Miguel Ángel Ibáñez Gómez - maiges_ps@hotmail.com

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sábado, 15 de mayo de 2021

Sobre un Fiscal y un juzgado.

 

Sobre un Fiscal y un juzgado.

Era el año 1973, junio pero ya hacía calor. Los padres y hermanos, aquél día se habían ido a la piscina Montemolín (era la piscina del barrio) y allí marcharon desde las 12 del medio día a pasar todo el día, y a uno de los  hijos le habían dejado en casa con comida porque se encontraba mal. A medida que pasaron las horas de ese día el hijo se encontraba cada vez peor, con malestar creciente y empezaba a sentirse ya angustiado. Eran ya las 11 de la noche y sus padres y hermanos no habían regresado aún de la piscina. Se había puesto la tele para intentar encontrarse mejor pero aún así ello no era suficiente. Estaba viendo a Demis Roussos cantar aquella tarde su “Triqui Triqui manamour” que era la canción de éxito de aquél verano, y también a Camilo Sexto, pues era un programa de música que echaban en la TVE, por entonces la única que existía, pero nada le distraía de su malestar y tampoco se podía quedar dormido. No era la primera vez que su familia le dejaba solo estando enfermo. Unos pocos años atrás, cuando tenía unos 6 años, viviendo aún a Miguel Servet, antes de cambiarse a la calle Florida, también le dejaron solo y en circunstancias similares porque tenía anginas pero la familia tenía un compromiso familiar (creo que una comunión o algo así) al que no querían renunciar y decidieron sacar todos los juguetes favoritos de los hijos (un tren eléctrico y alguno otro más, haciéndole creer que se iban a disponer a jugar todos, mientras se vestían todos para salir menos él - (todos colaboraron en lo que concebirían como estrategia adecuada de engaño para que se quedara solo y conformado, según el criterio que en ese momento estableciera la madre para poder salir de casa sin que al hijo le diera tiempo a protestar cuando salieran por la puerta de la casa y los vecinos no oyeran directamente los lloros y reclamaciones para que no le dejaran solo que seguro se producirían, creándoles una situación incómoda donde, sin duda, tendrían que dar alguna explicación) y en un momento dado, mientras el niño se quedó un momento solo mirando maravillado que le dejaran jugar con esos juguetes que solían ser motivo de riñas y disputas por usarlos, oyó como se cerraba la puerta de casa y vio que se quedaba solo. Salió a la galería de la casa y vio a su familia y hermanos en la parada del tranvía y desde ahí les grito que por favor no le dejaran solo. Lamentablemente para los padres, el tranvía tardaría en llegar y desde el balcón observaba el gesto de enfado que esa situación generaba en el padre pero no en los hermanos que estaban creciendo en un entorno de rivalidad y competitividad entre hermanos fomentado por aquella época tanto en el colegio como por el padre al revisar las notas de clase; sin embargo al rato de llorar se quedó dormido y al poco tiempo le operaron de anginas, como mala fortuna, por que el cirujano cortaría una vena inadecuada y por la noche el niño devolvería sangre cocida en el estomago, donde los padres llamaron a los vecinos para usar un teléfono y llamar a un taxí, llevando al niño liado en una manta y siendo ingresado de urgencia en el San Juan de Dios; aún recordaba que les recibiría una monja al padre y al vecino que le acompañó; le hicieron una transfusión de sangre del padre y en unos días se recuperaría. Sin embargo en aquella ocasión no se quedó dormido y  ya era muy tarde y el malestar aumentaba sin poderse quedar dormido aunque se tumbara en el sofá viendo la tele y cambiara de postura para intentar dormirse. Sonó la puerta de entrada de la casa en la calle Florida, eran las 11 de la noche, y se intentó levantar para ir a ver cómo llegaba su familia y decirles que no se encontraba bien (esperaba que al decírselo no se enfadaran porque se solían enfadar por todo) pero le costaba ponerse de pie. Al verlo tan enfermo le dijeron que no llegaron antes porque a un seiscientos le salía humo y fuego del motor y paró justo delante del tranvía bloqueándolo durante mucho rato y por eso llegaban tarde. Llamaron al médico  de urgencia y dijo que tenían reuma (al salir el médico por la puerto la madre dijo: Cómo va a tener reuma un niño de doce años; y al día siguiente volvieron a llamar al médico porque empeoraba en fiebre y recetó otra cosa pero tampoco mejoraba así que fueron en taxi al Infantil y le dijeron que ese chico tan desarrollado para su edad no podría quedarse en ese hospital aunque tuviera la edad y lo ingresaron en el Miguel Servet, donde le detectaron osteomielitis que fue empeorando con una pulmonía que en el mismo hospital cogería cuando las auxiliares ventilaban la habitación (que era para solo dos enfermos) y cambiaban las sábanas, no pudiéndose levantar el hijo de la cama por estar con goteros y la fiebre humedecía esas mismas sábanas que ellas cambiaban estando  la cama junto a la ventana. Aún así el chico saldría adelante al mes y medio de tratamiento y aunque un tío le llevara esa enciclopedia de la Segunda Guerra Mundial, que no a todos agradaría que llevara, pero él, el hijo, no estaba enfocando su atención en la violencia de las imágenes de cadáveres amontonados (que con los años sabría que eran de judíos) sino que se fijaría en los barcos, como el Bismark, o en las declaraciones de algún general norteamericano que decía que para vencer a los alemanas en cualquier escenario tenía que haber una proporción de soldados aliados de 5:1; señalando así que estaba confeccionada esa enciclopedia  para una especie de reconciliación destacando los valores militares del ejército alemán (y tal a la vez, no sé si proponiéndoselo  o no, del propio nazismo). Al chico le salvaría focalizar su pensamiento en las cosas propias de aun niños, porque a veces levantaba su mano derecha y movía dos de sus dedos como si fueran  parte de una persona que corría y corría durante mucho rato y mucho tiempo, y que era una de sus entretenimientos favoritos para pasar las horas en las que estaba solo (porque delante de los mayores y familiares no lo hacía porque le decían que eso era jugar como un niño y él ya tenía 12 años).  Aunque muriera su madre unas semanas más tarde y él aún siguiera ingresado ya sin goteros el niño, a los ojos de su madre ya era casi un hombre físicamente y en aquella estancia  en el hospital le hubo crecido vello en los brazos y piernas (y la entrada en la sexualidad ya se produjo mucho antes, porque instintivamente se masturbaba desde que un día viera a su padre desnudo salir del cuarto de su dormitorio y dirigirse al baño – el psicoterapeuta le diría muchos años más tarde que los niños nunca deben dormir en los dormitorios de los padres, ni siquiera de bebés, y entonces él no comprendió la afirmación de este señor que ponía todo su empeño en canalizar a ese paciente que le había sido confiado en consulta particular cuando saliera de un ingreso y lo eligiera como médico; y su jefa de servicio, al enterarse de esa elección de su trabajador, hablara con ese doctor sobre las excepcionales capacidades y valores que veía en ese joven de 34 años, especialmente si se le dejaba trabajar solo; pero con el tiempo comprendería esa afirmación de aquél psicoterapeuta). En aquél ingreso, con 12 años de edad, le salvaría focalizar su atención en el movimiento de sus dos dedos imaginándose así mismo corriendo sin parar y sin parar.

(una pequeña nota aclaratoria antes de continuar con el artículo: Cuando fue al entierro de su madre, pasaron a ver el ataúd donde ella se encontraba antes de enterrarla. Miró a su madre; estaba vestida con un vestido azul a lunares blancos – que ya nunca olvidaría, y que con el tiempo recordaría que las mujeres que vestían vestidos de lunares le atraían y no sabía porqué - pero hoy en día  lo sabe, y sabe porqué le atraen las chicas con vestidos a lunares, aunque sean oscuros y lunares blancos – como también sabe porqué su hermano mayor se hiciera médico después de haber sido el último de ver a su madre con vida y esta pedirle ayuda ya en trance de muerte, y porqué regresara con la misma chica, después de años de matrimonio con hijos, la misma chica por la que no pudo sacar Medicina adelante, su objetivo siempre fuera atender la petición de su madre, y lo más parecido que pudo hacer para tener presente ese objetivo fuera volver con esa chica a pesar de todos los pesares, porque así sigue dándole sentido, de alguna manera, a la petición de su madre, aunque fuera señalándo el obstáculo – le tocó el brazo mientras sabía que sería por última vez; seguía siendo suave y muy familiar, era como si de su propio cuerpo se tratara, el que  le había tocado durante toda la vida;  suave pero ahora frío por los efectos de la cámara frigorífica.  Le miró las manos; las tenía una encima de la otra y sobre su casi su vientre – si era madre y había sido madre en esta vida - y en la mano superior había señales de cardenales y  hubiera deseado tocarla y tal vez separarlas, y mirarlas y tocarlas por última vez, pero estaba seguro que no se lo hubieran permitido; de hecho, alguien, viendo al hijo fijarse tanto en las manos de su madre, pondría un pañuelo para taparlas. Su abuela estaba al otro lado de ataúd, mirando a su hija y llorando – ahora imagino que nuevamente una vez más, como seguro que lo hiciera delante de su marido fusilado, unos 35 años antes, en la guerra civil, cuando saliera del frente para ir casa de sus padres a decirles que le había tocado la lotería y acabara en el cuartel de la Guardia Civil y fusilado, probablemente con unos entre 25 o 27 años de edad, ante la impiedad con que Miaja respondería ante las peticiones de clemencia de esa señora, mi abuela, que entonces tendría a mi madre con un año, a mi tío casi recién nacido y ella de unos 22 años de edad.  Otra vez delante de un ataúd de una persona muy amada por ella. E imagino que su vida, la de la abuela, sería seguir las consignas que su marido le diera antes de ser fusilado, de la manera en que una mujer las asumiría e interpretaría ente la impiedad de la Inhumanidad que concebiría en ese acto cruel que suponía que el Estado Republicano le quitara la vida, conscientemente y apropósito, del hombre que ella amaba, y que probablemente sería el único hombre que amaría de verdad el resto de sus días (el último recuerdo que tengo de ella es con su medalla de oro, de la Virgen madre al cuello. Solo pudo mirar la mano derecha de su madre que tapaba la mano de su izquierda y los cardenales eran visibles. Con los años descubriría por comentarios de otros más mayores que no paraban de hablar de suicidios – el marido de quien fuera luego la madre de mis hijos – que si en las manos había cardenales era porque la persona se habría arrepentido en el último momento de esa decisión; y por ello hoy entiendo que si la madre se quedara sin salidas porque el entorno se las cortara y a nadie pudiera satisfacer plenamente en una decisión suya y todos vieran inconvenientes hasta el punto de no dejarle opciones, en ese último momento concebiría que no merecía la pena, en absoluto, atender las peticiones de conformidad de ninguno de los que hubieran estado presentes en su vida y que esa decisión extrema era un error. No salvó la vida, pero con ese gesto último y postrero salvaría algo mucho más importante – aunque el lector tal vez no lo entienda – su alma, su dignidad, su derecho a presentarse ante (Osiris, Jesús, ….) con su conciencia limpia y dispuesta, si era preciso a reiniciar su vida otra vez, porque ella no era la responsable de ese acto de abatimiento y culpabilidad al que todos le acabaron llevando dejándole sin opciones – y le dejaron sin opciones porque todos, absolutamente todos, eran “muy listos” y sabían todos qué le convenía y qué no. Todos llevamos, preferentemente, el mensaje de la madre – si somos varones – y del padre si son hijas – ¿y un tribunal desconoce esto? Que le pregunten a ese psiquiatra, reconocido en la ciudad, cuando su hija descubriera la debilidad que como padre tenía respecto de la hija y decidiera ponerle a prueba si era capaz de gestionar sus propia naturaleza humana y controlarla como pidiera a sus pacientes, y saliera a literalmente follarse a media ciudad para castigar, tal vez por un desengaño o una decepción, a su padre al haberlo concebido de una perfección desde niña y que no supiera gestionar con ella misma en su papel de padre; y en vez de ver un padre acabara viendo a un simple hombre con sus propios defectos de hombre cualquiera; y saliera al mundo exterior a probarse a sí misma en semejante trance de reacción ante tamaña decepción, y fuera causando desastre entre parejas formalizadas en la sola idea fija de vengarse de su padre; aún en esas circunstancias de profunda afectación, el padre seguía ejerciendo de psiquiatra y supongo que sus compañeros, algunos, cruzarían los dedos para que el daño que causara en el tratamiento y diagnósticos de pacientes no llegara a un verdadero e inocultable desastre que comprometiera, una vez más, a la profesión – bueno, para eso existe el corporativismo, para salvar estas situaciones ).

Así que de alguna manera entendía, que más de 40 años después, observara en la tv los programas de esa segunda guerra mundial (ya sin la presencia de los comentarios de su padre, que distorsionaban e intentaban modelar la opinión de los hijos cuando veían esos programas en tv) y en uno de ellos, ya producido mucho más recientemente, se focalizaran en el comandante de un submarino Norteamericano que hundió y daño, un solo submarino, a gran parte de ese convoy japonés; y ese programa estuviera destinado a señalar que ese comandante, ante la oportunidad de seguir hundiendo barcos sin ser detectado por su capacidad e ingenio, se fijara en el buque insignia y decidiera hundirlo ante la oportunidad que se le presentara y concibiera como única, tal vez para él, de dar un gran golpe al enemigo, aumentar su autoestima y además ser reconocido en ello. Fue tal su obsesión en fijarse en el buque insignia, que no vio venir a una lancha japonesa que había puesto rumbo de colisión hacia el submarino que se hallaba emergido y sus motores parados en la noche, fijando su comandante y subordinados su  nuevo objetivo. Le dijeron reiteradamente que se acercaba una lancha con rumbo de colisión y a toda velocidad, pero el comandante no oía las indicaciones de sus subordinados, se hallaba obcecado en su objetivo. Se lo repitieron varias veces pero no escuchaba, así que el piloto, por su cuenta, movió el submarino y puso rumbo de escape que el comandante, al percatarse de que su submarino se movía sin que fuera por sus órdenes, las diera ratificando la iniciativa del piloto que así salvaría al submarino y a su tripulación.  El comentario a esta actitud, que fue analizada luego en tierra, sometiendo a interrogatorio al comandante y la tripulación, pues deberían decidir si a ese héroe deberían juzgarlo por poner en riesgo innecesario a la tripulación. Llegaron a la conclusión de que el “campo de visión” del comandante en aquellos días y noches en los que hundiría y dañaría a muchos barcos de ese convoy japonés mermando la capacidad de respuesta en una batalla importante en el pacífico, había ido menguando a causa del celo puesto en cumplir la misión y el objetivo de dañar todo lo posible a esos refuerzos japoneses que contenían munición y miles de soldados; era una disminución de su campo de visión mental que le había llevado, ante la oportunidad, a solo ver y fijarse en el buque insignia japonés. Al final le condecoraron y la explicación salvó el honor de la marina y su coherencia en el campo de batalla marino.

Viene al caso esta introducción de la actitud de un Fiscal que ante las evidencias que existen de cómo se ha estado llevando tan inadecuadamente un asunto concreto, en un juzgado concreto, su campo de visión también hubiera menguado de alguna manera, aunque no al extremo, que era lo que se temía. Y sin embargo, pese a ello, ha quedado al “descubierto” un papel de la Fiscalía que se ha de analizar con la mayor claridad en este momento en estos asuntos que tienen que ver con privar de derechos a personas que nunca cometieron delito alguno y que son acosadas por sus familias en razones en las que la Fiscalía nunca, parece ser, quiere entrar; y que son en realidad el meollo de la cuestión.

A parte de que estos procedimientos se consideran especiales, y por tanto, se da mucho más margen a la juez para dirigir el proceso y así salvar limitaciones propias del procedimiento judicial – no me lo he leído el procedimiento solo son referencias oídas o deducidas por sentido común – el Fiscal no dejó de hacer gestos reiterados de su malestar, haciendo aspavientos continuos para que fueran observados y grabados por el video y mirando reiteradamente a la juez para que acudiera en su auxilio ante el primer testigo que era el padre. Pobre Fiscal, así dañado por un padre inculto, evidentemente afectado de enfermedad mental – cosa bien sabida y reiterada en ese juzgado por el hermano e hijo que tomara la iniciativa de promover ese juicio señalando de partida en informe que el padre tenía una enfermedad a la que puso nombre claro y meridiano y que el padre nunca escuchara pronunciar en ningún informe de los que poseyera, el último de hacía 10 años, cuando eléctricas ENDESA decidiera, por su cuenta en 2008 empezar a pasar recibos de consumo por importes que iban ascendiendo hasta  los 500 euros de manera reitera y sorpresivamente sin que esa compañía diera más explicación que el consumo era real y que había que pagar sí o sí, esas cargas económicas se prolongaron dos años hasta que el padre pudo probar que erra error de ENDESA y le devolvieran no todo el dinero sino solo unos 800 euros, pero que tampoco con eso se conformara ENDESA pues los 800 euros entraron como devolución y al tiempo, alguien en ENDESA que no estaba de acuerdo volvía a cargar el importe y así hasta seis veces. Pero por esa circunstancia el padre fue ingresado por la hermana pues esta decía que el gasto era real y así convenció a los hermanos para que lo ingresaran dos veces seguidas porque ENDESA seguía aún cargando recibos negligentemente y se descubriría que fuera el causante de ello el operario de ENDESA que anotaba por entonces los números de los contadores que estaban configurados para doble tarifa nocturna y diurna, además de que en aquella época se impuso un cargo mensual en vez bimestral de recibo de luz y ENDESA alegaba imposibilidad material de anotar el consumo cada vez por lo que instauró una facturación de consumo previsto que luego rectificaba y montó un lio morrocotudo a todos los consumidores de luz (que somos todos) y en especial al padre por negligencia del que tomaba esa anotación del contador y que solo se equivocó en e l contador del padre. Así que el périto, al iniciarse los argumentos contra el hijo, conociera en la documentación aportada por el hermano denunciante en la que se hallaba la condición de enfermo de padre – no sabemos de dónde la sacaran y aún esperamos de su señoría explicaciones al efecto de esta intromisión inadmisible en ese tribunal en la vida privada del padre donde se permite aportar una documentación a la que no se puede oponer alegación y que el padre nunca suministrara y que no sabemos ni quien la confeccionara y bajo qué petición ni cuando está fechada ni por quién firmada Señoría Jueza y en eso UD deberá dar explicaciones sin duda por vulnerar mi derecho, el mío Señoría el de un testigo. Así que los aspavientos del Fiscal vienen a cuento de que tuviera todo atado y bien atado, como fuere su costumbre y no le gustara que el padre no quisiera responder solo sí o no, que era lo que precisamente deseaba ese señor: Que el padre testificara contra su propio hijo. Ya le dije al empezar señoría que esto iba a resultar difícil y en ello pedía a su señoría amparo que apenas concedió porque sencillamente este juicio, en el fondo, resulta un "fraude en ley" en la que Vd como jueza participaría activamente desde enero de 2020 sin dar aún explicaciones de porqué actuara su señoría de esa manera con mi hijo y le amenazara con esto que hoy está viviendo y Vd como jueza protagonizando activamente.  El Fiscal pregunta si el hijo colabora en el presente en las tareas de la casa y le contesto que desde enero de este año 2021 las cosas han cambiado y el Fiscal se cabrea como un furibundo fuera de sí mismo??? Vamos si yo llego a hacer eso de esa manera se me cae el cielo encima señoría, porque a diferencia del Fiscal, que se supone que está haciendo su trabajo- y no creo que su trabajo sea gesticular y pedir amparo de la juez y mucho menos en este caso que le “enfanga” plenamente, o tal vez por enfangarle plenamente a él y a su señoría le pide apoyo corporativo, no lo sé aún – a diferencia yo soy el padre de la Víctima que Uds aun no reconocen como tal Victima y cabe preguntarse aún el porqué. Quien pidió amparo antes de empezar el interrogatorio fui yo a su Señoría y su deber fuera habérmelo dado plenamente dadas las circunstancias de las múltiples irregularidades de las que Vds mismo como jueza a participado y contribuido de manera eficaz y recurrente hasta el extremo de preguntarse, cualquiera, haciendo si así se conciben un juicio para dejar sin derechos civiles a un inocente. Aún así su señoría, teniendo mucho margen de maniobra como le concede un procedimiento especial (y ese margen de maniobra se concibe por el legislador para que su señoría mire por el interés de la victima; al igual que es el deber inexcusable de la Fiscalía mirar por el interés de la víctima, y el interés de la víctima es preservar el acceso a su libertad y sus derechos civiles y para ello no cabe duda es necesario o era conveniente determinar con exactitud quién fuera el causante del padecimiento de la Víctima e incluso saberse cómo procedieran esos causantes de esos padecimientos, pero viene a resultar que Vds. Fiscal y Juzgado son parte del mismo y aun peor del remate del mismo) Tal vez piense su señoría que pudiera argumentar que margen suficiente me diera, pero su postrera exclamación hacia mi persona, cuando termina mi declaración, (ha tenido ya su oportunidad siéntese y ya no diga nada) determina sin ningún género de duda, que Vd es parte – porque así lo determina su proceder personal enero de 2020 y luego en aceptación de un nuevo ingreso forzoso en marzo 2021 que motivara una apelación del defensor a derechos fundamentales, parte y Juez y eso, en sí mismo le inhabilita en el saber popular, en alguna manera, para formular sentencia imparcial; aun así quien ha tenido la oportunidad es su señoría y no la aprovechó porque ni condujo el juicio para que el padre pudiera expresarse plenamente dadas las circunstancias en favor de su hijo (y que era lo que se debiera esperar de su señoría y para eso su señoría tenía esos márgenes que le concede ser procedimiento especial; y a la vez era lo que debiera haber concedido el propio Fiscal si mirara por el interés de la victima; porque siempre hubieran disfrutado de la posibilidad de escudriñar las declaraciones del padre para ver su hubiere o no contradicción; pero parece ser que el miedo a que existiera coherencia clara, precisa y documentada, le llevó al Fiscal a pedir el amparo de su señoría y a su señoría a realizar una exclamación de alivio y a la vez, sabiendo que el padre no se le había dejado decir lo que pudiera haber dicho y aportar lo que podía haber aportado y Vd señoría era conocedora de esas pruebas previas porque se las pidieran al padre ese mismo juzgado que Ud. preside, días antes de la celebración del  juicio), el solo hecho de decirle al padre que “tuvo” (en pasado) su oportunidad y ahora tocaba callar, fija su posición y su implicación personal.  De alguna manera Señoría, quien tuvo la oportunidad fuera su persona y la del Fiscal, y no la aprovecharon. (por mucho que visualicen el video, tal vez con asesores – el juez que no quiso atender la denuncia de malos tratos a los hijos hace 20 años consultó con su novia -  para justificar el sentido de una sentencia, ya no en términos de mirar por el interés de la víctima, sino mirando ahora cómo salvar la cara y en consecuencia el honor y la honra de un procedimiento que ha sido viciado por el propio juzgado, en maneras y formas, por el fiscal aceptando documentación o afirmaciones sin soporte del hermano que causa el procedimiento y por un perito que habla del padre en términos “sano” referencia que no se sabe a qué pretende reflejar si no fuera por la aseveración de imputarle el hermano denunciante un diagnóstico al que el padre nunca tuvo acceso y bien pudiera ser una falsificación clara y evidente; pero su señoría pasa de todo como si nada de lo aportado por el hermano causante del procedimiento contra su otro hermano como si no fuera ya relevante; porque sí lo es señoría, ya que el procedimiento se ha llevado a cabo dentro del contexto creado por esos documentos que se dicen haber visto y que motiva una sutil referencia del perito al padre en un informe ya calificado como descalificante profesionalmente para su autor). Tal vez el Fiscal quería que el padre declara contra su hijo o que pudiera poner en su boca contestaciones que hicieran daño a ambos? Si lo quiere hacer la madre, como lo hizo, es responsabilidad ante la sociedad, su conciencia y el propio Universo que nos alberga y ella sabrá el porqué sigue mintiendo. Que el hermano declare contra hermano es rivalidad fomentada que afea el padre, porque padre nunca va contra sus hijos sino que sabiendo lo larga que es la vida confía y porfía en que se reconduzcan.

Nota: señoría, no pasó desapercibido que a la entrada de la sala había una persona sentada al fondo a la derecha (mujer) que se quedó del procedimiento anterior. Tal vez fuera una aprendiz o tal vez fuera una de esas personas que se prestan a indicar al testigo que va entrar - y está fuera de la sala los testigos que han de entrar – con un gesto si el padre salió fuerte o no en su declaración para orientar el discurso de la acusación, en este caso de la madre. Por lo que es interesante solicitar el video de la vista para tenerlo y publicarlo si fuere preciso. En todo caso llama mucho la atención que condenar a un chico inocente cause tanto interés. ¿Por qué será?

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