Meter al rey por medio, “se abre la veda” a ver quien primero “captura” a la Corona.
Es recurrente en nuestra Historia, y más evidente en lo devastador que resulta “capturar” a la Corona para, desde ahí, imponer una política que ni la misma Corona hubiera aceptado en maneras y formas, pero en su nombre y bajo la amenaza de “dejarla caer” sino responde a los criterios de quienes dicen que son los únicos que saben qué papel y qué posición (y “valores”) debe de defender esa institución sino quiere ser desterrada para siempre de estas tierras (y seguro que reemplazada por otra candidatura, que siempre la hay, dispuesta a tomar el relevo en las condiciones que quieran imponer aquellos que buscan en la Corona una institución que, a la definitiva, acabe avalando cualquiera de los “sabiondos del momento”. El ejemplo más cercano de cómo la Corona española fuera “manipulada” fue la que “exhibiría” el propio Napoleón, alentándola, primero, a infringir un daño a su siempre enemiga la “Gran Bretaña”, y ayudarle a invadir Portugal para dejar sin puertos a Inglaterra. Ya anteriormente, antes de que Napoleón llegara al poder en Francia para poner orden en la Revolución Francesa, España se vería impelida a demostrar al resto de Europa que estaba del lado “correcto” por lo que no se le ocurriera otra cosa que “invadir” Francia y esta respondiera invadiendo, entre otros territorios, lo que hoy es Catalunya y Euskadi, fomentando allí un nacionalismo con el fin de poner la semilla que sembraría, ya para siempre, un principio de división y discordia (similar al de los Corsos con Francia o los Escoceses, Irlandeses o Galeses respecto al Reino Unido, e incluso el propio Londres quiere independencia – alucinante - o como se pudiera ver en los Flamencos en el Benelux, o los Bábaros en Alemania…), instaurándose así un conflicto común en las siempre beligerantes naciones europeas
– y señalar que no todas las naciones
europeas juegan a la beligerancia política y esto resulta imprescindible
reseñar, porque en España se piensa que las cosas y las cuestiones se deben
resolver desde una posición “testosterónica” e intimidatoria, y que si en algún
momento a alguien le pareciera que ello era camino correcto para nuestra
España, la propia Historia se encarga de mostrarnos que ello es una plena falsedad
que no resiste un análisis mínimamente riguroso y que esa creencia es
instaurada por una “propaganda” hacia el interior que suele causar desengaño,
consternación, hilaridad o perplejidad cuando se lee al tiempo transcurrido, sencillamente
porque se suele basar en el principio, siempre contrariado en nuestra cultura
cristiana, de “no ser un león – un tirano – en la propia casa y un cordero –
víctima – para los demás; que es lo que solemos ser y fuera el lugar por donde
Napoleón entrara a “mediar” entre las disputas entre Carlos IV – el padre y rey
– y Fernando VII – el hijo, que fuera descubierto conspirando para derribar a su
padre y fueran llamados
Bayona, donde Napoleón haría claudicar a todos y colocar a su hermano José
I (una vez descartadas las aspiraciones de Murat sobre la Corona española para
él).
Así pues el nacionalismo/independentista español ha sido instaurado y alentado desde el exterior en razones de “estrategia táctica de política internacional” – al igual que en otros países también se halla instalado en las mismas razones - y fuera alentado desde el exterior en momentos determinados por naciones rivales ante un conflicto concreto. El mapa de Europa no deja dudas de que ese independentismo se halla instalado en las Naciones que históricamente siempre resultaran determinantes en el devenir de Europa.
A pesar de que en Gran Bretaña también se hallan movimientos independentistas, estos parecen estar muy controlados por el Estado – es posible concebir que el Estado siempre busque el control del independentismo que sufre y amenaza con ser imitado en el resto del Estado, por lo que la actividad independentista se acaba convirtiendo en un instrumento “útil” tanto por aquellos que desde el exterior lo “usen” como elemento desestabilizador para conseguir otros fines, y por el propio Estado que lo sufre para “galvanizar” la unidad de la Nación frente a las acciones separatistas/independentistas. Lo que parece cierto es que una vez instaurado la idea y sentimiento nacionalista/separatista, resulta muy difícil desestructurarlo porque “bebe” de las mismas “fuentes míticas” que sustentan al Estado “matriz” – que se vinculan con la identidad de una sociedad y da sentido “trascendental” a la existencia de sus ciudadanos; y sin embargo, cuando se ha pretendido huir de ese “marco” de nacionalismo de Estado, que se ha venido consolidando en el Mundo y en Europa – ante la evidencia del inmenso impacto emocional que la primera guerra mundial causara en los soldados – la inmensa mayoría de ellos civiles con profesiones similares en ambas trincheras, que les llevara a intentar reiteradamente a revelarse y negarse a seguir disparándose, llegándose a la irracionalidad y locura de los mandos militares profesionales de ambos bandos a declara treguas en kilómetros de frente para ponerse de acuerdo en matar a sus propios y luego proseguir con su “guerra”; se intentara promover ideas internacionalistas que mostraran con claridad que la inmensa mayoría de las personas solo querían vivir en paz. Así se intentara difundir el esperanto como idioma independiente de cualquier vinculación nacionalista; la supresión de fronteras internacionales; la libertad del movimiento de las personas; las visiones humanistas, lo que tienen en común las religiones en vez de sus diferencias; todo lo que hay en común en cada persona, así como la cooperación y el sentido de mutuo apoyo, al ser todos de la misma condición…. Todo ello desde que la Revolución Industrial en Inglaterra mostrara que los británicos eran capaces de sacrificar – e incluso desterrar de sus tierras a los campesinos y a los artesanos arruinarlos para llevarlos a fabricas llenas de impiedad humana – donde madres, viejos, y niños eran violentados y abusados hasta la muerte en nombre del progreso y de la preponderancia del imperio británico que buscaba convertir el mercado internacional en un monopolio propio y que llevaría al resto de las Naciones a buscar alternativas mucho más humanizadas acabando por enfrentarse entre sí, por la evidencia de que se rompieran los acuerdos concebidos para evitar el uso de la violencia (lo que en sí mismo señala que son inútiles la firma de papales internacionales cuando, cuando como toda norma, se pueden romper por cualquier otra excusa alegando defender un valor superior y que suele ser preludio y anuncio de una gran tragedia, y ello se observa en cualquiera ámbito que se desee observar ya sea en el ámbito internacional y social; por lo que concebimos si esos acuerdos se firman por convencimiento real y honesto, o alternativamente por presión de las circunstancias, o por imposición o por “llevar la corriente”; por lo que los acuerdos suelen ser más eficaces cuando son compromisos personales que no suelen quedar reflejados en papel alguno y cuya vigencia se respalda mientras quienes los que llegaron a esos acuerdos – que por aquí se conciben como “pactos entre caballeros” sigan ostentando la autoridad moral que les permita hacer valer ese acuerdo). Ahí es donde encontramos uno de los valores reales de nuestra Monarquía dada la complejidad y tendencia al uso de la rivalidad y la testosterona de nuestro mundo político, y que acaba salpicando a nuestra sociedad.
A la postre señalar la superioridad británica y anglosajona, muy lejos de la visión de “reacción” “casi explosiva” y poco meditada, y casi siempre concebida como revancha histórica de nuestra diplomacia en el Exterior (y que por el contrario, las relaciones exteriores en el mundo anglosajón son concebidas con un “modus operandi” prácticamente siempre idéntico y especificado en los puntos débiles de cada nación – y en la nuestra España siempre son los mismos e incluyen la previsión y análisis de nuestro carácter, en especial de nuestros líderes y formaciones políticas, y como sociedad y sobre todo los “tics” recurrentes con los que siempre se suele responder de la misma manera a las mismas amenazas o coacciones internacionales, dándonos por lo general resultados muy adversos; por lo que cabe concebir que hubiera que plantearse otra manera bien diferente de buscar soluciones – y que parecen más positivas salirse, de una vez, del concepto de concebir las relaciones internacionales en el contexto, marco y reglas de conflicto o conflictividad, que se hallan estudiadas e impuestas internacionalmente por el mundo anglosajón, porque son las que más le benefician – y que nosotros hemos llegado a asumir y aceptar incluso como marco “normal y normalizado” en las relaciones políticas, institucionales e incluso sociales, cayendo así en la trampa de creer que no existe ninguna otra alternativa viable; pero es el marco donde el más fuerte, el más inmoral, el más despótico y carente de valores triunfa). No podemos encontrar resultados diferentes si siempre se reacciona de la misma manera ante las mismas amenazas - de las cuales siempre sabemos que quienes están detrás es el mundo anglosajón - si lo que queremos es obtener resultados diferentes.
Después de la cuestión de Bayona, en el marco de Napoleón, la Corona fuera “capturada” – después de los vaivenes del s. XIX – en una nueva captura del rey Alfonso XIII por parte de la élite militar del momento, una vez se viera que el desastre del 98 se iniciara desde el mismo “modus operandi” que los Norteamericanos aplicaran con éxito para liberarse de la sumisión a la Corona Británica; un auto-ataque a un propio barco que sería achacado a violencia traicionera de España, con ya una promesa hecha a los cubanos de darles la independencia, al igual que sugirieran a los Filipinos. Recordar que los cubanos, una vez ganada la guerra se encontraron con la falsedad de las promesas Estadounidenses, y fueron sometidos por violencia. Y que a los filipinos les sucediera igual, y que hasta después de la 2º Guerra Mundial (1945) no accederían a la independencia, eso sí, por medio de un personaje cuya biografía nacionalista – de patriota – frente a la invasión japonesa resultó, con los años, ser descubierta como una gran mentira construida en perjuicio de su propio país y pueblo – para obstaculizar a otras personalidades mucho más honestas que pudieran optar a las responsabilidades del país para construir una verdadera democracia sobre valores humanos y parámetros de honestidad – y que acaba por derivar en un mandatario de nuestros días que usa de la impiedad y la violencia extrema, repugnante e indigna de la condición humana – semejante en todo a la Nazionalsocialista,- contra sus propios jóvenes filipinos a los que ha cerrado todos caminos y salidas personales abocándoles a la droga y luego matándoles legalmente a tiros, por la policía, en la calle impunemente, consiguiendo que la despiedad y el crimen de Estado quede impune por una población que vota a un tirano criminal porque así fueran los valores reales de quienes fundaran y consistieran en su independencia (o tal fuera porque así fuera la condición impuesta por ese imperio Norteamericano para darles la independencia).
Recordar que Alfonso XIII, solo quedando a España el Norte de África para “ser alguien “en el concierto internacional – un empeño de ser alguien que parece solo concebirse desde la gestión de un terreno o territorio donde poder expresar el uso de la fuerza militar – se dejara guiar, en todo, por una élite de militares (el cuadrilátero) que le conformaron una visión de nuestro ejército totalmente fuera de la realidad (sugiriéndole al rey quienes eran los mejores oficiales a promocionar, o porqué las operaciones militares no salen bien – “los soldados españoles son unos gallinas”, frase espectacular que el cuadrilátero consiguió hacerle decir al rey Alfonso XIII en comentario público (hay que tener bemoles los unos y el otro), haciendo posible poner una solida base desde la cual sustentar la enemistad del pueblo (que perdía a sus hijos en el norte de África), con el rey que sin duda parecía el objetivo deseado por ese “cuadrilátero” (grupo de generales desalmados, cuyos intereses y extraños valores les llevaban a mentir al rey, que desde luego si no hubiera poseído una idea tan adversa de su propio pueblo no les hubiera creído). Tal “captura” del monarca por parte de la cúpula militar, sería culminada por el informe Picasso que ponía al descubierto las miserias vividas por los soldados en África, la falsedad de ser cobardes, el tráfico de armas – posiblemente para evitar la intrusión en las ventas de otras naciones que pudieran influir en el conflicto armado – la falta de material y equipamiento, y sobre todo, lo absurdo de las tácticas militares ordenadas por los mandos – que eran suicidas – y sobre todo la prohibición que le realizaran al General Picasso de obtener o investigar las órdenes enviadas por el alto mando y los objetivos de las mismas. Y que pudiera indicar una posible manipulación concebida por el propio cuadrilátero, destinada a acabar con algunos profesionales del ejército, desacreditando su profesionalidad militar – mediante el sacrificio de miles y miles de soldados - en favor de otros que sí eran promocionados y que acabaría dando un golpe de Estado y una Guerra civil inconcebible en España, que se basaría y sería posible “gracias” a que la gestión del cuadrilátero militar dividiera el ejército español instaurando un rivalidad interna insuperable sin la cual no fuera posible concebir una tragedia de las dimensiones que vimos.
Luego llegaría otra nueva torpeza inaceptable. Pablo Iglesias – parece que aquí no rima la historia, sino que nos advierte en serio – a la vista del informe del General Picasso, se apresura a señalar al rey en vez de hacer lo que debiera ser más honesto, y no reaccionar solo con las tripas; profundizar en las investigaciones y detectar la manipulación del monarca (porque seguro que ese cuadrilátero diría: “El Rey quiere…el rey quiere…” cuando ellos eran los que “ponían en la boca” de Alfonso XIII lo que debiera decir y lamentablemente acababa por decir. Así como ellos fueran, el mismo cuadrilátero, los que condicionaran el informe Picasso para que alguien dijera lo que ellos esperaran que se dijera en alto del monarca y hubiera, lamentablemente, quien lo dijera consiguiendo así sus objetivos declarados del cuadrilátero: Acabar con el mundo de la política parlamentaria, para lo cual era indispensable, de alguna manera, acabar con la figura mediadora del rey con el mundo político. Y lo consiguieron del todo, aunque mediara in-extremis dictadura “abierta al público”, incluso el cuadrilátero aceptaba candidaturas de civiles, pues sabían que el daño causado era tal que aquello era irrecuperable; y que sus pupilos, africanistas, siguiendo las mismas doctrinas del cuadrilátero, y que por ello eran promocionados, acabarían la “tarea a realizar”; “descubiertas en parte las cartas” (las culpas solo caían del lado del monarca), nadie quiso asumir esa dictadura salvo el General Miguel Primo de Rivera que fuera animado por la burguesía catalana y que pagaría su voluntariedad con la amargura de un exilio y muerte prematura que le impediría ver como sacrificarían también, los planes del cuadrilátero, a su propio hijo José Antonio, que metido en política también buscaba soluciones – eso sí, al estilo que luego describiría Borges que ocurriera en Argentina respecto del Peronismo: “Ni son buenos ni malos, el problema es que todo lo solucionan a tiros”). Lo honesto hubiera sido denunciar que “el rey Alfonso XIII estaba “atrapado y capturado” desde hacía años, y ahora “rehén” de una cúpula militar totalmente corrompida, que manipulaba el escalafón militar a su capricho – que parecía práctica habitual cuando las guerras eran lejanas, en Cuba y Filipinas, pero que siendo tan cercanas las noticias llegaban deprisa y las evidencias no pudieron ocultarlas - y que el rey debiera alejarse de ese entorno inmediatamente. Por el contrario la reacción del cuadrilátero fuer muy rápida, y la contra-reacción, al principio “contemporadizada” pronto giraría a la oportunidad de una República, sin reparara, tal vez, y como se debiera, que aquellos promocionados por el cuadrilátero solo podrían ser controlados, en última esperanza por la Corona y nunca una República, porque por definición, el ejercito en países como España solo responde con verdadera lealtad a ese símbolo equiparable al militar, por lo que todos deberíamos protegerlo sin dudar, para hacer posible que subsista el dialogo. Tan engañado estaba Alfonso XIII (por el cuadrilátero) que pensaba realmente que Franco hacia la guerra civil en su nombre y para reinstaurarle.
El formato de democracia que instaurara Adolfo Suárez no estaba concluido cuando el golpe del 23F puso el punto y final a la edificación que estaba realizando. Si bien consiguiera dar a España el formato constitucional, el edifico autonómico proveniente de la República y los Pactos de la Moncloa para capear la crisis económica. No pudo estar el tiempo suficiente para imponer la jerarquía de valores que debieran primar en el desarrollo de la Constitución y la jerarquización de los valores que debieran presidir las leyes que de ella emanaran. A eso se opusieron en realidad prácticamente todos, incluso desde EEUU, porque era obvio que sus valores, los de Suarez, no eran los del marco de la confrontación y el marco de gestión de conflictos como los que acabáramos aceptando (por ello se posicionó con “los no alineados” ) y por el contrario Felipe y Guerra sí lo aceptaron y nos ha llevado a donde ahora nos hallamos (en una especie de “ley moral del más fuerte” y el más fuerte lo señalaba el interés del gobierno y no los valores de la Constitución). Una subversión de valores que hiciera posible concebir, desde la corrupción moral que subvierte los valores como todos los concebíamos al inicio de la transición, pese a las amenazas y expresiones continuas de violencia y terror, pues creímos, “engañadamente”, que Felipe y Guerra, a pesar de su discurso contra Suarez que se pudiera concebir rivalidad por el poder, traería una democracia como la concebida, incluso, por el propio Balbín que, ya plenamente decepcionado, haría el alegato final de “La Clave” señalando lo que a todos nos habían enseñado en el Instituto y a otros en la Universidad: La separación entre Estado, Políticos, …. Nuestros derechos…. Todos derruidos y aniquilados por una concepción totalitaria de Felipe y Alfonso al servicio del poder democrático según como ellos lo concebían y que solo trajo corrupción moral, previa y necesaria para acepar la corrupción económica y desde ella la violencia precisa para que todo el mundo se pliegue, por arriba (los políticos y militares que nunca esperaron esto de una democracia) y por abajo (con la perversión de las leyes y de la interpretación de nuestros derechos ciudadanos). De ahí que la figura de JCI se deba rescatar de un contexto donde la corrupción no es responsabilidad del monarca, sino condición que le imponen de aceptar en el engrase del Estado y la sumisión de los independentistas. Por ello resulta de risa que indultar a quienes hablaban de corrupción en España y se lancen a una operación de “ensoñación” como califica el tribunal, resulte ofensivo para quienes si la toleraron y silenciaron. (administración de la corrupción y del terror, que ambas fueron de la mano). El indulto a su padre JCI debiera ser incluido no en un pretendido “debito” de la monarquía al pueblo que le perdona, sino a una realidad que no quieren que se señale: Si JCI “no hubiera entrado en el juego” de cobrar comisiones hubiera aparecido a los ojos de “quienes sí lo hicieran” como un peligroso “e incómodo testigo” que siempre pudiera hablar de lo que vieren sus ojos. Sin embargo dentro del modelo de Estado Democrático “autorizado” y consolidado como verdadera democracia por Felipe y Alfonso” (bajando ellos el listón hasta límites inconcebibles) nadie que ostentara “poder de verdad” podría estar realmente limpio de polvo y paja si quería ser “acogido” y “respetado” por ese ambiente “retorcido” que así entendiera constitución y democracia.
Que Luis María Ansó vuelva a primera línea es una señal inequívoca de una “operación” concertada para “capturar” y hacer nuevamente “rehén” a su Majestad por el “bien de España”. No se deje Majestad.
Descubierta la posición de Felipe y Guerra pegada un nacionalismo “rancio” que la monarquía para nada precisa (en las razones ya expresadas en este artículo, por lo que de “repetir lo que siempre se hace lleva siempre a los mismos resultados” y ello es muchísimo más sufrimiento para las nuevas generaciones que Vd. no se merece asumir en manos de una clase social muy consciente de sus propios pecados y que quiere, postreramente, lavarlos en nombre de España y de su persona como rey. No se deje, es un ruego, solo un ruego, lo sé; pero si revisa este blog verá que siempre, y en toda ocasión, he defendido la monarquía para nuestra España ante muchos, y ante todos, por ser la mejor solución posible para nuestro entendimiento entre dos mundos concebidos para funciones muy diferentes: El militar que se debe a la “mejor y más inteligente defensa de nuestra democracia y por lo tanto de la Luz de quienes la construyeran de buena fe”; y nunca de la oscuridad de quienes la usaran como “cosa u objeto para satisfacerse personalmente u ostentación (inmoral) de su poder (porque su poder emanara del pueblo y solo al pueblo pertenece, y su garante de que debemos tener esperanza, entre esos que la corrompe y nosotros el pueblo, es Vd. la monarquía). Los corrompidos, despejado Suárez como obstáculo, hiciera concebir a todos la posibilidad de ser todos reyes y aplicar su idea del mando como les diera la gana, causando un caos en derechos y valores que hacen posible esta situación en que vivimos hoy.
Le ofrezco a su majestad una “herramienta” que le pudiera ser muy útil para domesticar a quienes se consideran “reyes” y piensan que pueden arrinconarle por un u otro motivo. Si consideran que realmente pacificar Catalunya les resulta tan problemático (y no es una excusa como otra cualquiera ante los acontecimientos marroquíes) le propongo impulse la posibilidad de reorganizar las autonomías en razón de unidades territoriales naturales, delimitadas por la cuencas hidrológicas, rompiendo así para siempre, un nacionalismo interno que sustenta legitimidades destinadas siempre a chantajear España y hacerse reyes ante cualquier situación e incluso llamando a las puertas de otros Estados para que les socorran. Se lo ofrezco desde el más absoluto convencimiento de que si vieran que ello es una alternativa real, cuando pidieran apoyo internacional se verían aquellos que hablan de nacionalismo, que lo importante es conservar honestamente nuestro territorio y que eso es meta superior de un Estado como España.
Ver: https://cateyes-loaparenteyloreal.blogspot.com/2021/05/blog-post.html
Por otro lado no se deje nunca guiar por el ex Ministro Margallo (y sus pretendida experiencia en el marco de conflictos internacionales, por muchas batallitas que le cuente), llevado por su visión de revancha histórica entró de pleno en la provocación anglosajona en la cuestión de Gibraltar, que parecía otra de las provocaciones (como las que se dieran y llamaran serpientes de verano destinadas a dar contenido a la prensa en periodo estival). El mundo anglosajón tiene una estrategia de provocación para desatar un conflicto con un claro “modus operandis” como todo delincuente. Siendo entonces embajador de España un británico casado con catalana independentista, y sin reparar en ello o haciéndolo temerariamente, Margallo aprovecharía la cuestión del referéndum en Escocia pensando que el “ingles” dejaba la yugular al descubierto y era momento de darle un buen mordisco a ver si se desangraba, alegando que si el brexit triunfaba Escocia, independiente, podría seguir en la UE. La acusación de injerencia en asuntos internos Británicos no se dejó esperar y la respuesta fuera “apoyar” moralmente (y no sabemos si estratégicamente”) al independentismo catalán.
Lo de Marruecos es más grave, porque se ve, una vez lo de Perejil (y la implícita rectificación de la postura que entonces tuvieran Felipe y Guerra, animando a Europa a reírse de Aznar, al respecto del brete que pusieran a Aznar teniéndonos que llevar a la guerra a Irak para defender nuestra integridad territorial ante Marruecos) un peligro grave y directo sobre nuestra soberanía que ahora Europa reconoce. La solución no es movilizar a miles de jóvenes para ir a una posible guerra en el norte de África, que es lo que parecen concebir como respuesta adecuada los conservadores españoles (incluidos Felipe y Alfonso) y que por ello se prepara el terreno con la cuestión del indulto en Catalunya, para atrapar a la Corona y con ella a Vd. como monarca y rey; sino que el objetivo real es evitar un cambio de paradigma en las relaciones internacionales y que empieza por el perdón a los lideres catalanes; y eso, que se parece tanto a pacifismo, es lo que no les gusta y buscan hablar en su nombre, en el del rey, para luego hacerle hablar a Vd. en nombre de ellos que era lo que le pasara a Alfonso XIII (no se deje). El mundo, si tiene posibilidad de sobrevivir ante el nuevo empentón que busca el mundo anglosajón, poniendo como referente a España nuevamente de su primer “gesto” de que “ahora vamos con todo”, no es preludio de un conflicto, como se concibiera en la guerra civil del 36, sino que España representa la etapa siguiente a ese conflicto. Lo que determinó la dictadura en España es lo que se pretende que se determine en al siguiente fase para Europa, concebida como rival desde tiempo de Kissinger (y que asegurara que habría que seguir el modelo de destrucción que Roma hiciera sobre Cartago, pues aun en el acuerdo de paz, y por ello mismo, Cartago sin necesidad de gastos militares resplandecería más que Roma y su prosperidad rivalizaría; y así lo hizo un senador repitiendo en cada finalización de su intervención en el senado, fuera el tema que fuere: “Cartago debe de ser destruida” y un año consiguió que lo hicieran). El Reino Unido entró en la CEE en 1971, con la finalidad estratégica última de destruirla, porque así le resultaba más fácil que criticarla desde fuera. Sembró discordia y desacuerdos, enfrentó a unos y se burló de otros y cuando estuvo segura de que la UE estaba bien tocada, se largó. (También el mundo inglés pondría un parlamentario brtánico con la única idea de recordar que UK debía salir de la UE) y salió.
El mundo anglosajón ha impuesto el escenario del conflicto y las reglas del conflicto, que incluso los niños aprende en la escuela para reconocer sus emociones (lamentable que ese aprendizaje se haga orientado hacia el conflicto y no hacia la pacificación y aislamiento de los conflcitivos, que era lo que se debiera hacer; un lenguaje diferente, el pacífico; que aunque no nos libre del daño del violento o del provocado para ser violento – como en este caso Marruecos – aunque nos violente y suframos y deje señal inequívoca de su proceder temerario en busca de la violencia cuando le respaldan los matones del patio. Nos granjearemos la simpatía hasta del pueblo marroquí, ya temerosos de verse en otra guerra para llevarse bien con un Israel que ahora dirigido por un General quiere volver a ganar elecciones y para eso usa de la estrategia americana de montar una guerra. No se deje engañar Majestad, porque así nos granjearemos las simpatías del mundo pacifista y civilizado de Europa y Latinoamérica e incluso de los verdaderos demócratas americanos que ahora descubren que su presidente se halla atado por las fuerzas oscuras que piden guerra para seguir ostentando el liderazgo mundial.
Es y sería un buen legado para la Historia, fuera el resultado que fuere, al menos lo hubiéramos intentado.
(Hoy, quien me ha inspirado a este artículo ha sido la portada de “La Razón” en su versión digital. Pero no solo su titular sino también la noticia que inmediatamente aparece debajo: