Empieza a parecer consistente la
tesis de que el Presidente Rajoy puede acabar por beneficiarse electoralmente de
la cuestión catalana como un elemento decisivo en las elecciones generales. Aún
así queda la duda si ello es premeditado o consecuencia de las circunstancias.
No terminamos de saber si las lógicas reuniones previas que suponemos que han
existido con el PSOE, e incluso con Cs, se han llevado efectivamente a cabo
para consensuar la acción del Gobierno frente al soberanismo independentista. A
estas alturas queda claro que Rajoy sí ha contado con el imprescindible apoyo
previo de la Corona, y que también ha detallado un plan de acción previendo
todas las circunstancias posibles que se pudieran presentar; pero lo que no está
claro es que haya hecho partícipe de todo el proceso para preservar la unidad
de España al PSOE y a Cs.
Si ello es así, si no se ha hecho
partícipes al menos previamente al PSOE, por muchas razones que ello lo
aconsejaran, podríamos afirmar que España sigue estando lejos de concebirse
como un Estado con un régimen parlamentario que tenga verdaderas alturas de
Estado - algo que cuesta mucho de digerir - por lo que es preferible pensar
que las reunión de Pedro Sánchez y de Rajoy estaba concebida previamente, y
consensuada por ambos partidos una vez previstos, en reuniones de trabajo ya
hace tiempo realizadas, el itinerario de los acontecimientos que se están
desarrollando en Catalunya.
Cabe señalar que, mientras en
España se ve el secesionismo como una ofensa realizada al conjunto de los
ciudadanos españoles por la élite catalanista que ha arrastrado a gran parte de
la población catalana a posiciones casi irreconciliables, en Catalunya, probablemente, esa misma mitad
de la sociedad pro- secesionista esté viviendo momentos de euforia frente a
otra mitad que se puede empezar a sentir extranjera y extraña en su propia tierra.
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