Con el tiempo
he vislumbrado en las ideologías políticas, también, un cierto signo social por
el que se pudiera agrupar a personas que han pasado por similares trances
familiares – como si su respuesta
personal a ese entorno familiar se acabara plasmando en una ideología política
y unos, por ello, acabaran siendo conservadores, o radicales de derechas, o
socialdemócratas, o socialistas o comunistas (con sus variantes radicales) y de
anarquistas como en el caso que ahora me ocupa y le dedico unas líneas de reflexión. Sin embargo abandoné esa idea de agrupaciones
políticas en razón de las experiencias familiares vividas, pues pronto
comprendí, cuando fui transitando sin prejuicios por ámbitos que discurrieron
entre la derecha franquista y el anarquismo (en un itinerario producido por una obstaculización de mi natural salida
al Socialismo) que la respuesta, a pesar de las experiencias familiares – por muy duras que sean estas – son personales,
muy personales; y que lo que vienen a señalar esas salidas vitales no es otra
cosa que la posición personal que la persona adquiere ante el futuro y ante su
presente. Es decir, la posición política se adquiere no sólo como consecuencia
de una experiencia familiar sino también en razón de las reflexiones que
realizamos y la “visión” de futuro a que nos parece que nos aboca esa
experiencia familiar y sus consecuencias sociales (que parecen hechos inseparables - sobre todo si proceden de
experiencias traumáticas – pero que siempre hay que estar abierto a la
esperanza y la fe que el propio individuo pone para afrontar esa experiencia y
hacer posible un futuro halagüeño para sí mismo e incluso para su entorno).
En todo el proceso parece importante perseveran en la honestidad para con uno
mismo, a pesar que ello te lleve por senderos duros y difíciles, pues, a la
definitiva, si respetamos esa honestidad – por
muy complejas que sean las circunstancias – siempre anidará la esperanza de
encontrar la salida a este galimatías que representa las relaciones sociales y
las familiares. Perseverar en que la fe en nuestra integridad, en nuestra
honestidad (aunque el entorno se muestre
adverso e incluso castrador) es la clave esencial para hallar esa salida
hacia la plena tranquilidad y la paz, que a la definitiva será el premio por
haber resuelto bien los retos que el destino nos propuso en su día sin que nos
diéramos cuenta (y que fueron lazos
destinados a marrar nuestra libertad y con ello nuestra inteligencia, nuestros valores
y nuestra aportación a la sociedad y, lo que es más importante, poder disfrutar
del trabajo bien hecho fruto de nosotros mismos). Vencer esas
circunstancias sociales trae el premio de no solo ver qué es lo que sucedió en
realidad en la historia social de quienes nos rodean sino, también, cuando más
duro y profundo fue el castigo por resistirse a aceptar un castigo inmerecido,
adquirir una experiencia personal valiosa que podrás compartir con personas de
buena fe para el bien de la sociedad. El precio, a veces, será el de perder la
idea de bondad tal y como creías que existía por doquier (y más en tu entorno inmediato) y sin embargo se descubre una bondad
mucho más sólida y fiable: La tuya misma, que es la que nunca te defraudará,
pues está acompañada de una inteligencia adquirida por años de adversidades
generadas por la Condición Humana de quienes te rodearon y te vieron con
adversidad inmisericorde (que no era más
que la inmisericordia suya, la propia de ellos: El prejuicio).
Cuando descubrí
el anarquismo lo hice de la mano de un entorno muy próximo. Parecía un ámbito
abierto, crítico y tolerante como nunca hasta entonces había conocido. Siempre
me había guiado por las normas y las había interiorizado de manera innata para
por ellas guiarme, pero viví unos años en un entorno social y político cada vez
más estricto y rígido que no dejaba resquicio a la iniciativa de la persona – casi ni para desarrollar su propia
personalidad y su propio itinerario. Las ideologías radicales se asentaban
como dogmas inmutables destinados a traer un paraíso perfecto y, para muchos,
esos dogmas habían de ser observadas a rajatabla siguiendo el revolucionario
espíritu de los iluminados (elegidos de
entre los elegidos y que estaban destinados a traernos la sociedad perfecta).
Incluso creo que entre los falangistas (pues
mi centro de estudios - era de origen sindicalista del régimen franquista y que
fue la única puerta que me quedó abierta para proseguir estudiando a los trece
años) admiraban la fortaleza conque esa nueva generación de iluminados
políticos juveniles se aprestaban a traernos una democracia a lo comunista que,
ya parecía ser que a los propios falangistas de entonces ya no asustaba tanto
después de haber tenido que gestionar la sociedad durante cuarenta años y
vislumbrar que, como ellos, los comunistas, proseguirían una labor estricta,
muy estricta y severa, con la sociedad; y en parecían estar de acuerdo – al menos vi como expresaban admiración por
tal o cual alumno que ya sabían que era líder comunista e incluso se
enorgullecían, en cierta manera, de que hubieran estudiado en su centro
sindical falangista - (vendría la
democracia, pero ellos, los falangistas, la hacían posible, también, con una
generación formada en su seno). De ese Centro Salió un Alcalde de Zaragoza (que transitó desde la UCD al PSOE) y fue
populoso y popular – aunque pecó, en
cierta medida, por abreviar procedimientos burocráticos – algunos de ellos
acertadamente (Ventanilla única) pero
el abrevio de otros le llevó por el camino de la crítica y, a la definitiva, al
abandono de la política en un entorno de faldas (que suele ser lo que pasaba por entonces, según la prensa).
Fui acompañando
a una persona próxima a una asamblea que se celebraba en el salón de actos de
una Caja de Ahorros de la ciudad. Por entonces ya me había leído la Guerra
Civil española de Hug Tomas, a color y en fascículos, por entregas y con el
regalo de carteles de propaganda de los dos bandos en guerra. (Lo leí como un hecho épico irrepetible en el
que iba buscado en cada línea, dónde se había cometido el error que permitió
tal desastre que, a mi juicio, seguro que se podría haber evitado. Pasé por la
idea de la traición de los militares y busqué en la configuración de los
documentos, que aportaba Hug, los rasgos de la traición que parecía evidente
– pues sublevarse, por sí mismo, indica
no querer hablar ni negociar para encontrar puntos en común que eviten el
desastre. Pero por otro lado las fotografías, que también aportaba Hug, eran
desoladoras en su violencia política previa que no terminaba de entender.
Todo aquello era una amalgama de grupos políticos enfrentados perpetuamente de
manera hostil, incluso durante el desarrollo de la propia Guerra. ¿Y qué
pintaba la URRS en todo aquello, porqué tantas referencia a un régimen que ya
se me antojaba hostil a las libertades que deben poseer las personas para poder
desarrollar sus capacidades personales? Y que aún en esos tiempos de los años
70 y principios de los 80 se veía como referencia. ¿Referencia de qué? Tardé
mucho, pero mucho años en comprender que todo aquello fue una pugna de intereses
entreverados con engaños y que, por un lado, los más leales al orden republicano
fueron los primeros en caer (militares de
alta graduación leales a la República, incluso antes de comenzar la guerra)
y luego los leales a los principios Democráticos para al final comenzar una
guerra en la que la gente fue sacrificada en un entorno de disputas personales,
denuncias por envidias (incluido en
razones sexuales) y por quedarse propiedades y tierras de otros. A la
definitiva para instaurar un régimen del que cada día la prensa actual da señal
de la corrupción moral que persistía en su seno y que fue instaurado y
mantenido en razones estrategias internacionales que se preparaba para una
guerra en los años treinta y para otra guerra fría a finales de los años 40. Y
que fue finiquitado por los mismos que lo trajeron para poder instaurar una
democracia en un entorno polarizado, pero ya armonizado en Europa por los
mismísimos EEUU por medio de una herramienta esencial: la OTAN, que fue
requisito indispensable para acceder a la CEE y poder formar parte de la UE,
como ahora somos.
En el salón de
actos de esa entidad bancaria no funcionaba, o no sabían hacer funcionar, el
equipo de sonido. Enseguida empezaron a gritar los numerosos asistentes:
Boicot, Boicot. Y el orador se animó a hablar a la sala a voz en grito como
gesto de coraje que aún adornaba más el espíritu rebelde de los presentes.
Pensé en qué
era el anarquismo, en la figura de Durruti que había leído en Hug y no entendía
que hubiera sido salteador de bancos, pero menos que fuera “asesinado” en el
frente de Madrid sin liberar Zaragoza (tal
vez miedo a las represalias sobre la propia población que hubieran podido
realizar los propios sublevados). No lo sé, pero ya casi ni me importa;
probablemente cuando menos lo espere, algún dato periodístico me revelará la
causa real (si fue sabotaje de la propia
República – en pacto con los rebeldes o la opinión internacional – que es lo
más probable. Pues la guerra se desarrolló como si de un debate político se
tratara en el Congreso, pero los éxitos se escenificaban con muerto y sangre en
los frentes y en las ciudades). (Tampoco
entendí nunca que un líder de grupo armado pudiera ser presidente de Uruguay –creo
que tener sangre en las manos debiera ser obstáculo decisivo para impedir
dirigir una democracia - y sin
embargo ha sido admirable y humilde – tal vez por haber tenido esa misma sangre
en esas mismas manos; y por ello reclame él mismo asistencia sacerdotal cuando
ve finalizar su vida). Vi un anarquista que le emulaban y que atracaba
bancos en mi ciudad y que cayó preso y me dijeron, años más tarde, que murió.
Extraña situación aquella que la generosidad de corazón lleve a una persona a
considerar justo robar y arriesgar su vida ante las fuerzas de seguridad (ahora todos esos rasgos políticos se
escenifican en juzgados con delincuentes que han hecho del robo su profesión,
con el fin de aminorar penas y justificar actos).
Para mí el
anarquismo sería la puerta que me permitiría la libertad necesaria para proseguir
mi formación y mi itinerario personal; pero pronto fui defraudado por el mismo
que me abrió esa expectativa. Sus proposiciones políticas eran desatinadas cuando
no estrafalarias (quería como anarquista
dirigir su banco cuando llegara la revolución? Este tipo no tiene ni idea de
donde está trabajando y la interdependencia bancaria internacional, así como de
la economía. Era administrativo en una Caja de Ahorros; aun se sumaron más
contrariedades, como su maltrato a mujeres; su misoginia; y sobre todo, su
siempre eterno deseo de venganza hacia el mundo – en el que no reparaba en
perjudicar a quien fuere por muy próximo que fuere. Personaje de carácter violento
y tendente a despreciar y vejar a todo el mundo – especialmente a los niños
aunque fueren de su mismo entorno familiar o su propia familia).
Pero quiso el
destino que se me abriera media ventana con otro anarquista más estable, con
familia e hijos, que parecía estar más pegado a la tierra.
Apenas me
quedaban ya opciones entre tantos personajes autoritarios y propensos a
soluciones expeditivas para todo el mundo menos para ellos (ellos siempre tenían razones para saltarse
las rigideces que a otros imponían). Pero ese nuevo anarquista hacía lo
mismo que los demás, proponía un entorno abierto y razonable, pero luego se
saltaba la ética en razones de todo tipo e incluso la ética más particular
aunque afectara a algún miembro de su propia familia y este no llegara aún a
los 30 años y estuviese casado. La coherencia era mala compañera de estas
personas; la trocaban cuando la oportunidad les pareciera ventajosa; de ahí que
en esa “mala conciencia” - de saber ellos
mismos que no eran sinceros - se les colaran personas y personajes a los
que daban crédito cuando de mi hablaban (su
propia falta de honestidad, para consigo mismos, era la puerta de entrada a
aceptar argumentas así expuestos contra mi persona y de paso consolaban su
propia conciencia: Todos somos iguales, no hay que preocuparse.)
Siempre se supo
que una de las razones por la que Franco se apoyó en la Iglesia Católica fue la
de combatir el “amor libre” que los anarquistas y comunistas estaban haciendo
viable en España. Y sobre todo combatir el divorcio que traía la República y
que abría la puerta a todo tipo de obscenidades inmorales que llevaban al
Estado (para ellos Nación) al
mismísimo infierno (“ellos”, que se
sentían responsables de la inculta, ingenua y engañada población española no
podían permitir tal rumbo y la iglesia Católica les ayudaría en esa tarea: La
Cruzada. Extirparían el Mal hasta sus últimas consecuencias). Curioso
resulta que hoy en día se acepte esta fórmula de relación personal y se amplíe en
buena fe, procurando respetar el itinerario de las personas respecto de su
sexualidad. Y nauseabundo resulta ir verificando que los vencedores se dedicaran
asediar a las mujeres que les apeteciera, como les apeteciera y por los medios
que les apeteciera – fueran jóvenes
solteras, jóvenes viudas con o sin hijos, a marginar a otras o arrastrarlas a
la prostitución (tuvieran o no hijos a los que despreciaban, maltrataban y/o
tal vez también de ellos abusaran). Lamentable los acontecimientos
revelados de Marisol por El País, y aun más el pertinaz ocultamiento sobre
niños abusados en la iglesia Católica – los
que venían a salvar la moral del pueblo y sus gentes resultaros ser perversos
inmorales y criminales que, según sus propias normas de rebelión para su
Cruzada, debieron de ser ejecutados así mismos (o al menos ellos mismos se deberían
haber encarcelado) , como ellos encarcelaron en razones de envidias, celos, o
ambiciones de machos Alfa, o multitud de inocentes que se les cruzaran por el
camino sin importarles las consecuencias de sus actos. Aún hay gente que ve
el pueblo como masa informe sobre la cual todo puede recaer y todo deben
aceptar. Quien pensara que el Franquismo traería justicia social vería bien pronto que con su guerra inoculaban, a la vez, la semilla de los males de siempre.
La ética en el
Amor libre estriba en la sinceridad que le debe de rodear y no pretender nadar
en todas las aguas a la vez: Practicar el Amor Libre y a la vez pasar por
monógam@ en casa o en el entorno familiar o social. Las leyes y la Constitución
no penalizan, desde su establecimiento, el sexo fuera del matrimonio. Lo
honesto es reconocerlo y quien quiera que acepte las reglas de esa familia o,
si no, tiene el derecho de alejarse de ella – lo que no puede ser es que se le obligue a estar retenido porque en el
que se va ven el peligro de “ser descubiertos”. Si la Constitución no está en contra del Amor Libre ¿A qué temen ser descubiertos? sencillamente porque practican doble moral o temen defender socialmente lo que en privado defienden.
Siempre sentí
profundo respecto por quienes aquellos tienen el valor de ser madres solteras;
así en Francia se ha reconocido y se protege esa maternidad económicamente. Y
sin embargo, hay progresistas y comunistas y anarquistas que dicen ser, que se
empeñan en buscarse una coartada para su sexualidad libre apoyándose en hombres
o mujeres a los que tienen engañados; y en ello aparecen complicidades de
entornos familiares que se aprestan a un “festín”. Nada en ello hay de posición
política reivindicativa que a todos haga bien, pues perjudican a personas que,
cuando “despiertan del sueño” ven un entorno de pesadilla, y son considerados
peligrosos enemigos a los que hay que desautorizar como sea (todo vale para eso).
Pesada carga será
reconocer que se es prostitut@ para tener que sobrevivir en un entorno social
adverso (como el de una cultura que viene de raíces católicas - que toda trayectoria vital la basa en la culpa como expresión de pecado y el pecado como causa de los males); pero merece mi profundo respeto, admiración e inclinación a protección
quien así procede, pues en su adversidad a nadie miente ni engaña y, encima,
expuet@ queda a la opinión de los que se piensan perfect@s. Quien a ellos se
acercan saben en qué tablero juegan y con qué reglas; y en consecuencia saben
la tarea que tienen por delante que afrontar si quieren sacar una relación personal
que se presenta de esa manera. Y quienes son sinceros, y dicen verdad, cuando
es el momento oportuno merecen consideración, pues al decir la verdad al que se
sintiera engañado, le dan oportunidad de elegir; pero si en vez de no decir
verdad mienten crean más y más sufrimiento y acaban precisando “colaboradores”
(que suelen ser aquellos que ya
colaboraban en ocultar y mentir) que ratifiquen sus mentiras y las
acrecienten. Y si en medio hay niños, todo se torna muy triste y traumático en
esas familias, tanto, tan traumático, que puede acabar sucediendo situaciones
tristemente irremediables; pero ni aún así ceden y persisten en los mismos
hábitos con las generaciones siguientes. Pudiera ser producto de un mal
entendido sistema o trama de control familiar interno – solemos reprochar estos procederes si se establecen en un patriarcado
familiar, pero aún resulta más triste cuando se establecen en un matriarcado y
se amparan, oportunistamente, en
filosofías políticas feministas. Estos sistemas de control se parecen en mucho al fascismo, pues cuando se ve descubierto, abusa de las personas en su integridad moral para evitar que se revele que lo que ocultaron: Son sistemas autoritarios inmorales, concebidos para el bien de la élite que domina la familia. Difícilmente a ello se puede llamar Anarquismo.
El Anarquismo no
fue concebido para traer mal al mundo – por
ello quien lo practique debe sujetarse a coherencia moral y ética estricta –
ni el Feminismo fue concebido para traer males a los hombres – y quien diga practicarlo o se allegue a
pedirle amparo debe sujetarse a conducta honesta y sincera, pues busca
la libertad y la igualdad entre hombres y mujeres (no supremacías alienantes o injustas que suelen ser expresión de traumas personales no superados).