(¿Tiene Europa criterio sobre los nacionalismos?)
Dado el triste
papel que como Estado español nos toca nuevamente ejercer en el concierto
internacional y sabiendo de antemano que cualquiera que sea nuestra posición
política ante el conflicto catalán y sus consecuencias seremos
inmisericordemente criticados, sólo cabe pedir el respaldo internacional Europeo
para mantener nuestra integridad territorial bajo el mandato de interés general
Europeo. Y aunque parezca un contrasentido o un contra derecho, no bastan las
declaraciones de escenario realizadas por los Presidentes europeos sino un
verdadero baño - como se dice: mojarse plenamente en la cuestión nacionalista
española y europea. Es decir: Coger el toro por los cuernos y obligar a todos
nuestros aliados a posicionarse libremente en la cuestión catalana y sus
consecuencias colaterales en aquellos foros donde las decisiones adquieren
relevancia jurídico-ejecutiva.
Y allí, en esos
foros, veremos a las naciones y a las ideologías y contra-ideologías
manifestarse abiertamente sobre un asunto que, aunque afecte a la esfera de la
cuestión interna española, por otro lado, sabemos que todos están dispuestos a
opinar sobre la misma a toro pasado. Veamos cuáles son nuestros verdaderos
aliados, quienes son los que realmente defienden la integridad de los Estados y
veamos qué jurisprudencia generarían sobre nuestro país y sobre sus propios
independentismos. ¿Estarían dispuestos a mojarse?
Las cuestiones
de Independentismo asimiladas a las de libertad pueden considerarse sujetas a
percepción subjetiva, difícilmente podremos alegar que el Estado de Autonomías
ha dado a España un autogobierno territorial profundo e inconcebible en la
historia del país; pues análogamente a la singularidad con que se percibe la
intensidad del dolor, también es singular la percepción de la alienación de
derechos históricos, como lo es la percepción de la falta de derechos por el simple hecho de no ser un Estado
independiente; aunque posteriormente en la práctica diaria estos derechos
históricos o libertades individuales sólo tengan un eco ilusorio sobre
inconsciente colectivo.
La Idea de
Estado que más se puede aproximar a la realidad actual es aquella que contempla
al Estado como la suma de las conciencias de sus ciudadanos y por ello el
Estado es previsible en cuanto que las decisiones que toma - aquellos que
tienen la responsabilidad de tomarlas - tienden a ser similares a las que
tomaría cualquier ciudadano bajo las mismas circunstancias; y ello lo es así
esencialmente porque nos encontramos en un Estado basado en el Derecho, marcado
fuertemente en sus aspectos Sociales y Democrático. En el que existe libertad
de información y esta circula entre los ciudadanos permitiendo que cada uno de
ellos saque sus propias conclusiones sobre el entorno social, económico y
político. Y consecuentemente tiene la facultad de ejercer el voto y elegir a
sus gobernantes - incluidos ellos mismos si lo desean.
Esta definición
de Estado es la que realmente diferencia a unos Estados de otros y tiene que
ver con su continuo devenir histórico. Por ello la opinión sobre la resolución
de un problema en España no es la misma en Francia o Alemania, por la sencilla
razón de que cada Estado ha seguido un criterio histórico en la resolución de
sus problemas que tiende a determinar el sentido de las soluciones futuras que
va a tomar y que es consecuente con el carácter de sus ciudadanos. Por lo que,
análogamente, un problema de independentismo en España probablemente no será
valorado de la misma manera en Francia, ni prevenido ni resuelto de la misma
manera. En consecuencia la manera en cómo los franceses puedan ver el
independentismo catalán o vasco no tiene que ser consecuencia de cómo
presienten los problemas independentistas en sus propios territorios, sino que
estarán matizados por prejuicios históricos; y así análogamente el resto de
naciones europeas. Ello señala que la UE, en cuanto a camino hacia los EEUUEE,
está aún considerablemente lejos de constituirse como Estado, en el sentido de
suma del pensamiento de sus ciudadanos, básicamente
porque no ha tomado nunca decisiones de carácter de Estado. Por lo que ponernos
en sus manos para la resolución de un problema interno no sólo es arriesgado,
sino habrá quien incluso lo considere temerario. Además el propio Parlamento
Europeo, representación de la pluralidad europea, está compuesto por personas o
grupos que nunca han sabido lo que es una responsabilidad de Estado en su
propio país y difícilmente van a adquirir esa responsabilidad para evaluar la
envergadura de esa circunstancia en país ajeno. Así que de existir un foro
adecuado sería aquel que contiene a los Jefes de Estado o a los Ministros de
Asuntos exteriores de los países adheridos a la UE. Una resolución de mayoría
absoluta sería suficiente para garantizar la integridad del Estado español
desde la propia UE.
Esta afirmación
y actuación actualizada de Estado poco tiene que ver con la incidencia que en
el pasado se realizaba sobre su predominante carácter coercitivo, pues si bien
el mismo sigue existiendo, éste carácter tiende a ser moderado por la opinión
pública y en consecuencia la posible arbitrariedad que el ejercicio de ésa
facultad pudiera darse tiende a ser desvelada y perseguida por la Ley.
Por ello surge
la necesidad, ante la más que probable necesidad de ejercer violencia legítima
para mantener la integridad territorial de un Estado europeo, anticipar la
situación a la opinión pública europea para procurar su madurez si ello es
posible. Y hacerlo con humildad ante un foro que va a explicitar la visión real
que tienen de un país como España; que en un esfuerzo democrático y creyendo en
los valores que dice sostener la comunidad social de la UE se pone, libremente
a su disposición esperando que los Estados allí reunidos se posiciones con
coherencia ante el problema español. ¿Serán capaces? ¿O sólo verán
oportunidades en debilidades ajenas?
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