Nadie, si no lo
ve, podría concebir que a una persona se le pudiera detener violentamente
contra su voluntad sin haber cometido ningún delito, ni atisbo ni evidencia de
que pudiera cometerlo (por el contrario,
sabiéndose de ella incapaz de hacer daño a nadie).
Además ser recluido contra su voluntad, sin
juicio alguno, sin público, ni vista pública que vea cómo se está tratando a
esa persona, ni con qué argumentos, ni de lo que se le acusa para privarle de
libertad. Y aún siendo conscientes de
ello las autoridades asegurarán que están actuando conforme a Derecho. No habrá
un abogado presente que pueda esgrimir algún artículo legal que pudiera evitar
ese padecimiento y pena. Ni siquiera se podrá apelar a la Convención de Ginebra
o a la preservación de los Derecho Humanos para reclamar por la violencia física
y moral ejercida sobre esa persona y los daños morales causados (en ocasiones físicos también). Esa
Convención de Ginebra prohíbe, expresamente, el trato que se da a las personas
que así son tratadas por nuestro Estado (al
margen de cualquier garantía; ya se vio hace unos meses fallecimientos en
hospitales psiquiátricos de personas atadas durante dos o tres días; para más
INRI luego se demostró que sus padecimientos no eran psicológicos y no se
trataron, fueron errores médicos y la prensa se hizo eco de la violencia oculta
en eso hospitales. Los abogados del hospital tacharon el asunto de muerte súbita;
sólo se perdió la vida de una paciente; y las opiniones de otros profesionales
señalaban que esos excesos y violencias suelen ser comunes y a veces aplicados
en exceso, convirtiéndose en inhumanos). Ni aunque se reclame por ese trato
recibido, el hospital suele guardar las grabaciones de las cámaras de seguridad
el tiempo suficiente para que el paciente pueda pedir su revisión.
Para estas
personas sus vidas pueden acabar por ser un permanente Estado de Excepción (de alerta y vigilancia), sobre todo
dependiendo del tipo de familiares que le rodean y la perspectiva que posean sobre
este tipo de asuntos, donde las libertades esenciales (y digo esenciales) de
una persona están en juego.
Coincidiendo con la lectura de esta noticia, donde ataron a una joven durante 74 h hasta que murió (en 2019) el caso de prácticas como esta que causan la muerte se repiten por todoel mundo en este año 2023.
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