Miguel Ángel Ibáñez Gómez - maiges_ps@hotmail.com

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miércoles, 22 de abril de 2020

(Un gran cero “patatero” para las organizaciones concebidas para proteger a este tipo de personas de sus agresores potenciales)


Muchas deficiencias en la protección psicológica de los vulnerables en esta pandemia.


Las medidas que se empiezan a tomar por el Gobierno de España para la desescalada de la pandemia han generado mucha decepción en propios y extraños. Sólo el primer paso dado para sacar a los niños a la calle ha dejado “pasmados” a todo el mundo (obviamente me refiero en el interior del país). En razón de las mismas, de cómo se han concebido, parece que estamos en manos de verdaderos “ilustrados incompetentes” que nunca se hubieran enfrentado a un verdadero problema práctico y serio que resolver, como que sus vidas hubieran transcurrido por senderos que siempre hubieran sido allanados, de una manera u otra (a base de peloteo y sumisión, o de agresividad militante que despierta simpatías por ese fanatismo que es capaz de ver lo negro que se presenta como verdadero blanco esperanzador), facilitándoles un progreso personal pese a las evidentes “negligencias obvias” que algunos poseen, incluso en sus propias biografías – también las académicas.
Sin embargo, el interés ocasional o puntual del momento les hizo alcanzar la cima de su más evidente incompetencia; ya fuera en interés de un partido; de unos militantes que querían rebelarse contra un establisman ya decadente e ineficientemente previsible; o de una población que no tiene manera ni medios de hacer llegar sus quejas y malestar a los sucesivos Gobiernos de Estado, porque el Estado  es “sordo” y “perfecto” (precisamente por eso es sordo, porque es perfecto), y que se basta de encuestas con preguntas “convenientes” (que en conjunto hacen que la encuesta vayan hacia donde les interesa y no a ninguna otra parte) para saber qué necesita realmente la población a la que gobierna (mejor dicho, qué es lo que necesita saber el Gobierno de turno de la población para seguir gobernando; porque los gobiernos nunca suelen estar en la calle, ni a pie de calle) y, desde luego, con encuestas dirigir el pensamiento de los ciudadanos a lo que les interesa como Gobierno, no a lo que les interesa a la población como población; desanimando así cualquier esperanza de verdaderos cambios sociales que se vean a pie de calle y en el día a día (porque la población, por definición, siempre es y será masa, y como cualidad de ser masa es ignorante, obtusa, borregil, e inepta en cuestiones de qué es lo que realmente le conviene; eso solo lo sabe el Estado y quienes a él se arriman y a su sombra se cobijan); organizaciones sociales que nacieron para proteger a las personas pero que cuando llegaron a su espacio de confort, ya siendo bien vistos y admirados en su labor, adquiriendo consideración personal y pública, se dedicaron a actuar con el propio Gobierno, exclusivamente a seguir procedimientos estándar de cada caso que le llegaba y, sobre todo, a cuidar su imagen para seguir recibiendo magníficas subvenciones; es decir: se acabaron convirtiendo en simples empresas subvencionadas, cuyo papel reside en decirle al Gobierno qué debe de hacer según su parecer para proteger a sectores vulnerables y victimas de maltrato – que de paso sea dicho, con esta pandemia su actividad, cuya verdadera manifestación se mostraría por su vocación (vocación que les debería llevar a no quedarse de brazos cruzados en la presente situación de crisis, vocación que debiera existir para ser plasmada en cualquier situación adversa y que ahora “canta a gritos por su ausencia”), si eso ocurriera, tener vocación positiva, demostraría que el dinero empleados sobre estas organizaciones no era una generosa paga con la que agradecer al Gobierno de turno su existencia y sus doctos consejos y caros dosieres, pues parece que lo único que han hecho es crear una profesión para vivir de los problemas de los demás y no tanto en razón de una vocación de servicio que precisa un cauce contínuo para expresarse y cumplir su compromiso social.
Ahora, un muchacho que se fue antes del confinamiento a estar en una finca familiar recibe, hace una semana y dos días, la vista de su madre, so pretexto de cuidarle, su madre se saltó el confinamiento, so pretesto de cuidarle, hace una semana y lo está machacando psicologicamente porque quiere estar con su padre y mantener su relación su padre e incluso vivir con su padre cuando le apetezaca.... así están las cosas....) sé que hay maltrato en muchos hogares y las organizaciones Inútiles y sin verdadera vocación, se están comiendo esos maltratos (de hijos, mujeres o personas vulnerables) con patatas. Ante esta pasividad se ven como si cobrar subvenciones y vivir de los problemas de los demás SI saben. Pero no veo la vocación por expresarse por ningún sitio

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