Miguel Ángel Ibáñez Gómez - maiges_ps@hotmail.com

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viernes, 5 de marzo de 2021

Re-visar el pasado, suele ser requisito, para seguir adelante.

 Re-visar el pasado, suele ser requisito, para seguir adelante.

 

No suele ser un capricho remontarse a “qué pasó” o “cómo se interpretó” un suceso del pasado, cuando el previsible “guión positivo” de nuestras vidas, de nuestros proyectos e, incluso de nuestros Estados o de Nuestro único Mundo (donde todos vivimos) nos llevan a inesperados estadios que no sabemos a qué responden; incluso cuando ello se reitera se suele insistir en la “legitimidad” de la visión inicial y no siempre se analizan las circunstancias que pudieron influir en que una cosa “saliera mal” o “reiteradamente así” se manifieste (analizar para entender el resultado es, casi siempre, mirar hacia el pasado y “ver de dónde venimos”); aún así – aunque concibiéramos que el entorno inmediato, o social, o incluso de los Estados que nos rodean, e incluso nuestro propio Estado, no van muy bien las cosas y aunque viéramos dificultades o “nubarrones” - si nos va bien no solemos mirar al pasado - aunque en este último caso se “analice” dónde nos hallamos y evaluamos si el devenir adverso nos puede o no alcanzar; y si creemos que nos pudiera alcanzar entonces, probablemente, participaríamos en re-ver las causas y aportar soluciones positivas que pudieran estar a nuestro alcance. Por lo general, cuando se ha conseguido una posición estable (y consiguientemente éxito, tal vez no como soñáramos que es el éxito – porque el éxito, para la inmensa mayoría de las personas consiste en mantenerse en la estabilidad económica e ir salvando, como mejor se pueda, las adversidades o inconvenientes que la propia existencia nos va “proponiendo” resolver y que se resuelven con mayor o peor fortuna y, por lo general, dependiendo en ciertas ocasiones de los apoyos que tengamos al alcance y que muestran, así, la confianza que tienen en nosotrosya seamos una persona, una familia, una sociedad, o un Estado concreto y determinado).

Por lo general, en ocasiones lo que se realice – cuando el obstáculo o la dificultad es de gran dimensión o reiterado - sea buscar un referente exitoso al que “emular” o pedir apoyo, porque consideramos que nuestra “posición” es “legítima” e incluso “in-justa”. Y sin embargo, en ocasiones, ese apoyo no suele tampoco llegar. Entonces, si hay una actitud positiva “interior”,  se inicia un proceso de “revisar” hacia atrás (para ver qué no estuvo en “su sitio” que nos pasara desapercibido), porque parece obvio que si defendemos una situación honesta la respuesta del entorno (ya sea particular o social) sería acorde con nuestra petición y aunque poco se pudiera hacer para resolver positivamente, al menos, recibiríamos el apoyo o respaldo, preciso y necesario, para sostenernos ante esa adversidad; porque a veces, el apoyo o respaldo sirve para sostenernos y el solo hecho de sostenernos sirve para salir adelante (una situación común y observada desde hace mucho tiempo, donde aquellos que se brindan a situaciones de apoyo – simple apoyo sin contraprestación o condición alguna - vienen constatando eficacia, y cuando son preguntados por el “éxito” de ese tipo de actitudes, que a veces se generalizan en proyectos que tienden a ser extremadamente desinteresados, suelen referirse a que la sociedad suele mostrar una “carencia” decisiva para “salvar” situaciones, en especial personales, y señalan con reiteración que “no nos brindamos”, “no nos damos” (y a veces “los demás” están bien próximos). En ocasiones, ante la visión de eficacia de estas posiciones personales desinteresadas (muchas veces identificadas o asociadas a actitudes caritativas, propias de una visión religiosa, ignorando que existe un impulso de naturaleza solidaria y empática que también tiende a ser propia de las personas – afirmaba Sócrates que por “donde pasa un hombre – lo que le acaece – le ha pasado a todo hombre”). Algunas convicciones ideológicas “se rebelan” y pretenden acabar con estos rasgos de actitudes positivas personales asegurando que - siendo resultado de una injusticia o prejuicio social - debe de ser solo el Estado quien asuma – bajo determinadas condiciones – ese papel, da lugar a una “profesionalización”, que puede llevar en sí misma una especie de “institucionalización”, que a la postre puede resultar ineficaz de pleno o con consecuencias indeseadas añadidas a esa actividad; porque no es lo mismo realizar apoyos sin condiciones, y por real y honesta empatía ya probada que realizarlas desde una profesionalización a la que no siempre se llega por vocación (por que la vocación sería la “seña” inequívoca de la empatía y a veces esta se pierde) sino, a veces, por oportunidad profesional para ganarse la vida.

(en este contexto, implica que el valor se obtiene cuando se posee la convicción de que asiste un Derecho, tal vez Natural, y en ocasiones superior a la interpretación humana o social de un Derecho, que nos lleva a sobreponernos, ser conscientes de “peligro”, aceptarlo, y encaminarse a arriesgar (a veces no solo la profesión, sino la propia la propia fama, la libertad y, en casos extremos, la  vida, si es preciso, por medio de la fuerza de voluntad, para posibilitar superar impedimentos – en ocasiones relacionados con la propias las propias convicciones, o las propias libertades, con o sin miedo al fracaso, realizando gestos de valor, o un proyecto valerosos, por alguna persona o por uno mismo, y del que se es consciente, en alguna medida, que se produce mayor injusticia, a veces irreparable, en el caso de desistir y omitir apoyo. El Tao The King relaciona el Valor – honesto – con el Amor; pues existe a menudo una “teatralización” del amor o de la “amistad”, que suele ser responder más a criterios de “encubrimiento” como expresión de cobardía, destinada a conseguir el desistimiento y la sumisión aún en perjuicio grave de la persona o personas afectadas, aduciendo amistad o parentesco como vínculos propios del amor).

Así que cuando el entorno falla y no da respuestas, una posibilidad es escribir, sobre todo si lo que no se ha permitido es hablar o cuando se ha intentado hablar no se ha dado opción de credibilidad – probablemente porque quien tenemos enfrente ya se conjeturó una idea cómoda que le complace, o “profesional” (o en base a prejuicio) – y consiguientemente “ya lo sabe todo” sobre las circunstancias de quien tiene “enfrente” por lo cual abrevia, es familiar o “profesional” atareado, y va directamente a “su solución” (imponer su solución); y por lo general, el simple hecho de “no dejar hablar” y no “atender” a quien habla suele haber sido el origen inicial del problema que se pretende volver a resolver por el mismo medio de no dejar hablar.

A veces son situaciones puntuales y otros casos situaciones reiteradas. Es posible que la literatura naciera para ensalzar los hechos épicos de héroes míticos e impregnar con ellos el imaginario de las sociedades para darles cohesión y confianza en el presente y futuro (porque en el pasado o presente reciente, ya hubo quien se enfrentara a las injusticias y “acabara con todas ellas” estableciendo la sociedad perfecta y complaciéndonos todos de ello). Pero también es una herramienta a la que se acude cuando otros medios de comunicarse han podido fallar. Así se concibe que los jóvenes puedan iniciar un “Diario Personal” donde ir expresando aquello que su entorno inmediato rechaza oír, o no están dispuestos a escuchar, o cuando parecen que lo hacen “imponen sus soluciones” que a veces ni siquiera a ellos les valieron en su día - y que suelen ser reflejo, esas soluciones, de lo que es “aceptable” en el entorno social y que a veces se expresan como “líneas rojas” o “leyes sociales” que, en ocasiones, ni ellos mismos respetaron. Mostrándose así como “perfectos”, en un estado de “perfección” personal que no parece tener pasado ni trayecto hacia esa pretendida perfección que sirva de ejemplo a quien lo solicita – es síntoma de verdadera falta de compromiso en la empatía. El problema de los “Diarios Personales” es que a veces caen en manos de esos mismos que se conciben como “perfectos” y que en ocasiones, por temor a perder el “control” sobre “el otro”,  acaban invadiendo esa “intimidad personal” e incluso usarla contra su autor – frustrando un intento legítimo de “ir ordenando” la propia vida y sacar las propias conclusiones. También se halla la posibilidad de escribir Novelas donde impregnar los sucesos o experiencias que afectaron por una u otra causa y que usando de ciertos recursos literarios – como cambiando ambientes, fechas, y nombres de los protagonistas – poder expresar situaciones que fueron dolorosas y así hacer posible una especie de “alquimia” en la propia alma que lleva a desprenderse del dolor sufrido. En estos términos he escuchado expresarse a algunos escritores – algunos dedicados al periodismo – cuando señalan que escribir les resulta esencial para “mantener su propia cordura”. Así también se concibe la poesía, e incluso la pintura o la escultura. Desde el Renacimiento vemos a pintores usar de “recursos”, de excepcional ingenio, para mostrarnos simbólicamente o sus convicciones o su opinión respecto de ciertos personajes contemporáneos de su sociedad. Lo hacen de manera simbólica porque de otra manera más explícita, tal vez, no les sería posible por verse abocados al acoso, al arresto, al juicio y tal vez a la cárcel o la pena de muerte.

De estos personajes que consideramos artistas se pudiera concebir que todos empezaran por aprender a describir, con el mayor “realismo” posible, su entorno (aprender a realizar una descripción literaria que permita crear una imagen en la mente del lector, como si estuviera viendo un cuadro de Sorolla sería un éxito inicial, en un primer paso, que luego se podría usar para describir otro tipo de escenas sociales, desarrollando así una habilidad literaria. O cuando un pintor aprende a reflejar con tal realismo una escena cualquiera, pero más aún si contiene un personaje humano, que hoy en día no supiéramos si se trata de una fotografía… desde luego es un éxito que luego le puede permitir adentrarse en otras formas de expresión que le lleve a resaltar hechos sociales de gran transcendencia por medio de recursos aparentemente simples e infantiles…pero de gran capacidad de impacto en la sociedad que suele saber apreciarlo, sin por ello comprometer al propio “observador” – u “observadores de la obra” – cuando de lo que se trata es de representar tragedias que polarizan a la sociedad).

 Ese debiera de ser un objetivo esencial de la formación escolar, aprender a “obtener” habilidades personales que puedan destinarse a la expresión (considerada artística pero que en realidad es y sería mucho más que eso y estaría destinada a concebir y asentar recursos personales, no solo de destreza y control psico-manual, sino que permita el desarrollo de alternativas de expresión cuando la sociedad, por alguna causa, censura la expresión directa del lenguaje donde relatamos – consciente o inconscientemente - lo que hemos visto, vivido, o sentido o entendido en un contexto determinado). Por eso se puede concebir que facilitar el acceso a ese tipo de expresiones, desde la infancia, resulta esencial y no parece que se debiera abandonar o incluso suprimir sin haber sido bien explorados e incluso persistir en ellos con la misma diligencia y tolerancia durante todo el proceso de formación.

 

Alguna persona que se halla dedicado a la enseñanza desde los  20 años y tenga la carrera de Filosofía y Letras, y se halla comprado lo que pareciera una enciclopedia del arte pictórico, donde aparecen todos los autores históricos y relevantes – como signo y seña de su capacitación profesional y adhesión a las Artes, - pero no es capaz de, ni si quiera intuir, que la figura de rostro de hombre que Goya difuminara en frente del retrato de una mujer (La Lechera de Burdeos) fuera la manifestación del “pensamiento”, y lo atribuyera a que Goya tuviera que reutilizar lienzos y aquel rostro femenino procediera de un proyecto “abortado” que no quedara convenientemente ocultado en el objetivo final de la obra que se exponía en una sala de exposiciones de la ciudad. Resulta un modo grafico de mostrar como esa persona improvisa para “resolver” una evidencia que requiere sensibilidad y hasta un mínimo de empatía para comprender lo que intentaba transmitir Goya; para suplir su “carencia” propia llega al extremo de imputar a Goya un “fallo” técnico al realizar la obra  (para ella, si algo no comprende, el “fallo” es del otro, y si hace falta del mismo Goya; ante una explicación de una Licenciada como ella, a sus alumnos o sus propios hijos, extraerían la idea de que el pobre Goya sería tan pobre que reutilizaba los lienzos; y además no tenía el suficiente conocimiento técnico como para cubrirlos y prepararlos).   

 


Parece obvio que cuando confirmara su craso error, por sí misma, pusiera más atención - en atender y comprender los mensajes simbólicos que forman parte de todo arte, pues se requiere una “sensibilidad” de la que parece ser esa persona careció o abandonara. La precaución sería la de usar su buena memoria para memorizar lo que contuviera cada museo, cada edificio monumental, o cada obra de arte antes de presentarse en una visita con sus alumnos; y como hiciera en la Universidad, hacerse pasar, gracias a la memoria, por una profesional con conocimientos y sensibilidad artística que a la postre no parece poseer. Lo importante para entender a esta persona no está en cómo rectifica – memorizando conceptos y expresándolos como maestra o profesora, y que ello le pudiera salvar la situación profesional, como de hecho se la salvara – sino en cómo reacciona ante lo que “desconoce” por falta de sensibilidad y empatía – que es lo que señala el relato del comentario traído al efecto – y la falta de empatía la podría suplir ante los alumnos, porque siempre hay más profesores o están las familias, pero ante sus propios hijos le resultaría imposible.

Difícil entender que una persona así pudiera atender y encauzar las sensibilidades de sus más cercanos y menos si estos precisaran expresarse sin causarles así un serio problema – porque probablemente lo que leyera al respecto y pudiera memorizar para sacar excelentes notas en la Universidad fuera incapaz de revertirlo en conocimientos que le permitiera establecer un tránsito o ruta entre el problema y su solución efectiva; por lo que es posible concebir que simplemente se dedicara a “señalar” los problemas de cada cual, “sabiendo” desde donde proceden – en simple teoría memorizada – pero incapaz de realizar ese tránsito hacia la solución; concibiendo o asentando, probablemente, una idea de que existen los “perfectos” y “los que no lo son”; trasladando ese mensaje por donde fuera e incluso a su propio entorno inmediato e hijos que sufrirían, por un lado carencia en apoyo emocional y por otro una potente visión de perfección en su propia madre – lo que podríamos equiparar a la idea de que, esos niños, hubieran vivido toda la vida en vez de en una familia en una Institución impersonal del Estado; el tránsito a la solución de un problema, no puede separarse “en maneras y formas” para conseguir un final feliz.

cualquier “artesano” - que idea, proyecta y construye un objeto útil (de cualquier naturaleza, desde “una silla”, hasta una empresa) puede tener más “sentido de la realidad” que personas como esta, y que pudieran ser muchas, desde el empirismo de un conocimiento, solo aplican lo que “otros dicen” sin haber reflexionado nunca profundamente en ello – y si les dan un manual de protocolos mejor que mejor (así aseguran un “igual trato para todos” y se quitan “responsabilidades” ante un resultado adverso). Desde ahí concebir que este personaje es incapaz de intuir que cuando se realiza una fotografíaya con más de 30 años de edad y con hijos, y dos matrimonios acabados cuyos maridos fueron aficionados al cine y la fotografíase debe de centrar los personajes que pretende retratar - no solo podríamos estar refiriéndonos a una persona con evidentes déficits en lo que pretende mostrar socialmente como capacitación profesional, sino probablemente también en el resto de aptitudes por las cuales “comprende” el mundo que le rodea bajo una supuesta aptitud Universitaria y que suple mediante una buena memoria – memoria que como herramienta tanto se puede usar para bien o para mal, según convenga. Tal vez, o lamentablemente, lo único útil que considerara de las aficiones a la fotografía y el cine de sus maridos fuera, simplemente, ser el centro y protagonista de las mismas. Y que suele ser rasgo y componente esencial que si se asocia con la falta de empatía (a la hora de hacer daño incluso a su propio hijo), nos pudiéramos acercarnos a la idea de sadismo; y ello es la definición de un psicópata (de los cuales, hace relativamente poco tiempo, se aseguraba en una entrevista de RNE R5 que se hallaban por doquier en la sociedad y sobre todo en puestos relevantes y exitosos; por lo que cabría reflexionar sobre qué tipo de sociedad estamos construyendo y a quien sirve y es útil que así sea).  

Desde esta visión desalentadora, la “despersonalización” en los procedimientos y aplicación de los pretendidos conocimientos en la educación, ante los evidentes fallos en detectar y remediar situaciones como esta señalada, y que nos hablan de Institucionalización, nos estaríamos acercando, cada vez más, a esa idea de ficción por la cual sean las máquinas y algoritmos los que acaben planteando nuestro destino en cualquier ámbito de nuestra existencia – es decir: las computadoras. (El problema de la des-personalización en el trato parece grave. El teniente coronel Dave Grossman en su libro "On Killing", sugiere que el entrenamiento militar crea artificialmente despersonalización en los soldados, suprimiendo su empatía y así hacer más fácil matar otros seres humanos);

 

El problema se halla en concebir que personas con titulaciones Universitarias son garantías de “saber y conocimiento” – ello no es una regla de tres directa, como les parece a muchas personas que en ellas buscan referencias – por lo general se ha procedido a “descalificar” opiniones de personas o tareas realizadas por estas en base a ese “prejuicio” por el cual se les señala carentes de formación y por ello su opinión es desdeñable, a pesar de las evidencias y los resultados.  Sin embargo, los pequeños éxitos de gente “anónima” hasta los grandes cambios sociales que concebimos como logros sociales, suelen tener en común estar basados en sencillos pensamientos e ideas, al alcance de cualquiera que se atreva, o se vea en la necesidad de reflexionar por sí mismo y aplicar “sentido común” sin más propósito que el brindar apoyo a una situación dada. Y ello es una cualidad, o valor, que puede aparecer transversalmente en cualquier persona y de cualquier condición (salvo que prevalezcan visiones elitistas, y consecuentemente excluyentes).

Un ejemplo de envergadura pudiera estar representado en la película The Post conocida en España como “Los papeles del Pentágono”, donde  Katharine Graham, pese a haber cursado periodismo, es “apartada” al papel de “ama de casa” cuando su padre confía la dirección del periódico a su marido en vez de a ella;  propietaria del Washington Post   a la muerte de su marido y editora asumió responsabilidades nunca previstas para ella – teniendo dificultad en ser aceptada y/o tomada en serio por sus colegas, colaboradores y empleados masculinos para que la tomaran en serio; hasta el punto de tener falta de confianza y desconfianza en sus propio conocimiento; sin referentes femeninas que ocuparan un cargo de similar naturaleza, acabó siendo ella misma referente  generando cambios de actitud ante la situación de “conflicto moral” que le planteaba ante la Guerra del Vietnam al haber conocido y tratado “como una mujercica de su casa” a las figuras más relevantes y decisivas de EEUU, y conmocionarse ante el hecho de que hubieran mentido sacrificando a miles de jóvenes estadounidenses: “Estamos para informar; e informamos del pasado, que no pone en peligro la vida de nuestros soldados en el presente”. “Todos quienes apoyan económicamente al periódico saben que nos dedicamos a esto” y decidió publicar los “Papeles del Pentágono” en medio de un entorno que no solo la presionaba en sentido contrario  - incluida la Presidencia de Nixon - sino que además “cuestionaban” su capacidad y sus decisiones por el hecho de ser mujer. Aquella decisión, que le llevara a presentar a “su público” los “Papeles del Pentágono” revelaría que el conflicto fue “construido” entre EEUU y Vietnam para involucrarse en una guerra y que se basaron en falsos informes que relataban agresiones inexistentes, bajo el criterio de sostener una  teoría del Dominó que irían destapando una trama de mentiras destinadas a persuadir tanto a la ciudadanía como a los dirigentes políticos de que la intervención era necesaria. Lo que realmente resulta relevante de la historia, además de la heroicidad que supone sobreponerse a tal presión y de tal magnitud y prejuicio, es que en la misma se relatan los elementos precisos para generar un conflicto, están presentes y salen a la luz.  

 

Los conflictos personales, interesados, siguen similares pautas y parámetros que vemos en este conflicto porque resultan eficaces y suelen “destaparse” una vez que han pasado muchos años (si es que ello llega a suceder) y solo aparecen con cierta nitidez a los “ojos sensibles” de quienes se acercan sin dejarse llevar de prejuicios descalificantes. Para mí existe un paralelismo con la situación cercana que vengo expresando que no puedo eludir en reflejar las semejanzas. (los “controles” y “percepciones personales” sobre veracidades y falsedades, suelen ceder fácilmente ante los prejuicios – ya sean positivos para dar credibilidad, como negativos para retirarla, si se sostienen desde el mundo de la política o/y la ciencia).

Sobrevive el criterio de que lo que consideramos “bienes” (materiales o inmateriales), que podríamos tener o tenemos a nuestro alcance, son limitados o están en peligro en determinadas ocasiones de manera permanente.  Se concibe que los bienes son limitados hasta el punto de que las sociedades se peleen por ellos y se haga legítima la pugna (incluso así se conciban en ocasiones las guerras). Se hace posible entender que se instaurara la idea de que Todo lo que existe en la Tierra (al ser la misma Tierra un espacio físico con límites) es finito” y por ello, en alguna manera, es legítimo pelearse por sus territorios, por sus recursos, y en definitiva por los “bienes” que en ella existen; haciendo posible, en ocasiones, que dado los excesos aberrantes e inhumanos que se observan en esas peleas o guerras, acabara por nacer reflexiones sobre “guerras legítimas e ilegítimas” y a la vez se realicen tratados para repartirse el mundo (desde el descubrimiento de América, entre España y Portugal, pasando por el reparto de África auspiciado por Bismark, como acuerdos posteriores de Chamberlain, así como organizaciones como la NATO o la ONU  – para intentar evitar guerras, que acabarían “imposibles” de evitar; porque a la definitiva, lo que se acuerde en una mesa puede ser derribado por la “habilidad diplomática” – con sus intrigas y conspiraciones -  para que las “normas y las leyes”  concuerden con los intereses de quienes ostenta la mayor fuerza” - y por ello “se salten” tratados de paz y acuerdos internacionales en busca de un nuevo equilibrio que al menos asegure el propio liderazgo por otro nuevo espacio de tiempo (del propio “imperio” que por su capacidad de fuerza impone sus condiciones) que tras una demostración de fuerza y habilidades de inteligencia de esas dimensiones y versatilidad – hacen posible enfrentar a unos contra otros – haciendo “sumisos” a todos los demás. 

Cuando se concibe así la existencia, dentro de un mundo de “recursos limitados”, se suele argumentar que lo que no “poseamos nosotros” lo “poseerán otros”, o que si “otros van poseyendo y acumulando lo hacen en detrimento de nosotros”. Es una idea muy potente – sobre todo cuando se vincula con la vida cotidiana de las personas – pues, a falta de referencias de lo que para un Imperio (o un poderoso) significa “ampliar territorios” o “imponer sus criterios políticos y económicos” (“visiones políticas” que los justifican en base a la idea de seguridad), la gente común suele “enlazarla” con la única idea que tiene cercana: las “pertenencias de naturaleza personal”, haciendo “creer” que la riqueza y progreso del “vecino” puede ir en detrimento propio. Concebir el mundo como fuente de riquezas (y bienes) limitad@s facilita la idea de competir y rivalizar por “poseer”. Desde ahí concebir la envidia (anhelar bienes de otros) también parece fácil; “hacer concebir o estimular la envidia” y con ella el “deseo y la ambición” de “posesiones y riquezas” es un camino que no tiene fin en los males que trae. Los legítimos bienes son los que se consiguen por medio de nuestro esfuerzo y trabajo – por eso cuando un joven trabajando y estudiando a la vez adquiere bienes propios (una bicicleta, ordenadores, una moto, una mesa de dibujar, propia ropa,…un calzado que le gusta…) – está aprendiendo a construir y edificar su propia vida bajo unos valores “sanos y honestos”, por lo que ante una adversidad (si le roban la bici, por ejemplo) siempre ha de ser apoyado y restituirle el ánimo, porque el camino es el correcto y no merece censura o regaño si no acompañamiento en la reflexión, apoyo y si es posible “compensación”.

También existe y convive con nosotros el principio de “legitimidad” política que asegura que, ante una situación de vulnerabilidad en la que se puede “obtener beneficio”, “si no lo tomamos o apropiamos nosotros, otros lo harán”; es un argumento muy perverso, que da pie a otros males. En la peli de “Pretty Woman” alega el rico protagonista que su afán por enriquecerse “aniquilando empresas” naciera de un problema con su padre y justifica seguir haciéndolo porque “siendo vulnerables, si no lo hace él lo hará otro”. La moraleja de la peli viene por la influencia de la “chica guapa” (que da título a la película) que con su afecto permite cambiar la percepción de “hacer negocios” y utilizar sus conocimientos - en destruir empresas – y reconvertirlos para salvarlas y seguir creando riqueza real y no especulativa (tarea mucho más compleja y a la vez más meritoria a los ojos de cualquiera).

 Cuando una persona concibe que le resulta muy fácil engañar o seducir y sacar provecho de ello, e inicia esa senda y actitud vital que pudo aparecer y aprender “accidentalmente” (por lo que lo considera un “don” propio, a su alcance, como caído del cielo en forma de bendición) suele usar del mismo argumento para justificarse (si no le “robo” yo – en su integridad o dignidad - seguro que lo hace otro – seguro que así espabila, en el fondo le hago un favor; además si ven como “engaño y me porto mal” incluso con quien fuere y nadie me llama la atención y sigo por la misma senda y nadie se atreve a ponerme freno pese a las consecuencias, en alguna manera intimido y eso es una “forma de poder” a la que podré ir sacando rédito).  Incluso el ladrón callejero piensa de igual manera ante la potencial vulnerabilidad de una víctima: “¡¡¡Qué fácil!!! Resulta irresistible, no hacerlo sería un “desperdicio” porque otro lo hará”. Desde esa misma visión se puede entender que en etapas formativas, e incluso universitarias, algún “profe” se apropie de ideas de alumnos desde su posición de “dominancia” y use estrategias de “persuasión” en el entorno para hacerlo invisible o incluso “opacamente” justificarlo (de hecho salió un ley al efecto y supongo que se haría por las irrefutables evidencias de que ello era un hecho real – otra cosa será si la ley hace posible restituir el derecho o se convierte en una barrera infranqueable que beneficie al oportunista). Y si es posible que se dé en el mundo de la Docencia y Universidad porque no concebirlo en el de la política, aun con más “argumentos legítimos”, pues en ese ambiente se asegura “defender los intereses generales de todos”. Esas visiones permiten concebir  y “aceptar” que si un grupo de jóvenes que se organizan para hacer actividades y se ven “vulnerables” en su ingenuidad es legítimo controlarla, “sembrar el caos” o destruirla, según interese.

 Desde ahí concebir que se puede ir más allá y apropiarse de bienes, trabajos e ideas de otros resulta sencillo si se está en la posición adecuada y rodeada de la gente oportuna (son los ladrones de guante blanco – si lo que roba es dinero por medio de ingenios económicos - o de guante negro si el objetivo es político, porque daña lo esencial de la democracia y convivencia).  

En mi país existe “capacidad y eficacia” para aplicar sistemas y métodos para generar conflictos de esta naturaleza afectando a la propia sociedad y a las familias, haciendo posible y justificando “una visión de educación preventiva” transversal cuya justificación o aceptación del castigo y violencia se observa o como inevitable o justificable o método adecuado, desde las familias de obreros y trabajadores hasta llegar a la sociedad acomodada - y que en casos más extendidos de lo que pudiera parecer como aparente reducto retrogrado - defiende el uso de la violencia expresa, física y emocional, en la crianza de los hijos (a veces provocado por el propio miedo que la propia sociedad transluce y otras para que se “adapten” a lo que les espera). Y ese criterio se mantiene pese a la existencia de leyes que lo prohíben (incluso profesionales de la docencia lo usarían en público con sus propios hijos ante la “admiración” de un entorno que, aunque sorprendido, se muestra pasivo). 

Existen métodos de enseñanza que permiten “equilibrar” la actividad escolar y extra-escolar, evaluar sin “etiquetar” y centrarse en las potenciales capacidades de los alumnos para generarles una visión amplia del mundo en el que viven y la sociedad a la que pertenecen, y desarrollar todo ello en un constante esfuerzo de “equilibrio” que hace posible que se produzca un “proceso de maduración” y ponderación de la realidad social que nos circunda; hemos tenido a nuestra disposición recursos transversales para ello. Sin embargo, parece ser, que uno de los obstáculos pudieran observarse en la subsistencia de una visión elitista de la enseñanza (no todos, solo los mejores y bajo ciertas condiciones de sumisión) y en ocasiones en las propias familias; haciendo posible que el castigo y la violencia siga sobreviviendo en las aulas, convirtiéndose en un condicionante de la vida educativa (que pudiera alegar, tal vez, que ello aporta una visión más realista y fiel de la sociedad que a todos los alumnos les espera). Ello no es un “accidente” insalvable, pero probablemente resulta más cómodo “para todos” aceptar que la vida es “violenta” en potencia y que hay argumentos, como los expuestos que las hacen cotidianamente “legítimas” y que por ello, el que se muestren y “experimenten” violencia en los procesos educativos (institucionales o familiares) o en la Universidad es una manera eficaz de mostrar la realidad de nuestras sociedades y ello, en sí mismo, “es positivo” porque justifica el proceso de “selección” que forma parte de la visión “elitista” que se constituiría desde que la Ilustración se instaurara y se orientara para fortalecer los Estados y encararlos hacia la modernidad desde una visión que a la postre sería, y se muestra Darwinista (desembocando en ideas que harían posible las mayores tragedias posibles en el s. XX). (en el caso de la madre no hay duda en su referente darwinista).   

Los males que traen esta concepción violenta de la educación y de nuestra sociedad son visibles y ya he referido a ellos en anteriores artículos. Quienes persisten en que el “formato de violencia existente” debe de permanecer “habilitan” recursos para “bloquear” las posibilidades de “salida” que una persona pueda intentar realizar para trazarse un camino y superar las consecuencias de lo vivido. La evidencia de los males causados en personas tratadas o educadas bajo estos principios de violencia llevarán, tarde o temprano – por lo general a determinada edad en la que se inicia el tránsito a la madurez (sobre los 20 años) – a mostrar los evidentes signos de un maltrato extremo sufrido, en soledad y sin amparo alguno. Parece obvio que quien ha generado esa circunstancia es consciente de ello, pero ante la disyuntiva de tener que reconocerlo y rectificar (que le obligaría a reconocer como causa la propia violencia ejercida en el proceso educativo familiar) se busca a otros responsables de cara al “escenario social”, y de cara al “afectado” se le presenta como “enfermo incurable y responsable de su propia condición” a causa del evidente carácter que en ocasiones muestra como malhumorado ante lo vivido. Cuando el ambiente terapéutico observa que las circunstancias del entorno del paciente dificultan un trayecto a la recuperación suelen proceder con el criterio de los mismos centros educativos: "Es carne de cañón", y la etiqueta cae y con ella un prejuicio social asociado.

Salir de esa circunstancia  es realmente difícil, por lo que cuando los caminos parecen cerrarse no queda otra solución que expresarse  (y si no han atendido y no han escuchado en el entorno terapéutico, porque el “ruido” familiar, que usó de la violencia educativa en el seno familiar, no lo permite, por medio del uso de la manipulación, la exageración, e incluso de la mentira o la construcción de informes falsos, toca escribir y hablar y mostrar los propios recuerdos vividos; expresarlos y aprender a expresarlos hasta que la propia “visión” se torne transparente para sí mismo y permita “entender” y comprender qué es lo que realmente sucedió, en un proceso continuo de aproximación a la propia verdad; iniciando así un proceso para despegarse de una “verdad poderosa e intimidatoria” construida para ser “atado y amordazado” como persona).  

Si somos capaces de comprender que el solo hecho de intentar acercarnos a la “verdad” de lo que pudiera haber sucedido el 23F hace 40 años sigue siendo (como hemos visto recientemente) un problema que tiende a cambiar la percepción de lo que creímos o se ha transmitido, por su complejidad y consecuencias. Es natural suponer que el relato de una persona sobre su propio pasado (sin usar los recursos que otros que se especializaron en la literatura usaran para describir situaciones vividas en primera persona – como cambiar fechas, ambientes, personajes… para librarse de esa “carga” - y que  Katharine Graham, gracias a poseer un periódico pudo librarse de la misma de manera literal afectando al devenir de una guerra, haciendo posible su fin) lleve a la perplejidad e incredulidad en unos y en otros temor y alarma, al haber participado o permitido que lo adverso sucediera; pero en otros muchos, espero, causa claridad y evidencia.

Los procesos de intentar expresar lo vivido escribiendo (agotados otros recursos, que evidencian o negligencia, o incapacidad, o falta de valor en el ámbito profesional) siempre son dolorosos; así lo expresa. Es un laberinto de emociones que no solo cuestan expresar con exactitud y precisión, sino también de recuerdos (algunos de ellos afectados por los diálogos y opiniones de los mayores y de su entorno familiar) y todo ello  se tiene que ir procesando y con el tiempo depurando para adquirir mejor visión.

Es natural recordar a los primeros amores y novias, porque para muchas personas son el primer referente de verdadero cariño y amor, y que por lo tanto rememorar el descubrimiento de que “eso sí existiera” pese a lo vivido hasta entonces.  Es sorprendente, por el contrario, que ante la exposición de haber recibido abusos en la guardería (y cuando eso se manifiesta, en este caso hacia los 11 años, el entorno familiar lo niegue, en este caso la madre, para luego decir que si le habían abusado sería porque el abusador también lo hubiera sufrido… RESULETO, sí, pero solo para ella). También es lógico que sobre esa misma edad que se empieza a atreverse a expresar las personas sobre lo que ha vivido se pida ayuda – en este caso a la “tía” - que con su marido seguía teniendo relación con la madre a pesar de que esta ya hubiera mostrado sus formas violentas y degradantes en la separación previa de su marido, aludiendo el marido de la tía que seguía visitándola “por los chicos” – y el niño les pidiera ayuda porque le pegaban mucho en casa - en una ocasión tres días seguidos - y la señora tía hiciera una mueca y se abstuviera de socorrer convenientemente con valor, empatía y un enérgico gesto de reproche y advertencia a la madre – ya que se aseguraba que la razón de las visitas a semejante “monstruo” era en razón de los niños (a la postre se ve que fuera mentira).

La visión de la sexualidad de la juventud para nada se expresa tal y como mi persona la conoció y la vivió, pero sabemos que a veces, los entornos maternos propician las salidas de los hijos con un grupo heterogéneo de mayor edad (pensando que así maduran antes, probablemente porque los criterios de maduración, así concebidos, se basan casi exclusivamente, en que la sociedad gira en torno a la sexualidad) – en este caso desde los 12 añostal vez 10 como sorprendentemente se asegura - a discotecas “para que sepa qué es la vida” - como también sabemos que sería similar criterio el que daría lugar al juicio por una fiesta organizada con alcohol y bebidas por una de las madres – donde dejaron solos a chicos y chicas de entre 12 y 15 años – parecían todas de acuerdo en “hacerlos mayores” con el resultado que se vio.

De ahí que exista presión para que se ceda en plasmar lo vivido; de que se sugiera que desconfíe de su padre; y de que le digan alguno, desde su posición de “amigo” que no se cree nada de lo que escribe y que desconfíe de su padre porque seguro que es un paranoico  (creándole así dudas y conmoción a superar) sin reparar aún en los vínculos que mantiene este “amigo” con el entorno materno. Es lo que tiene no concebir la utilidad de la “maldad” o “malicia” - y por ello se tiende a olvidar que el “amigo” se pudiera poner en contacto con el padre, el día de Ibiza, sin conocerlo más que de vista una vez, para decirle si conocía la situación del hijo (con lo que ello supone de dificultad para localizar una persona por internet; por lo  que es de suponer que recibiera sugerencia del entorno materno aquella tarde noche). Resulta obvio que más conociera a la madre y tal vez a hermanos también, y a ellos se dirigiría en primer término, es de suponer, y estos le “recondujeran” – después de justificar que nada harían por hijo o hermano – y el argumento “calara” en esa joven persona considerada “amigo”, dejando a la postre de horas de mensajes sueltos; pero a la definitiva dejaría al amigo “tirado” y justificando ello en una situación del pasado que hacía referencia a una novia del chico) – con amigos como este no se precisan enemigos.

Al olvidar la “utilidad” o las consecuencias de la rivalidad propia del egoísmo – y de la maldad que sobreviene para ocultarlo a la sociedad -, se olvida a veces, las consecuencias, porque siempre las hay – cómo fueron los abuelos implica observar las circunstancias vividas también por ellos (que el abuelo tuviera una familia “paralela” – y ello llevara a la abuela a conducirse como se conducía; sin saber hasta el momento el porqué decidiera la abuela y bajo qué circunstancias, decirle que como nieto primogénito él recibiría las herencias de los abuelos (porque así eran las leyes catalanas – cuando le realizaban visitas aún en el Instituto); tal vez ya se detectara que el nieto iba pidiendo ayuda o comentara para ser apoyado y entender el porqué de la violencia familiar y optaran por esa futura compensación “para que aguantara” (recurso propio de padres y madres quienes se sienten culpables y son conscientes de que lo que fuere no debe transcender) sembrando así diferencias entre los hermanos y postreras rivalidades que tarde o temprano aparecerían, al centrar la existencia y la resolución de los problemas mediante posesiones materiales y las reclamaciones “legítimas” sobre ellas, en vez de lo que el nieto pidiera: Basta de violencia; pero la respuesta fue “no actuar” y “añadir más caos al caos”.Así se puede entender cómo, en la adversidad y ante las trabas sufridas, reclama igualdad de condiciones y trato, incluyendo peticiones de apoyo económico, pensando que la solución se halla en esa esfera, porque “fuera lo prometido en su día para aguantar”. 

Con todo ello, (y lo que se vaya describiendo) se ha de manejar para salir adelante; además de tener que ir sorteando las zancadillas para evitar que se exprese  a pesar de haber construido una muralla en contra de su credibilidad desde hace años, para protegerse a sí mismos. 

Recordar los trabajos que se realizaran con éxito es una manera de “reforzarse” al alcance de todos - uno que pusieran un 10, y que parece que vino en momento oportuno, tal vez en un momento difícil de los muchos que parece  hubiera. Se refería a un trabajo sobre el suceso de Palomares. Es obvio que describir sucesos y relacionarlos acertadamente, sin necesidad de expresar una conclusión clara – para dejarla al ámbito y criterio del lector – es un objetivo de cualquiera (porque esencialmente no tenemos alcance todos los  elementos para sacar conclusiones plenamente acertadas – como dijera Humberto Ecco adquirir conocimientos sobre un hecho determinado es como ir construyendo una escalera; cada peldaño sirve para acercarse más y más, y una vez alcanzada la escalera ya no resulta útil, y normalmente no sirve para otros; suele ser un “recorrido personal” que responde a un “itinerario interior”).  El profesor pidió que dieran opinión y se mojaran, no siguió la pauta, pero parece ser que la exposición que realizara consiguiera el mismo efecto; por eso ha intentado recuperar ese trabajo, como otros muchos, pero no ha tenido éxito en ello.  Resulta mucho más difícil realizar la misma tarea cuando se involucran sentimientos y emociones duras que han de aprenderse a expresar; ello implica un revivir, que suele ser, inevitablemente doloroso.

Como decía Descartes, de lo que nos fiamos es de nuestros sentidos. Así que establece un procedimiento científico, al alcance de cualquiera que los use, para ver todo lo que nos rodea y alcanzar un conocimiento consensuado. Siendo acosado Descartes, en su época, como muchos otros, por describir la realidad física por medio de los sentidos – y esta comprometer los valores del momento –, tuviera que admitir, ante el acoso recibido y el peligro de comprometer su vida, que a veces estos nos engañan y acabaría por reducir el concepto de existencia hasta expresarlo en una sencilla frase: “Pienso, luego existo”.

Pensar que los recursos que existen para asediar a una persona y no dejarle expresarse es una cuestión legítima del presente, porque en el presente “ya lo sabemos todo y nos hemos librado de las supersticiones” es una ingenuidad (los intereses particulares persisten, a veces perniciosos por sus consecuencias terribles, que prevalecen, de similar naturaleza y argumentos de fondo que a aquí se señalan, y que siguen persistiendo porque son capaces de “asediar y acosar” a quien los cuestione, sumando apoyos desde el ámbito del prejuicio – a veces por temor a reflexionar sobre la magnitud de las tragedias, siendo más fácil aceptar “cosificar” –  porque el elitismo y darwinismo subsiste entre los responsables de los Estados).

Es evidente que no me quedan motivos para sustentar un buen concepto de la madre y a estas alturas y ya sin paliativos  la considero una “criminal” “de facto”. Ha tenido tantos “recursos” a su alcance, tanto apoyo de gente “oscura” - que hablan con discursos de “amor” en las redes - con “aliados” que también se me antojan “oscuros” en puestos que determinaron el devenir hechos mucho más “oscuros” si caben, y ya narrados - que no puedo por menos que “señalarla” y devolverle la “cosificación” como lo que parece que realmente es, ahora sí, como psicópata (narcisista/sádica) plena y temerosa de ser consciente plenamente de ello (así se concibe, porque cuando ello manifestara en mi blog, la primera vez, como posibilidad, hiciera ella el paripé, de irse corriendo a un psiquiatra, tal vez privado, aunque es tan agarrada que lo dudo, para que en un discurso de una hora o 20 minutos, contarle sus penas y obtener un papelito o un testimonio que respalde que está “sana”- como le dijera al hijo: “Me han dicho que no estoy loca” – eso sí, después de treinta años conduciéndose como se ha conducido. Hay que recordar que también realizó en la Universidad actividades para hacer obras de Teatro y que recientemente, antes de la pandemia, volvió a ellas (según narra).

 Todo esto no se puede concebir sin el sustento y apoyo de uno de sus amigos de muchos años, como así lo presenta; llama la atención de que este mismo personaje “usara” – y presuma de ello ante un hijo que no es suyo, como el braguetazo de su vida – de haber utilizado a una señora, saliendo con ella y presentándola como novia, para conseguir el empleo en la Caja de Ahorros y luego, inmediatamente aprobado en su puesto, la dejara tirada el mismo día que lo celebrara con ella, a solas, y una botella de champán. Mi madre le dijo: "Si yo soy ella, te doy con la botella en la cabeza"oí la conversación siendo niño. El recurso al sadismo es evidente. Ya jubilado, y lejos de esta ciudad, aun recibía llamadas de la madre para que fuera a apoyarle frente al hijo “rebelde”. Un  personaje que no dudó en desplazarse a la Universidad Laboral para decirle a un joven de 14 años que su “padre había matado a su madre” - y tuvimos que contenerle al llegar a casa, en el pasillo, porque iba a agredir al padre.  Probablemente su conciencia no le dejara vivir y para “lavarla” arremetió contra un muchacho y así sembrar discordia hacia el futuro (todo un ejemplo de honradez) - ante una situación que “se veía venir”  y que, como siempre, este personaje, cuando intervenía lo hacía siempre a traición, por la espalda y con violencia extrema, la última vez que supe de él fue que habían ido a visitarle, tenía la casa revuelta, por lo que supusieron que había roto con la nueva compañera y “seguro que le habría calentado” aseguraba la cuñada casi conteniendo la risa (no es de extrañar que cuando el hijo le dijera a esta señora que le pegaban mucho en casa hiciera muecas y se desentendiera – es obvio la naturaleza del entorno familiar, donde la violencia es el pan nuestro de cada día, que los problemas de conmociones en los hijos aparezcan con frecuencia – aún así ninguno piensa mínimamente y todos le echan la culpa a esa maldición que les persigue: La enfermedad. Así se entiende que el entorno familiar le sacara la cara a ese violento, y la madre, que de vez en cuando explota con argumentos feministas para defender así su “condición, dignidad y derecho”, sigue considerándolo una buena persona. Es de suponer que considera la madre, y el resto de la familia de ese entorno, la violencia como un instrumento “legítimo”.

Este es el panorama con que el hijo tiene que “navegar” para salir del entuerto “emocional y moral” que le han tejido – y persisten en ello, no cejan ahora que empieza a relatar su propia visión - estos personajes familiares y otros que se presentan como “amigos”. No es lo mismo hacer frente a un trauma que a “no sabemos cuántos”, pero los personajes están detectados (y los que les acompañan en prejuicios y temores, que le rodean, también) Esperanza hay.

Es lo que hay (lo lamentable es que, además, se ponen de ejemplo perfecto, constantemente, y luego se preguntarán el por qué el mundo es como es).  

 

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