¿Por
quién doblan las campanas? (14 Agosto 2018)
Nota previa: Introducción
Más que un artículo (el
post contiguo) es una reflexión que se empieza a gestar, primero, cuando es
rechazada la petición realizada para retirar la condecoración otorgada a Franco
por Francia ante la negativa de Francia a retirar la concesión de la medalla de
la Legión de Honor que le concedió como respuesta a una petición de ciudadanos
españoles hijos de republicanos. (Aunque la noticia
me parecía intranscendente, por concebir en ese momento que el asedio a la
figura de Franco me resultaba indiferente a estas alturas. Probablemente la
distinción viniera desde el fracaso del desembarco de Alhucemas, durante el
cual la persistencia de Franco permitió la llegada de las tropas francesas y el
éxito de la operación contra Abd El Krim. La pregunta era ¿Si Hitler en vez de
cabo hubiera sido comandante que colaborara en África con los franceses, le
hubieran retirado la medalla?), El trato que Francia había dado al General
Pétain, a pesar de haber sido héroe en la I Guerra Mundial fue de condena a
muerte que luego fue conmutada. Así empezó mi interés por re-evaluar la
perspectiva con la que se percibió a Franco en Europa, más allá de las ideas
preconcebidas y que creíamos comunes en todo el occidente democrático y, aun
más, en Francia ¿Existiría un criterio superior, por encima del democrático,
que nos pasara desapercibido y que considerara que Franco realizó un papel
esencial tal vez en la Guerra Civil, o durante la II Guerra Mundial o en la
posguerra? ¿Servía Franco a los intereses europeos a pesar de la propaganda
adversa de tantos años? ¿Cumplía o cumplió una misión? y de ser así, ¿Desde
cuándo es considerado y respetado en ciertos entornos?). Vino a sumarse al
compendio de “irregularidades o incoherencias históricas”, establecidas en el
régimen franquista, resultando una “revelación” efectuada también por “El País”
donde Franco apoyaba al Gobierno de Salvador Allende en Chile. También, un
artículo sobre un tango que se refería a una ciudad española, que se puso de
moda en los años 30 en el Hotel Excélsior de Berlín (uno de los hoteles más lujosos
y grandes de su época) me llevó a realizar una breve investigación, con escasos
medios (sólo Internet), sobre la sociedad alemana de la época y de cómo el
propio Excélsior acabó siendo sede de un organismo nazi, cuando sólo unos pocos
años antes el propio dueño del hotel vetaba la entrada del Nacionalista Hitler
(en 1928), a sus lujosos salones, donde se habían reunido pensadores de la
época, y en sus magníficas vidrieras se representaban los cuatro símbolos de
las religiones monoteístas más importantes de la Humanidad como expresión de su
tolerancia por la libertad de pensamiento; los nazis - que eran observados como
radicales, que con su sola presencia generaban malestar en el ambiente, según
el recién rescatado artículo de ABC, donde Hitler reclamaba más financiación y
portaba armas a donde fuere (parece ser por el artículo del ABC que Hitler
siempre llevaba una pistola al cinto), habían conquistado en poco tiempo el
poder en Alemania y conseguido enfervorizar a la clase media - rompieron sus
vidrieras y vetaron el hotel hasta que arruinaron al dueño, luego se lo
quedaron como sede de un organismo propio (era una exhibición de poder y
persuasión que precisa del respaldo de la gente común o de su miedo). Todo ello
me permitió recuperar recuerdos del pasado que corroboraban que habíamos
vivido, al menos en la etapa postrera del régimen (al menos en los últimos diez
años), situaciones que, por extraordinariamente inauditas, resultaban
imposibles de asimilar e incluir coherentemente en el proceso histórico que el
propio régimen de Franco reclamaba para sí y daba sentido y razón de ser a su
violenta implantación en los años treinta. Además, a ello se viene a sumar el
hecho de que después de cuarenta años de democracia el Franquismo siga
ostentando lugar de culto, o que el nombre de numerosas calles de demasiados
pueblos de España aún sostengan el recuerdo en forma de homenaje a aquellos que
propiciaron la Dictadura y posterior régimen autoritario, como si con ello
quisieran perpetuar “sus reservas y objeciones permanentes” sobre el sistema
democrático que se lleva desarrollando en España desde 1978 y del cual ellos
mismos forman parte y con el que se han comprometido, en lealtad a la
Constitución, para poder ejercer la dignidad de representar a sus ciudadanos en
instituciones públicas. También la visceralidad con que aparece en la escena
española una fuerza de extrema izquierda, cuyo líder se reconoce pro-soviético,
y un líder de extrema derecha se reconvierte y recomienda votarle ¿Qué puntos
en común pueden tener las ideologías extremas?¿Será su común anticapitalismo o
el deseo de ambas de abolir la Democracia Parlamentaria e imponer unas
Dictaduras? ¿O será todo ello a la vez? Y sobre todo ¿Por qué es posible que en
las democracias existan de ideologías extremas cuya meta esencial sea acabar
con la propia Democracia?
La
Historia oficial, ni siquiera la verbal (boca/oreja), responden con exactitud y
coherencia a la Historia cotidiana que realmente vivimos, sin embargo las
respuestas se hallan en el pasado, por un lado escritas pero cumplimentadas por
lo que también vivimos. Este artículo (que viene a continuación)se esfuerza en
reflexionar sobre una pequeña parte de ello de la manera más “coherente”, si es
que ello es posible dada la magnitud y profundidad de las situaciones
“anómalas” y contradictorias que pudieron sucederse desde la proclamación de la
II República y que han sobrevivido, en algunos rasgos, hasta nuestros días. De
alguna manera hoy somos el resultado de aquellas contradicciones y aquellas
contradicciones hacen posible hoy en día que nuevas contradicciones sean
posibles y tengan un espacio que resulta, a su vez, contradictorio con el
establecimiento de la transición democrática, (se esperaba de la España del
futuro haber superado definitivamente aquella etapa para así posicionarse
nítidamente de cara al futuro; unidos en la diversidad de opinión y opiniones;
unidos en nuestra diversidad de culturas y tradiciones; unidos en nuestra
diversidad de identidades… en todo unidos en la consecución de nuestro
bienestar común; unidos en la propia diversidad porque ello suma). Parece
necesario recorrer nuevamente el pasado porque hay generaciones nuevas, que
adquieren capacidad para representarnos en instituciones, que parecen
desconocer realmente cual fue el “complejo ambiente” que se vivió en los años
treinta y lo realmente difícil que debió resultar mantener un equilibrio que
garantizara la democracia ante el asedio de los extremos cuando estos extremos
se convierten en opciones atractivas para la sociedad por un motivo u otro.
Realizada
en 1942, (en plena segunda guerra mundial cuando aún el signo del resultado de
la misma aún no era percibido con claridad en la opinión pública – los EEUU ya
formaban parte de los aliados - y ya se vislumbraba el reclamo de Stalin para
la intervención americana y crear un segundo frente a Alemania). La película
fue estrenada en 1943 aunque no vio la luz en España hasta 1978, por entonces
enormemente mutilada y con adversas críticas, desde un primer momento. Sin
embargo fue nominada a nueve Oscar, pero sólo recibió uno en el personaje
secundario de Pilar, que precisamente era una artista griega con un parecido
evidente a la Pasionaria (la elección del casting fue muy elaborada y se alargó
en el tiempo, por lo que sugiere que hubo detalles y rasgos físicos que
suponían un requisito esencial a expresar en el film, dirigido por un director
Norteamericano considerado ultraconservador).
¿Por quién doblan las
campanas?
Hace poco la echaron en
TVE.
Apenas vi algo más de 35 ó
45 minutos de la película, en su reciente reposición en La 2. En algunos
intentos anteriores ya me pareció película pesada y espesa que me hizo
abandonar la atención, a pesar de que los dos protagonistas eran dos de mis
actores favoritos por dos interpretaciones que me
admiraron en dos películas que fueron mis preferidas durante mucho tiempo: Gary
Cooper por su papel en “Solo ante el peligro”, magnífico y heroico personaje
del Sheriff, poco probable en la realidad (como criticaría John Wayne), al
menos en su desenlace (pero el cine es el lugar donde los sueños se realizan)
pues concebía que el destino de un hombre con valores profundos, coherentes y
consecuentes, no suele ser así percibido así por su entorno social en los
momentos de conflicto, y suelen considerarlo de una dignidad inconveniente,
molesta o inadecuada, como bien expresa algunas escenas de la película. E
igualmente Ingrid Bergman, que en Casablanca parecía la antítesis del personaje
acobardado que escenificaba Grace Kelly como esposa del Sheriff (la redención
que sufre la que sería joven princesa de Mónaco, recién casada en la película,
teniendo que usar la odiosa fuerza de la violencia, contra el malhechor, me
resultó tan memorable como improbable). Bella, alegre, idealista y para siempre
enamorada del desengañado Bogart, de pasado idealista en todas las causas por
la libertad (igual que el desengaño que debieron sentir muchos de los
voluntarios extranjeros que combatieron en una República que tenía que luchar
contra un destino adverso y contradictorio, incluso en su propio seno).
Los
personajes cinematográficos describían a los españoles en esa guerra; incluso
el entorno de la cueva donde se desarrolla gran parte de la trama, basada en la
novela de Hemingway, que habla de un país oscuro, de líderes más allá de
astutos taimados y celosos y, sobre todo, de un entorno realmente empobrecido,
donde el protagonista, Gary Cooper, de tez clara y siempre reluciente, tiene
que hacer frente a una misión suicida dada la pésima organización del ejército
que ostenta el criterio de la defensa de la legalidad. Sólo la relación amorosa
del personaje de Ingrid Berman con Gary Cooper salva la oscuridad de la
película (la pareja destaca tanto, son tan luminosos en cada escena, que todo
lo demás parece un “pesado ropaje” que molesta y perturba un romance que
merecía una verdadera oportunidad: Los dos protagonistas y su pretendido amor
razonablemente imposible en la mente de un Cooper que no puede trazar un futuro
viable con su amada dada la misión que debe cumplir; como compromiso de lealtad
a una causa de la que sabe que terminará con su vida por mala organización– si
algo no está bien organizado se puede pensar en que no hay unidad de criterio).
Ingrid, violada al inicio de la trama de la novela, salva su destino – que
parece representar al propio destino de España – al fijar su “modelo compañero,
de hombre-héroe” en el actor Norteamericano, aunque realice un papel de inglés
(curioso tándem psicológico en una única persona, representada por Gary Cooper,
que pareciera señalar que el devenir de la España del futuro debiera posarse en
esas dos naciones: EEUU e Inglaterra; incluso pareciera señalar aún más: la
identidad de Inglaterra y EEUU en la contienda de la segunda guerra mundial
garantizando un futuro no solo de España, más o menos lejano, si no de la
democracia liberal en Europa).
Es
aceptable pensar que esta somera interpretación de la película pudiera parecer
al lector como aventurada y compartiría con él esa misma visión; incluso a mí
mismo me hubiera parecido excesivamente atrevido exponer una conjetura como
esta, sin embargo, se me representó tan tendenciosa la elección del reparto de
actores, tan oscura, tan adversa, tan negativa para mi país que, en principio,
no supe si esa visión de lo republicano era producto de la intervención del
gobierno Nacionalista (de Franco) intentando demonizar el recuerdo de la
República, o un gesto de clara venganza o amenaza expresa hacia el régimen de
Franco desde EEUU – tal vez por vincularse con el Eje - o ser reflejo veraz del
ambiente bélico de aquella época, o todo ello era un objetivo a la vez.
Persuadido de que en alguna medida había habido intervención política de algún sigo entorno a la película, pues la propia película no se sostenía por sí misma con el romance de los protagonistas, me decidí a echar un vistazo a Internet – aún más persuadido de que habría influencia, en aquella época de guerra mundial donde el régimen nacionalista de Franco recibió ayuda no sólo de alemanes o italianos, sino de ingleses (a los que todos parecían pedir permiso, incluso los italianos, para actuar en suelo español) y, tal vez, de norteamericanos para vencer en su cruzada particular contra los “rojos” (ya en los primeros días de guerra en el NYT se entrevé la lucha por el “relato” que enfrenta a los militares rebeldes y a los leales republicanos; y donde acabará venciendo la tesis de que luchan contra una España y gobierno “rojo” y, por lo tanto, revolucionario. Pero el destino les jugará una mala pasada durante el desarrollo de la II Guerra Mundial cuando se hace necesario el establecimiento de alianzas para asegurar la derrota del Eje. Parece evidente que venció muy pronto la tesis nacionalista de Franco (al menos en los gobiernos europeos – otra cuestión sería persuadir a la opinión pública), pues el bloqueo de ayuda armamentística a la República hizo inevitable que esta tuviera que ser sustentada por Rusia (la URSS) y ello determinaba el signo y resultado de la Guerra Civil desde el mismo momento en que el Gobierno Republicano tuvo que tomar esa decisión de comprarles armamento y aceptar a sus comisarios políticos; teniendo que establecer un equilibrio con el Comunismo y la izquierda pro-soviética para que esta no perturbara esa lucha por el “relato” en la que los republicanos intentaban demostrar a Europa y al mundo occidental que eran una plena Democracia. Esa lucha por sostener que la República era una Democracia, pese al bloqueo de ayuda internacional, y que sostenía esos principios democráticos quedaría plenamente demostrada – pero muy encriptada - en un gesto final y muy contradictorio - que por circunstancias posteriores de conveniencia política tanto en el desarrollo de la Guerra Mundial como en la posguerra y en el desenvolvimiento del franquismo, y en el restablecimiento democrático del 78 - pasó plenamente ignorado y desapercibido, y que fue el Golpe dado en una alianza entre Socialistas moderados y Anarquistas para poner punto y final a la Guerra Civil señalando, indirectamente, como enemigos de la paz que ya todos deseaban y anhelaban, a los pro-soviéticos). El desarrollo de la guerra civil en el bando republicano fue, en cierta medida, una escenificación de las fuerzas políticas fuera del Parlamento pero con lenguaje bélico; de tal manera que el Gobierno pareciera que tuviera que administrar, limitar u orientar la fortaleza de cada grupo político utilizando para ello la naturaleza de las unidades militares que poseían y su tipo de armamento para asegurar un equilibrio político/militar que evitara, a la definitiva, una plena sovietización de la República.
La descripción de España y de los españoles que realizaba la película resultaba, al menos, digna de desconfianza para cualquier extranjero que la visionara, pues si los que perdieron la guerra tenían esos rasgos patológicos sin duda quienes la ganaran, en alguna medida, también los poseerían, pues no en balde era, ante todo, una guerra de “hermanos contra hermanos”. La amenaza velada sobre el régimen de Franco podía residir ahí, en esa descripción de la sociedad española durante la situación de crisis bélica. España había tenido sobre sí los focos de la comunidad internacional y ello permitió expresar una imagen al mundo sobre el carácter y la sociedad española que se manifestaba como conclusión (y resumen) en la película basada en el libro de Hemingway (aunque el propio Hemingway pudiera no terminar de reconocer la película como reflejo de su propio libro – algo que hoy en día es habitual en las adaptaciones – pero que en aquellos momentos de guerra internacional, las desviaciones o rasgos en el guión sugerían la existencia de “mensajes esenciales” que llegarían al público con nitidez, determinando con precisión la versión de los EEUU (del país más fuerte en el concierto internacional que expresa su criterio) sobre el conflicto civil en España – se adjunta por ello “enlace” de internet que remite a los diálogos que existió entre la Administración diplomática de Franco en EEUU con el fin de influir en el rodaje de la película por lo interesantes que resultan).
Persuadido de que en alguna medida había habido intervención política de algún sigo entorno a la película, pues la propia película no se sostenía por sí misma con el romance de los protagonistas, me decidí a echar un vistazo a Internet – aún más persuadido de que habría influencia, en aquella época de guerra mundial donde el régimen nacionalista de Franco recibió ayuda no sólo de alemanes o italianos, sino de ingleses (a los que todos parecían pedir permiso, incluso los italianos, para actuar en suelo español) y, tal vez, de norteamericanos para vencer en su cruzada particular contra los “rojos” (ya en los primeros días de guerra en el NYT se entrevé la lucha por el “relato” que enfrenta a los militares rebeldes y a los leales republicanos; y donde acabará venciendo la tesis de que luchan contra una España y gobierno “rojo” y, por lo tanto, revolucionario. Pero el destino les jugará una mala pasada durante el desarrollo de la II Guerra Mundial cuando se hace necesario el establecimiento de alianzas para asegurar la derrota del Eje. Parece evidente que venció muy pronto la tesis nacionalista de Franco (al menos en los gobiernos europeos – otra cuestión sería persuadir a la opinión pública), pues el bloqueo de ayuda armamentística a la República hizo inevitable que esta tuviera que ser sustentada por Rusia (la URSS) y ello determinaba el signo y resultado de la Guerra Civil desde el mismo momento en que el Gobierno Republicano tuvo que tomar esa decisión de comprarles armamento y aceptar a sus comisarios políticos; teniendo que establecer un equilibrio con el Comunismo y la izquierda pro-soviética para que esta no perturbara esa lucha por el “relato” en la que los republicanos intentaban demostrar a Europa y al mundo occidental que eran una plena Democracia. Esa lucha por sostener que la República era una Democracia, pese al bloqueo de ayuda internacional, y que sostenía esos principios democráticos quedaría plenamente demostrada – pero muy encriptada - en un gesto final y muy contradictorio - que por circunstancias posteriores de conveniencia política tanto en el desarrollo de la Guerra Mundial como en la posguerra y en el desenvolvimiento del franquismo, y en el restablecimiento democrático del 78 - pasó plenamente ignorado y desapercibido, y que fue el Golpe dado en una alianza entre Socialistas moderados y Anarquistas para poner punto y final a la Guerra Civil señalando, indirectamente, como enemigos de la paz que ya todos deseaban y anhelaban, a los pro-soviéticos). El desarrollo de la guerra civil en el bando republicano fue, en cierta medida, una escenificación de las fuerzas políticas fuera del Parlamento pero con lenguaje bélico; de tal manera que el Gobierno pareciera que tuviera que administrar, limitar u orientar la fortaleza de cada grupo político utilizando para ello la naturaleza de las unidades militares que poseían y su tipo de armamento para asegurar un equilibrio político/militar que evitara, a la definitiva, una plena sovietización de la República.
La descripción de España y de los españoles que realizaba la película resultaba, al menos, digna de desconfianza para cualquier extranjero que la visionara, pues si los que perdieron la guerra tenían esos rasgos patológicos sin duda quienes la ganaran, en alguna medida, también los poseerían, pues no en balde era, ante todo, una guerra de “hermanos contra hermanos”. La amenaza velada sobre el régimen de Franco podía residir ahí, en esa descripción de la sociedad española durante la situación de crisis bélica. España había tenido sobre sí los focos de la comunidad internacional y ello permitió expresar una imagen al mundo sobre el carácter y la sociedad española que se manifestaba como conclusión (y resumen) en la película basada en el libro de Hemingway (aunque el propio Hemingway pudiera no terminar de reconocer la película como reflejo de su propio libro – algo que hoy en día es habitual en las adaptaciones – pero que en aquellos momentos de guerra internacional, las desviaciones o rasgos en el guión sugerían la existencia de “mensajes esenciales” que llegarían al público con nitidez, determinando con precisión la versión de los EEUU (del país más fuerte en el concierto internacional que expresa su criterio) sobre el conflicto civil en España – se adjunta por ello “enlace” de internet que remite a los diálogos que existió entre la Administración diplomática de Franco en EEUU con el fin de influir en el rodaje de la película por lo interesantes que resultan).
El
golpe de gracia se daba en la concesión de un único Oscar que recaería sobre la
actriz que representaba la imagen de la Pasionaria. Nadie podía estar contento
con esa imagen de España, ni vencedores ni los vencidos que pusieron el punto y
final al conflicto español (y sin embargo parecía un guiño a quienes
pretendieron proseguir el conflicto en España para intentar enlazarlo con la II
Guerra Mundial, aunque ello supusiera un mayor sufrimiento de la población y
aún una probable mayor devastación del territorio por la re-entrada de
ejércitos extranjeros de ambos bandos – aliados y eje); se usaba nuestra
confrontación bélica para hacer un “gesto” al aliado Stalin por medio de un
Oscar a una actriz griega y a la vez estimulaba la lucha de resistencia que los
comunistas griegos opondrían en Grecia y, con ello, alentar la resistencia
comunista en Italia y Francia – un “gesto” inequívoco a la “quinta columna: los
partisanos” que colaboraban o colaboraría en los desembarcos Norteamericanos de
Italia y Francia. Norteamérica aparecería en aquella época a los ojos de los
combatientes comunistas en la II Guerra Mundial como una democracia plural que
reconocía sinceramente en la URRS (en los Comunistas) a un verdadero aliado en
la lucha contra los Nacionalistas alemanes y el Fascismo italiano en Europa
(Curioso que quienes estimularan el Nacional-socialismo en Centroeuropa para
combatir el avance del Comunismo se vieran luego en la necesidad de apelar a
los propios Comunistas para acabar con quienes fueron financiados para impulsar
la misión de contenerlos y exterminarlos. El pacto de lo que iba a ser el
balance de pugnas, en los criterios de las democracias del futuro, entre la
lucha de dos visiones económicas antagónicas, parecía estar decidido. Tal vez
fuera ese pacto resultado de una visualización en el que el análisis Comunista
del Capital daba juego a un sistema económico que debiera explorarse, o
simplemente reconocer el papel de la URSS para contener y desgastar al Eje le
otorgaba un derecho en la Europa del futuro; pero además haría posible una
polarización de la sociedad entre dos visiones, aparentemente irreconciliables,
en el propio suelo europeo, y que el tratado de Yalta reconocería y la Guerra
Fría sometería a stress verificando cuál de los dos sistemas era el más
eficiente en todos los aspectos que definían una sociedad).
Las
ideologías que hoy llamamos fascistas o Dictaduras no estaban tan adversamente
definidas y observadas en los tiempos de los años 20 y treinta en Europa como
lo están ahora, al menos por la Derecha y los Conservadores en general y
tampoco por la Izquierda; incluso, a diferencia de lo que hoy se considera
sobre dictadores, dictaduras y regímenes autoritarios (por aquella época Stalin
era concebido como buen gobernante por algún Presidente Norteamericano y
Churchill había halagado al Duce de Italia). Pese a ello se puede observar en
los diálogos referidos para influir en el desarrollo de la película que la
diplomacia española, en el año 43, rechaza de plano ser considerada fascismo e
intenta reforzar su posición Nacionalista, que es la que defiende desde un
primer momento – resulta evidente que su implicación internacional con Alemania
se circunscribía a combatir a la Rusia Comunista y que la entrevista con Hitler
en Hendaya fue instrumentalizada por Inglaterra a fin de crearle al régimen
dificultades (tal vez porque parecía salirse de “un guion” preconcebido)
propiciando la desconfianza de Portugal, al asegurar que Franco deseaba la
anexión de ese territorio. Sin embargo resultaba improbable que Franco fuera
contra la Democracia que también le habría apoyado, Inglaterra, y siempre
existió oposición interna, dentro del régimen, para involucrarse en la Guerra
Internacional, pues el signo de la misma podría determinar el destino no ya del
régimen Nacionalista de Franco si no que un cambio en el resultado de esa
guerra mundial, con Franco plenamente involucrado, podría llevar a un golpe
interno y a su propia destitución ante el peligro de convertir a España en un
nuevo frente de Guerra; una decisión de Franco en ese sentido beneficiaría las
aspiraciones de los propios pro-soviéticos españoles en Europa. La devolución
del favor dado por Alemania en la Guerra Civil se centró en el enemigo Ruso que
tenía en común ser el enemigo de cualquier Nación occidentalizada de la época.
El
régimen de Franco precisaría, para asentarse como tal régimen, una estructura
política que gestionara los problemas sociales – pues estos no desaparecen con
el establecimiento de un régimen autoritario al depender el bienestar de la
población de los recursos naturales, la producción agraria y ganadera, y del
desarrollo de la industria; gestionar todo ello siempre resultaría un problema
político en el que aparecen prioridades, donde se precisa satisfacer deudas
“morales” y políticas, compensar apoyos recibidos desde el interior e
internacionalmente y, a la vez, generar un ambiente de cierta esperanza para la
población que resulta esencial para concebir una fe en el presente y en el
futuro de un régimen, que permita movilizar las capacidades de las personas
dando lugar a la producción de bienes, al comercio, a la riqueza de la economía
y, consecuentemente, al progreso. Todo ello sería política y, por mucho que se
hubiera ganado una guerra y se exterminara y acalle cualquier oposición
interna, la falta de resultados llevaría aparejada una verdadera crisis interna
y una pérdida de credibilidad en el propio régimen (el aislamiento promovido
contra Franco tenía ese objetivo con el fin de derribarlo y crear fisuras
internas). Además también se tienen que gestionar las heridas generadas por el
conflicto. El daño generado en familias propias o en personas cercanas durante
la confrontación dará lugar, inevitablemente, a un periodo de represión que irá
más allá del periodo de guerra, en el cual las garantías jurídicas y la
imparcialidad de los tribunales estarán supeditados, e irremediablemente
afectados, por las aún recientes emociones y traumas personales, por lo que la
expresión de las sentencias tenderán a una ejemplaridad que pretenderá imponer
el temor permanente, en los adversarios (suponer que un, improbable, triunfo
republicano no hubiera sido cumplimentado con una represión resulta poco
viable. Parece obvio que no se pudo evitar fusilamientos de presos en los
primeros meses del Alzamiento en zona republicana, bajo una legalidad vigente –
en respuesta visceral a la violencia del Alzamiento – por ello parece poco
posible que se pudiera haber evitado una respuesta similar a la franquista en
la victoria republicana a la finalización de la guerra sin que en ello se
hubiera proseguido en acosar no sólo en razones políticas sino también
procedentes de rivalidades vecinales o rencillas familiares de cualquier orden
en los pueblos y ciudades que fueran siendo rendidas para la República,
teniendo que dejar que estas se produjeran hasta que los “evidentes excesos”
terminaran por “ofender” y contrariar profundamente el ánimo y el sentido de
una “justicia mínimamente decente” que cualquier ciudadano precisa para
sentirse vinculado a una sociedad y, desde ahí, clamar por un cese en los
“ajustes de cuenta”, aunque estas represalias fueran realizadas por medio de
lenguaje jurídico y bajo criterios que pretendieran “salvar las formas”. Y aún
resultare más improbable considerar una República triunfante si advertimos que
el apoyo soviético a la República hubiera acabado por exigir un dominio
político similar, y paralelo, a los triunfos en el frente de guerra que para sí
se hubieran atribuido, por lo cual las rivalidades políticas – que debieran
circunscribirse a un lenguaje parlamentario en un hemiciclo – hubieran
transcendido, como parece que ya lo hicieron – a los frentes de guerra
imposibilitando que un triunfo en la toma de una ciudad importante cayera del
lado de un partido o ideología determinada si ello resultaba inconveniente para
el equilibrio político de la propia República. Así que uno de los objetivos
republicanos durante el desarrollo de la Guerra Civil bien pudiera haber sido
evitar que un extenso territorio fuera reconquistado por una ideología
determinada para evitar su auge político y posteriores demandas políticas
durante la guerra y, sobre todo, hacia la finalización del conflicto que
pudiera acabar por prolongarse intentando unas ideologías imponer su visión en
la victoriosa República renacida. Todo ello señala un escenario político/estratégico
imposible para la República y determina que su triunfo, de haberse producido,
no daría estabilidad al territorio español sino que, probablemente, hubiera
dado paso a un nuevo enfrentamiento interno para determinar si la República
resultante de la Guerra Civil hubiera dado paso a un Gobierno Democrático,
plural, homologado en occidente o por el contrario a un Gobierno
Revolucionario, muy probable, en los que ninguno de los partidos y sindicatos
hubiera aceptado la entrega de las armas sin imponer antes sus condiciones
revolucionarias (así lo debieron de señalar los informes u opiniones o
reflexiones internacionales que analizaran la situación de la España
Republicana y se pudieran expresar como una de las razones que reforzarían,
probablemente, la idea del bloqueo de armamento a la República y,
consecuentemente, señalarían su irremediable destino final: La derrota).
Siempre se ha dicho que una contienda se debe iniciar cuando ya se sabe que
está ganada. La República, en alguna medida, nació en el defecto de que cada
sensibilidad política la concebía de manera diferente, cuando no la rechazaba
de pleno, y sólo tenía sentido, como tal forma de gobierno, si sólo sí,
satisficiere plenamente sus propios objetivos políticos; con lo cual esa forma
de gobierno no pudo expresarse como un marco político eficaz que sujetase todas
las fuerzas políticas, resultó ser en la práctica excluyente para cada
adversario político y acabó siendo concebida como un paso previo a una
revolución que cada cual la concibió a su manera y ello se percibió con
claridad durante la guerra; pero también, probablemente, antes incluso de la
existencia de la propia República.
El
triunfo del comunismo en Rusia desestabilizaba toda Europa (propiciado y
apoyado durante la primera guerra mundial por Alemania para ahorrarse un frente
de guerra y obligó, una vez acabada, a la creación de nuevos países que
conformaron un “cordón sanitario” de contención frente al comunismo; Alemania,
por ello, fue duramente castigada al finalizar la segunda guerra mundial –
prolongación de la primera - dividiéndose su país hasta que el Comunismo fuera
vencido en Rusia). El ejemplo Ruso presumía en su propaganda de haber acabado
con el sistema Capitalista y con el sustrato social que lo ostentaba: la
Burguesía, creando un paraíso de felicidad y prosperidad para los trabajadores.
Todo en ese Estado era perfecto, decía la propaganda. Con ello se trasladó el
deseo de ser una forma de gobierno a emular; en todo occidente se anhelaba la
implantación de un Estado dirigido y controlado, exclusivamente, por
trabajadores que desarrollarían y participaría en el Estado según sus
capacidades. Esos intereses y criterios en la URSS, determinaban con precisión
“revolucionaria” y “científica” desde las capacidades de una persona concreta
(determinando su papel en la revolución, para toda su vida, en una fabrica o en
el sector agrario, como peón, especialista o como director) hasta los grandes
planes industriales y económicos por medio de un órgano político único y
excluyente, el PCUS, a cuya dirección tenían acceso las élites revolucionarias
que por su capacidad y profunda comprensión de lo que es el Comunismo, estaban
cualificadas para dirigir la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas;
quienes no comprendieran la revolución y el Estado de Bienestar que esta
proporcionaba entraba, o entraría, en el terreno de lo anti-revolucionario o de
lo patológico.En todo el occidente, en grandes sectores de la población, se
afianzó la idea de que el Capital y quien lo poseyera era enemigo irreconciliable
e incompatible con el bienestar de los trabajadores pues precisaba de ellos
para obtener riqueza, y la ambición capitalista llevaba a la explotación de las
personas sin considerar la naturaleza humana de los trabajadores o su dignidad
(fueran niños, mujeres embarazadas, viejos… como se había demostrado en el
desarrollo de la Revolución Industrial Inglesa); por ello la Dictadura se
planteó como una forma de Estado justificada si perseguía un “bien superior” en
este caso el bien de la clase trabajadora. Esa “habilitación” del concepto de
Dictadura para un fin “superior”, como lo era la finalidad de controlar desde
el Estado la capacidad de crear riqueza cuando el Capital, la Tecnología, los
Bienes de producción y la Mano de Obra se organizaban y coordinaban, desembocó
en una idea simétrica de Dictaduras con base corporativa como la italiana de
Mussolini (1922, sólo cinco años después de la Revolución Rusa, lo que en
cierta medida señala la necesidad de reconducir el impacto que la Revolución
Rusa produjo generándose modelos más compatibles con las clases medias y altas
de las sociedades occidentales y que, en principio, dio resultados económicos
contra la crisis económica) o el Nacionalsocialismo en Alemania bajo el mismo
objetivo: Aumentar la fortaleza Industrial, Económica y Política del
Estado-Nación eliminando los efectos indeseados del Capitalismo sobre los
trabajadores y sobre sus condiciones de vida y sustituyendo las democracias
liberales por sólidas y fuertes dictaduras. La manera en las que estas formas
de gobierno autoritario llegarían al poder demostraron, de alguna manera, que
existía un estrato social dispuesto a aceptarlas y apoyarlas si reforzaban la
identidad de la propia Nación y, por tanto, la propia Historia. Un entorno de
crisis económica y política había facilitado el mensaje visceral de las
soluciones fáciles y sencillas transmitidas por líderes “clarividentes” que
señalaban a los enemigos (de la Nación o del Estado), que sabían cómo tratarlos
y eliminarlos para conseguir el pleno advenimiento de los valores que la
sociedad portaba desde tiempos inmemorables a través de la raza; el mensaje y
los propios líderes resultaban tan determinantemente autoritarios como
mesiánicos, reclamando para sí mismos la plenitud de las facultades del Estado
(sin ningún tipo de control interno) para conseguir esos fines (en la búsqueda
de la propia identidad Nacional se hicieron resurgir mitos en los que se basa
cualquier nacionalismo y que llevaron a la visión de la exaltación de una raza
considerada Nacional y a la búsqueda de la pureza en la misma, y en
consecuencia al fomento del racismo como aliado de los valores Nacionales y el
señalamiento de unos enemigos del Nacionalismo de naturaleza internacional, de
raza concreta y diferente, como verdaderos culpables de la derrota y
humillación alemana, así como de su decadencia. Incluso a causa de su
antisemitismo crearon una nueva versión del cristianismo en un proceso
demagógico más que llevaría a Iglesias cristianas a oponerse al nazismo sin
eficaz fortuna).
Detrás
de esos discursos autoritarios (comunistas, fascistas o nacionalistas) se
hallaba el deseo de usar eficazmente el recién descubierto poder de los Estado
(los Estados, por primera vez, fueron capaces de movilizar a millones de
personas para combatir en los frentes de la I Guerra Mundial sacrificando
millones de vidas, por ello, también serían capaces de movilizar millones de
personas, convertidas en trabajadores al servicio de un Gran Estado con un Gran
proyecto Nacional (o Revolucionario) cuya finalidad era el bien de los
trabajadores y la prosperidad de la Nación (o del Estado) y se unía la cualidad
de trabajador con la de guerrero militar que es capaz, por igual, de producir
en una fábrica, o en el campo, que portar un fusil; entrabamos en el terreno de
la idea ejército/trabajadores como la base de una Revolución o de la expansión
y constitución de un Imperio que señala el rumbo del desarrollo industrial a
las demás Naciones mientras las subordina.
Franco
usó la Falange para implantar un sistema de control social y político en la
sociedad española; a diferencia del General Primo de Rivera, Franco tuvo la
posibilidad de explorar un sistema sindical alternativo que funcionaría, a la
vez, como responsable único del Estado y como único partido (forzando la unión
de empresarios y trabajadores en un sindicato vertical). La naturaleza con que
se definió parece respuesta al modelo anarquista en España (del que imita en su
bandera sus colores rojo y negro, según señala en su obra Hugh Thomas) y que
añade a sus símbolos la idea sugerida en un artículo periodístico que señala
que de haber un fascismo en España este debiera adquirir, como mejor símbolo,
el yugo y las flechas de los Reyes Católicos. Así mismo considera que no es
necesaria la existencia de partidos políticos y se visualiza, así misma, como
un movimiento revolucionario. Ese vínculo con las tradiciones históricas de
España abre las puertas a las simpatías de las clases altas y de los
conservadores (así como de empresarios, algunos dicen que vinculados con la
monarquía, que son los que fundan una de sus ramas y eligen el perfil de su
líder), en consecuencia, sigue el modelo contra-revolucionario italiano y
alemán, con una variante particular (la peculiaridad de proclamarse Católica,
no como expresión religiosa sino para entender la Historia de España,
consiguiendo así poner claras diferencias con el anticristianismo nazi que en
1932 consiguió ponerse en contra a todas las iglesias católicas), de alguna
manera se muestra una “construcción” a medida de los Conservadores del país.
Franco aún superaría ese concepto declarando el Nacional-Catolicismo poniéndose
por encima del implícito ateísmo que la definición del líder falangista pudiera
llegar a sugerir.
También Franco se va situando por encima de cualquier General de su entorno en una “trama del destino” en la que van desapareciendo todos los obstáculos (desde la “accidental” muerte del General que lo “custodia” en Canarias – artículo ofrecido por El País hace unos meses https://elpais.com/cultura/2018/01/19/actualidad/1516354464_005909.html – y la muerte en accidente aéreo de Sanjurjo (en la que el piloto sobrevive apenas con rasguños); la muerte también accidental de Mola, así como la salida del escenario político de todos los lideres significativos de derechas que pudieron ser alternativa de liderazgo político - y que también habrían contemplado o analizado como salidas políticas para España las experiencias que se estaban dando en Italia y Alemania ante la considerada como peligrosa y violenta expresión revolucionaria de la izquierda; también salió del escenario político Calvo Sotelo, muerto como represalia ante la muerte del Teniente Castillo (instructor militar de izquierdas) y que determinaría el clima adecuado para la sublevación (teniendo en cuenta los planes anteriores de la sanjurjada, “https://es.wikipedia.org/wiki/La_Sanjurjada”, se puede observar que, en los planes de la época, el fin viene a justificar los medios en los escenarios político/militares del momento, como concepto aceptable, por lo que no es descartable que la muerte del Teniente (y las previas, la utima creo que de abril) pudieran haber sido concebidas como una estrategia constante de provocación “calculada” y continua en espera de una reacción desproporcionada permitiera la suma de adeptos y creación de “clima”, esenciales para la sublevación, en un entorno de “agresividad” parlamentaria en la que se empezaba a señalaba el asesinato como situación aceptable sobre el adversario) – Gil Robles se exilió durante la guerra; y el propio Jefe de Falange desapareció como alternativa política, al no acceder Franco a las condiciones del intercambio, y terminará siendo fusilado). También superó Franco la oposición del veterano General Cabanellas que señala la inconveniencia del liderazgo del joven General – previniendo, al describir su carácter, la improbabilidad de que pudiera dar un paso hacia un nuevo escenario democrático – lo que sugiere que la idea del golpe militar era concebida al inicio, por muchos de sus participantes, como una cuestión puntual que debiera reconducirse, en un tiempo limitado, con el regreso al sistema Parlamentario incluso en el presente escenario de Guerra Civil ya declarado (como habría ocurrido en el siglo XIX o con la anterior experiencia del General Primo de Rivera); pero la suma de las circunstancias que se expresan como posibles hoy en día, y que afectaron a los líderes políticos y militares conservadores, podrían señalar la existencia de otras circunstancias que, por no ser consideradas tan relevantes como estas, hayan acabado por ser olvidadas o archivadas en cajones con el deseo de no aportar más dolor y contrariedad en la Historia reciente de España (apenas han pasado ochenta años) y que pudieran señalar una decisión expresa e irrenunciable de no volver a caer, durante mucho tiempo, en la “tentación” de restablecer un diálogo formal e institucionalizado, por medio del Parlamento y las Urnas, con los adversarios ideológicos a los que se les iba a combatir y eliminar. De alguna manera, de lo así concebido se puede albergar la idea de que desde algún entorno de poder en España se defendería esa “tesis y estrategia” como más conveniente y obtuvieran los medios suficientes para conseguir que triunfara; desde esta perspectiva, podríamos considerar que el General Franco reunía los requisitos suficientes y necesarios para esa finalidad y, en esa idea, podríamos concebir que pudiera existir una posible “trama interna y un plácet externo” que iría “despejando”, en cada momento y en cada situación, el camino del General hacia la Jefatura del Estado (las precauciones que tomó el General para asegurar su “escape” a Londres - y no a Alemania, detalle que podría sugerir que la trama golpista fuera de naturaleza esencialmente empresarial y de intereses empresariales respecto de la propiedad privada y cuyo centro de operaciones se hallara en Londres - en los primeros momentos del Golpe, podrían señalar que desconfiaba de la eficacia y solidez del “plan” o de una traición, o por el contrario, que ya tuviera consciencia de que él era esencial para el éxito del Movimiento y se concibiera así mismo señalado para un “proyecto” de mayor envergadura y transcendencia que el papel que le otorgaban sus compañeros de armas, por lo que tomara más precauciones en el aterrizaje en África por ser el punto más débil y vulnerable de todo el plan; o quizás fuera todo ello a la vez).
Las declaraciones de los líderes conservadores españoles identificándose con el proyecto fascista italiano y nazi alemán provocó la reacción de la izquierda en 1934, producto del miedo; la fuerte represión de la misma, sobre todo en Asturias con tropas marroquíes, cuyos excesos, cuando se conocieron, escandalizaron a la población (generando además 1500 muertos) señalaba un punto de inflexión y de no retorno que aglutinaría a toda la izquierda. Aún se vinieron a precipitar los temores y los acontecimientos cuando el gobierno conservador fue afectado por dos escándalos de corrupción consecutivos (Estraperlo y Nombela) que lo derribaron desintegrando al Partido Radical Republicano de Lerrux. La CEDA pidió formar gobierno pero su falta de proclamación de fidelidad a la República le vetó el acceso, dando lugar al gobierno Centrista Liberal que no tuvo apoyos y se disolvieron las Cortes el 7 de Enero con convocatoria de nuevas elecciones en febrero del 36, quedando el Gobierno Centrista Liberal como organizador de esas elecciones.
Probablemente, toda la Derecha temía una unión política electoral de izquierdas de semejante envergadura como el Frente Popular, aglutinada por la represión del 34 (así lo reconocería implícitamente Franco al dictar una Ley, a principios de 1939) por la que juzgar a los republicanos señalando esa fecha como punto de partida). Así que el primer paso sería evitar las elecciones generales; el segundo, de producirse las elecciones, no reconocer los resultados; el tercero, si todo fracasa dar un Golpe de Estado contra la República. Se demostraba que ninguno de los dos grandes partidos que aglutinaban a la Derecha en España reconocían fidelidad a la República y, además, también especulaban con formulas políticas semejantes al fascismo italiano o al nazismo alemán adaptadas a la cultura española.
También Franco se va situando por encima de cualquier General de su entorno en una “trama del destino” en la que van desapareciendo todos los obstáculos (desde la “accidental” muerte del General que lo “custodia” en Canarias – artículo ofrecido por El País hace unos meses https://elpais.com/cultura/2018/01/19/actualidad/1516354464_005909.html – y la muerte en accidente aéreo de Sanjurjo (en la que el piloto sobrevive apenas con rasguños); la muerte también accidental de Mola, así como la salida del escenario político de todos los lideres significativos de derechas que pudieron ser alternativa de liderazgo político - y que también habrían contemplado o analizado como salidas políticas para España las experiencias que se estaban dando en Italia y Alemania ante la considerada como peligrosa y violenta expresión revolucionaria de la izquierda; también salió del escenario político Calvo Sotelo, muerto como represalia ante la muerte del Teniente Castillo (instructor militar de izquierdas) y que determinaría el clima adecuado para la sublevación (teniendo en cuenta los planes anteriores de la sanjurjada, “https://es.wikipedia.org/wiki/La_Sanjurjada”, se puede observar que, en los planes de la época, el fin viene a justificar los medios en los escenarios político/militares del momento, como concepto aceptable, por lo que no es descartable que la muerte del Teniente (y las previas, la utima creo que de abril) pudieran haber sido concebidas como una estrategia constante de provocación “calculada” y continua en espera de una reacción desproporcionada permitiera la suma de adeptos y creación de “clima”, esenciales para la sublevación, en un entorno de “agresividad” parlamentaria en la que se empezaba a señalaba el asesinato como situación aceptable sobre el adversario) – Gil Robles se exilió durante la guerra; y el propio Jefe de Falange desapareció como alternativa política, al no acceder Franco a las condiciones del intercambio, y terminará siendo fusilado). También superó Franco la oposición del veterano General Cabanellas que señala la inconveniencia del liderazgo del joven General – previniendo, al describir su carácter, la improbabilidad de que pudiera dar un paso hacia un nuevo escenario democrático – lo que sugiere que la idea del golpe militar era concebida al inicio, por muchos de sus participantes, como una cuestión puntual que debiera reconducirse, en un tiempo limitado, con el regreso al sistema Parlamentario incluso en el presente escenario de Guerra Civil ya declarado (como habría ocurrido en el siglo XIX o con la anterior experiencia del General Primo de Rivera); pero la suma de las circunstancias que se expresan como posibles hoy en día, y que afectaron a los líderes políticos y militares conservadores, podrían señalar la existencia de otras circunstancias que, por no ser consideradas tan relevantes como estas, hayan acabado por ser olvidadas o archivadas en cajones con el deseo de no aportar más dolor y contrariedad en la Historia reciente de España (apenas han pasado ochenta años) y que pudieran señalar una decisión expresa e irrenunciable de no volver a caer, durante mucho tiempo, en la “tentación” de restablecer un diálogo formal e institucionalizado, por medio del Parlamento y las Urnas, con los adversarios ideológicos a los que se les iba a combatir y eliminar. De alguna manera, de lo así concebido se puede albergar la idea de que desde algún entorno de poder en España se defendería esa “tesis y estrategia” como más conveniente y obtuvieran los medios suficientes para conseguir que triunfara; desde esta perspectiva, podríamos considerar que el General Franco reunía los requisitos suficientes y necesarios para esa finalidad y, en esa idea, podríamos concebir que pudiera existir una posible “trama interna y un plácet externo” que iría “despejando”, en cada momento y en cada situación, el camino del General hacia la Jefatura del Estado (las precauciones que tomó el General para asegurar su “escape” a Londres - y no a Alemania, detalle que podría sugerir que la trama golpista fuera de naturaleza esencialmente empresarial y de intereses empresariales respecto de la propiedad privada y cuyo centro de operaciones se hallara en Londres - en los primeros momentos del Golpe, podrían señalar que desconfiaba de la eficacia y solidez del “plan” o de una traición, o por el contrario, que ya tuviera consciencia de que él era esencial para el éxito del Movimiento y se concibiera así mismo señalado para un “proyecto” de mayor envergadura y transcendencia que el papel que le otorgaban sus compañeros de armas, por lo que tomara más precauciones en el aterrizaje en África por ser el punto más débil y vulnerable de todo el plan; o quizás fuera todo ello a la vez).
Las declaraciones de los líderes conservadores españoles identificándose con el proyecto fascista italiano y nazi alemán provocó la reacción de la izquierda en 1934, producto del miedo; la fuerte represión de la misma, sobre todo en Asturias con tropas marroquíes, cuyos excesos, cuando se conocieron, escandalizaron a la población (generando además 1500 muertos) señalaba un punto de inflexión y de no retorno que aglutinaría a toda la izquierda. Aún se vinieron a precipitar los temores y los acontecimientos cuando el gobierno conservador fue afectado por dos escándalos de corrupción consecutivos (Estraperlo y Nombela) que lo derribaron desintegrando al Partido Radical Republicano de Lerrux. La CEDA pidió formar gobierno pero su falta de proclamación de fidelidad a la República le vetó el acceso, dando lugar al gobierno Centrista Liberal que no tuvo apoyos y se disolvieron las Cortes el 7 de Enero con convocatoria de nuevas elecciones en febrero del 36, quedando el Gobierno Centrista Liberal como organizador de esas elecciones.
Probablemente, toda la Derecha temía una unión política electoral de izquierdas de semejante envergadura como el Frente Popular, aglutinada por la represión del 34 (así lo reconocería implícitamente Franco al dictar una Ley, a principios de 1939) por la que juzgar a los republicanos señalando esa fecha como punto de partida). Así que el primer paso sería evitar las elecciones generales; el segundo, de producirse las elecciones, no reconocer los resultados; el tercero, si todo fracasa dar un Golpe de Estado contra la República. Se demostraba que ninguno de los dos grandes partidos que aglutinaban a la Derecha en España reconocían fidelidad a la República y, además, también especulaban con formulas políticas semejantes al fascismo italiano o al nazismo alemán adaptadas a la cultura española.
Evitar
las elecciones y posible tanteo de un Golpe Estado: En enero de 1936 los
rumores de un Golpe de Estado y la supuesta participación de Franco en el
mismo, como todavía Jefe del Estado Mayor del Ejército Republicano, se
extendieron hasta llegar al Presidente del Gobierno, quien envió al Director
General de Seguridad, Vicente Santiago, a entrevistarse con Franco en el
Ministerio de la Guerra y quien se mostró nuevamente esquivo, manifestándole
que no conspiraría hasta que no existiese un «peligro comunista en España». La
respuesta de Vicente Santiago fue profética: «si alguna vez, esas circunstancias
que usted dice les hacen ir a una sublevación, me atrevo a predecir que de no
triunfar ustedes en cuarenta y ocho horas se seguirán tales desdichas como
jamás se vieron en España ni en ninguna otra revolución».
Evitar
el reconocimiento del resultado: Gil Robles (líder de la CEDA y que nunca
terminó de reconocer la República, al igual que Calvo Sotelo que propugnaba una
Monarquía autoritaria corporativista, tal vez por su experiencia como Ministro
de Hacienda con Primo de Rivera) presiona al gobierno Centrista y Liberal de
Manuel Portela, cuya misión esencial fue la de organizar las elecciones de
febrero del 36, para que declarase la Ley Marcial (y suspensión de las
garantías constitucionales y anulación de los resultados lectorales).
1er Golpe de Estado Fallido: Franco (Jefe del Estado Mayor del Ejército Republicano), en el mismo sentido que Gil Robles, y paralelamente, telefoneó al Director de la Guardia Civil, General Pozas, quien declinó la iniciativa, por lo que Franco presionó al Ministro de la Guerra, General Molero, para que obligara al General Pozas a sacar a la Guardia civil a la calle y también se opuso.
1ª Reacción del Gobierno: Ante la evidente intentona el Gobierno decretó el Estado de Alarma (régimen especial que se declara para asegurar el restablecimiento de la normalidad de los poderes en una sociedad democrática) durante ocho días y se le otorgó al Presidente Manuel Portela, la potestad de declarar la Ley Marcial (es un estatuto de excepción de aplicación de las normas legales ordinarias (normalmente regulado en la constitución del Estado), por medio del cual se otorgan facultades extraordinarias a las Fuerzas Armadas o a la policía en cuanto a la administración de jurisdicción y resguardo del orden público. Casos usuales de aplicación son la guerra o para sofocar rebeliones) en el momento en que lo considere oportuno.
2º Intento de Golpe de Estado: Franco, como Jefe del Estado Mayor Republicano, conociendo las potestades otorgadas por el Gobierno a al Presidente del Consejo de Ministros, saltándose al Propio Presidente del Consejo de Ministros de la República, cursa órdenes a las regiones militares decretando el Estado de Guerra (El Estado de Guerra es la imposición del estado militar, en el cual todos los civiles se convierten en militares) que es seguido y declarado en cuatro regiones militares y otras se mostraron indecisas por no sumarse la Guardia Civil.
1er Golpe de Estado Fallido: Franco (Jefe del Estado Mayor del Ejército Republicano), en el mismo sentido que Gil Robles, y paralelamente, telefoneó al Director de la Guardia Civil, General Pozas, quien declinó la iniciativa, por lo que Franco presionó al Ministro de la Guerra, General Molero, para que obligara al General Pozas a sacar a la Guardia civil a la calle y también se opuso.
1ª Reacción del Gobierno: Ante la evidente intentona el Gobierno decretó el Estado de Alarma (régimen especial que se declara para asegurar el restablecimiento de la normalidad de los poderes en una sociedad democrática) durante ocho días y se le otorgó al Presidente Manuel Portela, la potestad de declarar la Ley Marcial (es un estatuto de excepción de aplicación de las normas legales ordinarias (normalmente regulado en la constitución del Estado), por medio del cual se otorgan facultades extraordinarias a las Fuerzas Armadas o a la policía en cuanto a la administración de jurisdicción y resguardo del orden público. Casos usuales de aplicación son la guerra o para sofocar rebeliones) en el momento en que lo considere oportuno.
2º Intento de Golpe de Estado: Franco, como Jefe del Estado Mayor Republicano, conociendo las potestades otorgadas por el Gobierno a al Presidente del Consejo de Ministros, saltándose al Propio Presidente del Consejo de Ministros de la República, cursa órdenes a las regiones militares decretando el Estado de Guerra (El Estado de Guerra es la imposición del estado militar, en el cual todos los civiles se convierten en militares) que es seguido y declarado en cuatro regiones militares y otras se mostraron indecisas por no sumarse la Guardia Civil.
ª
Reacción del Gobierno: El Presidente del Gobierno, Manuel Portela, quien temía
una radicalización de naturaleza fascista en la Derecha, se negó a toda presión
confirmando los resultados electorales y la victoria del Frente Popular.
3er Intento de Golpe de Estado: «Cuando Franco por fin vio al jefe de gobierno por la tarde, hábilmente jugó a dos bandas. En los términos más corteses, Franco le dijo al Jefe del Gobierno Manuel Portela que, ante los peligros que constituía un posible gobierno del Frente Popular, le ofrecía su apoyo y el del Ejército si permanecía en el poder»). Implícitamente Franco invitaba al Presidente del Gobierno en Funciones a saltarse la ley y la Constitución y dar un autogolpe de Estado.
3er Intento de Golpe de Estado: «Cuando Franco por fin vio al jefe de gobierno por la tarde, hábilmente jugó a dos bandas. En los términos más corteses, Franco le dijo al Jefe del Gobierno Manuel Portela que, ante los peligros que constituía un posible gobierno del Frente Popular, le ofrecía su apoyo y el del Ejército si permanecía en el poder»). Implícitamente Franco invitaba al Presidente del Gobierno en Funciones a saltarse la ley y la Constitución y dar un autogolpe de Estado.
El
General Franco vino a realizar cuatro intentonas en dos meses, tres de ellas en
pocos días seguidos (y dos casi en menos de 24h), desde la posición que
consideraba más segura para intentarlo y conseguirlo (La Jefatura del Estado
Mayor del Ejército Republicano); previamente se había mostrado, en su única
entrevista con el Jefe de Falange esquivo y sin compromiso. Ello sugiere que lo
que realmente podría querer, desde un primer momento, era el control y mando
absoluto de la situación en España bajo su propia persona (sin embargo la
República no le acusó formalmente de esos intentos, ni le procesó por ello).
Dos Generales anticiparon en la personalidad de Franco la tragedia para España,
Cabanellas señalando la mala elección realizada en esa persona como líder del
bando Nacional y Pozas en la certera advertencia, que como Director de
Seguridad hizo a Franco, sobre la falta de control absoluto en un Golpe en 48h,
ello llevaría a la tragedia en España y ello mismo (la falta de control eficaz
en 48 h) debía de estar en la mente de todos los expertos militares que
diseñaron o colaboraron en el Alzamiento y de los que se sumaron al mismo, al
igual que la certeza de que ello era un objetivo improbable o imposible pues
sabían que habría resistencia y la constataron desde el primer momento en que
Mola, telefónicamente, rechaza cualquier acuerdo o compromiso con el Gobierno
legal de la República para evitar el inmenso baño de sangre que se avecinaba.
Pareciera
una confabulación del destino o una trama verdaderamente interna e invisible,
pues el General Franco, después de intentarlo reiteradamente en Madrid y siendo
abortado una y otra vez e sus intenciones, es trasladado, precisamente, al lugar
más cercano donde mejor puede jugar un verdadero segundo intento (con
garantías) que le procure los objetivos militares y políticos que parece
perseguir para sí, al lado de Marruecos, en Canarias. Si el golpe no puede
triunfar en 48 horas, que era lo que pareciera tener previsto el Gobierno de la
República, la mejor baza para el General será estar al mando de la mejor fuerza
militar y la más experimentada en combate; pues esa fuerza decidirá el
resultado de la guerra. El General, desde el momento que pisa suelo africano,
solo tendrá un objetivo militar y político: Madrid y lo que ello representa
para él.
Si
bien fuera cierto que el socialismo en la España de la época tenía un
componente por-soviético, no era menos cierto que ello existía en todos los
países democráticos de Europa – incluida Inglaterra y Francia; además los
votantes de centro-izquierda preferían candidatos de perfil más moderado de
naturaleza socialdemócrata (los sistemas democráticos en Europa creían
firmemente en sus propios sistemas para controlar las situaciones que pudieran
dar lugar a una situación extrema o revolucionaria, pero en España no). El PCE
en España apenas era significativo, sin embargo, el relato construido por
Franco (y que parecía similar al sostenido en Alemania e Italia permitiendo el
triunfo del fascismo) y el apoyo que ese relato tuvo en Europa daría lugar al
bloqueo internacional a la República y, con ello, a la emergencia y ascenso de
un verdadero Comunismo en manos del propio Stalin que se expresó violentamente
en suelo español sin atender a los mínimos principios y garantías democráticas.
Me admira que esa forma de fascismo que representa el Comunismo pro-soviético
fuera vista con compresión y se pudiera concebir de una ideología que promueve
la idea de acabar con el resto de partidos de cualquier arco Parlamentario,
puediera aportar algo positivo a la Democracia sin que la acepte plenamente en
su ideario ni la defienda activamente, en su pluralidad, cuando llegara al
poder y al Gobierno de una Nación o un Estado, convirtiéndose en una amenaza
permanente para cualquier sistema democrático como lo entendemos hoy en día. Se
puede entender que las formas de fascismo y nacionalismo son respuesta a esa
amenaza y que en España el triunfo del Nacionalismo sería una demostración de
fuerza y de poder frente a la amenaza de un hipotético enemigo excluyente, como
el comunismo lo había demostrado en Rusia, y eso bastó para unir a la Derecha y
señalar a la República como adversario a derribar, pues, en alguna manera,
consiguieron que se considerara paso previo a ese objetivo revolucionario.
También me llamó la atención, después de muchos años, visualizar que el PCE se
acercara al régimen de Franco a mediados de los años cincuenta, cuando los
americanos (después de realizar gestos de acercamientos con otras películas y
otros films, que visualizan a España como lugar digno de descubrirse por sus
costumbres y cultura – en clara oposición (y continuación) a la película ¿Por
quién doblan las campanas?) rompen definitivamente el asedio internacional al
régimen de Franco (señalando, inequívocamente, que no representa un peligro
para las democracias occidentales sino, por el contrario, es señalado como un
aliado firme y que su devenir será pasar de régimen, ahora autoritario y tal
vez cuartelero, a democrático). La estrategia del aislamiento sostenida pierde
eficacia y sentido (proseguir presionando para el aislamiento del régimen sólo
hubiera sido entendido como una actitud de rencor y venganza en la que se
prefiere ver a la propia población en la miseria antes de ceder a la evidencia
de que Franco tenía al país y a la oposición atada en el interior y en el
exterior, y la población hacía su vida y vivía dentro de los límites marcados,
y con un “libre mercado”, que garantizaría su evolución a Democracia
homologada). El Comunismo empieza a presentarse en España, desde entonces, como
garantía de la Democracia (¡¡!!) y como única fuerza política capaz de
construir un “relato veraz” de la Guerra Civil y de Franco ante las nuevas
generaciones españolas; su objetivo será restituir la República que Franco
derribó para recuperar la legitimidad histórica de España. La designación de JC
como Príncipe de España y sucesor de Franco a la Jefatura del Estado sólo
representará, a los ojos del Comunismo, la restauración de una Monarquía
ilegítima que merecerá ser derribada (de ahí que le llamaran “El breve”) a la
primera oportunidad que se presente. El Comunismo construyó su relato basado en
la revancha y en el rencor y lo extendió aprovechando una época de expansión de
la libertad de expresión y sexual en Europa que se coronó con la revolución
juvenil del Mayo del 68. Practicarían el "Entrismo" tanto en el
sindicato vertical como en los partidos más moderados y desde ahí extendería su
“relato” buscando la radicalización de la sociedad que era el único camino que
tendría para obtener protagonismo en la España de Monarquía Parlamentaria que
se veía en el horizonte. Protagonismo y espacio visible en el Parlamento era lo
esencial para poder conspirar contra la Monarquía y traer la misma República en
las mismas condiciones de antagonismo y polarización en que se trajo en 1931
(Había cuentas pendientes - y pensaban que ahora habían aprendido mucho más y
las condiciones internacionales las suponían diferentes pese a la Guerra Fría)
(¡¡!!). El Comunismo escenificó lo que hiciera falta escenificar, nuevamente el
fin justificaría los medios. Sin embargo, el Entrismo también funcionó en
sentido contrario, (todos habían aprendido de todos) y el régimen también se
infiltró en la izquierda como el mismo objetivo de radicalizar y, con ello,
controlar a los elementos que considerara más peligrosos. La paradoja se
pudiera dar si, en un momento determinado, parte del propio régimen considerara
que la Monarquía Parlamentaria de JC también fuera un obstáculo para sus
sentimientos políticos (un verdadero fascismo, al igual que un verdadero
comunismo, no precisarían de Monarquía alguna; además el respaldo de EEUU a
Franco había supuesto una verdadera desviación de los valores esenciales que se
prometieron mantener en el Movimiento Nacional – así lo comunicaban los
diplomáticos españoles en posteriores conversaciones con los EEUU y que
aparecen referidas en el texto que hace referencia a la influencia que se
quería ejercer en el guion de la película que motiva este artículo). La
izquierda/izquierda, que pasa por “tolerar” la Democracia Parlamentaria, no ha
renunciado a viejas prácticas de “confusión” de la legalidad para provocar
malestar en la sociedad y con ello justificar la existencia de una Democracia
deficiente en libertades y derechos, cuando son ellos mismos quienes
“interpretan las normas” (a veces a los particulares) de manera sesgada
generándoles postreros problemas y confusa indignación, alimentando la idea de
que el Estado Democrático tiene déficit. A la definitiva, a veces pienso que se
ha extendido la práctica de ir saltándose las normas y las leyes y los
procedimientos (a las bravas, en demasiados ámbitos y siempre con una
justificación, a veces de prioridad y emergencia) que han terminado por afectar
a los derechos elementales de las personas y han obligado, a su vez, a cambiar
procedimientos que garantizaban las libertades civiles (y ello viene desde la
izquierda/izquierda) olvidando los más elementales principios que se sostienen
en las Democracias Liberales. Y dando lugar a una especie de opresión
inesperada desde ámbitos concebidos para mantener las libertades como lo es el
ámbito de la justicia (Basta con “concebir” un “Derecho” no contemplado para
que inviten a saltarse los procedimientos, las normas y o los mandatos
judiciales desafiando a uno de los tres Poderes sobre el que se sienta la
Democracia: El Judicial; luego ya pensarán en cómo remediarlo – si usando el
entorno social con “relatos al uso” o implicando a la opinión pública con los
medios de comunicación y los juicios paralelos. Y de análoga manera han
procedido para obtener objetivos concretos en cualquier circunstancia – ya sea
en entornos estudiantiles o sociales e incluso en el ámbito laboral o familiar
o institucional (nuevo ataque a la Monarquía en dos frentes: Cataluña y de paso
a la propia institución), según sea el objetivo a conseguir y dónde observen
que se sitúa la resistencia a sus procedimientos). El nuevo modelo de
Izquierda/izquierda tiene una “Nueva Verdad” que imponer y no le importa ya
mostrar rasgos en el presente de lo que parece ser su objetivo final: Les
sobran Todos (las diferencias, en su República ideal, serán tratadas,
previsiblemente, con el modelo Stalinista, por ello se consideran pro-soviéticos).
Y en ese escenario vienen a hacerle el juego los nostálgicos franquistas que
ocupan cargos institucionales en ciudades y pueblos de España renunciando a
olvidar el pasado y manteniéndolo en sus calles y plazas; también parecen
sostener su propia “Verdad”). Si toda la Derecha actual, sin fisuras ni
lagunas, aceptara y se involucrara plenamente con nuestra Monarquía
Parlamentaria y con Nuestra Constitución y Democracia, sin reservas, no cabrían
argumentos para que esa izquierda/izquierda se apuntara “legítimamente” razones
de sensatez que rara vez sostiene en el presente si no es por medio del
prejuicio con “relatos” sesgados. Y dejaríamos de correr, tal vez, el peligro
de una permanente radicalización de los extremos a causa de cualquier nueva
provocación que en el futuro apareciera (como en el presente los es,
claramente, el independentismo catalán – salida encontrada a la corrupción de
CiU, y que es lo que siempre hizo, estimulado y radicalizado por la
Izquierda/izquierda como acoso al sistema democrático, a la Constitución, a la
Monarquía, bajo el pretexto de no vivir en un Estado Democrático. Y de momento
su “relato” ha sido acepto en el “registro de quejas” de la opinión pública
europea. La sobredimensionada respuesta del Gobierno del PP hizo pensar en que
no cree, plenamente, en los recursos legales y democráticos que la Democracia
tiene a su alcance para controlar la situación, o simplemente aceptó realizar
un “gesto” para aquellos a los que les “gusta” dejar su impronta de amenaza
violenta cuando se producen ciertos desafíos a las Instituciones – y que
parecen, también, desconfiar de los medios legales y pacíficos que otorga la
Constitución y las Leyes para controlar estas situaciones; sin reparar, (o tal
vez reparando (¿)) que ello, precisamente, hace posible que exista una
esperanza de triunfo en el “relato” independentista. Sabiendo que con un
“relato” ganaron la Guerra Civil caigan, ahora, en la misma estrategia
realizada por quienes, parece ser, analizaron previamente todos las previsibles
reacciones (sobredimensionadas) de un Gobierno Conservador en España (y jugaron
a provocarlas y lamentablemente acertaron en la estrategia) – a no ser que
desearan, algunos, tal vez una minoría del Estado profundo, que la situación
antagónica se creara).
La Democracia acepta, en alguna medida, que la Verdad, de existir, se encuentra dentro de un “entorno”, de un “espacio”, de un “área” en el que todos participan de una u otra manera; pues cuando se abandona ese espacio entran en el terreno de la exclusión y de la imposición; y la imposición es un acto que abre la puerta a la justificación de los medios para un fin (y lo que parece realmente importante en la vida es el “camino” y cómo lo realizamos, pues el camino y la manera de realizarlo también forma parte del fin y, desde luego, lo va definiendo; por ello resultan esenciales los medios, las maneras, las formas y los procedimientos. Aceptar plenamente la Democracia implica, de alguna manera, reconocer esa condición de diversidad en las personas y, consecuentemente, que las Verdades absolutas, de existir, difícilmente se pueden imponer sin que pierdan sus cualidades. La tolerancia es un rasgo que facilita que cada cual se acerque a su propia verdad.
La no aceptación de la República como forma de Gobierno por la Derecha (ni por Gil Robles, ni por Calvo Sotelo) pudo dar lugar a una verdadera y sólida desconfianza entre Derechas e Izquierdas y, con ello, la radicalización de ambas provocada por el propio temor al adversario. El advenimiento de la II República se había realizado por medio de “atajos” en unas elecciones municipales que los propios republicanos consideraron plebiscitarias. No se esperó a unas elecciones Generales o a una posterior consulta popular por la que constatar el nivel de involucración de la Nación y del Estado en ese cambio (se buscaron situaciones que se hubieran de aceptar a través “de hechos consumados”). De alguna manera el marco democrático que ofrecía la República no se había aceptado plenamente y cualquier disposición que esta tomara para modernizar el país (incluso en la propia constitución con normas tan elementales como la libertad religiosa, que no era otra cosa que un principio liberal) eran concebidas como profundas transformaciones que alejaban a España de sus tradiciones, representadas y defendidas por la derrocada Monarquía; la clara y meridiana adhesión de la Derecha a la monarquía exiliada se entendió como un ataque directo y permanente a la II República y señaló las irreconciliables posturas que determinarían el tipo de relación y expresión violenta que dominaría haciendo inútiles cualquier avance social a los ojos de la Derecha, considerándolos signos y progresos revolucionarios (y no democráticos).
Es posible concebir que la implantación de la República llevara a los Conservadores españoles a determinar que el desarrollo de sus intereses comerciales e industriales estaban en peligro ante la consolidación de teorías políticas que pudieran desembocar en un mayor control de la economía por el Estado republicano (y tal vez no fueran muchos sino sólo unas pocas personalidades o incluso una sola pero determinante y con suficientes conocimientos precisos y nítidos del pensamiento internacional Conservador de la época y de sus temores). Y ello llevara a señalar y argumentar un peligro que pudiera ser mostrado en el extranjero como ataque a valores esenciales (me gustaría pensar que al liberalismo y los valores que este porta en el sistema económico, pero más bien parece que, aunque ese pudiera ser el argumento de fondo económico, se referirían a los tradicionales que daban identidad a la Nación española) y desde esta tesis obtuvieran un apoyo determinante para su causa contra la República. Desde este punto de vista se pudiera entender que todos los pasos dados por los Conservadores españoles pudieran estar encaminados, primero, a cuestionar rasgos de la Constitución Republicana que les permitieran desvincularse en su compromiso (el catolicismo era ignorado), luego a identificarse con un régimen autoritario monárquico (indirectamente reclamación de la legitimidad de la monarquía) y simultáneamente con el fascismo alemán o italiano (en claro escenario de desafío - pero que sirvió, tal vez inesperadamente, para construir la estructura de un Nuevo Régimen) en un permanente proceso de acoso y, probablemente premeditada, provocación a la República y cuyo objetivo esencial fuera situarla en una posición “defensiva” que le diera una clara apariencia de radical para, desde ahí, mantener un buen relato que permitiera derribarla. Tal vez el único que conociera, o intuyera con claridad, ese plan fuera el General Franco y todos los demás participantes no fueren otra cosa que idealistas o revanchistas buscando poner “orden” en un país desconociendo que el desorden pudiera ser un paso estratégico, premeditado, que tenía una finalidad concreta y precisa. Desde esta perspectiva se entendería que el único líder viable fuere quien conociere con precisión ese plan por tener el respaldo directo de quienes lo financiaban; los demás sobraban e incluso podrían ser un estorbo. También, desde esta hipótesis se podría comprender que el régimen de Franco tuviera la libertad de hacer negocios con democracias marxistas y que su propio régimen pudiera declararse anticapitalista y a la vez aceptar el modelo capitalista que traería una Democracia Liberal. Franco habría creado una especie de fascismo laboral, con ciertas garantías para los trabajadores, y a la vez permitido un capitalismo a cierta altura, alejándose de la visión materialista por medio del Catolicismo sin que ello le incomodara (aunque ello pudiera contradecir el ideario político de los que le apoyaron para ganar la Guerra y, así, crear su Estado perfecto ante la “admiración” de todos los presentes) pues no tuvo compromiso personal con nadie que le atara (con todos se mostró reservado y esquivo, incluso con sus propios compañeros de armas) salvo el supuestamente empresarial y secreto (que le financiaba), tal vez en alguna medida vinculado con la monarquía de entonces (pero esa vinculación y compromiso con la monarquía parecía necesaria, pues no cabía pensar en la vuelta a ningún nuevo tipo de republicanismo y con ello a los mismos riesgos que combatieron desde un primer momento, por lo que parece más que un acuerdo la única concesión inevitable). Si realmente existió “engaño colectivo” cabría concebirlo por el hecho de que Gil Robles, que le ayudó a intentar detener la proclamación de resultados de febrero del 36, no sólo salió en principio del país, sino que cuando volvió acabó por defender a los encausados en el proceso 2001 – lo que parece un verdadero gesto, determinante y postrero, de desacuerdo y contrariedad airada contra el General que se había concedido todas las licencias y, acababa ofendiendo, de alguna manera, todos los valores de quienes le ayudaron a auparse en el poder; probablemente Gil Robles fuera, uno de los pocos que quedaban con vida que, posiblemente, con más claridad lo podría percibir: El General, que se había apropiado de todas las alternativas políticas que surgieron, incluso de los proyectos republicanos, que estaban destinados a desarrollar socialmente la República, habían acabado por formar parte de su proyecto Nacionalista, y ahora parecía pretender poner en práctica la idea de Calvo Sotelo de construir una Monarquía autoritaria a su muerte.
Todos
habían colaborado para que el Ejército de África llegara a la península y todos
habían colaborado para que el líder de ese Ejército llegara a su mando en el
momento oportuno despejando cualquier obstáculo; parecía un requisito esencial
del plan y por ello se buscó en la Luftwaffe el apoyo necesario para crear el
primer puente aéreo de la historia militar. Franco, por segunda vez, se hallaba
en el lugar indicado, en el momento oportuno y al mando directo de Unidades que
no cuestionaban sus decisiones; con nadie asumió compromiso personal alguno
(con la posible excepción del punto de vista técnico/militar en la conspiración
con sus compañeros) salvo, después de expresar inconvenientes respecto de las
condiciones ambientales convenientes, el de participar desde África. La única
acción coordinada contra la República de nivel político y no exclusivamente
militar, la manifestó con Gil Robles, pero tampoco parece que hubiera con el
líder de la CEDA algún tipo de contraprestación pues salió del país en un
auto-exilio temporal (parecía que la parte de su papel estuviera hecho). Tenía
libertad de acción y ese derecho a poseer una libertad de acción y maniobra lo
habría preservado en todas y cada una de las entrevistas y relaciones que
mantuvo en torno a la conspiración permanente de la Derecha para derribar la
República; tal vez también fuera consciente de que ese “papel” representado por
los políticos conservadores para con el régimen republicano (y
consiguientemente contra el Parlamento republicano) les llevara el coste
implícito de no poder liderar, en modo alguno, el Nuevo Orden que nacería; ni
siquiera la Monarquía derribada podría retornar después de haberse visto
señalada como alternativa republicana y, consecuentemente, como parte de la
permanente conspiración contra la República y, en alguna, medida contra el
Parlamentarismo; el General Franco concebiría para sí ser única alternativa
viable para la Derecha, sólo debería proseguir su tarea de mantener su camino
despejado. El avance y aproximación al objetivo militar la contemporizará con
logros simultáneos en sus objetivos políticos personales que le deberán allanar
el acceso al mando absoluto sobre España y, consecuentemente, a la eliminación
de cualquier oposición interna o externa que pudiera expresarse en el presente
o en el futuro. Además, el relato construido sobre el motivo de su alzamiento
contra la República actuará como una pesada carga sobre el propio Gobierno
Republicano difícil de gestionar, que le irá desgastando y haciéndole no sólo
perder oportunidades de victoria sino resultándoles imposibles. La adversidad
internacional hacia la República se irá verificando con el goteo de países que
van reconociendo a Franco; éste sólo tendrá que esperar a las puertas de Madrid
hasta que, desmoralizada y agotada la población, el Gobierno se rinda, huya o
se desintegre.
Pese
a nuestra Historia más o menos reciente, sectores de la sociedad española
parecen olvidar que los partidos políticos definen sus objetivos, también los
finalistas, y suelen estar explícitos en sus siglas como definición electoral;
y si este es excluyente el resultado difícilmente será algo distinto de la
exclusión. Y si esto se percibe como peligro siempre suele haber re-acción en
sentido adverso que buscará el mismo objetivo pero de signo contrario: Excluir
a los que excluyen. Ello es una actitud que a veces se busca intencionadamente
para dar sentido a una propia posición política y así legitimarla. Si hay
personas que lideran con un proyecto pro-soviético ello no es un signo de divertimento
político o electoral, realmente han meditado sobre ello y lo llevarán a cabo.
Si alguien es independentista también podremos pensar que es un rasgo
verdaderamente folklórico pero de darse las circunstancias apropiadas acabarán
por intentar consumar su ideario e incluso serán presionados por la
izquierda/izquierda para llevarlo a término en una estrategia global cuyo
objetivo es remitirnos su “pasado de ideal confrontación” “que hay que
recuperar y enmendar”. En la Derecha española se observó “gesto” inicial de
desconfianza hacia la Democracia implantada hace 40 años, como la objeción a
voto plenamente favorablemente a la Constitución (ocho de sus diputados votaron
a favor, cinco votaron en contra y otros tres se abstuvieron; de un total de
16). Aún persiste algún sector entre los conservadores que muestra cierta
reticencia a abordar favorable y positivamente la retirada de símbolos de la
extraña y peculiar dictadura franquista, como si con ello se pretendiera
preservar una “puerta de salida” lo suficientemente grande y amplia como para
“saltar del barco” de la Democracia si fuere preciso.
Parece necesario llegar a acuerdos transversales sólidos que permitan involucrarse plenamente con el sistema democrático.
“Si por alguien doblaron o doblan las campanas no es por ése, o aquél, o el de más allá; doblan y doblaron las campanas por todos nosotros” (todos fuimos de alguna manera sacrificados, unos y otros, de una manera u otra...; y parece imposible salir de la red de engaños; apenas podemos establecer algo más que conjeturas. Solo nos queda el presente).
Parece necesario llegar a acuerdos transversales sólidos que permitan involucrarse plenamente con el sistema democrático.
“Si por alguien doblaron o doblan las campanas no es por ése, o aquél, o el de más allá; doblan y doblaron las campanas por todos nosotros” (todos fuimos de alguna manera sacrificados, unos y otros, de una manera u otra...; y parece imposible salir de la red de engaños; apenas podemos establecer algo más que conjeturas. Solo nos queda el presente).
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