Desde
la “Impresión” (por lo que es la vida) hacia la Aceptación
(un
trayecto, a veces, duro, difícil… lleno de “malos entendidos”… con personas
obstruyendo con ideas fijas…con actitudes “toxicas”…
pero
también de lucidez e ideas alternativas… que sorprenden y pueden ser causa de
celos, envidias, miedos, temores, desconfianzas y duras situaciones personales)
Desde la lectura del artículo
anterior se puede comprender que las situaciones de partida para cada persona (para cada Ser Humano) que viene a este
mundo no son iguales en circunstancias y por solo esa cuestión inicial, sus
oportunidades vitales se presentarán de manera bien diferente a cada persona,
determinando no solo el grado de dificultades a superar para alcanzar la
plenitud vital o al menos alternativas que le permitan sentirse lo
suficientemente cómodo en esta sociedad como para manejarse en lo que parecen
desafíos a superar o gestionar para seguir dando sentido a las propias vidas –
esta responsabilidad pertenece al entorno inmediato, en especial el familiar,
pues es este entorno inmediato quien “ya conoce la naturaleza del Ser Humano en
la propia sociedad” en la que vive y es quien tiene el deber de de apoyar a los propios miembros familiares (para que estos encuentren, dentro de sí
mismos, en cada circunstancia que se presente, la mejor “salida” – “exit” en
ingles, del que parece que deriva la palabra éxito; lo que señalaría que el
éxito en sí mismo no es otra cosa que encontrar salidas a los obstáculos que
nos proponen continuamente la vida en sociedad).
La Sociedad no deja de ser como
un paradigma que hablara de la naturaleza competitiva entorno a la cual se ha
pre-configurado; competitividad que pareciera afectar a cualquier rasgo de la
naturaleza humana ya desde niños y entre iguales – y de la cual nacería las situaciones de acoso en todas sus formas, que
no sería otra cosa que “cerrar” salidas (cerrar el derecho al éxito de la
expresión del propio “mensaje personal” que todos portamos por el mismo hecho
de nacer); cerrando esas puertas a las personas se refuerza un mensaje de “superioridad”
del acosador y el “destino” que este “reserva a sus víctimas.
Así pues el papel familiar se
hallaría en la línea de mostrar los
caminos y estrategias para que cada uno de sus individuos, en cualquier
circunstancia, encuentre las mejores “salidas” y desde ellas el itinerario para
sentir y comprender qué es la libertad y permanecer en ese entorno de libertad
durante toda la vida que le permitirá no solo desarrollarse como persona sino
también “comprender y entender” la naturaleza del ser humano en sociedad.
El papel familiar prioritario es también remover los obstáculos que puedan
entorpecer es trayecto y defender a su miembro en cualquier circunstancia que
pretenda obturar y segar su trayecto hacia libertad así entendida como un desarrollo
personal donde se encuentra el “lugar propio” donde “descubre” sus capacidades y con ellas “su deber” para
consigo y su propia sociedad (un ejemplo
de muchos que se pueden hallar que expresan esta búcqueda se muestran en letras
de canciones como las de el dúo Amaral cuando en sus inicios en una de sus
letras señalaba: “Quiero encontrar mi sitio”, señalando que es una circunstancia
común propia del proceso de comprensión del entorno social donde nos hallamos y
de nuestra propia sociedad). Así pues, Buling, mobing, acoso… que en
definitiva no es más que formas de acoso
destinado a bloquear las capacidades de las personas y con ello el acceso a sus
libertades para realizarse como tales personas.
Estas formas de acoso son un
condicionante social aceptado como existente, con el cual se suele ir lidiando
desde distintos puntos de vista para posibilitar que cada persona pueda
realizar un trayecto personal en el que se vaya sintiendo realizada y a la vez constate
que su propia vida “adquiere sentido” a la vez que asume y acepta (lo más positivamente posible) la
naturaleza de la sociedad humana que le circunda; viendo también cómo su propia
vida sí le da opciones para seguir adelante, y considerar que tiene un papel en
la misma.
En este sentido cabe mencionar a modo de ejemplo la noticia que
aparece en la Vanguardia de Barcelona sobre una niña de 16 años que ha
desarrollado un bot contra formas de acoso apoyado por su entorno familiar que
ha venido estimulando la visión científica en la adolescente ante la “impresión”
que pudiera haber causado en ella el negativo “comportamiento social” que se
observa entre iguales en las escuelas e institutos (ver: “La
Joven de 16 años que combate el bulling con un bot” Las cifras son elocuentes. Según datos de la
Asociación NACE (No al Acoso Escolar), uno de cada cinco niños escolarizados
sufre bullying en España y solo el 15% de las víctimas se atreven a contarlo a
familiares o profesores.
La dificultad en contarlo estriba en que “Si le dices
a alguien que sufres 'bullying', aunque no lo muestre, quizás te esté juzgando
de alguna manera".
El acoso entre iguales consiste en la persecución
física y/o psicológica que se hace contra un niño u adolescente, al que se
elige como víctima de repetidos ataques, y por lo general no es una acción
individual, sino que a menudo participa todo un grupo.
(Si la única
respuesta que recibes del entorno familiar es: “Hay que ser fuerte” u otra como
“Hay que ser listos”, son respuestas “vacías de contenidos prácticos” (e
incluso que tienden a hacer concebir una visión de malicia y fuerza que poco
puede aportar al conjunto social en su devenir hacia una sociedad mejor; pues “hay
que ser fuertes” o “hay que ser listos”
no aporta en sí mismo ninguna solución que no señale, en último extremo, una
idea vinculada a la violencia o a la falsedad en las relaciones).
Por el contrario, el artículo señalado mostraría una
alternativa transversal de mejores perspectivas, pues la joven no solo “ve el
daño en el entorno” sino que aplica un sistema a su alcance para intentar “apoya”
a quienes se ven afectados por estas lacras y con ello, ella misma, adquiere
mayor conocimiento del entorno social en que vive; y además en ello encuentra
el apoyo/refuerzo de sus propio padres.
No se puede concebir mejores perspectivas para esta
joven, y tampoco concebirlas sin el apoyo decidido de su entorno inmediato.
Sin embargo, el acoso no cesa en
la etapa infantil, o adolescente o juvenil, (como si fuera parte de un proceso de aprendizaje e integración, que de
alguna manera se asume) como un “componente” de nuestra sociedad, “siempre
que no nos toque de cerca”.
Sin duda hemos visto cómo en la
etapa adulta se emplea del acoso y la violencia (a pesar de que nos consideramos Seres Humanos privilegiados en nuestra
condición de tales por nuestra inteligencia y capacidad de conocer, comprender
e interpretar el Universo que nos rodea).
En la etapa adulta también se usa
del recurso a formas de acoso/violencia que parecen formar parte de las
relaciones sociales en ámbitos de nuestras sociedades (e incluso en las relaciones internacionales), a pesar de concebir
que “como adultos” debiera mediar siempre el diálogo honesto y sincero para
evitar estos escenarios y facilitar trayectos positivos. Se pudiera concebir
que, a pesar de nuestras capacidades privilegiadas, propias de ser “Seres Humanos”
dotados de condición superior para entender y comprender el mundo y la
Naturaleza de la vida que nos rodea existiera siempre un “recurso abierto” a la
expresión de nuestra condición más animal, la que nos vincula incluso con las
fieras que existen en los aún existentes espacios salvajes y en función a esa
tendencia animal poner, incluso nuestros conocimientos y capacidades al
servicio de esa condición más animal que se fundara en la violencia y acoso - en vez de la aceptación de la “condición de
diferente”, o del ingenuo en proceso de aprendizaje, y con ello fomentar la tolerancia, la empatía
y la aceptación y valoración de la diferencia como un rasgo más que aporta a
nuestra sociedad, y con ello aceptar que como personas todos somos iguales en
derechos (y capacidad en condiciones de igualdad para aportar) aunque
singularmente seamos diferentes.
Por tomar un ejemplo
reciente contra el uso de la violencia/acoso en las recientes celebraciones del
25 N (Día Internacional contra la violencia
de género) la prensa mostraba
experiencias de acoso/violencia donde las personas mostraban que no “habían
sido creídas” cuando intentaron mostrar la “realidad” en la que vivían.
Vemos pues como persiste
esa condición de expresar superioridad por medio de la fuerza que se emplea en razón de la condición de
género sobre media humanidad.
Concebir a una persona, a
incluso a un “género humano femenino” en razones de inferioridad por su
condición natural no parece una senda ni positiva ni digna de nuestra condición humana (y por ello se apela desde los artículos de
este blog a la existencia aún de esa visión de condición animal que en el fondo
siguiera persistiendo y que se vincula con una visión darwinista de la fuerza y
que, lamentablemente, se extendiera no solo en razones de fuerza – el más
fuerte vence al más débil e impone sus condiciones – sino que se ampliaría a
principios del siglo XX a visiones eugenésicas que afectarían ya también a
razones de razas concebidas como inferiores, creencias religiosas tenidas como
inferiores, inclinaciones o condición sexual a exterminar, e incluso cualificar
por los Estados qué vidas son dignas de ser vividas y cuáles no (determinando
también con ello su exterminación por considerarlo gasto superfluo; y por
consiguiente todo quien se opusiera a esta visión también debiera ser
exterminado por esos Estados).
Cuando el entorno social se
muestra “hostil” o “toxico” – aquí el
término “tóxico” que se viene expresando desde hace unos años como definición
de personas con las cuales mantener relaciones resulta “venenoso” por sus
características, siendo capaces de hacer verdadero daño moral o espiritual a las
apersonas hasta el punto de que estas no vean salidas para sí mismas (este es
un reto al que tarde o temprano todos nos podemos tener que enfrentar y con
ello descubrir cuál es la mejor manera de “evadir o gestionar contactos” con
este tipo de personas) .