Muchas deficiencias en la
protección psicológica de los vulnerables en esta pandemia.
Las medidas que
se empiezan a tomar por el Gobierno de España para la desescalada de la pandemia
han generado mucha decepción en propios y extraños. Sólo el primer paso dado
para sacar a los niños a la calle ha dejado “pasmados” a todo el mundo (obviamente me refiero en el interior del
país). En razón de las mismas, de cómo se han concebido, parece que estamos
en manos de verdaderos “ilustrados incompetentes” que nunca se hubieran
enfrentado a un verdadero problema práctico y serio que resolver, como que sus
vidas hubieran transcurrido por senderos que siempre hubieran sido allanados,
de una manera u otra (a base de peloteo y
sumisión, o de agresividad militante que despierta simpatías por ese fanatismo
que es capaz de ver lo negro que se presenta como verdadero blanco esperanzador),
facilitándoles un progreso personal pese a las evidentes “negligencias obvias”
que algunos poseen, incluso en sus propias biografías – también las académicas.
Sin embargo, el
interés ocasional o puntual del momento les hizo alcanzar la cima de su más
evidente incompetencia; ya fuera en interés de un partido; de unos militantes
que querían rebelarse contra un establisman ya decadente e ineficientemente
previsible; o de una población que no tiene manera ni medios de hacer llegar
sus quejas y malestar a los sucesivos Gobiernos de Estado, porque el Estado es “sordo” y “perfecto” (precisamente por eso es sordo, porque es perfecto), y que se basta de
encuestas con preguntas “convenientes” (que
en conjunto hacen que la encuesta vayan hacia donde les interesa y no a ninguna
otra parte) para saber qué necesita realmente la población a la que
gobierna (mejor dicho, qué es lo que
necesita saber el Gobierno de turno de la población para seguir gobernando;
porque los gobiernos nunca suelen estar en la calle, ni a pie de calle) y,
desde luego, con encuestas dirigir el pensamiento de los ciudadanos a lo que
les interesa como Gobierno, no a lo que les interesa a la población como
población; desanimando así cualquier esperanza de verdaderos cambios sociales que
se vean a pie de calle y en el día a día (porque
la población, por definición, siempre es y será masa, y como cualidad de ser
masa es ignorante, obtusa, borregil, e inepta en cuestiones de qué es lo que realmente
le conviene; eso solo lo sabe el Estado y quienes a él se arriman y a su sombra
se cobijan); organizaciones sociales que nacieron para proteger a las
personas pero que cuando llegaron a su espacio de confort, ya siendo bien
vistos y admirados en su labor, adquiriendo consideración personal y pública,
se dedicaron a actuar con el propio Gobierno, exclusivamente a seguir
procedimientos estándar de cada caso que le llegaba y, sobre todo, a cuidar su
imagen para seguir recibiendo magníficas subvenciones; es decir: se acabaron
convirtiendo en simples empresas subvencionadas, cuyo papel reside en decirle
al Gobierno qué debe de hacer según su parecer para proteger a sectores
vulnerables y victimas de maltrato – que de paso sea dicho, con esta pandemia
su actividad, cuya verdadera manifestación se mostraría por su vocación (vocación que les debería llevar a no
quedarse de brazos cruzados en la presente situación de crisis, vocación que
debiera existir para ser plasmada en cualquier situación adversa y que ahora “canta a gritos por su ausencia”),
si eso ocurriera, tener vocación positiva, demostraría que el dinero empleados
sobre estas organizaciones no era una generosa paga con la que agradecer al
Gobierno de turno su existencia y sus doctos consejos y caros dosieres, pues parece
que lo único que han hecho es crear una profesión para vivir de los problemas
de los demás y no tanto en razón de una vocación de servicio que precisa un
cauce contínuo para expresarse y cumplir su compromiso social.
Ahora, un muchacho que se fue antes del confinamiento a estar en una
finca familiar recibe, hace una semana y dos días, la vista de su madre, so
pretexto de cuidarle, su madre se saltó el
confinamiento, so pretesto de cuidarle, hace una semana y lo está machacando
psicologicamente porque quiere estar con su padre y mantener su relación su padre e
incluso vivir con su padre cuando le apetezaca.... así están las cosas....) sé que hay maltrato en
muchos hogares y las organizaciones Inútiles y sin verdadera vocación, se están
comiendo esos maltratos (de hijos, mujeres o personas vulnerables) con patatas.
Ante esta pasividad se ven como si cobrar subvenciones y vivir de los problemas
de los demás SI saben. Pero no veo la vocación por expresarse por ningún sitio
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