Miguel Ángel Ibáñez Gómez - maiges_ps@hotmail.com

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miércoles, 9 de mayo de 2012

Cuidado que viene la Primavera! (II)



             Sólo cuatro días de buen tiempo en marzo hizo que la mayoría de la juventud (los que tienen el corazón joven) dejara en casa las prendas de abrigo y saliera a la calle, casi, como si fuera ya verano. Las ganas de escapar del invierno impulsó a la población a disfrutar con avidez de lo que parecía un cambio de tiempo. Sobre todo en ciudades como la nuestra, donde una boina, mezcla de contaminación y de acumulación de CO2 humano, hacían que el invierno tuviera un sabor a clima artificial y las primeras fuerzas penetrantes de los rayos solares predispusieran a los organismos (los cuerpos) a anticipar lo que ya deseaban con ansia: La Primavera veraniega.

                  Pero no fue más que un espejismo. Y lo que nos tenía reservado el devenir del clima no era otra cosa que pasar por una verdadera Primavera (típica de estas latitudes). Los cuatro días pasaron y se tuvo que recuperar las prendas de abrigo y por abril cayó todo el agua que no cayó en el invierno (y aunque se salvaron los niveles de los pantanos se perdieron muchas cosechas). Y ahora que estamos en Mayo y el calor es similar a aquellos días de marzo la gente anda despistada o prevenida; y te encuentras por las calles tanto gente en manga corta como con prendas de abrigo. Ahora anuncian temperaturas que ya se van acercando a los 30º C, pero ya no es lo mismo; ya parece haberse perdido la avidez por el calor y su llegada se aceptará con más calma y prevención. ¡Qué lástima! Pero así uno entiende que aquellas zonas tropicales, donde la Primavera es permanente y la gente tiene un ritmo de vida diferente y saborea la vida de otra manera (aunque haya penurias económicas).

En la economía vamos de sorpresa en sorpresa y cuando parece que las medidas del Gobierno (duras medidas) van a ser el último esfuerzo a realizar para salir de esta crisis, se destapa otro agujero que parecía ya salvado. Y acaba uno despertándose por las mañanas con la sensación desagradable de algún sueño premonitorio que no se recuerda y que anticipa (y predispone al ánimo) a peores noticias sociales.

Y uno ve a los políticos que entrevistan en la televisión, incómodos justificando posiciones y medidas (y a otros políticos representando incómodos papeles creíbles, intentando mostrarse como alternativas veraces) y uno no sabe si lo que defienden son sus puestos de trabajo o es que ya no pueden escapar de los “papeles” asignados y obligados a representar.










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