Miguel Ángel Ibáñez Gómez - maiges_ps@hotmail.com

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lunes, 1 de octubre de 2018

¿Por quién doblan las campanas? (14 Agosto 2018)


¿Por quién doblan las campanas? (14 Agosto 2018)



Nota previa: Introducción

Más que un artículo (el post contiguo) es una reflexión que se empieza a gestar, primero, cuando es rechazada la petición realizada para retirar la condecoración otorgada a Franco por Francia ante la negativa de Francia a retirar la concesión de la medalla de la Legión de Honor que le concedió como respuesta a una petición de ciudadanos españoles hijos de republicanos. (Aunque la noticia me parecía intranscendente, por concebir en ese momento que el asedio a la figura de Franco me resultaba indiferente a estas alturas. Probablemente la distinción viniera desde el fracaso del desembarco de Alhucemas, durante el cual la persistencia de Franco permitió la llegada de las tropas francesas y el éxito de la operación contra Abd El Krim. La pregunta era ¿Si Hitler en vez de cabo hubiera sido comandante que colaborara en África con los franceses, le hubieran retirado la medalla?), El trato que Francia había dado al General Pétain, a pesar de haber sido héroe en la I Guerra Mundial fue de condena a muerte que luego fue conmutada. Así empezó mi interés por re-evaluar la perspectiva con la que se percibió a Franco en Europa, más allá de las ideas preconcebidas y que creíamos comunes en todo el occidente democrático y, aun más, en Francia ¿Existiría un criterio superior, por encima del democrático, que nos pasara desapercibido y que considerara que Franco realizó un papel esencial tal vez en la Guerra Civil, o durante la II Guerra Mundial o en la posguerra? ¿Servía Franco a los intereses europeos a pesar de la propaganda adversa de tantos años? ¿Cumplía o cumplió una misión? y de ser así, ¿Desde cuándo es considerado y respetado en ciertos entornos?). Vino a sumarse al compendio de “irregularidades o incoherencias históricas”, establecidas en el régimen franquista, resultando una “revelación” efectuada también por “El País” donde Franco apoyaba al Gobierno de Salvador Allende en Chile. También, un artículo sobre un tango que se refería a una ciudad española, que se puso de moda en los años 30 en el Hotel Excélsior de Berlín (uno de los hoteles más lujosos y grandes de su época) me llevó a realizar una breve investigación, con escasos medios (sólo Internet), sobre la sociedad alemana de la época y de cómo el propio Excélsior acabó siendo sede de un organismo nazi, cuando sólo unos pocos años antes el propio dueño del hotel vetaba la entrada del Nacionalista Hitler (en 1928), a sus lujosos salones, donde se habían reunido pensadores de la época, y en sus magníficas vidrieras se representaban los cuatro símbolos de las religiones monoteístas más importantes de la Humanidad como expresión de su tolerancia por la libertad de pensamiento; los nazis - que eran observados como radicales, que con su sola presencia generaban malestar en el ambiente, según el recién rescatado artículo de ABC, donde Hitler reclamaba más financiación y portaba armas a donde fuere (parece ser por el artículo del ABC que Hitler siempre llevaba una pistola al cinto), habían conquistado en poco tiempo el poder en Alemania y conseguido enfervorizar a la clase media - rompieron sus vidrieras y vetaron el hotel hasta que arruinaron al dueño, luego se lo quedaron como sede de un organismo propio (era una exhibición de poder y persuasión que precisa del respaldo de la gente común o de su miedo). Todo ello me permitió recuperar recuerdos del pasado que corroboraban que habíamos vivido, al menos en la etapa postrera del régimen (al menos en los últimos diez años), situaciones que, por extraordinariamente inauditas, resultaban imposibles de asimilar e incluir coherentemente en el proceso histórico que el propio régimen de Franco reclamaba para sí y daba sentido y razón de ser a su violenta implantación en los años treinta. Además, a ello se viene a sumar el hecho de que después de cuarenta años de democracia el Franquismo siga ostentando lugar de culto, o que el nombre de numerosas calles de demasiados pueblos de España aún sostengan el recuerdo en forma de homenaje a aquellos que propiciaron la Dictadura y posterior régimen autoritario, como si con ello quisieran perpetuar “sus reservas y objeciones permanentes” sobre el sistema democrático que se lleva desarrollando en España desde 1978 y del cual ellos mismos forman parte y con el que se han comprometido, en lealtad a la Constitución, para poder ejercer la dignidad de representar a sus ciudadanos en instituciones públicas. También la visceralidad con que aparece en la escena española una fuerza de extrema izquierda, cuyo líder se reconoce pro-soviético, y un líder de extrema derecha se reconvierte y recomienda votarle ¿Qué puntos en común pueden tener las ideologías extremas?¿Será su común anticapitalismo o el deseo de ambas de abolir la Democracia Parlamentaria e imponer unas Dictaduras? ¿O será todo ello a la vez? Y sobre todo ¿Por qué es posible que en las democracias existan de ideologías extremas cuya meta esencial sea acabar con la propia Democracia?

La Historia oficial, ni siquiera la verbal (boca/oreja), responden con exactitud y coherencia a la Historia cotidiana que realmente vivimos, sin embargo las respuestas se hallan en el pasado, por un lado escritas pero cumplimentadas por lo que también vivimos. Este artículo (que viene a continuación)se esfuerza en reflexionar sobre una pequeña parte de ello de la manera más “coherente”, si es que ello es posible dada la magnitud y profundidad de las situaciones “anómalas” y contradictorias que pudieron sucederse desde la proclamación de la II República y que han sobrevivido, en algunos rasgos, hasta nuestros días. De alguna manera hoy somos el resultado de aquellas contradicciones y aquellas contradicciones hacen posible hoy en día que nuevas contradicciones sean posibles y tengan un espacio que resulta, a su vez, contradictorio con el establecimiento de la transición democrática, (se esperaba de la España del futuro haber superado definitivamente aquella etapa para así posicionarse nítidamente de cara al futuro; unidos en la diversidad de opinión y opiniones; unidos en nuestra diversidad de culturas y tradiciones; unidos en nuestra diversidad de identidades… en todo unidos en la consecución de nuestro bienestar común; unidos en la propia diversidad porque ello suma). Parece necesario recorrer nuevamente el pasado porque hay generaciones nuevas, que adquieren capacidad para representarnos en instituciones, que parecen desconocer realmente cual fue el “complejo ambiente” que se vivió en los años treinta y lo realmente difícil que debió resultar mantener un equilibrio que garantizara la democracia ante el asedio de los extremos cuando estos extremos se convierten en opciones atractivas para la sociedad por un motivo u otro.

Realizada en 1942, (en plena segunda guerra mundial cuando aún el signo del resultado de la misma aún no era percibido con claridad en la opinión pública – los EEUU ya formaban parte de los aliados - y ya se vislumbraba el reclamo de Stalin para la intervención americana y crear un segundo frente a Alemania). La película fue estrenada en 1943 aunque no vio la luz en España hasta 1978, por entonces enormemente mutilada y con adversas críticas, desde un primer momento. Sin embargo fue nominada a nueve Oscar, pero sólo recibió uno en el personaje secundario de Pilar, que precisamente era una artista griega con un parecido evidente a la Pasionaria (la elección del casting fue muy elaborada y se alargó en el tiempo, por lo que sugiere que hubo detalles y rasgos físicos que suponían un requisito esencial a expresar en el film, dirigido por un director Norteamericano considerado ultraconservador).

¿Por quién doblan las campanas?

Hace poco la echaron en TVE.

Apenas vi algo más de 35 ó 45 minutos de la película, en su reciente reposición en La 2. En algunos intentos anteriores ya me pareció película pesada y espesa que me hizo abandonar la atención, a pesar de que los dos protagonistas eran dos de mis actores favoritos por dos interpretaciones que me admiraron en dos películas que fueron mis preferidas durante mucho tiempo: Gary Cooper por su papel en “Solo ante el peligro”, magnífico y heroico personaje del Sheriff, poco probable en la realidad (como criticaría John Wayne), al menos en su desenlace (pero el cine es el lugar donde los sueños se realizan) pues concebía que el destino de un hombre con valores profundos, coherentes y consecuentes, no suele ser así percibido así por su entorno social en los momentos de conflicto, y suelen considerarlo de una dignidad inconveniente, molesta o inadecuada, como bien expresa algunas escenas de la película. E igualmente Ingrid Bergman, que en Casablanca parecía la antítesis del personaje acobardado que escenificaba Grace Kelly como esposa del Sheriff (la redención que sufre la que sería joven princesa de Mónaco, recién casada en la película, teniendo que usar la odiosa fuerza de la violencia, contra el malhechor, me resultó tan memorable como improbable). Bella, alegre, idealista y para siempre enamorada del desengañado Bogart, de pasado idealista en todas las causas por la libertad (igual que el desengaño que debieron sentir muchos de los voluntarios extranjeros que combatieron en una República que tenía que luchar contra un destino adverso y contradictorio, incluso en su propio seno).

Los personajes cinematográficos describían a los españoles en esa guerra; incluso el entorno de la cueva donde se desarrolla gran parte de la trama, basada en la novela de Hemingway, que habla de un país oscuro, de líderes más allá de astutos taimados y celosos y, sobre todo, de un entorno realmente empobrecido, donde el protagonista, Gary Cooper, de tez clara y siempre reluciente, tiene que hacer frente a una misión suicida dada la pésima organización del ejército que ostenta el criterio de la defensa de la legalidad. Sólo la relación amorosa del personaje de Ingrid Berman con Gary Cooper salva la oscuridad de la película (la pareja destaca tanto, son tan luminosos en cada escena, que todo lo demás parece un “pesado ropaje” que molesta y perturba un romance que merecía una verdadera oportunidad: Los dos protagonistas y su pretendido amor razonablemente imposible en la mente de un Cooper que no puede trazar un futuro viable con su amada dada la misión que debe cumplir; como compromiso de lealtad a una causa de la que sabe que terminará con su vida por mala organización– si algo no está bien organizado se puede pensar en que no hay unidad de criterio). Ingrid, violada al inicio de la trama de la novela, salva su destino – que parece representar al propio destino de España – al fijar su “modelo compañero, de hombre-héroe” en el actor Norteamericano, aunque realice un papel de inglés (curioso tándem psicológico en una única persona, representada por Gary Cooper, que pareciera señalar que el devenir de la España del futuro debiera posarse en esas dos naciones: EEUU e Inglaterra; incluso pareciera señalar aún más: la identidad de Inglaterra y EEUU en la contienda de la segunda guerra mundial garantizando un futuro no solo de España, más o menos lejano, si no de la democracia liberal en Europa).

Es aceptable pensar que esta somera interpretación de la película pudiera parecer al lector como aventurada y compartiría con él esa misma visión; incluso a mí mismo me hubiera parecido excesivamente atrevido exponer una conjetura como esta, sin embargo, se me representó tan tendenciosa la elección del reparto de actores, tan oscura, tan adversa, tan negativa para mi país que, en principio, no supe si esa visión de lo republicano era producto de la intervención del gobierno Nacionalista (de Franco) intentando demonizar el recuerdo de la República, o un gesto de clara venganza o amenaza expresa hacia el régimen de Franco desde EEUU – tal vez por vincularse con el Eje - o ser reflejo veraz del ambiente bélico de aquella época, o todo ello era un objetivo a la vez.
Persuadido de que en alguna medida había habido intervención política de algún sigo entorno a la película, pues la propia película no se sostenía por sí misma con el romance de los protagonistas, me decidí a echar un vistazo a Internet – aún más persuadido de que habría influencia, en aquella época de guerra mundial donde el régimen nacionalista de Franco recibió ayuda no sólo de alemanes o italianos, sino de ingleses (a los que todos parecían pedir permiso, incluso los italianos, para actuar en suelo español) y, tal vez, de norteamericanos para vencer en su cruzada particular contra los “rojos” (ya en los primeros días de guerra en el NYT se entrevé la lucha por el “relato” que enfrenta a los militares rebeldes y a los leales republicanos; y donde acabará venciendo la tesis de que luchan contra una España y gobierno “rojo” y, por lo tanto, revolucionario. Pero el destino les jugará una mala pasada durante el desarrollo de la II Guerra Mundial cuando se hace necesario el establecimiento de alianzas para asegurar la derrota del Eje. Parece evidente que venció muy pronto la tesis nacionalista de Franco (al menos en los gobiernos europeos – otra cuestión sería persuadir a la opinión pública), pues el bloqueo de ayuda armamentística a la República hizo inevitable que esta tuviera que ser sustentada por Rusia (la URSS) y ello determinaba el signo y resultado de la Guerra Civil desde el mismo momento en que el Gobierno Republicano tuvo que tomar esa decisión de comprarles armamento y aceptar a sus comisarios políticos; teniendo que establecer un equilibrio con el Comunismo y la izquierda pro-soviética para que esta no perturbara esa lucha por el “relato” en la que los republicanos intentaban demostrar a Europa y al mundo occidental que eran una plena Democracia. Esa lucha por sostener que la República era una Democracia, pese al bloqueo de ayuda internacional, y que sostenía esos principios democráticos quedaría plenamente demostrada – pero muy encriptada - en un gesto final y muy contradictorio - que por circunstancias posteriores de conveniencia política tanto en el desarrollo de la Guerra Mundial como en la posguerra y en el desenvolvimiento del franquismo, y en el restablecimiento democrático del 78 - pasó plenamente ignorado y desapercibido, y que fue el Golpe dado en una alianza entre Socialistas moderados y Anarquistas para poner punto y final a la Guerra Civil señalando, indirectamente, como enemigos de la paz que ya todos deseaban y anhelaban, a los pro-soviéticos). El desarrollo de la guerra civil en el bando republicano fue, en cierta medida, una escenificación de las fuerzas políticas fuera del Parlamento pero con lenguaje bélico; de tal manera que el Gobierno pareciera que tuviera que administrar, limitar u orientar la fortaleza de cada grupo político utilizando para ello la naturaleza de las unidades militares que poseían y su tipo de armamento para asegurar un equilibrio político/militar que evitara, a la definitiva, una plena sovietización de la República.
La descripción de España y de los españoles que realizaba la película resultaba, al menos, digna de desconfianza para cualquier extranjero que la visionara, pues si los que perdieron la guerra tenían esos rasgos patológicos sin duda quienes la ganaran, en alguna medida, también los poseerían, pues no en balde era, ante todo, una guerra de “hermanos contra hermanos”. La amenaza velada sobre el régimen de Franco podía residir ahí, en esa descripción de la sociedad española durante la situación de crisis bélica. España había tenido sobre sí los focos de la comunidad internacional y ello permitió expresar una imagen al mundo sobre el carácter y la sociedad española que se manifestaba como conclusión (y resumen) en la película basada en el libro de Hemingway (aunque el propio Hemingway pudiera no terminar de reconocer la película como reflejo de su propio libro – algo que hoy en día es habitual en las adaptaciones – pero que en aquellos momentos de guerra internacional, las desviaciones o rasgos en el guión sugerían la existencia de “mensajes esenciales” que llegarían al público con nitidez, determinando con precisión la versión de los EEUU (del país más fuerte en el concierto internacional que expresa su criterio) sobre el conflicto civil en España – se adjunta por ello “enlace” de internet que remite a los diálogos que existió entre la Administración diplomática de Franco en EEUU con el fin de influir en el rodaje de la película por lo interesantes que resultan).

El golpe de gracia se daba en la concesión de un único Oscar que recaería sobre la actriz que representaba la imagen de la Pasionaria. Nadie podía estar contento con esa imagen de España, ni vencedores ni los vencidos que pusieron el punto y final al conflicto español (y sin embargo parecía un guiño a quienes pretendieron proseguir el conflicto en España para intentar enlazarlo con la II Guerra Mundial, aunque ello supusiera un mayor sufrimiento de la población y aún una probable mayor devastación del territorio por la re-entrada de ejércitos extranjeros de ambos bandos – aliados y eje); se usaba nuestra confrontación bélica para hacer un “gesto” al aliado Stalin por medio de un Oscar a una actriz griega y a la vez estimulaba la lucha de resistencia que los comunistas griegos opondrían en Grecia y, con ello, alentar la resistencia comunista en Italia y Francia – un “gesto” inequívoco a la “quinta columna: los partisanos” que colaboraban o colaboraría en los desembarcos Norteamericanos de Italia y Francia. Norteamérica aparecería en aquella época a los ojos de los combatientes comunistas en la II Guerra Mundial como una democracia plural que reconocía sinceramente en la URRS (en los Comunistas) a un verdadero aliado en la lucha contra los Nacionalistas alemanes y el Fascismo italiano en Europa (Curioso que quienes estimularan el Nacional-socialismo en Centroeuropa para combatir el avance del Comunismo se vieran luego en la necesidad de apelar a los propios Comunistas para acabar con quienes fueron financiados para impulsar la misión de contenerlos y exterminarlos. El pacto de lo que iba a ser el balance de pugnas, en los criterios de las democracias del futuro, entre la lucha de dos visiones económicas antagónicas, parecía estar decidido. Tal vez fuera ese pacto resultado de una visualización en el que el análisis Comunista del Capital daba juego a un sistema económico que debiera explorarse, o simplemente reconocer el papel de la URSS para contener y desgastar al Eje le otorgaba un derecho en la Europa del futuro; pero además haría posible una polarización de la sociedad entre dos visiones, aparentemente irreconciliables, en el propio suelo europeo, y que el tratado de Yalta reconocería y la Guerra Fría sometería a stress verificando cuál de los dos sistemas era el más eficiente en todos los aspectos que definían una sociedad).

Las ideologías que hoy llamamos fascistas o Dictaduras no estaban tan adversamente definidas y observadas en los tiempos de los años 20 y treinta en Europa como lo están ahora, al menos por la Derecha y los Conservadores en general y tampoco por la Izquierda; incluso, a diferencia de lo que hoy se considera sobre dictadores, dictaduras y regímenes autoritarios (por aquella época Stalin era concebido como buen gobernante por algún Presidente Norteamericano y Churchill había halagado al Duce de Italia). Pese a ello se puede observar en los diálogos referidos para influir en el desarrollo de la película que la diplomacia española, en el año 43, rechaza de plano ser considerada fascismo e intenta reforzar su posición Nacionalista, que es la que defiende desde un primer momento – resulta evidente que su implicación internacional con Alemania se circunscribía a combatir a la Rusia Comunista y que la entrevista con Hitler en Hendaya fue instrumentalizada por Inglaterra a fin de crearle al régimen dificultades (tal vez porque parecía salirse de “un guion” preconcebido) propiciando la desconfianza de Portugal, al asegurar que Franco deseaba la anexión de ese territorio. Sin embargo resultaba improbable que Franco fuera contra la Democracia que también le habría apoyado, Inglaterra, y siempre existió oposición interna, dentro del régimen, para involucrarse en la Guerra Internacional, pues el signo de la misma podría determinar el destino no ya del régimen Nacionalista de Franco si no que un cambio en el resultado de esa guerra mundial, con Franco plenamente involucrado, podría llevar a un golpe interno y a su propia destitución ante el peligro de convertir a España en un nuevo frente de Guerra; una decisión de Franco en ese sentido beneficiaría las aspiraciones de los propios pro-soviéticos españoles en Europa. La devolución del favor dado por Alemania en la Guerra Civil se centró en el enemigo Ruso que tenía en común ser el enemigo de cualquier Nación occidentalizada de la época.

El régimen de Franco precisaría, para asentarse como tal régimen, una estructura política que gestionara los problemas sociales – pues estos no desaparecen con el establecimiento de un régimen autoritario al depender el bienestar de la población de los recursos naturales, la producción agraria y ganadera, y del desarrollo de la industria; gestionar todo ello siempre resultaría un problema político en el que aparecen prioridades, donde se precisa satisfacer deudas “morales” y políticas, compensar apoyos recibidos desde el interior e internacionalmente y, a la vez, generar un ambiente de cierta esperanza para la población que resulta esencial para concebir una fe en el presente y en el futuro de un régimen, que permita movilizar las capacidades de las personas dando lugar a la producción de bienes, al comercio, a la riqueza de la economía y, consecuentemente, al progreso. Todo ello sería política y, por mucho que se hubiera ganado una guerra y se exterminara y acalle cualquier oposición interna, la falta de resultados llevaría aparejada una verdadera crisis interna y una pérdida de credibilidad en el propio régimen (el aislamiento promovido contra Franco tenía ese objetivo con el fin de derribarlo y crear fisuras internas). Además también se tienen que gestionar las heridas generadas por el conflicto. El daño generado en familias propias o en personas cercanas durante la confrontación dará lugar, inevitablemente, a un periodo de represión que irá más allá del periodo de guerra, en el cual las garantías jurídicas y la imparcialidad de los tribunales estarán supeditados, e irremediablemente afectados, por las aún recientes emociones y traumas personales, por lo que la expresión de las sentencias tenderán a una ejemplaridad que pretenderá imponer el temor permanente, en los adversarios (suponer que un, improbable, triunfo republicano no hubiera sido cumplimentado con una represión resulta poco viable. Parece obvio que no se pudo evitar fusilamientos de presos en los primeros meses del Alzamiento en zona republicana, bajo una legalidad vigente – en respuesta visceral a la violencia del Alzamiento – por ello parece poco posible que se pudiera haber evitado una respuesta similar a la franquista en la victoria republicana a la finalización de la guerra sin que en ello se hubiera proseguido en acosar no sólo en razones políticas sino también procedentes de rivalidades vecinales o rencillas familiares de cualquier orden en los pueblos y ciudades que fueran siendo rendidas para la República, teniendo que dejar que estas se produjeran hasta que los “evidentes excesos” terminaran por “ofender” y contrariar profundamente el ánimo y el sentido de una “justicia mínimamente decente” que cualquier ciudadano precisa para sentirse vinculado a una sociedad y, desde ahí, clamar por un cese en los “ajustes de cuenta”, aunque estas represalias fueran realizadas por medio de lenguaje jurídico y bajo criterios que pretendieran “salvar las formas”. Y aún resultare más improbable considerar una República triunfante si advertimos que el apoyo soviético a la República hubiera acabado por exigir un dominio político similar, y paralelo, a los triunfos en el frente de guerra que para sí se hubieran atribuido, por lo cual las rivalidades políticas – que debieran circunscribirse a un lenguaje parlamentario en un hemiciclo – hubieran transcendido, como parece que ya lo hicieron – a los frentes de guerra imposibilitando que un triunfo en la toma de una ciudad importante cayera del lado de un partido o ideología determinada si ello resultaba inconveniente para el equilibrio político de la propia República. Así que uno de los objetivos republicanos durante el desarrollo de la Guerra Civil bien pudiera haber sido evitar que un extenso territorio fuera reconquistado por una ideología determinada para evitar su auge político y posteriores demandas políticas durante la guerra y, sobre todo, hacia la finalización del conflicto que pudiera acabar por prolongarse intentando unas ideologías imponer su visión en la victoriosa República renacida. Todo ello señala un escenario político/estratégico imposible para la República y determina que su triunfo, de haberse producido, no daría estabilidad al territorio español sino que, probablemente, hubiera dado paso a un nuevo enfrentamiento interno para determinar si la República resultante de la Guerra Civil hubiera dado paso a un Gobierno Democrático, plural, homologado en occidente o por el contrario a un Gobierno Revolucionario, muy probable, en los que ninguno de los partidos y sindicatos hubiera aceptado la entrega de las armas sin imponer antes sus condiciones revolucionarias (así lo debieron de señalar los informes u opiniones o reflexiones internacionales que analizaran la situación de la España Republicana y se pudieran expresar como una de las razones que reforzarían, probablemente, la idea del bloqueo de armamento a la República y, consecuentemente, señalarían su irremediable destino final: La derrota). Siempre se ha dicho que una contienda se debe iniciar cuando ya se sabe que está ganada. La República, en alguna medida, nació en el defecto de que cada sensibilidad política la concebía de manera diferente, cuando no la rechazaba de pleno, y sólo tenía sentido, como tal forma de gobierno, si sólo sí, satisficiere plenamente sus propios objetivos políticos; con lo cual esa forma de gobierno no pudo expresarse como un marco político eficaz que sujetase todas las fuerzas políticas, resultó ser en la práctica excluyente para cada adversario político y acabó siendo concebida como un paso previo a una revolución que cada cual la concibió a su manera y ello se percibió con claridad durante la guerra; pero también, probablemente, antes incluso de la existencia de la propia República.

El triunfo del comunismo en Rusia desestabilizaba toda Europa (propiciado y apoyado durante la primera guerra mundial por Alemania para ahorrarse un frente de guerra y obligó, una vez acabada, a la creación de nuevos países que conformaron un “cordón sanitario” de contención frente al comunismo; Alemania, por ello, fue duramente castigada al finalizar la segunda guerra mundial – prolongación de la primera - dividiéndose su país hasta que el Comunismo fuera vencido en Rusia). El ejemplo Ruso presumía en su propaganda de haber acabado con el sistema Capitalista y con el sustrato social que lo ostentaba: la Burguesía, creando un paraíso de felicidad y prosperidad para los trabajadores. Todo en ese Estado era perfecto, decía la propaganda. Con ello se trasladó el deseo de ser una forma de gobierno a emular; en todo occidente se anhelaba la implantación de un Estado dirigido y controlado, exclusivamente, por trabajadores que desarrollarían y participaría en el Estado según sus capacidades. Esos intereses y criterios en la URSS, determinaban con precisión “revolucionaria” y “científica” desde las capacidades de una persona concreta (determinando su papel en la revolución, para toda su vida, en una fabrica o en el sector agrario, como peón, especialista o como director) hasta los grandes planes industriales y económicos por medio de un órgano político único y excluyente, el PCUS, a cuya dirección tenían acceso las élites revolucionarias que por su capacidad y profunda comprensión de lo que es el Comunismo, estaban cualificadas para dirigir la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas; quienes no comprendieran la revolución y el Estado de Bienestar que esta proporcionaba entraba, o entraría, en el terreno de lo anti-revolucionario o de lo patológico.En todo el occidente, en grandes sectores de la población, se afianzó la idea de que el Capital y quien lo poseyera era enemigo irreconciliable e incompatible con el bienestar de los trabajadores pues precisaba de ellos para obtener riqueza, y la ambición capitalista llevaba a la explotación de las personas sin considerar la naturaleza humana de los trabajadores o su dignidad (fueran niños, mujeres embarazadas, viejos… como se había demostrado en el desarrollo de la Revolución Industrial Inglesa); por ello la Dictadura se planteó como una forma de Estado justificada si perseguía un “bien superior” en este caso el bien de la clase trabajadora. Esa “habilitación” del concepto de Dictadura para un fin “superior”, como lo era la finalidad de controlar desde el Estado la capacidad de crear riqueza cuando el Capital, la Tecnología, los Bienes de producción y la Mano de Obra se organizaban y coordinaban, desembocó en una idea simétrica de Dictaduras con base corporativa como la italiana de Mussolini (1922, sólo cinco años después de la Revolución Rusa, lo que en cierta medida señala la necesidad de reconducir el impacto que la Revolución Rusa produjo generándose modelos más compatibles con las clases medias y altas de las sociedades occidentales y que, en principio, dio resultados económicos contra la crisis económica) o el Nacionalsocialismo en Alemania bajo el mismo objetivo: Aumentar la fortaleza Industrial, Económica y Política del Estado-Nación eliminando los efectos indeseados del Capitalismo sobre los trabajadores y sobre sus condiciones de vida y sustituyendo las democracias liberales por sólidas y fuertes dictaduras. La manera en las que estas formas de gobierno autoritario llegarían al poder demostraron, de alguna manera, que existía un estrato social dispuesto a aceptarlas y apoyarlas si reforzaban la identidad de la propia Nación y, por tanto, la propia Historia. Un entorno de crisis económica y política había facilitado el mensaje visceral de las soluciones fáciles y sencillas transmitidas por líderes “clarividentes” que señalaban a los enemigos (de la Nación o del Estado), que sabían cómo tratarlos y eliminarlos para conseguir el pleno advenimiento de los valores que la sociedad portaba desde tiempos inmemorables a través de la raza; el mensaje y los propios líderes resultaban tan determinantemente autoritarios como mesiánicos, reclamando para sí mismos la plenitud de las facultades del Estado (sin ningún tipo de control interno) para conseguir esos fines (en la búsqueda de la propia identidad Nacional se hicieron resurgir mitos en los que se basa cualquier nacionalismo y que llevaron a la visión de la exaltación de una raza considerada Nacional y a la búsqueda de la pureza en la misma, y en consecuencia al fomento del racismo como aliado de los valores Nacionales y el señalamiento de unos enemigos del Nacionalismo de naturaleza internacional, de raza concreta y diferente, como verdaderos culpables de la derrota y humillación alemana, así como de su decadencia. Incluso a causa de su antisemitismo crearon una nueva versión del cristianismo en un proceso demagógico más que llevaría a Iglesias cristianas a oponerse al nazismo sin eficaz fortuna).

Detrás de esos discursos autoritarios (comunistas, fascistas o nacionalistas) se hallaba el deseo de usar eficazmente el recién descubierto poder de los Estado (los Estados, por primera vez, fueron capaces de movilizar a millones de personas para combatir en los frentes de la I Guerra Mundial sacrificando millones de vidas, por ello, también serían capaces de movilizar millones de personas, convertidas en trabajadores al servicio de un Gran Estado con un Gran proyecto Nacional (o Revolucionario) cuya finalidad era el bien de los trabajadores y la prosperidad de la Nación (o del Estado) y se unía la cualidad de trabajador con la de guerrero militar que es capaz, por igual, de producir en una fábrica, o en el campo, que portar un fusil; entrabamos en el terreno de la idea ejército/trabajadores como la base de una Revolución o de la expansión y constitución de un Imperio que señala el rumbo del desarrollo industrial a las demás Naciones mientras las subordina.

Franco usó la Falange para implantar un sistema de control social y político en la sociedad española; a diferencia del General Primo de Rivera, Franco tuvo la posibilidad de explorar un sistema sindical alternativo que funcionaría, a la vez, como responsable único del Estado y como único partido (forzando la unión de empresarios y trabajadores en un sindicato vertical). La naturaleza con que se definió parece respuesta al modelo anarquista en España (del que imita en su bandera sus colores rojo y negro, según señala en su obra Hugh Thomas) y que añade a sus símbolos la idea sugerida en un artículo periodístico que señala que de haber un fascismo en España este debiera adquirir, como mejor símbolo, el yugo y las flechas de los Reyes Católicos. Así mismo considera que no es necesaria la existencia de partidos políticos y se visualiza, así misma, como un movimiento revolucionario. Ese vínculo con las tradiciones históricas de España abre las puertas a las simpatías de las clases altas y de los conservadores (así como de empresarios, algunos dicen que vinculados con la monarquía, que son los que fundan una de sus ramas y eligen el perfil de su líder), en consecuencia, sigue el modelo contra-revolucionario italiano y alemán, con una variante particular (la peculiaridad de proclamarse Católica, no como expresión religiosa sino para entender la Historia de España, consiguiendo así poner claras diferencias con el anticristianismo nazi que en 1932 consiguió ponerse en contra a todas las iglesias católicas), de alguna manera se muestra una “construcción” a medida de los Conservadores del país. Franco aún superaría ese concepto declarando el Nacional-Catolicismo poniéndose por encima del implícito ateísmo que la definición del líder falangista pudiera llegar a sugerir.
También Franco se va situando por encima de cualquier General de su entorno en una “trama del destino” en la que van desapareciendo todos los obstáculos (desde la “accidental” muerte del General que lo “custodia” en Canarias – artículo ofrecido por El País hace unos meses https://elpais.com/cultura/2018/01/19/actualidad/1516354464_005909.html – y la muerte en accidente aéreo de Sanjurjo (en la que el piloto sobrevive apenas con rasguños); la muerte también accidental de Mola, así como la salida del escenario político de todos los lideres significativos de derechas que pudieron ser alternativa de liderazgo político - y que también habrían contemplado o analizado como salidas políticas para España las experiencias que se estaban dando en Italia y Alemania ante la considerada como peligrosa y violenta expresión revolucionaria de la izquierda; también salió del escenario político Calvo Sotelo, muerto como represalia ante la muerte del Teniente Castillo (instructor militar de izquierdas) y que determinaría el clima adecuado para la sublevación (teniendo en cuenta los planes anteriores de la sanjurjada, “https://es.wikipedia.org/wiki/La_Sanjurjada”, se puede observar que, en los planes de la época, el fin viene a justificar los medios en los escenarios político/militares del momento, como concepto aceptable, por lo que no es descartable que la muerte del Teniente (y las previas, la utima creo que de abril) pudieran haber sido concebidas como una estrategia constante de provocación “calculada” y continua en espera de una reacción desproporcionada permitiera la suma de adeptos y creación de “clima”, esenciales para la sublevación, en un entorno de “agresividad” parlamentaria en la que se empezaba a señalaba el asesinato como situación aceptable sobre el adversario) – Gil Robles se exilió durante la guerra; y el propio Jefe de Falange desapareció como alternativa política, al no acceder Franco a las condiciones del intercambio, y terminará siendo fusilado). También superó Franco la oposición del veterano General Cabanellas que señala la inconveniencia del liderazgo del joven General – previniendo, al describir su carácter, la improbabilidad de que pudiera dar un paso hacia un nuevo escenario democrático – lo que sugiere que la idea del golpe militar era concebida al inicio, por muchos de sus participantes, como una cuestión puntual que debiera reconducirse, en un tiempo limitado, con el regreso al sistema Parlamentario incluso en el presente escenario de Guerra Civil ya declarado (como habría ocurrido en el siglo XIX o con la anterior experiencia del General Primo de Rivera); pero la suma de las circunstancias que se expresan como posibles hoy en día, y que afectaron a los líderes políticos y militares conservadores, podrían señalar la existencia de otras circunstancias que, por no ser consideradas tan relevantes como estas, hayan acabado por ser olvidadas o archivadas en cajones con el deseo de no aportar más dolor y contrariedad en la Historia reciente de España (apenas han pasado ochenta años) y que pudieran señalar una decisión expresa e irrenunciable de no volver a caer, durante mucho tiempo, en la “tentación” de restablecer un diálogo formal e institucionalizado, por medio del Parlamento y las Urnas, con los adversarios ideológicos a los que se les iba a combatir y eliminar. De alguna manera, de lo así concebido se puede albergar la idea de que desde algún entorno de poder en España se defendería esa “tesis y estrategia” como más conveniente y obtuvieran los medios suficientes para conseguir que triunfara; desde esta perspectiva, podríamos considerar que el General Franco reunía los requisitos suficientes y necesarios para esa finalidad y, en esa idea, podríamos concebir que pudiera existir una posible “trama interna y un plácet externo” que iría “despejando”, en cada momento y en cada situación, el camino del General hacia la Jefatura del Estado (las precauciones que tomó el General para asegurar su “escape” a Londres - y no a Alemania, detalle que podría sugerir que la trama golpista fuera de naturaleza esencialmente empresarial y de intereses empresariales respecto de la propiedad privada y cuyo centro de operaciones se hallara en Londres - en los primeros momentos del Golpe, podrían señalar que desconfiaba de la eficacia y solidez del “plan” o de una traición, o por el contrario, que ya tuviera consciencia de que él era esencial para el éxito del Movimiento y se concibiera así mismo señalado para un “proyecto” de mayor envergadura y transcendencia que el papel que le otorgaban sus compañeros de armas, por lo que tomara más precauciones en el aterrizaje en África por ser el punto más débil y vulnerable de todo el plan; o quizás fuera todo ello a la vez).
Las declaraciones de los líderes conservadores españoles identificándose con el proyecto fascista italiano y nazi alemán provocó la reacción de la izquierda en 1934, producto del miedo; la fuerte represión de la misma, sobre todo en Asturias con tropas marroquíes, cuyos excesos, cuando se conocieron, escandalizaron a la población (generando además 1500 muertos) señalaba un punto de inflexión y de no retorno que aglutinaría a toda la izquierda. Aún se vinieron a precipitar los temores y los acontecimientos cuando el gobierno conservador fue afectado por dos escándalos de corrupción consecutivos (Estraperlo y Nombela) que lo derribaron desintegrando al Partido Radical Republicano de Lerrux. La CEDA pidió formar gobierno pero su falta de proclamación de fidelidad a la República le vetó el acceso, dando lugar al gobierno Centrista Liberal que no tuvo apoyos y se disolvieron las Cortes el 7 de Enero con convocatoria de nuevas elecciones en febrero del 36, quedando el Gobierno Centrista Liberal como organizador de esas elecciones.
Probablemente, toda la Derecha temía una unión política electoral de izquierdas de semejante envergadura como el Frente Popular, aglutinada por la represión del 34 (así lo reconocería implícitamente Franco al dictar una Ley, a principios de 1939) por la que juzgar a los republicanos señalando esa fecha como punto de partida). Así que el primer paso sería evitar las elecciones generales; el segundo, de producirse las elecciones, no reconocer los resultados; el tercero, si todo fracasa dar un Golpe de Estado contra la República. Se demostraba que ninguno de los dos grandes partidos que aglutinaban a la Derecha en España reconocían fidelidad a la República y, además, también especulaban con formulas políticas semejantes al fascismo italiano o al nazismo alemán adaptadas a la cultura española.

Evitar las elecciones y posible tanteo de un Golpe Estado: En enero de 1936 los rumores de un Golpe de Estado y la supuesta participación de Franco en el mismo, como todavía Jefe del Estado Mayor del Ejército Republicano, se extendieron hasta llegar al Presidente del Gobierno, quien envió al Director General de Seguridad, Vicente Santiago, a entrevistarse con Franco en el Ministerio de la Guerra y quien se mostró nuevamente esquivo, manifestándole que no conspiraría hasta que no existiese un «peligro comunista en España». La respuesta de Vicente Santiago fue profética: «si alguna vez, esas circunstancias que usted dice les hacen ir a una sublevación, me atrevo a predecir que de no triunfar ustedes en cuarenta y ocho horas se seguirán tales desdichas como jamás se vieron en España ni en ninguna otra revolución».

Evitar el reconocimiento del resultado: Gil Robles (líder de la CEDA y que nunca terminó de reconocer la República, al igual que Calvo Sotelo que propugnaba una Monarquía autoritaria corporativista, tal vez por su experiencia como Ministro de Hacienda con Primo de Rivera) presiona al gobierno Centrista y Liberal de Manuel Portela, cuya misión esencial fue la de organizar las elecciones de febrero del 36, para que declarase la Ley Marcial (y suspensión de las garantías constitucionales y anulación de los resultados lectorales).
1er Golpe de Estado Fallido: Franco (Jefe del Estado Mayor del Ejército Republicano), en el mismo sentido que Gil Robles, y paralelamente, telefoneó al Director de la Guardia Civil, General Pozas, quien declinó la iniciativa, por lo que Franco presionó al Ministro de la Guerra, General Molero, para que obligara al General Pozas a sacar a la Guardia civil a la calle y también se opuso.
1ª Reacción del Gobierno: Ante la evidente intentona el Gobierno decretó el Estado de Alarma (régimen especial que se declara para asegurar el restablecimiento de la normalidad de los poderes en una sociedad democrática) durante ocho días y se le otorgó al Presidente Manuel Portela, la potestad de declarar la Ley Marcial (es un estatuto de excepción de aplicación de las normas legales ordinarias (normalmente regulado en la constitución del Estado), por medio del cual se otorgan facultades extraordinarias a las Fuerzas Armadas o a la policía en cuanto a la administración de jurisdicción y resguardo del orden público. Casos usuales de aplicación son la guerra o para sofocar rebeliones) en el momento en que lo considere oportuno.
2º Intento de Golpe de Estado: Franco, como Jefe del Estado Mayor Republicano, conociendo las potestades otorgadas por el Gobierno a al Presidente del Consejo de Ministros, saltándose al Propio Presidente del Consejo de Ministros de la República, cursa órdenes a las regiones militares decretando el Estado de Guerra (El Estado de Guerra es la imposición del estado militar, en el cual todos los civiles se convierten en militares) que es seguido y declarado en cuatro regiones militares y otras se mostraron indecisas por no sumarse la Guardia Civil.

ª Reacción del Gobierno: El Presidente del Gobierno, Manuel Portela, quien temía una radicalización de naturaleza fascista en la Derecha, se negó a toda presión confirmando los resultados electorales y la victoria del Frente Popular.
3er Intento de Golpe de Estado: «Cuando Franco por fin vio al jefe de gobierno por la tarde, hábilmente jugó a dos bandas. En los términos más corteses, Franco le dijo al Jefe del Gobierno Manuel Portela que, ante los peligros que constituía un posible gobierno del Frente Popular, le ofrecía su apoyo y el del Ejército si permanecía en el poder»). Implícitamente Franco invitaba al Presidente del Gobierno en Funciones a saltarse la ley y la Constitución y dar un autogolpe de Estado.

El General Franco vino a realizar cuatro intentonas en dos meses, tres de ellas en pocos días seguidos (y dos casi en menos de 24h), desde la posición que consideraba más segura para intentarlo y conseguirlo (La Jefatura del Estado Mayor del Ejército Republicano); previamente se había mostrado, en su única entrevista con el Jefe de Falange esquivo y sin compromiso. Ello sugiere que lo que realmente podría querer, desde un primer momento, era el control y mando absoluto de la situación en España bajo su propia persona (sin embargo la República no le acusó formalmente de esos intentos, ni le procesó por ello). Dos Generales anticiparon en la personalidad de Franco la tragedia para España, Cabanellas señalando la mala elección realizada en esa persona como líder del bando Nacional y Pozas en la certera advertencia, que como Director de Seguridad hizo a Franco, sobre la falta de control absoluto en un Golpe en 48h, ello llevaría a la tragedia en España y ello mismo (la falta de control eficaz en 48 h) debía de estar en la mente de todos los expertos militares que diseñaron o colaboraron en el Alzamiento y de los que se sumaron al mismo, al igual que la certeza de que ello era un objetivo improbable o imposible pues sabían que habría resistencia y la constataron desde el primer momento en que Mola, telefónicamente, rechaza cualquier acuerdo o compromiso con el Gobierno legal de la República para evitar el inmenso baño de sangre que se avecinaba.

Pareciera una confabulación del destino o una trama verdaderamente interna e invisible, pues el General Franco, después de intentarlo reiteradamente en Madrid y siendo abortado una y otra vez e sus intenciones, es trasladado, precisamente, al lugar más cercano donde mejor puede jugar un verdadero segundo intento (con garantías) que le procure los objetivos militares y políticos que parece perseguir para sí, al lado de Marruecos, en Canarias. Si el golpe no puede triunfar en 48 horas, que era lo que pareciera tener previsto el Gobierno de la República, la mejor baza para el General será estar al mando de la mejor fuerza militar y la más experimentada en combate; pues esa fuerza decidirá el resultado de la guerra. El General, desde el momento que pisa suelo africano, solo tendrá un objetivo militar y político: Madrid y lo que ello representa para él.

Si bien fuera cierto que el socialismo en la España de la época tenía un componente por-soviético, no era menos cierto que ello existía en todos los países democráticos de Europa – incluida Inglaterra y Francia; además los votantes de centro-izquierda preferían candidatos de perfil más moderado de naturaleza socialdemócrata (los sistemas democráticos en Europa creían firmemente en sus propios sistemas para controlar las situaciones que pudieran dar lugar a una situación extrema o revolucionaria, pero en España no). El PCE en España apenas era significativo, sin embargo, el relato construido por Franco (y que parecía similar al sostenido en Alemania e Italia permitiendo el triunfo del fascismo) y el apoyo que ese relato tuvo en Europa daría lugar al bloqueo internacional a la República y, con ello, a la emergencia y ascenso de un verdadero Comunismo en manos del propio Stalin que se expresó violentamente en suelo español sin atender a los mínimos principios y garantías democráticas. Me admira que esa forma de fascismo que representa el Comunismo pro-soviético fuera vista con compresión y se pudiera concebir de una ideología que promueve la idea de acabar con el resto de partidos de cualquier arco Parlamentario, puediera aportar algo positivo a la Democracia sin que la acepte plenamente en su ideario ni la defienda activamente, en su pluralidad, cuando llegara al poder y al Gobierno de una Nación o un Estado, convirtiéndose en una amenaza permanente para cualquier sistema democrático como lo entendemos hoy en día. Se puede entender que las formas de fascismo y nacionalismo son respuesta a esa amenaza y que en España el triunfo del Nacionalismo sería una demostración de fuerza y de poder frente a la amenaza de un hipotético enemigo excluyente, como el comunismo lo había demostrado en Rusia, y eso bastó para unir a la Derecha y señalar a la República como adversario a derribar, pues, en alguna manera, consiguieron que se considerara paso previo a ese objetivo revolucionario. También me llamó la atención, después de muchos años, visualizar que el PCE se acercara al régimen de Franco a mediados de los años cincuenta, cuando los americanos (después de realizar gestos de acercamientos con otras películas y otros films, que visualizan a España como lugar digno de descubrirse por sus costumbres y cultura – en clara oposición (y continuación) a la película ¿Por quién doblan las campanas?) rompen definitivamente el asedio internacional al régimen de Franco (señalando, inequívocamente, que no representa un peligro para las democracias occidentales sino, por el contrario, es señalado como un aliado firme y que su devenir será pasar de régimen, ahora autoritario y tal vez cuartelero, a democrático). La estrategia del aislamiento sostenida pierde eficacia y sentido (proseguir presionando para el aislamiento del régimen sólo hubiera sido entendido como una actitud de rencor y venganza en la que se prefiere ver a la propia población en la miseria antes de ceder a la evidencia de que Franco tenía al país y a la oposición atada en el interior y en el exterior, y la población hacía su vida y vivía dentro de los límites marcados, y con un “libre mercado”, que garantizaría su evolución a Democracia homologada). El Comunismo empieza a presentarse en España, desde entonces, como garantía de la Democracia (¡¡!!) y como única fuerza política capaz de construir un “relato veraz” de la Guerra Civil y de Franco ante las nuevas generaciones españolas; su objetivo será restituir la República que Franco derribó para recuperar la legitimidad histórica de España. La designación de JC como Príncipe de España y sucesor de Franco a la Jefatura del Estado sólo representará, a los ojos del Comunismo, la restauración de una Monarquía ilegítima que merecerá ser derribada (de ahí que le llamaran “El breve”) a la primera oportunidad que se presente. El Comunismo construyó su relato basado en la revancha y en el rencor y lo extendió aprovechando una época de expansión de la libertad de expresión y sexual en Europa que se coronó con la revolución juvenil del Mayo del 68. Practicarían el "Entrismo" tanto en el sindicato vertical como en los partidos más moderados y desde ahí extendería su “relato” buscando la radicalización de la sociedad que era el único camino que tendría para obtener protagonismo en la España de Monarquía Parlamentaria que se veía en el horizonte. Protagonismo y espacio visible en el Parlamento era lo esencial para poder conspirar contra la Monarquía y traer la misma República en las mismas condiciones de antagonismo y polarización en que se trajo en 1931 (Había cuentas pendientes - y pensaban que ahora habían aprendido mucho más y las condiciones internacionales las suponían diferentes pese a la Guerra Fría) (¡¡!!). El Comunismo escenificó lo que hiciera falta escenificar, nuevamente el fin justificaría los medios. Sin embargo, el Entrismo también funcionó en sentido contrario, (todos habían aprendido de todos) y el régimen también se infiltró en la izquierda como el mismo objetivo de radicalizar y, con ello, controlar a los elementos que considerara más peligrosos. La paradoja se pudiera dar si, en un momento determinado, parte del propio régimen considerara que la Monarquía Parlamentaria de JC también fuera un obstáculo para sus sentimientos políticos (un verdadero fascismo, al igual que un verdadero comunismo, no precisarían de Monarquía alguna; además el respaldo de EEUU a Franco había supuesto una verdadera desviación de los valores esenciales que se prometieron mantener en el Movimiento Nacional – así lo comunicaban los diplomáticos españoles en posteriores conversaciones con los EEUU y que aparecen referidas en el texto que hace referencia a la influencia que se quería ejercer en el guion de la película que motiva este artículo). La izquierda/izquierda, que pasa por “tolerar” la Democracia Parlamentaria, no ha renunciado a viejas prácticas de “confusión” de la legalidad para provocar malestar en la sociedad y con ello justificar la existencia de una Democracia deficiente en libertades y derechos, cuando son ellos mismos quienes “interpretan las normas” (a veces a los particulares) de manera sesgada generándoles postreros problemas y confusa indignación, alimentando la idea de que el Estado Democrático tiene déficit. A la definitiva, a veces pienso que se ha extendido la práctica de ir saltándose las normas y las leyes y los procedimientos (a las bravas, en demasiados ámbitos y siempre con una justificación, a veces de prioridad y emergencia) que han terminado por afectar a los derechos elementales de las personas y han obligado, a su vez, a cambiar procedimientos que garantizaban las libertades civiles (y ello viene desde la izquierda/izquierda) olvidando los más elementales principios que se sostienen en las Democracias Liberales. Y dando lugar a una especie de opresión inesperada desde ámbitos concebidos para mantener las libertades como lo es el ámbito de la justicia (Basta con “concebir” un “Derecho” no contemplado para que inviten a saltarse los procedimientos, las normas y o los mandatos judiciales desafiando a uno de los tres Poderes sobre el que se sienta la Democracia: El Judicial; luego ya pensarán en cómo remediarlo – si usando el entorno social con “relatos al uso” o implicando a la opinión pública con los medios de comunicación y los juicios paralelos. Y de análoga manera han procedido para obtener objetivos concretos en cualquier circunstancia – ya sea en entornos estudiantiles o sociales e incluso en el ámbito laboral o familiar o institucional (nuevo ataque a la Monarquía en dos frentes: Cataluña y de paso a la propia institución), según sea el objetivo a conseguir y dónde observen que se sitúa la resistencia a sus procedimientos). El nuevo modelo de Izquierda/izquierda tiene una “Nueva Verdad” que imponer y no le importa ya mostrar rasgos en el presente de lo que parece ser su objetivo final: Les sobran Todos (las diferencias, en su República ideal, serán tratadas, previsiblemente, con el modelo Stalinista, por ello se consideran pro-soviéticos). Y en ese escenario vienen a hacerle el juego los nostálgicos franquistas que ocupan cargos institucionales en ciudades y pueblos de España renunciando a olvidar el pasado y manteniéndolo en sus calles y plazas; también parecen sostener su propia “Verdad”). Si toda la Derecha actual, sin fisuras ni lagunas, aceptara y se involucrara plenamente con nuestra Monarquía Parlamentaria y con Nuestra Constitución y Democracia, sin reservas, no cabrían argumentos para que esa izquierda/izquierda se apuntara “legítimamente” razones de sensatez que rara vez sostiene en el presente si no es por medio del prejuicio con “relatos” sesgados. Y dejaríamos de correr, tal vez, el peligro de una permanente radicalización de los extremos a causa de cualquier nueva provocación que en el futuro apareciera (como en el presente los es, claramente, el independentismo catalán – salida encontrada a la corrupción de CiU, y que es lo que siempre hizo, estimulado y radicalizado por la Izquierda/izquierda como acoso al sistema democrático, a la Constitución, a la Monarquía, bajo el pretexto de no vivir en un Estado Democrático. Y de momento su “relato” ha sido acepto en el “registro de quejas” de la opinión pública europea. La sobredimensionada respuesta del Gobierno del PP hizo pensar en que no cree, plenamente, en los recursos legales y democráticos que la Democracia tiene a su alcance para controlar la situación, o simplemente aceptó realizar un “gesto” para aquellos a los que les “gusta” dejar su impronta de amenaza violenta cuando se producen ciertos desafíos a las Instituciones – y que parecen, también, desconfiar de los medios legales y pacíficos que otorga la Constitución y las Leyes para controlar estas situaciones; sin reparar, (o tal vez reparando (¿)) que ello, precisamente, hace posible que exista una esperanza de triunfo en el “relato” independentista. Sabiendo que con un “relato” ganaron la Guerra Civil caigan, ahora, en la misma estrategia realizada por quienes, parece ser, analizaron previamente todos las previsibles reacciones (sobredimensionadas) de un Gobierno Conservador en España (y jugaron a provocarlas y lamentablemente acertaron en la estrategia) – a no ser que desearan, algunos, tal vez una minoría del Estado profundo, que la situación antagónica se creara).


La Democracia acepta, en alguna medida, que la Verdad, de existir, se encuentra dentro de un “entorno”, de un “espacio”, de un “área” en el que todos participan de una u otra manera; pues cuando se abandona ese espacio entran en el terreno de la exclusión y de la imposición; y la imposición es un acto que abre la puerta a la justificación de los medios para un fin (y lo que parece realmente importante en la vida es el “camino” y cómo lo realizamos, pues el camino y la manera de realizarlo también forma parte del fin y, desde luego, lo va definiendo; por ello resultan esenciales los medios, las maneras, las formas y los procedimientos. Aceptar plenamente la Democracia implica, de alguna manera, reconocer esa condición de diversidad en las personas y, consecuentemente, que las Verdades absolutas, de existir, difícilmente se pueden imponer sin que pierdan sus cualidades. La tolerancia es un rasgo que facilita que cada cual se acerque a su propia verdad.


La no aceptación de la República como forma de Gobierno por la Derecha (ni por Gil Robles, ni por Calvo Sotelo) pudo dar lugar a una verdadera y sólida desconfianza entre Derechas e Izquierdas y, con ello, la radicalización de ambas provocada por el propio temor al adversario. El advenimiento de la II República se había realizado por medio de “atajos” en unas elecciones municipales que los propios republicanos consideraron plebiscitarias. No se esperó a unas elecciones Generales o a una posterior consulta popular por la que constatar el nivel de involucración de la Nación y del Estado en ese cambio (se buscaron situaciones que se hubieran de aceptar a través “de hechos consumados”). De alguna manera el marco democrático que ofrecía la República no se había aceptado plenamente y cualquier disposición que esta tomara para modernizar el país (incluso en la propia constitución con normas tan elementales como la libertad religiosa, que no era otra cosa que un principio liberal) eran concebidas como profundas transformaciones que alejaban a España de sus tradiciones, representadas y defendidas por la derrocada Monarquía; la clara y meridiana adhesión de la Derecha a la monarquía exiliada se entendió como un ataque directo y permanente a la II República y señaló las irreconciliables posturas que determinarían el tipo de relación y expresión violenta que dominaría haciendo inútiles cualquier avance social a los ojos de la Derecha, considerándolos signos y progresos revolucionarios (y no democráticos).

Es posible concebir que la implantación de la República llevara a los Conservadores españoles a determinar que el desarrollo de sus intereses comerciales e industriales estaban en peligro ante la consolidación de teorías políticas que pudieran desembocar en un mayor control de la economía por el Estado republicano (y tal vez no fueran muchos sino sólo unas pocas personalidades o incluso una sola pero determinante y con suficientes conocimientos precisos y nítidos del pensamiento internacional Conservador de la época y de sus temores). Y ello llevara a señalar y argumentar un peligro que pudiera ser mostrado en el extranjero como ataque a valores esenciales (me gustaría pensar que al liberalismo y los valores que este porta en el sistema económico, pero más bien parece que, aunque ese pudiera ser el argumento de fondo económico, se referirían a los tradicionales que daban identidad a la Nación española) y desde esta tesis obtuvieran un apoyo determinante para su causa contra la República. Desde este punto de vista se pudiera entender que todos los pasos dados por los Conservadores españoles pudieran estar encaminados, primero, a cuestionar rasgos de la Constitución Republicana que les permitieran desvincularse en su compromiso (el catolicismo era ignorado), luego a identificarse con un régimen autoritario monárquico (indirectamente reclamación de la legitimidad de la monarquía) y simultáneamente con el fascismo alemán o italiano (en claro escenario de desafío - pero que sirvió, tal vez inesperadamente, para construir la estructura de un Nuevo Régimen) en un permanente proceso de acoso y, probablemente premeditada, provocación a la República y cuyo objetivo esencial fuera situarla en una posición “defensiva” que le diera una clara apariencia de radical para, desde ahí, mantener un buen relato que permitiera derribarla. Tal vez el único que conociera, o intuyera con claridad, ese plan fuera el General Franco y todos los demás participantes no fueren otra cosa que idealistas o revanchistas buscando poner “orden” en un país desconociendo que el desorden pudiera ser un paso estratégico, premeditado, que tenía una finalidad concreta y precisa. Desde esta perspectiva se entendería que el único líder viable fuere quien conociere con precisión ese plan por tener el respaldo directo de quienes lo financiaban; los demás sobraban e incluso podrían ser un estorbo. También, desde esta hipótesis se podría comprender que el régimen de Franco tuviera la libertad de hacer negocios con democracias marxistas y que su propio régimen pudiera declararse anticapitalista y a la vez aceptar el modelo capitalista que traería una Democracia Liberal. Franco habría creado una especie de fascismo laboral, con ciertas garantías para los trabajadores, y a la vez permitido un capitalismo a cierta altura, alejándose de la visión materialista por medio del Catolicismo sin que ello le incomodara (aunque ello pudiera contradecir el ideario político de los que le apoyaron para ganar la Guerra y, así, crear su Estado perfecto ante la “admiración” de todos los presentes) pues no tuvo compromiso personal con nadie que le atara (con todos se mostró reservado y esquivo, incluso con sus propios compañeros de armas) salvo el supuestamente empresarial y secreto (que le financiaba), tal vez en alguna medida vinculado con la monarquía de entonces (pero esa vinculación y compromiso con la monarquía parecía necesaria, pues no cabía pensar en la vuelta a ningún nuevo tipo de republicanismo y con ello a los mismos riesgos que combatieron desde un primer momento, por lo que parece más que un acuerdo la única concesión inevitable). Si realmente existió “engaño colectivo” cabría concebirlo por el hecho de que Gil Robles, que le ayudó a intentar detener la proclamación de resultados de febrero del 36, no sólo salió en principio del país, sino que cuando volvió acabó por defender a los encausados en el proceso 2001 – lo que parece un verdadero gesto, determinante y postrero, de desacuerdo y contrariedad airada contra el General que se había concedido todas las licencias y, acababa ofendiendo, de alguna manera, todos los valores de quienes le ayudaron a auparse en el poder; probablemente Gil Robles fuera, uno de los pocos que quedaban con vida que, posiblemente, con más claridad lo podría percibir: El General, que se había apropiado de todas las alternativas políticas que surgieron, incluso de los proyectos republicanos, que estaban destinados a desarrollar socialmente la República, habían acabado por formar parte de su proyecto Nacionalista, y ahora parecía pretender poner en práctica la idea de Calvo Sotelo de construir una Monarquía autoritaria a su muerte.

Todos habían colaborado para que el Ejército de África llegara a la península y todos habían colaborado para que el líder de ese Ejército llegara a su mando en el momento oportuno despejando cualquier obstáculo; parecía un requisito esencial del plan y por ello se buscó en la Luftwaffe el apoyo necesario para crear el primer puente aéreo de la historia militar. Franco, por segunda vez, se hallaba en el lugar indicado, en el momento oportuno y al mando directo de Unidades que no cuestionaban sus decisiones; con nadie asumió compromiso personal alguno (con la posible excepción del punto de vista técnico/militar en la conspiración con sus compañeros) salvo, después de expresar inconvenientes respecto de las condiciones ambientales convenientes, el de participar desde África. La única acción coordinada contra la República de nivel político y no exclusivamente militar, la manifestó con Gil Robles, pero tampoco parece que hubiera con el líder de la CEDA algún tipo de contraprestación pues salió del país en un auto-exilio temporal (parecía que la parte de su papel estuviera hecho). Tenía libertad de acción y ese derecho a poseer una libertad de acción y maniobra lo habría preservado en todas y cada una de las entrevistas y relaciones que mantuvo en torno a la conspiración permanente de la Derecha para derribar la República; tal vez también fuera consciente de que ese “papel” representado por los políticos conservadores para con el régimen republicano (y consiguientemente contra el Parlamento republicano) les llevara el coste implícito de no poder liderar, en modo alguno, el Nuevo Orden que nacería; ni siquiera la Monarquía derribada podría retornar después de haberse visto señalada como alternativa republicana y, consecuentemente, como parte de la permanente conspiración contra la República y, en alguna, medida contra el Parlamentarismo; el General Franco concebiría para sí ser única alternativa viable para la Derecha, sólo debería proseguir su tarea de mantener su camino despejado. El avance y aproximación al objetivo militar la contemporizará con logros simultáneos en sus objetivos políticos personales que le deberán allanar el acceso al mando absoluto sobre España y, consecuentemente, a la eliminación de cualquier oposición interna o externa que pudiera expresarse en el presente o en el futuro. Además, el relato construido sobre el motivo de su alzamiento contra la República actuará como una pesada carga sobre el propio Gobierno Republicano difícil de gestionar, que le irá desgastando y haciéndole no sólo perder oportunidades de victoria sino resultándoles imposibles. La adversidad internacional hacia la República se irá verificando con el goteo de países que van reconociendo a Franco; éste sólo tendrá que esperar a las puertas de Madrid hasta que, desmoralizada y agotada la población, el Gobierno se rinda, huya o se desintegre.

Pese a nuestra Historia más o menos reciente, sectores de la sociedad española parecen olvidar que los partidos políticos definen sus objetivos, también los finalistas, y suelen estar explícitos en sus siglas como definición electoral; y si este es excluyente el resultado difícilmente será algo distinto de la exclusión. Y si esto se percibe como peligro siempre suele haber re-acción en sentido adverso que buscará el mismo objetivo pero de signo contrario: Excluir a los que excluyen. Ello es una actitud que a veces se busca intencionadamente para dar sentido a una propia posición política y así legitimarla. Si hay personas que lideran con un proyecto pro-soviético ello no es un signo de divertimento político o electoral, realmente han meditado sobre ello y lo llevarán a cabo. Si alguien es independentista también podremos pensar que es un rasgo verdaderamente folklórico pero de darse las circunstancias apropiadas acabarán por intentar consumar su ideario e incluso serán presionados por la izquierda/izquierda para llevarlo a término en una estrategia global cuyo objetivo es remitirnos su “pasado de ideal confrontación” “que hay que recuperar y enmendar”. En la Derecha española se observó “gesto” inicial de desconfianza hacia la Democracia implantada hace 40 años, como la objeción a voto plenamente favorablemente a la Constitución (ocho de sus diputados votaron a favor, cinco votaron en contra y otros tres se abstuvieron; de un total de 16). Aún persiste algún sector entre los conservadores que muestra cierta reticencia a abordar favorable y positivamente la retirada de símbolos de la extraña y peculiar dictadura franquista, como si con ello se pretendiera preservar una “puerta de salida” lo suficientemente grande y amplia como para “saltar del barco” de la Democracia si fuere preciso.
Parece necesario llegar a acuerdos transversales sólidos que permitan involucrarse plenamente con el sistema democrático.

“Si por alguien doblaron o doblan las campanas no es por ése, o aquél, o el de más allá; doblan y doblaron las campanas por todos nosotros” (todos fuimos de alguna manera sacrificados, unos y otros, de una manera u otra...; y parece imposible salir de la red de engaños; apenas podemos establecer algo más que conjeturas. Solo nos queda el presente).



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