Miguel Ángel Ibáñez Gómez - maiges_ps@hotmail.com

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martes, 8 de mayo de 2012

El nivel energético



       Sorprende que las necesidades de autoafirmación puedan pasar, a veces, por mentir abiertamente y con contundencia (a ver si cuela); y que cuele. Ello ocurre por el nivel energético emitido en el momento de expresar la mentira (si dejamos a un lado fenómenos, tal vez, histéricos que evocan situaciones indeseadas con otras personas y son atribuidas al más propicio de recibirlas aunque sea aparentemente no creíble). A los protagonistas de estas actitudes bien poco les importa perseverar en la verdad, para ellos la vida es una cuestión energética (de fortaleza) y todo está subordinado a esta cualidad. Reconocen a sus iguales y se evitan o hacen alianzas ocasionales. En definitiva la vida es imponerse en cuanto se puede y tienen ocasión (lo que antiguamente llamábamos macarras – en ambos sexos). Hoy en día se revisten de cierto grado de sofisticación (en forma de modales) y mostrando un sentido de la justicia de nivel moral y (a pesar de que su sentido de la ética pasa primero por el yo personal) muestran que tienen corazoncito (llegando en ocasiones a niveles de cierta inducción a la dramatización colectiva).

                 Al hilo de ello recuerdo una de las hipótesis que se barajaba sobre la muerte de Arquímedes cuando Siracusa fue sitiada y conquistada; ordenaron los invasores la búsqueda del sabio una vez tomada la ciudad. Una de las versiones dice que unos soldados dieron con él y éste, entretenido en una de sus observaciones, al ser requerido por los soldados se negó a seguirlos alegando que estaba ocupado y le dieron muerte. La energía bruta estaba del lado de los soldados y la ejercieron sin contemplaciones sobre el sabio, absorto en su mundo (y que previamente había sido requerido para sus conocimientos en la defensa de la ciudad; cosa que hizo, probablemente, para constatar sus teorías y experiencias más que para implicarse en trifulcas mundanas); quedando el mando romano perplejo ante la noticia de su muerte, que evitaba una posible fructífera relación entre Roma y el erudito (pero es lo que mejor saben hacer los soldados).

Todos notamos el nivel energético de nuestros semejantes (siempre hay especialistas en ocultar un nivel energético desfavorable: A mal tiempo buena cara). Todo es “grupo” dice el Tango. Y en base al nivel energético detectado se intuye la fortaleza o vulnerabilidad. Tal vez sea el aspecto de la inteligencia más vinculado con la preservación de la propia existencia y la supervivencia, en un concepto más primitivo (aunque más correcto, a mi modo de ver, sería decir: más irracional), más animal.

Así que la mayoría de las confrontaciones humanas no se busca tanto la razón, ni la equidad, ni el progreso, ni la justicia como bien común, si no vencer energéticamente al más vulnerable y descargar sobre él (o ella) las tensiones e insatisfacciones acumuladas.

En definitiva ¡Qué machocráticos tendemos a ser todos! (porque colar cuela).






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