Miguel Ángel Ibáñez Gómez - maiges_ps@hotmail.com

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domingo, 28 de octubre de 2018

Cuando dijeron que eran Anarquistas, tal vez fuera sólo un pretexto.



Con el tiempo he vislumbrado en las ideologías políticas, también, un cierto signo social por el que se pudiera agrupar a personas que han pasado por similares trances familiares – como si su respuesta personal a ese entorno familiar se acabara plasmando en una ideología política y unos, por ello, acabaran siendo conservadores, o radicales de derechas, o socialdemócratas, o socialistas o comunistas (con sus variantes radicales) y de anarquistas como en el caso que ahora me ocupa y le dedico unas líneas de reflexión.  Sin embargo abandoné esa idea de agrupaciones políticas en razón de las experiencias familiares vividas, pues pronto comprendí, cuando fui transitando sin prejuicios por ámbitos que discurrieron entre la derecha franquista y el anarquismo (en un itinerario producido por una obstaculización de mi natural salida al Socialismo) que la respuesta, a pesar de las experiencias familiares – por muy duras que sean estas – son personales, muy personales; y que lo que vienen a señalar esas salidas vitales no es otra cosa que la posición personal que la persona adquiere ante el futuro y ante su presente. Es decir, la posición política se adquiere no sólo como consecuencia de una experiencia familiar sino también en razón de las reflexiones que realizamos y la “visión” de futuro a que nos parece que nos aboca esa experiencia familiar y sus consecuencias sociales (que parecen hechos inseparables - sobre todo si proceden de experiencias traumáticas – pero que siempre hay que estar abierto a la esperanza y la fe que el propio individuo pone para afrontar esa experiencia y hacer posible un futuro halagüeño para sí mismo e incluso para su entorno). En todo el proceso parece importante perseveran en la honestidad para con uno mismo, a pesar que ello te lleve por senderos duros y difíciles, pues, a la definitiva, si respetamos esa honestidad – por muy complejas que sean las circunstancias – siempre anidará la esperanza de encontrar la salida a este galimatías que representa las relaciones sociales y las familiares. Perseverar en que la fe en nuestra integridad, en nuestra honestidad (aunque el entorno se muestre adverso e incluso castrador) es la clave esencial para hallar esa salida hacia la plena tranquilidad y la paz, que a la definitiva será el premio por haber resuelto bien los retos que el destino nos propuso en su día sin que nos diéramos cuenta (y que fueron lazos destinados a marrar nuestra libertad y con ello nuestra inteligencia, nuestros valores y nuestra aportación a la sociedad y, lo que es más importante, poder disfrutar del trabajo bien hecho fruto de nosotros mismos). Vencer esas circunstancias sociales trae el premio de no solo ver qué es lo que sucedió en realidad en la historia social de quienes nos rodean sino, también, cuando más duro y profundo fue el castigo por resistirse a aceptar un castigo inmerecido, adquirir una experiencia personal valiosa que podrás compartir con personas de buena fe para el bien de la sociedad. El precio, a veces, será el de perder la idea de bondad tal y como creías que existía por doquier (y más en tu entorno inmediato) y sin embargo se descubre una bondad mucho más sólida y fiable: La tuya misma, que es la que nunca te defraudará, pues está acompañada de una inteligencia adquirida por años de adversidades generadas por la Condición Humana de quienes te rodearon y te vieron con adversidad inmisericorde (que no era más que la inmisericordia suya, la propia de ellos: El prejuicio).
Cuando descubrí el anarquismo lo hice de la mano de un entorno muy próximo. Parecía un ámbito abierto, crítico y tolerante como nunca hasta entonces había conocido. Siempre me había guiado por las normas y las había interiorizado de manera innata para por ellas guiarme, pero viví unos años en un entorno social y político cada vez más estricto y rígido que no dejaba resquicio a la iniciativa de la persona – casi ni para desarrollar su propia personalidad y su propio itinerario. Las ideologías radicales se asentaban como dogmas inmutables destinados a traer un paraíso perfecto y, para muchos, esos dogmas habían de ser observadas a rajatabla siguiendo el revolucionario espíritu de los iluminados (elegidos de entre los elegidos y que estaban destinados a traernos la sociedad perfecta). Incluso creo que entre los falangistas (pues mi centro de estudios - era de origen sindicalista del régimen franquista y que fue la única puerta que me quedó abierta para proseguir estudiando a los trece años) admiraban la fortaleza conque esa nueva generación de iluminados políticos juveniles se aprestaban a traernos una democracia a lo comunista que, ya parecía ser que a los propios falangistas de entonces ya no asustaba tanto después de haber tenido que gestionar la sociedad durante cuarenta años y vislumbrar que, como ellos, los comunistas, proseguirían una labor estricta, muy estricta y severa, con la sociedad; y en parecían estar de acuerdo – al menos vi como expresaban admiración por tal o cual alumno que ya sabían que era líder comunista e incluso se enorgullecían, en cierta manera, de que hubieran estudiado en su centro sindical falangista - (vendría la democracia, pero ellos, los falangistas, la hacían posible, también, con una generación formada en su seno). De ese Centro Salió un Alcalde de Zaragoza (que transitó desde la UCD al PSOE) y fue populoso y popular – aunque pecó, en cierta medida, por abreviar procedimientos burocráticos – algunos de ellos acertadamente (Ventanilla única) pero el abrevio de otros le llevó por el camino de la crítica y, a la definitiva, al abandono de la política en un entorno de faldas (que suele ser lo que pasaba por entonces, según la prensa).
Fui acompañando a una persona próxima a una asamblea que se celebraba en el salón de actos de una Caja de Ahorros de la ciudad. Por entonces ya me había leído la Guerra Civil española de Hug Tomas, a color y en fascículos, por entregas y con el regalo de carteles de propaganda de los dos bandos en guerra. (Lo leí como un hecho épico irrepetible en el que iba buscado en cada línea, dónde se había cometido el error que permitió tal desastre que, a mi juicio, seguro que se podría haber evitado. Pasé por la idea de la traición de los militares y busqué en la configuración de los documentos, que aportaba Hug, los rasgos de la traición que parecía evidentepues sublevarse, por sí mismo, indica no querer hablar ni negociar para encontrar puntos en común que eviten el desastre. Pero por otro lado las fotografías, que también aportaba Hug, eran desoladoras en su violencia política previa que no terminaba de entender. Todo aquello era una amalgama de grupos políticos enfrentados perpetuamente de manera hostil, incluso durante el desarrollo de la propia Guerra. ¿Y qué pintaba la URRS en todo aquello, porqué tantas referencia a un régimen que ya se me antojaba hostil a las libertades que deben poseer las personas para poder desarrollar sus capacidades personales? Y que aún en esos tiempos de los años 70 y principios de los 80 se veía como referencia. ¿Referencia de qué? Tardé mucho, pero mucho años en comprender que todo aquello fue una pugna de intereses entreverados con engaños y que, por un lado, los más leales al orden republicano fueron los primeros en caer (militares de alta graduación leales a la República, incluso antes de comenzar la guerra) y luego los leales a los principios Democráticos para al final comenzar una guerra en la que la gente fue sacrificada en un entorno de disputas personales, denuncias por envidias (incluido en razones sexuales) y por quedarse propiedades y tierras de otros. A la definitiva para instaurar un régimen del que cada día la prensa actual da señal de la corrupción moral que persistía en su seno y que fue instaurado y mantenido en razones estrategias internacionales que se preparaba para una guerra en los años treinta y para otra guerra fría a finales de los años 40. Y que fue finiquitado por los mismos que lo trajeron para poder instaurar una democracia en un entorno polarizado, pero ya armonizado en Europa por los mismísimos EEUU por medio de una herramienta esencial: la OTAN, que fue requisito indispensable para acceder a la CEE y poder formar parte de la UE, como ahora somos.
En el salón de actos de esa entidad bancaria no funcionaba, o no sabían hacer funcionar, el equipo de sonido. Enseguida empezaron a gritar los numerosos asistentes: Boicot, Boicot. Y el orador se animó a hablar a la sala a voz en grito como gesto de coraje que aún adornaba más el espíritu rebelde de los presentes.
Pensé en qué era el anarquismo, en la figura de Durruti que había leído en Hug y no entendía que hubiera sido salteador de bancos, pero menos que fuera “asesinado” en el frente de Madrid sin liberar Zaragoza (tal vez miedo a las represalias sobre la propia población que hubieran podido realizar los propios sublevados). No lo sé, pero ya casi ni me importa; probablemente cuando menos lo espere, algún dato periodístico me revelará la causa real (si fue sabotaje de la propia República – en pacto con los rebeldes o la opinión internacional – que es lo más probable. Pues la guerra se desarrolló como si de un debate político se tratara en el Congreso, pero los éxitos se escenificaban con muerto y sangre en los frentes y en las ciudades). (Tampoco entendí nunca que un líder de grupo armado pudiera ser presidente de Uruguay –creo que tener sangre en las manos debiera ser obstáculo decisivo para impedir dirigir una democracia - y sin embargo ha sido admirable y humilde – tal vez por haber tenido esa misma sangre en esas mismas manos; y por ello reclame él mismo asistencia sacerdotal cuando ve finalizar su vida). Vi un anarquista que le emulaban y que atracaba bancos en mi ciudad y que cayó preso y me dijeron, años más tarde, que murió. Extraña situación aquella que la generosidad de corazón lleve a una persona a considerar justo robar y arriesgar su vida ante las fuerzas de seguridad (ahora todos esos rasgos políticos se escenifican en juzgados con delincuentes que han hecho del robo su profesión, con el fin de aminorar penas y justificar actos).
Para mí el anarquismo sería la puerta que me permitiría la libertad necesaria para proseguir mi formación y mi itinerario personal; pero pronto fui defraudado por el mismo que me abrió esa expectativa. Sus proposiciones políticas eran desatinadas cuando no estrafalarias (quería como anarquista dirigir su banco cuando llegara la revolución? Este tipo no tiene ni idea de donde está trabajando y la interdependencia bancaria internacional, así como de la economía. Era administrativo en una Caja de Ahorros; aun se sumaron más contrariedades, como su maltrato a mujeres; su misoginia; y sobre todo, su siempre eterno deseo de venganza hacia el mundo – en el que no reparaba en perjudicar a quien fuere por muy próximo que fuere. Personaje de carácter violento y tendente a despreciar y vejar a todo el mundo – especialmente a los niños aunque fueren de su mismo entorno familiar o su propia familia).
Pero quiso el destino que se me abriera media ventana con otro anarquista más estable, con familia e hijos, que parecía estar más pegado a la tierra. 
Apenas me quedaban ya opciones entre tantos personajes autoritarios y propensos a soluciones expeditivas para todo el mundo menos para ellos (ellos siempre tenían razones para saltarse las rigideces que a otros imponían). Pero ese nuevo anarquista hacía lo mismo que los demás, proponía un entorno abierto y razonable, pero luego se saltaba la ética en razones de todo tipo e incluso la ética más particular aunque afectara a algún miembro de su propia familia y este no llegara aún a los 30 años y estuviese casado. La coherencia era mala compañera de estas personas; la trocaban cuando la oportunidad les pareciera ventajosa; de ahí que en esa “mala conciencia” - de saber ellos mismos que no eran sinceros - se les colaran personas y personajes a los que daban crédito cuando de mi hablaban (su propia falta de honestidad, para consigo mismos, era la puerta de entrada a aceptar argumentas así expuestos contra mi persona y de paso consolaban su propia conciencia: Todos somos iguales, no hay que preocuparse.)
Siempre se supo que una de las razones por la que Franco se apoyó en la Iglesia Católica fue la de combatir el “amor libre” que los anarquistas y comunistas estaban haciendo viable en España. Y sobre todo combatir el divorcio que traía la República y que abría la puerta a todo tipo de obscenidades inmorales que llevaban al Estado (para ellos Nación) al mismísimo infierno (“ellos”, que se sentían responsables de la inculta, ingenua y engañada población española no podían permitir tal rumbo y la iglesia Católica les ayudaría en esa tarea: La Cruzada. Extirparían el Mal hasta sus últimas consecuencias). Curioso resulta que hoy en día se acepte esta fórmula de relación personal y se amplíe en buena fe, procurando respetar el itinerario de las personas respecto de su sexualidad. Y nauseabundo resulta ir verificando que los vencedores se dedicaran asediar a las mujeres que les apeteciera, como les apeteciera y por los medios que les apeteciera – fueran jóvenes solteras, jóvenes viudas con o sin hijos, a marginar a otras o arrastrarlas a la prostitución (tuvieran o no hijos a los que despreciaban, maltrataban y/o tal vez también de ellos abusaran). Lamentable los acontecimientos revelados de Marisol por El País, y aun más el pertinaz ocultamiento sobre niños abusados en la iglesia Católica – los que venían a salvar la moral del pueblo y sus gentes resultaros ser perversos inmorales y criminales que, según sus propias normas de rebelión para su Cruzada, debieron de ser ejecutados así mismos (o al menos ellos mismos se deberían haber encarcelado) , como ellos encarcelaron en razones de envidias, celos, o ambiciones de machos Alfa, o multitud de inocentes que se les cruzaran por el camino sin importarles las consecuencias de sus actos. Aún hay gente que ve el pueblo como masa informe sobre la cual todo puede recaer y todo deben aceptar. Quien pensara que el Franquismo traería justicia social vería bien pronto que con su guerra inoculaban, a la vez, la semilla de los males de siempre.
La ética en el Amor libre estriba en la sinceridad que le debe de rodear y no pretender nadar en todas las aguas a la vez: Practicar el Amor Libre y a la vez pasar por monógam@ en casa o en el entorno familiar o social. Las leyes y la Constitución no penalizan, desde su establecimiento, el sexo fuera del matrimonio. Lo honesto es reconocerlo y quien quiera que acepte las reglas de esa familia o, si no, tiene el derecho de alejarse de ella – lo que no puede ser es que se le obligue a estar retenido porque en el que se va ven el peligro de “ser descubiertos”. Si la Constitución no está en contra del Amor Libre ¿A qué temen ser descubiertos? sencillamente porque practican doble moral o temen defender socialmente lo que en privado defienden.
Siempre sentí profundo respecto por quienes aquellos tienen el valor de ser madres solteras; así en Francia se ha reconocido y se protege esa maternidad económicamente. Y sin embargo, hay progresistas y comunistas y anarquistas que dicen ser, que se empeñan en buscarse una coartada para su sexualidad libre apoyándose en hombres o mujeres a los que tienen engañados; y en ello aparecen complicidades de entornos familiares que se aprestan a un “festín”. Nada en ello hay de posición política reivindicativa que a todos haga bien, pues perjudican a personas que, cuando “despiertan del sueño” ven un entorno de pesadilla, y son considerados peligrosos enemigos a los que hay que desautorizar como sea (todo vale para eso).
Pesada carga será reconocer que se es prostitut@ para tener que sobrevivir en un entorno social adverso (como el de una cultura que viene de raíces católicas - que toda trayectoria vital la basa en la culpa como expresión de pecado y el pecado como causa de los males); pero merece mi profundo respeto, admiración e inclinación a protección quien así procede, pues en su adversidad a nadie miente ni engaña y, encima, expuet@ queda a la opinión de los que se piensan perfect@s. Quien a ellos se acercan saben en qué tablero juegan y con qué reglas; y en consecuencia saben la tarea que tienen por delante que afrontar si quieren sacar una relación personal que se presenta de esa manera. Y quienes son sinceros, y dicen verdad, cuando es el momento oportuno merecen consideración, pues al decir la verdad al que se sintiera engañado, le dan oportunidad de elegir; pero si en vez de no decir verdad mienten crean más y más sufrimiento y acaban precisando “colaboradores” (que suelen ser aquellos que ya colaboraban en ocultar y mentir) que ratifiquen sus mentiras y las acrecienten. Y si en medio hay niños, todo se torna muy triste y traumático en esas familias, tanto, tan traumático, que puede acabar sucediendo situaciones tristemente irremediables; pero ni aún así ceden y persisten en los mismos hábitos con las generaciones siguientes. Pudiera ser producto de un mal entendido sistema o trama de control familiar interno – solemos reprochar estos procederes si se establecen en un patriarcado familiar, pero aún resulta más triste cuando se establecen en un matriarcado y se amparan, oportunistamente, en filosofías políticas feministas. Estos sistemas de control se parecen en mucho al fascismo, pues  cuando se ve descubierto, abusa de las personas en su integridad moral para evitar que se revele que lo que ocultaron: Son sistemas autoritarios inmorales, concebidos para el bien de la élite que domina la familia. Difícilmente a ello se puede llamar Anarquismo.
El Anarquismo no fue concebido para traer mal al mundo – por ello quien lo practique debe sujetarse a coherencia moral y ética estricta – ni el Feminismo fue concebido para traer males a los hombres – y quien diga practicarlo o se allegue a pedirle amparo debe sujetarse a conducta  honesta y sincera, pues busca la libertad y la igualdad entre hombres y mujeres (no supremacías alienantes o  injustas que suelen ser expresión de traumas personales no superados).

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