Miguel Ángel Ibáñez Gómez - maiges_ps@hotmail.com

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miércoles, 7 de octubre de 2015

(¿Tiene Europa criterio sobre los nacionalismos?) (IV)

(¿Tiene Europa criterio sobre los nacionalismos?)

Dado el triste papel que como Estado español nos toca nuevamente ejercer en el concierto internacional y sabiendo de antemano que cualquiera que sea nuestra posición política ante el conflicto catalán y sus consecuencias seremos inmisericordemente criticados, sólo cabe pedir el respaldo internacional Europeo para mantener nuestra integridad territorial bajo el mandato de interés general Europeo. Y aunque parezca un contrasentido o un contra derecho, no bastan las declaraciones de escenario realizadas por los Presidentes europeos sino un verdadero baño - como se dice: mojarse plenamente en la cuestión nacionalista española y europea. Es decir: Coger el toro por los cuernos y obligar a todos nuestros aliados a posicionarse libremente en la cuestión catalana y sus consecuencias colaterales en aquellos foros donde las decisiones adquieren relevancia jurídico-ejecutiva.
Y allí, en esos foros, veremos a las naciones y a las ideologías y contra-ideologías manifestarse abiertamente sobre un asunto que, aunque afecte a la esfera de la cuestión interna española, por otro lado, sabemos que todos están dispuestos a opinar sobre la misma a toro pasado. Veamos cuáles son nuestros verdaderos aliados, quienes son los que realmente defienden la integridad de los Estados y veamos qué jurisprudencia generarían sobre nuestro país y sobre sus propios independentismos. ¿Estarían dispuestos a mojarse?
Las cuestiones de Independentismo asimiladas a las de libertad pueden considerarse sujetas a percepción subjetiva, difícilmente podremos alegar que el Estado de Autonomías ha dado a España un autogobierno territorial profundo e inconcebible en la historia del país; pues análogamente a la singularidad con que se percibe la intensidad del dolor, también es singular la percepción de la alienación de derechos históricos, como lo es la percepción de la falta de derechos  por el simple hecho de no ser un Estado independiente; aunque posteriormente en la práctica diaria estos derechos históricos o libertades individuales sólo tengan un eco ilusorio sobre inconsciente colectivo.
La Idea de Estado que más se puede aproximar a la realidad actual es aquella que contempla al Estado como la suma de las conciencias de sus ciudadanos y por ello el Estado es previsible en cuanto que las decisiones que toma - aquellos que tienen la responsabilidad de tomarlas - tienden a ser similares a las que tomaría cualquier ciudadano bajo las mismas circunstancias; y ello lo es así esencialmente porque nos encontramos en un Estado basado en el Derecho, marcado fuertemente en sus aspectos Sociales y Democrático. En el que existe libertad de información y esta circula entre los ciudadanos permitiendo que cada uno de ellos saque sus propias conclusiones sobre el entorno social, económico y político. Y consecuentemente tiene la facultad de ejercer el voto y elegir a sus gobernantes - incluidos ellos mismos si lo desean.
Esta definición de Estado es la que realmente diferencia a unos Estados de otros y tiene que ver con su continuo devenir histórico. Por ello la opinión sobre la resolución de un problema en España no es la misma en Francia o Alemania, por la sencilla razón de que cada Estado ha seguido un criterio histórico en la resolución de sus problemas que tiende a determinar el sentido de las soluciones futuras que va a tomar y que es consecuente con el carácter de sus ciudadanos. Por lo que, análogamente, un problema de independentismo en España probablemente no será valorado de la misma manera en Francia, ni prevenido ni resuelto de la misma manera. En consecuencia la manera en cómo los franceses puedan ver el independentismo catalán o vasco no tiene que ser consecuencia de cómo presienten los problemas independentistas en sus propios territorios, sino que estarán matizados por prejuicios históricos; y así análogamente el resto de naciones europeas. Ello señala que la UE, en cuanto a camino hacia los EEUUEE, está aún considerablemente lejos de constituirse como Estado, en el sentido de suma del pensamiento de sus ciudadanos, básicamente porque no ha tomado nunca decisiones de carácter de Estado. Por lo que ponernos en sus manos para la resolución de un problema interno no sólo es arriesgado, sino habrá quien incluso lo considere temerario. Además el propio Parlamento Europeo, representación de la pluralidad europea, está compuesto por personas o grupos que nunca han sabido lo que es una responsabilidad de Estado en su propio país y difícilmente van a adquirir esa responsabilidad para evaluar la envergadura de esa circunstancia en país ajeno. Así que de existir un foro adecuado sería aquel que contiene a los Jefes de Estado o a los Ministros de Asuntos exteriores de los países adheridos a la UE. Una resolución de mayoría absoluta sería suficiente para garantizar la integridad del Estado español desde la propia UE.
Esta afirmación y actuación actualizada de Estado poco tiene que ver con la incidencia que en el pasado se realizaba sobre su predominante carácter coercitivo, pues si bien el mismo sigue existiendo, éste carácter tiende a ser moderado por la opinión pública y en consecuencia la posible arbitrariedad que el ejercicio de ésa facultad pudiera darse tiende a ser desvelada y perseguida por la Ley. 

Por ello surge la necesidad, ante la más que probable necesidad de ejercer violencia legítima para mantener la integridad territorial de un Estado europeo, anticipar la situación a la opinión pública europea para procurar su madurez si ello es posible. Y hacerlo con humildad ante un foro que va a explicitar la visión real que tienen de un país como España; que en un esfuerzo democrático y creyendo en los valores que dice sostener la comunidad social de la UE se pone, libremente a su disposición esperando que los Estados allí reunidos se posiciones con coherencia ante el problema español. ¿Serán capaces? ¿O sólo verán oportunidades en debilidades ajenas?

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