Existe necesidad de que los abogados se especialicen en cuestiones de maltrato específico, cuando la persona activa y conscientemente maltratadora orienta a su víctima hacia las instituciones psiquiatricas, pues estas víctimas quedan desprotegidas y desamparadas en derechos básicos, aunque exista presencia de juez@s en el ingreso (sin defensa profesional adecuada la presencia del juez se torna formalismo que también puede jugar en contra de la víctima).
Abogados que deberían estar presentes cuando el juez debe avalar las decisiones extremas de los psicoterapéutas, impulsadas por personas maltratadoras; porque por lo general aunque observaran que en muchas ocasiones es la persona maltratadora la que busca el ingreso forzado de su víctima, muy difícilmente actuarán en la defensa de la víctima ante el juez (pues previamente otro profesional más cercano ya dio la orden de ingreso forzado de la víctima). Difícilmente se atreverán. La ley dice que debe estar presente un abogado en esas situaciones de ingreso forzado. Pero el abogado, para ser eficaz, debe conocer las situaciones de las víctimas, y las circunstancias personales para poderle traducir al juez lo que la víctima declara como increíble o incoherente (aunque su estado psicológico llegara a ser lamentable en ese momento, posiblemente a consecuencia del impacto emocional del ingreso), el abogado puede hacer posible la visualización del maltrato ante el juez, y si existe maltrato es su deber. demostrarlo para proteger a esa vícitima
La presencia del abogado rara vez se produce en España y ello permite a la persona maltratadora imponer su visión, haciendo posible la total indefensión de la víctima (por lo general ya previamente estigmatizada; estigmatizada porque en su día, normalmente en la niñez o juventud, nadie quiso ver ese maltrato para denunciarlo).
Los gabinetes de abogados se especializan en crear "rutas" para proteger esta actividad que desprotege a inocentes maltratados (se apoyan en la ignorancia y los prejuicios de la sociedad que les circunda). Lo hacen presentándose como valedores de un valor "superior" que gusta mucho al entorno del Estado, el de la idea de preservar la autoridad coercitiva sobre la víctima. Así se usa del Estado y sus instituciones para conseguir sus objetivos (por encima de las circunstancias personales de la víctima..) Así se "distorsiona" el papel de las instituciones que fueron pensadas para recuperar el bienestar de la sociedad. No deja de ser un sigo de deslealtad moral evidente hacia una víctima que sufrió alguna forma de violencia extrema.
Dolorosa visión de una sociedad que vive despaldas a estas tragedias, mientras no les toque a ellos (y eso no es probable, al menos hasta que no les llegue la vejez y vuelvan a ser vulnerables y algún maltratador los tate como niños sin derechos).
Los hechos, los datos, aun siendo efectivos, no son la realidad, no tienen ellos por sí realidad y como no la tienen, mal pueden entregarla a nuestra mente. Para descubrir la realidad es preciso que retiremos por un momento los hechos de nuestro entorno y nos quedemos a solas con nuestra mente... No debería ser necesario hacer constar esto: todo el que se ocupa de labores científicas debería de saberlo. Ortega y Gasset (1932)
Miguel Ángel Ibáñez Gómez - maiges_ps@hotmail.com
- Cateyes: ¿Lo Aparente y Lo Real?
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