(Hablar de Libertad (II)
El sentido del
término Independencia está vinculado con el de libertad de decisión y
autonomía. Sin embargo vemos que alcanzada ésta libertad autonómica se reclama
para el término de libertad el sentido de liberación e Independencia; como si
esos términos existieran en valores absolutos, como si existieran naciones en
la Tierra que pudieran proclamar que son Libres e Independientes por sí mismas
ignorando que vivimos en una comunidad de naciones que libradas de las ataduras
de los compromisos libremente adquiridos para hacer posible la convivencia
entre ellas, se jerarquizarían nuevamente en razón de su fuerza coercitiva y no
en razón de la convivencia. Todo lo que se está construyendo en Europa se hace,
de alguna manera, bajo el principio de Rouseau por el cual se sacrifican los
derechos a la libertades individuales por un objetivo común mayor que a todos
nos beneficia. Y ello es válido tanto para individuos como para Estados. La Unión Europea trae como consecuencia el
asentamiento de valores sociales e individuales que son protegidos por la comunidad
de naciones. Por ese motivo las cesiones de soberanía que realizan los Estados
lo hacen en razón de objetivos que uniforman normas, permeabilizan fronteras,
comparten recursos destinados a seguridad y defensa que permiten aumentar los
destinados a generar derechos y bienestar a los ciudadanos. Todo el proyecto
europeo tiene como destino la generación de los EEUUEE, y el camino es complejo
y difícil, y lleno de trabas e intereses de naciones poderosas de nuestro
entorno, y de visiones singulares dentro de la propia UE que hacen más arduo y
complejo el trayecto, pero que de ser superadas alcanzaremos una estabilidad
como unión sin parangón en la historia de la humanidad. Y en todo ese camino
están comprometidas las naciones europeas. Sin embargo, la actual crisis
económica ha representado un duro golpe al proyecto europeo. Si bien en la
prosperidad todas las naciones muestran sus mejores semblantes, análogamente en
la adversidad las naciones tienden a retraerse y olvidan la trágica historia
europea que nos llevó al convencimiento de la colaboración entre los pueblos de
Europa para construir una Unión Económica que evitara los antagonismos que nos
llevaron a 31 años de guerras cruentas y otros casi cuarenta de guerra fría. La
crisis económica intenta despertar y resucitar las ideas más retrógradas que
acompañan a los seres humanos: xenofobia, discriminación racial, nacionalismo,
identidades antagónicas... y en ello no se libra ninguna nación. Es la
apelación al miedo la que hace posible la resucitación de conceptos
nacionalistas y por lo tanto retrógrados; como si en Europa se hubiera olvidado
los millones de muertos y las atrocidades vividas en nombre de esos principios
que se sostuvieron como valores que fomentaron el antagonismo entre naciones y
fomentaron el odio y la barbarie en suelo europeo. De ahí que se observe con coherencia
la idea de expulsar a Hungría de la UE, y consecuentemente a todo país que con
su actitud promueva el antagonismo entre naciones o etnias. Ellos han olvidado
la historia reciente que hace posible la construcción de la UE.
Dicho esto
merece el esfuerzo hablar de los Nacionalismos españoles. Por ello defiendo la
idea de que España no es una Nación (en
tanto que comporte idea de raza o cultura propia o singular, vanguardia de
algo, sino un Estado conformado por la suma del pensamiento de sus ciudadanos,
que lo hace previsible de acuerdo con el carácter español y que se diversifica
Administrativamente - en cuanto a Estado -
en organización territorial autonómica y municipal para mejor adaptarse
a la idiosincrasia de las sociedades que lo conforman - como análogamente lo
hará la futura Unión de Estados Europeos, en cuyo camino nos encontramos)
ni una Nación de Naciones, sino un Estado dentro de Europa y que aspira a
formar parte de la Unión de Estados Europeos en un futuro más o menos próximo.
Y por ello, en alguna medida, aspira a disolverse como Estado dentro de otro
Estado superior conformado por el pensamiento de los ciudadanos europeos que
definirán al Estado español dentro de una Constitución Europea.
Desde esta
percepción futura a la que estamos abocados pese a todas las dificultades que
nos encontremos, el sentido de libertad liberadora se encuentra más que en la
identidad singular antagónica, en la identidad singular complementaria o
integradora del proyecto común europeo (lo
que me hace singular en mi entorno es precisamente lo que me vincula al entorno).
Por lo tanto, alegar incompatibilidad con el Estado al que se pertenece
requiere de una situación de grave arbitrariedad que no existe ahora (aunque algunos la pudieran desear), ni
en formas ni en maneras, que justifique la cimentación de un edificio
independiente. Y por otro lado, crear condiciones antagónicas que sugieran la
incompatibilidad con un Estado de Derecho sabiendo que el camino final será de cierta
disolución del Estado en otro Estado (EEUUEE) de mayor esfera, aprovechando una
crisis coyuntural se antoja como argumento no sólo insolidario sino
oportunista.
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