Miguel Ángel Ibáñez Gómez - maiges_ps@hotmail.com

Atribución-No Comercial (CC BY-NC) Cc-by new.svg Cc-nc.svg

Translate

Translate

lunes, 15 de octubre de 2018

El tango y el marco legal del asociacionismo.

Hay quien puede pensar que cuando se promueve un acto cultural o se realiza una pequeña inversión para crear un espacio lúdico en las Fiestas de su ciudad, lo hace por interés particular de la misma “naturaleza” que quien, señalando esta circunstancia, lo haría para su propio interés personal (¡¡¡algo tiene que ganar!!!). Es decir: Se realiza una “inversión” para promocionarse personalmente o extraer algún tipo de beneficio personal. También hay quien, por el contrario, con el fin de bailar justifica brincarse cualquier limitación administrativa (aunque se tengan que saltar normas y reglamentos, con el fin primordial de conseguir bailar)y que quien se opone, o se oponga, a que se salten normas y procedimientos, lo hace en razones de llamar la atención o buscar notoriedad personal u organizativa - ¡¡¡no hay más que analizar!!!. Y con esa manera de pensar se conforman. A estas alturas ni somos niños, ni adolescentes que podamos alegar inconsciencia social para saltarnos las normas Administrativas a nuestro capricho o según nuestro interés del momento (ni debemos justificar a quien así proceda, en un momento puntual, ni por el contrario suponer pretensión ilegítima buscar crear nuevo espacio estable para el Tango durante las Fiestas, respetando escrupulosamente las normas que nos indica la Administración). Tampoco es bueno asentar y justificar la actitud de aquellos que se dejan llevar por una idea de "solidaridad de colaboración económica" para apoyar a quien procede de manera "equivocada" con los permisos municipales - justificando que tiene que resarcirse de gastos. Esa manera de pensar puede abrir la puerta a los "avispados" que, viendo esa "solidaridad que justifica saltarse normas Municipales", se apuntaría a pedir "espacios públicos" y, a continuación, pedir a todo el mundo que colabore con aportaciones económicas; y acabaría no solo cubriendo gastos sino haciendo pequeño o gran negocio trasgrediendo los límites  de la licencia o permiso municipal.

La Administración propone y exige un “procedimiento” a seguir para conseguir un permiso o una licencia para poder realizar una actividad lúdica. Respetarlo es una obligación ciudadana que se ha de observar (y al adecuarnos a ese procedimiento, en maneras y formas, aprendemos el lenguaje de la propia Administración y los “valores” que defiende su ordenamiento jurídico). Ese es el motivo por el cual “el fin no justifica los medios” – la manera de hacer las cosas es tan importante como el mismo fin que se persigue alcanzar.

Lo lamentable es que quien anime a opinar de estas maneras expuestas (que “todo” se puede “saltar” – normas, procedimientos, maneras … porque nuestro “derecho” a bailar es legítimo y quien pone inconvenientes o limitaciones administrativas va contra nuestro “derecho”) y hubiese pasado por experiencia de estar en, o dirigir, Asociaciones Culturales en el pasado, en el presente o aspirara a hacerlo en el futuro (tal vez repitiendo mandato) desconoce, ampliamente, la manera adecuada de relacionarse con la Administración – e incluso pugnara por intentar avergonzar, o acusar de "excesivo control", a quien señala y se “planta” por negarse a que se trasgredan normas y limitaciones municipales.

Con el fin de que no prosperen tal tipo de afirmaciones particulares - que pudieran convencer a otras personas que no conocen los “valores” que porta el lenguaje Administrativo del Estado - debo poner, mediante este escrito, el acento donde debe de colocarse, y no donde quieran los que quieren hacer pasar por verdad, lo que no es verdad. Y que, luego, cada cual, entienda lo que quiera entender, según sus entendederas – pero quien promueve tal confusión quede, por lo que realmente es, a los ojos de los que sí entienden y saben del lenguaje de la Administración.

Resulta llamativo cómo vienen a evolucionar las actividades asociativas dependiendo de cómo sea el ambiente por el que se dejan influenciar – y no me refiero a las distintas modas que existen y que dan origen a una evolución de lo que en sus orígenes fuera el tango y la oportunidad que vieron en él como expresión cultural y lúdica. Tanto como las casas discográficas, que aprovecharon el tirón de las historias crudas que relataba en sus inicios, como de la incursión de grandes maestros que formaban autenticas orquestas de genios de la música, fueron capaces de hacer llegar al público de la época la conmoción de nuevos ritmos (en medio de una tormenta de ideas musicales que nos trajo otros ritmos que permitirían llenar las salas de baile contagiando a la alta sociedad europea) abriendo el paso a una sofisticación que impulsó la idea de suavizar tan dramáticas y casi obscenas letras haciendo posible un romanticismo musical (en melodía y letras) que asegurara una “domesticación” de la cruda realidad social en la que nació: La Crisis económica, falta de recursos, prostitución, mafias más o menos humanizadas representadas por “Guapos” dispuestos a jugarse la vida o por una “mina” o por un “quiebro” copiado en una pista de baile.

El tango evolucionó, tal vez, como siempre, lleno de mitos inverosímiles que hicieron posible la divulgación de la existencia, aún, de hombres fuertes y duros dispuestos a todo; y marcados por unos códigos éticos de naturaleza carcelaria, que se convertían en referencia en una sociedad marcada por el “valor del dinero”, “la adulación fácil” y la riqueza a la que todos aspiraban para salir de sus particulares miserias (llenas de tristeza, de traiciones concebidas para aspirar a “bienes u honores materiales”, de “realidad” demasiado fría y de una falta de compromiso ético-moral; mundo así concebido en busca de lo económico o del interés particular, y visto como único camino legítimo e inteligente para salir de la pobreza). Mundo amargo, falso, sin valores… del que se rescataba la figura del Guapo con labia, capaz de desafiar a quien fuera, sin temer la cárcel o la muerte, pues su único amor no fuera otro que el de una madre soltera (a la que admiraba y amaba sobre todas las cosas) que había luchado sola contra viento y marea para sacar a su hijo (o hijos) adelante, en medio de una sociedad sin escrúpulos, sin moral, a la que tuvo que adaptarse para sobrevivir, “vendiendo amor” en las calles o bulines y sin albergar más “amor sincero” que el que profesaba a su hijo (o hijos). Así eran las crisis de los 20; cruel reseña de una humanidad deshumanizada bajo el lema: “quien pueda se salve”. Y donde las risas y la adulación no eran “sinceras” si no “ofrecimiento complaciente” al acaudalad@ de turno (para ver si así se conseguía sobrevivir una larga temporada; si fuera posible el resto de la vida, protegid@ por magnate encaprichado). La alternativa era la del Guapo (Chulo) que daba protección y defendía honores mancillados de los vecinos de su barrio y que cuando una de sus “pibes” huía con un hombre que la pretendía “rescatar de su destino” iba presto, de noche, a la esquina de la calle que acogía a la que anhelaba “cambiar de vida”, a cantarle “lamentos”, “sufrimientos” y “penas propias”, acaecidas como desgracias, al Guapo, por el abandono “inmisericorde” de la muchacha de sus “entretelas”. (Y aún había quien caía en la trampa y volvía a dejar esclavizar su vida a cambio de un “falso” y “fingido” “amor” expresado en la letra de unos tangos cantados por un hombre sin escrúpulos).

Más o menos así visualizaba Borges el origen del tango; otra cosa fue como se interpretó la idea del Tango en Europa. Y, sin embargo, ello posibilitó que grandes artistas y músicos ofrecieran su saber a una generación invadida por el pesimismo y la “lucidez” que le permitió reconocer, a la definitiva, que el cariño sincero es el único camino posible de salvación, sobre este ambiente materialista en que se había convertido el mundo desde la revolución industrial, y sus cíclicas crisis, (que afectan a la Argentina con dureza ejemplar y de manera despiadada – como “aviso previo” al resto de la Europa refinada, de que el mundo que venimos construyendo se halla en el “aire”, en la “fantasía materialista”, en la “ensoñación de riquezas” que nunca llegan…ni llegarán)  y que lo realmente es importante “suele ser ninguneado” y pisoteado por el común de las gentes (que solo piensan en prosperar materialmente y aprovechar cualquier "ola" que llegue para conseguir ese fin, pisando a quien por medio hallaren o les molestare en tan “noble” objetivo).

El movimiento asociativo en Europa está concebido bajo la idea de una premisa: ”Sin ánimo de lucro”. Palabra que se exhibe sin saber qué es lo que realmente indica el término (sólo se quedan en la idea literal y limitación jurídica del término, que obliga a ciertos  requisitos, ignorando que esconde la defensa de un Valor esencial) y muchos lo ignoran, pues se hallan rodeados de entornos de Festivales de lujo, de magníficos profesores de élite, de “glamur je ne sé pas”… etc. y que pueden dificultar discernir entre lo que es una asociación y el entorno elitista en que se hallan. Cuando en realidad el tango se expandió por los humildes (que por ello alcanzó fama). Humildes maestros de música que sólo fueron reconocidos en sus postrimerías por la gente que “veía y miraba” con el “corazón” – no con la cartera o el interés (el negocio vino después, como oportunidad a aprovechar).

Una asociación se estructura en torno a unos ejes esenciales: Divulgación pública y gratuita de sus actividades para extender la cultura que dice defender. Aportaciones de socios para el mantenimiento de sus actividades. Política de actividades insertada con la Administración (en especial con la Local) y colaboración con las Administraciones en el desarrollo de políticas culturales; pues es la cultura el único arma eficaz que poseemos contra el elitismo discriminatorio, la singularidad excluyente, el narcisismo intolerante y el progreso de ideologías autoritarias – que cíclicamente amenazan nuestras sociedades poniéndolas en peligro de crisis y de conflictos. Es decir: La Cultura es promocionada por el Estado bajo un estatuto especial en el ambiente Asociativo con el fin de fomentar los “Valores” humanos que hacen posible la cooperación, el entendimiento y la Paz. O lo que es lo mismo: Resolución de conflictos pacíficamente. (Porque lo que solemos ver es lo contrario: Promoción de conflictos a la “primera que salta” con el fin de crear ambientes antagónicos donde “pescar y prosperar” a costa de la ignorancia o el engaño a la gente en su ingenuidad…. En definitiva, prosperar a base de generar malos entendidos y rivalidades que hagan pasar inadvertidos los errores, o consecuencias, de quienes así mismo proceden siempre que pueden: Mala Política es eso). Eso es lo que promociona la ignorancia y el actuar con picardías impropias de gentes que dirigen (o han dirigido o aspiran a dirigir) asociaciones; y que buscan hacer pasar a la Administración por errónea o fallida cuando no cumplen sus expectativas particulares – simplemente porque no entienden las normas que nos rigen. Y así lo expresan, estos malos dirigentes, en público, entre su entorno también, aprovechando que la ignorancia suele ser común en la gente sencilla que ha estado toda la vida navegando y luchando contra adversidades cotidianas y rivalidades destinadas a no permitirles prosperar por una mera cuestión de envidias. Se aprovechan de la ingenuidad de la gente para hacer pasar “sabia norma Local o Estatal” por “inútil instrumento burocrático” que hay que saltarse a la primera de cambio, pues no sirve a los fines asociativos (tal y como lo entienden estos privilegiados del entendimiento social y jurídico)  y así lo expresan, sin rubor, ante todo tipo de gentes, y lo suelen resumir, en ocasiones,  con “aciertos” de la siguiente naturaleza: Que nos pida perdón la Administración Local. (y se quedan tan anchos).

Nunca estuvieron en los inicios de ninguna actividad asociativa hasta hacerla asentarse en la Historia de una ciudad. Desconocen contra qué se tuvo que luchar en su día (envidias, esencialmente envidias llegadas en forma de denuncias a la Sociedad General de Autores, o en poner zancadillas con visión “fundamentalista” de estimular rivalidades internas y acabar o debilitar asociaciones que entorpecían “labor erudita” de los “sabios” que caían del Cielo en cualquier lugar que naciera una asociación… eso sí, para poner Orden y Concierto – ellos no van nunca a donde “no hay”, sólo van a donde “ya hay” para medrar (es decir: no “crean” algo que no existía, sino que “explotan” lo que ya existe y se empecinan en evitar que aparezca cualquier cosa nueva que ponga en riesgo su “nicho”); y no siempre se conforman con ello, aún porfían más señalando “progresos” inmerecidos de unos u otros, a base de sacar faltas a todo el mundo, siempre que tienen ocasión). ¿Quién se puede enfrentar a ellos con argumentos? Nadie, pues nadie ha cultivado los “valores” que propone las propias leyes asociativas. Al revés, hubo quien llegó a intentar facilitar todos los emails de socios a profesores para conseguir su “calma” y aquiescencia, en un momento dado.

Con semejante entorno no es de dudar que haya quien vea en una concesión municipal un derecho inalienable (per sé) aunque no sepa de donde viene ni porqué (ni mucho menos entiendan qué valores defienden las normas municipales); no interesa el saber de verdad (nacieron en un mundo donde hay Derechos – no saben de donde vinieron ni cómo se consolidaron en cada rama jurídica – así que desconocen lo que son los valores que otorgan derechos). Son los “analfabetos” “ilustrados” con “cuatro fogonazos” de derecho jurídico y que aplican intentando levantar “masa” enfervorizada, encolerizada e indignada. Aunque tengan sus vidas bien resueltas y sin penurias económicas. Desconocen el origen de los derechos y la honesta manera de hacerlos efectivos.

Eso no es un movimiento asociativo. 

Un movimiento asociativo es canalizar voluntades culturales (e incluso de manera transversal) para promover la cultura que dicen defender sus Estatutos - y no sólo encerrarse en una sala a bailar y salir a la calle, de vez en cuando. Es reconocer fehacientemente a todos los que hicieron posible un movimiento cultural, de esa envergadura, en nuestra ciudad, sin meterse a señalar diferencias o prejuicios para regatear la generosidad pertinente que en su momento se puso en juego. (Esos regateos sólo señalan mezquindad y un elitismo impropio de un movimiento Asociativo que dice defender una cultura tan trasversal como lo es el Tango. Actitud que es sólo concebible desde la ignorancia más desalentadora, acunada en un entorno mimado). Es involucrarse con las Administraciones para conocer sus distintas políticas culturales y potenciar los valores que porta la Cultura como instrumento para la civilización y la democracia avanzada.

La Administración muestra, con claridad, el camino para abrir espacios a la Cultura en nuestra ciudad. Y sin embargo, se está tan ciego en estos ambientes – tan deslumbrados por ese glamur que tanto se propicia en eventos de toda índole – que nadie vislumbra otro camino que no fuere la rentabilidad de cada acto en el más breve tiempo posible; y el escenario asociativo se completa con un sinfín de rivalidades destinadas a poner la puntilla al primero que tuviere una iniciativa, o la llevare a cabo desde hace años de manera desinteresada (incluso a coste propio) porque “todo el mundo” no pareciera tener más objetivo que el de destacar (sobre todo cortando cabezas; que es lo que parece que mejor se da a nuestra sociedad). Unas cuantas ya han venido cayendo – sobre todo de quienes realizan esfuerzos para abrir nuevos espacios culturales a base de pundonor personal y constancia; esos son, los primeros que caen. Y a la vez se presume de actividad sin ánimo de Lucro.

El Asociacionismo requiere, esencialmente, sentido común y sentido de la solidaridad y de la cooperación. Basta con ver lo sucedido este año en varios ámbitos referentes al trato con la Administración Local para visualizar que, en ello, se vislumbra carencias y déficits graves, a la vez que se cargan las tintas y los trabajos sobre los que más intentan colaborar. De proseguir por este camino sobra asociacionismo, y sentido verborréico de tanto: “sin ánimo de lucro” y, desde luego – por las causas señaladas – la grave carencia de verdadero proyecto de relevo generacional (¡¡¡qué ignorancia la mía!!! Como si alguien tuviera idea, después de los años de experiencia asociativa, de cómo generar un entorno de relevo generacional – cuando parece que siempre vivieron mirándose el ombligo). Cualquier joven ve que, a veces, se “corta el ambiente”, de lo espeso, rígido y matizado de prejuicios que está; como para que una fresca mente juvenil se quede más allá de la curiosidad primera. Afortunados ellos; pues en el tango de hoy persisten, como en el pasado, “listos” que están dispuestos adulterar todo, sobre todo si en ello tienen oportunidad en gente joven e inexperta (y más si estuviera necesitada de cualquier cosa). Poco o nada nos diferenciamos del ambiente de los años 20, salvo que la Administración ha avanzado para facilitar un camino sincero y verdadero hacia el Asociacionismo que “nadie”, reitero, ve con claridad de manera transversal y coordinada con la propia ciudad, más allá de situaciones puntualísimas. El objetivo personal suele ser el dejar impronta, huella perenne…. (¿Dónde la van a dejar los últimos?, ¿si los que ya pasaron por donde están los que ahora están, sólo buscan que los siguientes no dejen, tampoco, huella? – y menos si fuera a ser buena). Así copiamos lo más adverso de la política que vemos todos los días en los medios de comunicación, pero ignoramos el fondo esencial de lo que es política: Los Valores que a todos nos unen.

Simplemente no se usan (estos valores) porque no saben por donde se hallan, ni qué beneficios puedan aportar a quien intente guiarse por ellos, o busque que un grupo asociativos los "visualice" y se adhiera a ellos. Hay entornos que, simplemente, no entienden un proceder así; y menos si el entorno es de competitividad o rivalidad (lugar donde estos valores parecen más debilidades que virtudes o fortalezas - y en ocasiones, simplemente manías que nada concreto aportan ni a lo personal ni a lo grupal o asociativo).  
De estas visiones asociativas - que ven en las normas trabas y no oportunidades para mejorar - seguro que abjurarían, sin duda, aquellos que sí tuvieron una verdadera visión asociativa y, viendo sus positivos resultados en las personas, y para la sociedad circundante, plasmaron en leyes el trayecto que conduce a esos valores; pero quienes suelen dirigirlas interpretan como absurdos obstáculos. 

 Así van las cosas, por aquí.





No hay comentarios: