(Construcción de un escenario conflictivo (III)
(Nacionalismo como sinónimo de Libertad )
(Nacionalismo como sinónimo de Libertad )
Veamos las
consecuencias que podría traer el independentismo catalán a España y a Europa,
para desde ahí analizar la bondad o maldad del proyecto secesionista catalán.
Si Catalunya se
separara de España, a continuación esa misma condición sería reclamada por
Euskadi. Al generarse una ruptura de un Estado de la Unión Europea tendríamos
como primera consecuencia a observar el posicionamiento que ambos nuevos
Estados observarían en el concierto internacional. Probablemente Catalunya
sería pro-continental y pro-alemán, pero Euskadi sería pro-británica,
esencialmente por afinidad con los Británicos. Británicos que han inspirado la
bandera vasca y han apoyado la imagen de héroes de los terroristas vascos ante
los ciudadanos de Reino Unido en los medios de comunicación. La posición
Británica en Europa adquiriría mayor relevancia al fomentarse en el País Vasco
los principios anglosajones. En Euskadi se volvería a plantear la legitimidad
de la violencia para liberar al Nafarroa del yugo españolista, por lo que
cedida la independencia en dos territorios, la conquista de la independencia de
Navarra traería como consecuencia un enfrentamiento civil dentro del territorio
Navarro entre pro-vascos y pro-independentistas o pro-españoles (hay que pensar que concedida la
independencia a Catalunya, los valores nacionalistas alcanzarían cotas ahora
insospechadas en el resto de territorios, ya que el criterio observado para
catalanes, una vez vista la inoperancia del Estado español en el concierto
internacional, sería reclamada por cada autonomía aunque tal vez con ciertas
peculiaridades). No cabría pensar en esas circunstancias que los británicos
renunciasen a aumentar su área de influencia en el continente fomentando
territorios que serían solidarios con sus visión diplomática, por lo que cabría
pensar un apoyo implícito por parte de los británicos a la anexión de Navarra
al País Vasco para formar la gran Euskadi - el
paso consiguiente no sería otro que el de respaldar al nuevo Gran Gobierno
Vasco en sus reclamaciones territoriales sobre suelo francés, por lo que
aumentaría la tensión independentista en Francia, algo que aprovecharía la
Catalunya independiente para recordarles a los catalanes franceses que existe
una nación madre cuya capitalidad es Barcelona. Aún así, demostrada la
legitimidad catalana en Europa, este nuevo Estado se dispondría a crecer - como ya lo ha anticipado - solicitando a
la comunidad Balear y Valenciana su proclamación de independencia y posterior
adhesión voluntaria al nuevo Estado catalán, cuyo previsible rechazo traería
como consecuencia el aumento de una beligerancia interna en los territorios
baleares valencianos y de la franja aragonesa, intentando que éstos últimos
proclamen su independencia para luego incorporarse al Estado catalán (eso sí, todos esos procesos ya no
requerirían de más trámite legal que la mera declaración unilateral). Aun considerando que Francia consiguiese
mantener su integridad territorial las perspectivas generadas en España por los
independentismos alentarían otros independentismo europeos ahora latentes que
basarían sus fundamentos de derecho legítimos en cualquiera de los esgrimidos
por los nacionalismos españoles - básicamente porque se convertiría en una
cuestión de moda.
¿Cabe pensar
que esto sería del agrado de Francia, Bruselas, Italia? Obviamente no. La
tentación de que el proceso independentista en España fracasara violentamente podría llegar a ser un punto en común dentro y fuera de nuestras fronteras.
¿Merece la pena
(y la sangre) fomentar los nacionalismos ajenos a fin de debilitar naciones o
fortalecer posiciones políticas propias, aun sabiendo que quienes las fomentan
recibirán parte alícuota del castigo infringido, en el exterior, en el propio
suelo patrio?
Toda la
secuencia de hechos que se generan son probables no en razones de premeditación
organizada y previstas, porque de ser así ello requeriría un acto de voluntad
previa que probablemente ahora no existe (salvo
en el caso catalán que ya lo ha dejado entre ver) sino que se basa en
cuestiones de oportunidad. Las cuestiones de oportunidad son aquellas que se
presentan sobrevenidas. Una cuestión de oportunidad es una cuestión de
clarividencia: se ve con tal claridad la debilidad del semejante o adversario,
que emerge, casi involuntariamente, la necesidad de aprovechar la ocasión y no
dejarla pasar de largo (por ello más que
ver maldad en los Británicos, veo cuestiones de rivalidad y oportunidad; algo
así como cuestiones de negocios; y lo mismo podría acontecer a las naciones
europeas afectadas por nacionalismos - su posición ante el conflicto español
pudiera acabar por no ser consecuente con sus propios problemas nacionalistas
por pura estrategia política. Así están las cosas).
Estamos
hablando de la nueva potenciación de los nacionalismos: Nacionalismo catalán, vasco, británico,..... Obviamente España no es en sí una
potencia mundial decisiva en el orden internacional - tal vez nuestro objetivo futuro tenga que ser mucho más humilde que el
que nuestros gobernantes se empeñan en proclamar - pero al pertenecer a la
UE nuestros problemas sí afectan más determinantemente que en el pasado, pues
ya no somos esa dictadura franquista que a todos les gustaba golpear como
causante de todos los males que afectaban a España, que por otro lado era la
vergüenza de Europa hasta el punto de considerarse África. Los etarras ya no
son héroes, y si alguna vez lo fueron perdieron sus carácter cuando empezaron a
derramar sangre en honor a una idea de patria que a estas alturas debería de
ser caduca, pero que el antagonismo catalán pretende resucitar y, no le quepa a
nadie la menor duda, el derramamiento de sangre si ha sido evaluado, por el
simple hecho de plantearse una desobediencia que ellos mismos han llegado a
evaluar como golpe de Estado - eso parece aunque no lo expliquen explícitamente
a su propio país , pues siempre es mejor aparecer como víctimas más que como
verdugos - y en ello ponen todo su esfuerzo.
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