Te contesto ahora al desafío que me propusiste al inicio del día.
Te anticipo,
como creo que la mayoría de los que están en nuestro grupo de wasap habrán
percibido, que yo no soy un docto en nada, y no he sido bendecido por título
Universitario concreto al respecto.
(tengo ya los 60 prácticamente encima; y mi
papel vital, como el de otros muchos, muchos, tal vez la inmensa mayoría, ha
sido ir capeando y sorteando obstáculos vitales generados en muchas ocasiones desde
los prejuicios y las “verdades” particulares; y a veces pienso que en
demasiadas ocasiones aparecen a sólo fin de limitar u obstaculizar las
posibilidades de las personas, e incluso familias enteras, ralentizando su
progreso social y en su bienestar; por eso me considero progresista, porque
creo en la transversalidad de las capacidades positivas de las personas por encima de cualquier
prejuicio erudito o ideológico que se pretenda exhibir en detrimento de
cualquier Ser Humano).
En consecuencia no creo en las etiquetas de
ninguna clase; detrás de cada etiqueta, de cualquier naturaleza, pero en
esencia si porta algún tipo de estigmatización – ya sea coyuntural, para ganar un simple debate, o por tenerle miedo a
un virus, o ya sea de naturaleza excluyente, para así creerse con derecho a
ganar todos los debates - existe una
persona, un Ser Humano que merece y tiene el derecho no solo a existir y a
tolerársele amablemente su presencia, sino a tenérsele en cuenta lo que piensa,
expresa, opina o relata… porque el simple hecho de sobrevivir en este – extraño, inverosímil y lleno de
contradicciones e injusticias – MUNDO, se “otorga” ese “derecho” que no siempre
es respetado, por falta de tiempo fundamentalmente, pero que forma parte de lo
que entiende nuestro sistema y que define a nuestro Estado, al menso
formalmente (Y AL MENOS HASTA EL MOMENTO,
porque todo puede cambiar en este mundo, como nos enseña la HISTORIA), y
que es el motivo por el cual defendemos, como mejor forma de gobierno, la
DEMOCRACIA, aunque a veces se nos muestre imperfecta..... (la imperfección suele hallarse en la Condición Humana y esa condición
nos alcanza a todos en cualquier momento, porque a eso le llamamos ingenuidad, debilidad,
ignorancia o engaño, o todo a la vez; porque la vida sigue siendo un misterio
en muchos aspectos, por mucho que nos dotemos de Ciencias para escrutarla; (algunas
filosofías orientales se señala que lo perfecto tiene apariencia imperfecta) y
es esa misma imperfección lo que nos hace Humanos,– Y NO PROYECTOS INCIPIENTES
DE POSEEDORES DE VERDADES ABSOLUTAS, “Verdades absolutas” que cuando no
funcionan a veces se fuerzan, en vez de recapacitar para ver en dónde nos hemos
equivocado). Sobre todo porque
algunos YA NO TODOS “conocieron” – y
otros tiene la oportunidad de ver en tv por medio de los programas históricos
– la dimensión y verdadera tragedia que representa la instauración de VERDADES
ABSOLUTAS por medio de regímenes autoritarios que consideraron, en su momento, que
escuchar a otros, al otro, a cualquier otro, es una pérdida de tiempo porque
ELLOS POESEEN LA “ÚNICA VERDAD ESENCIAL” QUE MERECE TENERSE EN CUENTA Y QUE POR
LO TANTO, SIENDO UN BIEN COMÚN TAN EVIDENTE, DEBE DE SER IMPUESTA MEDIANTE EL
USO Y EL EJERCICIO DE CUALQUIER TIPO DE FUERZA O POR MEDIO DE CUALQUIER TIPO DE
VIOLENCIA. Es por medio de esos programas televisivos, y también porque la TV
rescatara películas de los años 50 y 60 de nuestra España y de EEUU de la
época, desde donde empecé a “comprender” – comprender,
que no memorizar en forma de conceptos eruditos para aprobar un examen, como es
exigido – el “porqué” de las muchas actitudes diferentes en familias, y en
las propias familias, intentando “navegar”, cada día, en medio de una sociedad
que se exhibía siempre perfecta, y por lo tanto exenta de todo error. Tener a
mano un culpable para todo y cualquier circunstancia era el objetivo; y
castigar con violencia (incluso a los
niños en las escuelas) un gesto de alineación plena con el Estado y de
mostración del buen ejercicio de la autoridad en casa (incluso en entornos de izquierdas radicales, donde así mostraban que también
eran perfectos); y que no sólo nos viene del franquismo, porque en Francia,
Inglaterra o Alemania se seguían prácticas semejantes en los años 50 y 60; hay
una peli española – creo que “los Chicos
de la Cruz Roja” – no las chicas de la cruz roja, si no me falla la memoria
– en las que el protagonista que va solucionando las vidas de las personas,
como ángel de la guarda, recrimina a una señora que pasea por el parque que
abofetea a su hijo, una criatura de dos o tres años que lleva en brazos,
indicándole a la señora que la criatura no lo entiende y además no sirve para
nada ese castigo (años sesenta); aún
en periodo democrático ya avanzado hay quien ha seguido, y sigue, utilizando
violencia de esa naturaleza extrema con sus hijos y también en familias
monoparentales; y en familias con progenitores dedicados a la pedagogía; sin
que nadie sepa cómo parar esas prácticas opacas, pero visibles y oíbles por
vecinos y en entornos educativos, sin ponerse en evidencia ante los autores de
dichos delitos – es decir, el ejemplo
sería, si viendo a Rajoy sus vecinos pasear diariamente, no le denuncia por ser
él quien es, temiendo, de alguna manera, que el que denunciara sería señalado
probablemente para justificar la denuncia ¿Quién se atreve? A la vista está, se
llamó a la prensa para que les sacara del apuro de verle con semejante
“privilegio”.
Lo que queda de
toda esa violencia se muestra en nuestros días, se hace visible ante esta crisis y pone sobre la mesa las diferencias
que existen con otras concepciones de lo que es esencial en una Democracia y
que empieza por la educación en todos los ámbitos y sin excepciones.
Es la TOLERANCIA
lo que hace posible la Democracia (e
injustifica la violencia), porque la tolerancia reconoce en el otro el
derecho a “equivocarse” (¿?) o a explorar bifurcaciones inesperadas en el
tránsito por la vida (y lo reconoce
porque en sí mismo, el tolerante, reconoce que la propia vida le transforma).
Y sobre todo lo reconoce porque ni la vida, ni las familias se constituyen y se
desarrollan con la misma inteligencia, capacidad de comprensión, o historia de
seguridad material o referencias sólidas para todos sus miembros. Y sobre todo
porque en la sociedad en que vivimos (como
gregarios que somos) se concibe y acepta la rivalidad, la competitividad y
el creerse mejor que otros para estar mejor posicionados que otros (o simplemente dar el pego en ello).
Esto lo “descubrí”
cuando investigué, por mis propios medios, cómo se estructuraron las familias
durante el franquismo: A los que les iba bien económicamente era porque eran
perfectos y a los que no porque estaban llenos de “maldiciones” merecidas. Y
esta manera de pensar quedó grabada en las luchas familiares para conseguir que
sus hijos fueran a la Universidad y demostrar, así, que no era Dios quien les
maldecía, sino que eran las limitaciones en oportunidades y que la inteligencia
de las personas, de TODAS, está al alcance de desarrollo – en muy variadas formas y maneras – si se dan los medios adecuados.
Entonces se vio que el hijo del Humilde Albañil llegaba a ser un buen abogado (dejando a su padre admirado de que en
primero de carrera fuera capaz de hacerle la declaración de la Renta – que por entonces
era un galimatías casi imposible de abordar por hombres que trabajan de ocho a diez
horas diarias en una obra o fábrica para sacar a sus familias, por lo general
numerosas, adelante) y demostrando a
esos elitistas que presumía de sangre bendecida por dios con hijos
inteligentes, que el hijo de un obrero podría llevar orgullo a las familias
orilladas y aplastadas por los sabiondos que siempre se hallaban mejor
posicionados a bases de favores del régimen (incluso hacia el final del franquismo el impulso del desarrollo
industrial concedido por la gracia americana, empezó a señalar que había que
formarse y especializarse técnicamente para salir de la pobreza, favorecer la
economía y generar bienestar social) y fue la Democracia la que intentó
poner el punto y final a cualquier falta medios; y también fue la democracia la
que nos decepcionó cuando se vio que esa idea de “sangre bendecida” se pudiera
prolongar con cualquier tipo de nuevos argumentos (la gente en el 15M, la mayoría jóvenes, sólo pedía ser escuchada; pero
los listos se aprovecharon, se apropiaron de sus argumentos y se lanzaron a la
política sin saber por dónde había transcurrido, de verdad, la Historia de
España – ni la contradictoria huella que habían dejado en familias y sociedad;
ni siquiera de las contradicciones del propio régimen Franquista: El alumno
becado en el final de curso fue enviado al Chile Socialista por las empresas
zaragozanas en el año 1973, desde un centro de formación profesional falangista;
no reparé en semejante contradicción por tener aún 13 años, pero las
revelaciones de El País, muchos lustros después, entre las relaciones de Franco
con Allende y con Cuba dejaron al descubierto el mayor absurdo posible
concebido: Franco monta una Guerra contra el Comunismo Internacional que hay en
España y contra el Gobierno de la República y acaba por apoyar al Comunismo por debajo de la mesa, porque no puede, parece
ser, evitar que los planes Norteamericanos sobre España vayan consiguiendo sus
objetivos unos tras otros en economía, capitalismo, el rol de país turístico,….minando
la moral del Alzamiento y ante el cabreo de la Iglesia que ve cómo se relaja la
moral; y el objetivo final Norteamericano, ya sabido en España, era que la
dictadura se acababa con Franco. Ese apoyo a Cuba y Chile no parece acción
política invisible a los servicios secretos Norteamericanos, esencialmente
porque España estaba rompiendo el embargo de Cuba y para eso es preciso que
barcos o aviones españoles llegue a Cuba; pero sí difícil de denunciar abiertamente en
los medios de comunicación occidentales sin que se acabara por otorgar al
régimen un “pedigrí” progresista inesperado con el cual conseguirían prolongar
su régimen a la caída de Franco, como de hecho lo intentaron y que fue abortado
con el atentado de Carrero. La lástima era que Franco, y los que le siguieron, no
pensaran antes de su sublevación sangrienta, de su apoyo al fascismo y nazismo,
y de su vuelta al redil del papel impuesto por el mundo anglosajón – que acabó
atándole de pies y manos y convirtiéndoles en meros carceleros de Españoles –
acabaran todos por actuar en contra de los principios que les llevaron al poder
por medio de abundante sangre y traiciones. La lección para ellos debió ser
clara y frustrante, nacieron contra la política y los políticos y acabaron
haciendo política y siendo políticos; y a la vez, con la Democracia,
desalojados, por ilegítimos, y viendo a sus enemigos más acérrimos volver a
ocupar los escaños que dejaron 40 años antes y a ejercer la política en nombre
de siglas que les resultaron odiosas en su momento y con los que se enfrentaron
a tiros en los campos de batalla.
Me parece imposible imaginar la multitud de
requiebros que se debieron realizar para crear un marco de Democracia en España
sin que nadie, al menos la mayoría de los partidos y fuerzas que participaron
en la GC, sintieran que se les cercenaba la posibilidad de influir con sus
programas y proyectos políticos en el nuevo Estado. El único rasgo esencial que tenían todos los
que restauraban la Democracia o contribuían a ella, incluido Gil Robles que
participó en las intentonas primeras de Franco y que luego como gesto claro
participó como abogado defensor en el proceso 1001, era haberse sentido
engañados, ofendidos o vejados directamente por Franco.
Así que con lo
expuesto, y el riesgo de la intolerancia que llama nuevamente a nuestras
puertas, por culpa del miedo, en medio de esta pandemia, parecía
oportuno usar el término Isegoría que defiende el derecho a ser todos oídos por
el hecho de ser ciudadanos o simples Seres Humanos. Sí, es un término filosófico
y tal vez nazca del convencimiento de aquél filósofo de expresar “su certeza”
frente a las tentaciones de concebir las verdades como suelen argumentar los
técnicos para realizar un trabajo profesional determinado (y que precisamente reprochaban los jóvenes del 15M antes de que “otros”
se quedaran con sus eslóganes con la “sana” intención de refundar TODO sin
saber lo que había costado construirlo, es decir, volver a repetir errores: No
querían profesionales de la política, sino personas – personas que escucharan).
Oírnos y escucharnos a todos es la esencia de la Democracia, aunque en
ocasiones sólo haya sido para votar.
Y no, no soy un
sofista; difícilmente puedo decirle a nadie cómo debe de vivir su vida (esencialmente porque ni yo mismo doy crédito
de poder haber sobrevivido, hasta ahora, después de todo lo que me ha tocado, y
sigue tocando, vivir; y aseguro que para nada ha sido aburrido. Pero me consolé
cuando leí aquello de: “Todo lo que un Hombre le ha sucedido, les ha sucedido
también el resto de hombres”).
Relato lo que
he reflexionado a consecuencia de lo vivido y, a la vez, me asombro de que ello
sea posible.
Dudo que Pablo
Iglesias o su opuesto Abacal (ambos
defensores de ideologías que rechazan, en la práctica, la Democracia y en
consecuencia la “Isegoría”) sean conscientes en alguna medida del daño que
ese tipo de ideologías ha hecho a la Humanidad cuando han gobernado sus Estados.
Ambos considerarían que sólo existe una Verdad, por lo cual no tiene sentido
debate fuera de su verdad. Y ambos sostienen, simultáneamente, verdades
antagónicas – es decir, su sola existencia como ideologías, conviviendo en un
mismo espacio político, señala que ambas Verdades Absolutas, en sí mismas, son
falsas o falsean la Verdad que dicen sostener (tal vez por eso se odian mutuamente y buscan exterminarse y, a la vez,
a quienes toleran la presencia del antagónico: El propio sistema Democrático).
Nota: Si imagináramos que doce
personas se hallan en el entorno de una mesa redonda y que ambas doce miran al
centro de la mesa, donde se halla un gran diamante tallado, sobre el cuál cae
un foco de luz vertical desde arriba y les preguntáramos qué color ven?
Posiblemente cada uno de los doce vería colores diferentes, matices diferentes,
y destellos diferentes. Simplemente la posición física que ocupan les hace ver
una parte de la refracción de la luz; para unos predominará el azul, para otros
tal vez el rojo, verde o el violeta; a otros el naranja o el amarillo….La
verdad la tienen entre todos.
La esperanza es
que se den cuenta de ello (¿no?).
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