Errejón “Pone el dedo en la llaga” en un “Golpe de efecto previsto por el Gobierno”
Lo triste: No esperen los afectados que nada cambie, de fondo, en Salud mental.
El miércoles 17 de Marzo de 2021, saltaba la noticia en los telediarios y en los programas dedicados a debate político, que en ese momento estaban pendientes del transcurso de la sesión en el Congreso de los Diputados.
Ya Manuel Marín, que ocupara en el pasado la Presidencia del Parlamento, comentaba hace años atrás (antes de que en a la política saltaran los Iglesias, los Albert Rivera, o los Abascal, o los Rufián…. toda esta nueva generación que iba a enterrar la “vieja política”) lo que no siempre podían captar los audios de las cámaras de tv en las sesiones parlamentarias. Aquella entrevista a Marín dejaba a “las claras” que los miembros de la mesa del Congreso y la Presidencia debían de estar atentos al ambiente previo de las sesiones (las declaraciones de diputados en medios de comunicación, los hechos, noticias u opiniones que reflejaba la prensa, pero sobre todo si a algún grupo parlamentario consideraba que le viniera bien) y hubiera pre-disposición a “montar una trifulca” ya fuera para “hacerse notar” o por que el asunto a tratar les molestara en mucho, y por medio de montar bulla no permitir el desarrollo de la oratoria del ponente – destinada colocar, con sus argumentos, las ideas fuerza o los datos que pudieran situar en posición difícil a la oposición, ante la opinión pública, si se oponían al asunto – cumpliera su misión de intentar “ir arrojando luz” a los diputados y se replantearan en conciencia sus previas posiciones respecto de un proyecto de Ley o el refrendo de un Decreto, o una iniciativa que abordaría cuestiones que siempre, a la definitiva, afectan a la sociedad.
En general, hacía ver Marín, que apenas los audios de los medios de comunicación podían reflejar el ambiente real de la Cámara: Insultos, comentarios “soeces”, descalificaciones intolerables, burlas, chulería, retos y desafíos… - vamos, toda una colección de epítetos y maneras que muestran el nivel de algunos diputados que se “cuelan” a ocupar escaños, en lo que se considera por algunos, tal vez pretenciosamente, Alta Política; - por lo que la Mesa del Congreso y el propio Presidente deberían estar bien preparados y atentos para detectar al personaje o personajes que buscando “iniciar” prender la chispa - que hiciera posible por “simpatía gamberril” - desencadenar la algarada que permitiera romper el ritmo de la sesión e incluso salir en los telediarios, haciendo inútil la sesión y, sobre todo, fomentar el descrédito de la política reflexiva (en consecuencia, buscando obstruir a cualquier diputado que se encaminara a hacer reflexionar a la Cámara sobre cuestiones que para “algunos” parecen “irrelevantes” o “incómodas”, aunque para la sociedad sean asuntos sensibles); espoleando así el ambiente del Hemiciclo y a cualquiera que deseara “razonar” desde la tribuna, e intentando llevarle a la indignación para arrastrarle al terreno de la “justa ira” que desprestigiara al propio orador y si es posible, “hacerle perder los papeles” (en una ocasión Labordeta, a los provocadores de siempre, les mandaría "a la mierda"). Las situaciones en el Congreso, incluso de que pueda ser asaltado por uniformados, son previsibles desde el s.XIX.
(ya a ello se referiría Santiago Carrillo en los momentos circundantes en los que se plasmaría, nuevamente, una situación de similar envergadura, - en razón de tener rodeado el Congreso el General Pavía mientras los diputados decidían, en votación que duraría hasta media noche, si la moción contra el Presidente que intentaba, desde dentro de la propia república, desmontar sus intentos de logros sociales (fin del servicio militar obligatorio, supresión de impuestos en alimentos básicos…) y preparar, así, el regreso a la Monarquía, (uno más los múltiples y breves Presidentes que tuviera la muy corta Primera República). La moción contra el monárquico prosperó y el general entraría con sus tropas en el “templo del debate y la luz”, como así se temía también que sucediera en esos tiempos de la transición y que el Diputado comunista señalara escuetamente, aludiendo a si los presentes acabarían viendo, de nuevo, al “Caballo de Pavía en el hemiciclo” (creo que Santiago Carrillo lo dijo con más gracia, haciendo referencia a si alguno “ya hubiera visto la cola del caballo de Pavia en los pasillos del mismo Congreso”, probablemente señalando que la conspiración golpista ya estaba encima), y que volviera a suceder, a cargo del Tte. Coronel Tejero. En España nos ha pasado de todo, más en aquellos tiempos del siglo XIX, un Presidente Estanislao Figueras, bloqueado y solo en el gobierno, dejó una nota en su despacho, y después de salir a pasear por el Retiro, sin decir nada a nadie, se fue a la estación de Atocha, tomó un billete y con lo puesto no paró hasta llegar a Paris. El golpe se produjo en pocos días.
Es por ello que muchos ciudadanos alienten esperanzas al respecto de la intervención del joven diputado, por ver en ello una oportunidad para que se abordara un asunto que es orillado y forma parte del prejuicio social, especialmente establecido en España (y de similar naturaleza “cosificante” como la de ser negro en EEUU o mujer en el mundo musulmán).
NO es propósito de este artículo desalentar esperanzas busca de soluciones positivas, pero sí señalar los “déficits” que la propia sociedad sigue sosteniendo para hacer eficiente un resultado “mucho más razonable” (de lo que hoy se concibe en salud mental) que el propio discurso de Errejón pudiera hacer concebir como posible, en un primer momento para aquellos que escucharan detenida y completamente su discurso. Para ello bastará realizar un somero repaso de la oratoria del diputado en la prensa de ese mismo día y en las tv.
La Sexta se atrevió a destacar en su informativo lo que era el concepto esencial, duro y escalofriante que revelaba el problema de fondo de la Salud Mental, en especial en España. NO solo eran las cifras de suicidios (que creo que Errejón aminoró – revisaré el dato y lo aportaré al final del artículo) ni tampoco era el hecho de que literalmente, media España, conociera la lista de medicamentos que nombró en su intervención – haciendo ver que el problema se halla por doquier y es transversal, superando el espectro ideológico de las preferencias en cuanto a voto ideológico de cualquier ciudadano. Ni tampoco lo es el contexto de la propia pandemia, a la cual se apela porque no solo pone en evidencia un probable aumento de problemas que se adscriben a la Salud Mental, sino que en realidad las pandemias de semejante dimensión, ya han sido señaladas como experiencias que ponen de relieve y actualizan las graves fisuras de los sistemas sociales y políticos; hay incluso quien ha establecido una comparación gráfica que resulta muy convincente, pues alude a el hecho de que este tipo de catástrofes transversales permiten una radiografía de la “verdadera” situación social y de todas y cada una de las deficiencias sociales que el bienestar o el conformismo de muchos hacen pasar desapercibidas. Por lo tanto se habla de que tenemos una oportunidad, si es que realmente hay intención, de aprovecharla para cambios profundos y positivos.
En plena Revolución Industrial, la desatención de la martirizada y (literalmente) esclavizada clase obrera, sacrificada en Inglaterra para aumentar los beneficios durante los siglos XVIII y XIX acabarían afectándoles las epidemias y terminarían alcanzando a la burguesía y a las clases altas; por lo que iniciaron un proceso de pequeñas concesiones destinadas a dotar de las mínimas condiciones de vida (habitabilidad, aireación de viviendas, vertido de aguas, alimentación por mínimamente decente y la mínima asistencia sanitaria) para controlar epidemias que alcanzaban a las clases acomodadas – clases que siempre “se sintieron a salvo” y convencidas de que el orden social era un reflejo de la voluntad de D. y que interpretaban como voluntad de que hubiera pobres “por merecimiento propio” – oponiéndose a creer que la capacidad de las personas dependen de los medios de que dispongan para desarrollarlas.
En la prensa gráfica, en sus versiones de internet, ocurriría lo mismo. Se narraba parte del discurso y las imágenes apenas reflejaban parte del mismo y la contestación del presidente del gobierno y los posteriores aplausos.
NI siquiera los compañeros del hemiciclo que salieron a comentar la intervención de Errejón, algunos manifestando estar orgullosos de la misma, harían una mínima referencia a la “idea fuerza” que realmente conectaba con el mundo de la salud mental y que podría transformar la misma salud mental profundamente. Aun así, salieron en la Sexta algunas personas apoyando una aparente campaña destinada a hacer visible la iniciativa de Iñigo (imitando al Mee Tu) para intentar un mínimo esfuerzo destinado a despojar de prejuicios un problema tan extendido como este (del que se dice afecta de una manera u otra a casi la mitad de España) una conocida periodista de tertulias de análisis político se señalaba a sí misma y parecía alentarse la campaña ya iniciada en redes.
La sorpresa me llegaba al ver la referencia en el periódico regional Heraldo de Aragón (veterano y de gran influencia en la opinión aragonesa). El mismo señalaba el exabrupto del diputado del PP a Errejón pero el video que adosaban a la noticia (y que parecía sugerir ver la escena completa o al menos el incidente que hiciera posible darle dimensión nacional) se limitaba a reflejar unos segundos de aplausos de parte del Hemiciclo. La paradoja es que ese mismo veterano periódico señalara, ese mismo día, haber obtenido el reconocimiento de “imparcialidad” en sus noticias, por medio de una empresa que había evaluado también a El País y la Vanguardia. Y viene a coincidirse que tampoco en El País ni en la Vanguardia saliera el momento exacto, en el cual, Iñigo Errejón pronunciaba la frase que diera esperanza a miles de españoles y que motivara la respuesta (afeada por todos) del diputado del PP (si en algún medio se oía la expresión del miembro del PP era añadida a las imágenes pero no correspondía con el momento exacto en que se produjera motivada por la textual frase de Errejón que ponía el dedo en la llaga y que sólo, fueron ofrecidas por la Sexta en una única vez y ocasión de manera clara y expresa.
Podemos concebir que es posible, dado que en la política se usa tanto de la escenificación para causar efectos en la opinión pública, que Iñigo anunciara días antes su intención (posiblemente ya acordada como interesante y convenida, en alguna medida con el gobierno) creando así expectativas en la sociedad que sin duda le harían llegar las distintas visiones y problemáticas de las cuestiones relativas a la salud mental y en su papel de “cadena de transmisión” para hacer llegar esa preocupación al Parlamento y “anotarse un tanto” comprobara, al menos, que los datos que le iban llegando eran, lamentablemente, ciertos, como él mismo reconoció sorprendido. (Es decir, llevaba poco tiempo abordando este asunto, eso era evidente, y su sorpresa ante sus compañeros diputados así lo acrditaba).
Por ello hemos de suponer que todo lo que viéramos el miércoles pasado, 17 de marzo de 2021, solo fuera una simple escenificación, con golpe de efecto mediático, concebida con ese único fin, pero sin ir más allá de la propuesta realizada (más psicólogos; parece desconocer Íñigo que los psicólogos se hallan en camino de extinción por no ser sumisos a las visiones psiquiátricas – por lo que en realidad el Gobierno entendió y de hecho realizará, probablemente, un incremento de psiquiatras – dirección opuesta a lo realmente deseado, sobre todo si dependen del Estado, donde el criterio de actuación se halla muy mediatizado por quienes lideran ese tipo de terapias en nombre del Estado). De todo ello parece carecer Errejón de la mínima sensibilidad al respecto, por mucha información que le hubiera llegado los días precedentes – dado que anunciara ya dicha preocupación por ese tema. Obviamente, parece haber “rescatado” para su discurso parlamentario, parte de algunos razonamientos de personas que realmente sí observan cómo se trata la salud mental en España y considerándolas efectistas, provocadoras y revolucionarias, las espetara desde la tribuna parlamentaria y así provocar la respuesta del diputado alcalde del PP (respuesta que representa el verdadero sentir cotidiano, de fondo, de aquellos ciudadanos que conciben la vida y la sociedad como ”un sálvense quien pueda” “caiga quien caiga” y en los escenarios de luchas y descalificaciones con la finalidad de dominar o liderar, se siente cómodos o que han triunfado. Y siempre alegarán que la vida es esto y no hay alternativa).
Lo más lamentable de todo ello, era que en el twit del propio Errejón, que reflejara el incidente, tampoco aparecía ni el momento señalado como incidente parlamentario ni la declaración que lo motivara y que la prensa, a nivel nacional, “ignoraba” clamorosamente. Por lo que es muy probable que todo esto se reduzca a un golpe de efecto dado por una persona realmente “ignorante” de la situación real de la salud mental, que propone aumentar psicólogos – porque suena mejor que decir psiquiatras – pero que a la postre será un aumento de psiquiatras y medicación farmacológica.
El lector se preguntará cual fue la frase de Errejón que se censuró y que motiva la respuesta del PP; pues llega el momento de decirla, para vergüenza de España, de sus políticos y de sus medios de comunicación: “No es concebible que para vivir en esta sociedad haya que medicarse”
Así que, si alguien había concebido esperanzas, más vale que se disponga a pelar, si le parece posible, o simplemente se allane a lo que nos viene y que ya fue señalado hace unos cuantos años por una visión psiquiatra: Los Psiquiatras están llamados a gestionar la sociedad
Ya el PP, por medio de un proyecto de ley sobre limitación del aborto, promovido Gallardón, intentaba adjudicar al mundo de la psiquiatría el evaluar si se procedía a un aborto o no en cada mujer (lo que señalaba la injerencia, en las familias, de los psiquiatras por razones de conciencia) afortunadamente un email, señalando la circunstancia, abortaría el proyecto, pero Sánchez no se atrevería y dudó, (desde luego por falta de convicción en los propios argumentos) en su debate con Rajoy a poner en la mesa las intenciones percibidas en el ministro de justicia del PP.
A Errejón “se lo pusieron a Huevo”, eso parece ser (probablemente le darían un tema para que se luciera, y de paso dar otra puntilla a su viejo adversario Iglesias), y el PP, como siempre, picó, nada más.
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