de
nuestra sociedad; y aún así llama la atención que el propio presentador de la
entrevista se tenga que hacer portavoz de la visión contraria, que también
alcanza la esfera popular cuando es el “miedo” (por ejemplo al saltarse un confinamiento un grupo de jóvenes en una
fiesta en un piso) aceptan lo que parece obvia desproporción cargada de
violencia expresa aludiendo a miedo a extensión de contagio, por
“irresponsabilidad” juvenil. Aún así, la
posición sigue siendo la de respetar los derechos fundamentales que portan los
valores esenciales – y que si decaen por un motivo o en un aspecto, acabarán
decayendo en otros, por otras razones, llegándose al final a no observarse en función
del gobierno o autoridad que imponga su criterio; y que es lo que en principio
esos derechos fundamentales pretenden evitar. Aun así, y sin que medie
“contagio” patológico alguno, otro tipo de miedos (fomentados por prejuicios) hacen no solo posible que esos derechos
fundamentales se vulneren, sino que se haya construido un marco para
vulnerarlos de manera reiterada (incluso
en contra de disposiciones internacionales) y en la práctica, una persona
que no haya cometido delito alguno, se puede acabar sintiendo en permanente
intolerable “observación” – que ninguna
persona aceptaría – en busca de cualquier rasgo, gesto o decisión que
permanentemente pudiera ser cuestionado e interpretados por terceros poniendo
en riesgo su libertad personal y sus derechos constitucionales (algo que no se concibe como actitud legal ni
si quiera en delincuentes confesos y mucho menos en cualquier otro tipo de
persona u organización), además de que cualquier decisión autónoma al
alcance de cualquier otra persona puede suponer una situación casi inconcebible
de permanente “busca y captura” por un
sistema legal que basa su acción en prejuicios sostenidos por “teorías del
miedo social”.
Cuando hablamos de etapa definida por un conflicto a resolver, hablamos de una trasposición, sin prejuicios, que está al alcance del sentido común de cualquiera que no esté guiado por ellos (por los prejuicios) en lo que parece una “visión” dominada por la concepción más adversa que dominara la interpretación de la teoría de la evolución de las especies de Darwin, que desembocaría, junto a la interpretación en el mismo sentido del filósofo Nietzsche, interpretándose la visión de “Super Hombre” (como capacidad de vulnerar toda ética y moral, sin en ello sentir remordimiento, sino por el contrario convicción) y asociada a la proclamación de “Dios ha muerto” (lo matamos entre todos – también del propio Nietzsche) nos llevara a las tragedias más graves, horrorosas y violentas que la humanidad viera en el s. XX, por lo que es posible cuestionar con cierta solidez, que la exclusiva visión materialista de la humanidad (vista y gestionada como esencialmente especie animal) donde todo recurso es limitado y “hay que posicionarse” (como sea y de la manera que sea) para que no nos falten los recursos materiales y además estemos en disposición de ocupar jerárquicamente puesto social que no solo nos garantice recursos suficientes, sino sobrados, formando parte de quienes siguen sustentando esa visión materialista (por ser ellos nuestros aliados, que “nos han dado paso” y que se mostrarán solidarios en nuestras dificultades). Esa visión eminentemente materialista, socialmente carece del mínimo equilibrio que se le debiera suponer y que por el contrario sí se suelen observar cuando más allá, en el transcurso de la existencia de cada uno, constatamos que la frase que suele ser popular, señala el consumo de etapas durante la vida se pudiera resumir en: “Llegamos pensando que nos íbamos a comer el mundo, y en estos momentos la preocupación es que el mundo no se nos coma”.
Reiterar que el avance se realiza por
medio de resolución de conflictos y dando “tiempo y espacio” para que la
persona los resuelva satisfactoriamente.
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