Sólo cuatro días de buen tiempo en marzo hizo que la mayoría de la juventud (los que tienen el corazón joven) dejara en casa las prendas de abrigo y saliera a la calle, casi, como si fuera ya verano. Las ganas de escapar del invierno impulsó a la población a disfrutar con avidez de lo que parecía un cambio de tiempo. Sobre todo en ciudades como la nuestra, donde una boina, mezcla de contaminación y de acumulación de CO2 humano, hacían que el invierno tuviera un sabor a clima artificial y las primeras fuerzas penetrantes de los rayos solares predispusieran a los organismos (los cuerpos) a anticipar lo que ya deseaban con ansia: La Primavera veraniega.
Pero no fue más que un espejismo. Y lo que nos tenía reservado el devenir del clima no era otra cosa que pasar por una verdadera Primavera (típica de estas latitudes). Los cuatro días pasaron y se tuvo que recuperar las prendas de abrigo y por abril cayó todo el agua que no cayó en el invierno (y aunque se salvaron los niveles de los pantanos se perdieron muchas cosechas). Y ahora que estamos en Mayo y el calor es similar a aquellos días de marzo la gente anda despistada o prevenida; y te encuentras por las calles tanto gente en manga corta como con prendas de abrigo. Ahora anuncian temperaturas que ya se van acercando a los 30º C, pero ya no es lo mismo; ya parece haberse perdido la avidez por el calor y su llegada se aceptará con más calma y prevención. ¡Qué lástima! Pero así uno entiende que aquellas zonas tropicales, donde la Primavera es permanente y la gente tiene un ritmo de vida diferente y saborea la vida de otra manera (aunque haya penurias económicas).
En la economía vamos de sorpresa en sorpresa y cuando parece que las medidas del Gobierno (duras medidas) van a ser el último esfuerzo a realizar para salir de esta crisis, se destapa otro agujero que parecía ya salvado. Y acaba uno despertándose por las mañanas con la sensación desagradable de algún sueño premonitorio que no se recuerda y que anticipa (y predispone al ánimo) a peores noticias sociales.
Y uno ve a los políticos que entrevistan en la televisión, incómodos justificando posiciones y medidas (y a otros políticos representando incómodos papeles creíbles, intentando mostrarse como alternativas veraces) y uno no sabe si lo que defienden son sus puestos de trabajo o es que ya no pueden escapar de los “papeles” asignados y obligados a representar.
Pero no fue más que un espejismo. Y lo que nos tenía reservado el devenir del clima no era otra cosa que pasar por una verdadera Primavera (típica de estas latitudes). Los cuatro días pasaron y se tuvo que recuperar las prendas de abrigo y por abril cayó todo el agua que no cayó en el invierno (y aunque se salvaron los niveles de los pantanos se perdieron muchas cosechas). Y ahora que estamos en Mayo y el calor es similar a aquellos días de marzo la gente anda despistada o prevenida; y te encuentras por las calles tanto gente en manga corta como con prendas de abrigo. Ahora anuncian temperaturas que ya se van acercando a los 30º C, pero ya no es lo mismo; ya parece haberse perdido la avidez por el calor y su llegada se aceptará con más calma y prevención. ¡Qué lástima! Pero así uno entiende que aquellas zonas tropicales, donde la Primavera es permanente y la gente tiene un ritmo de vida diferente y saborea la vida de otra manera (aunque haya penurias económicas).
En la economía vamos de sorpresa en sorpresa y cuando parece que las medidas del Gobierno (duras medidas) van a ser el último esfuerzo a realizar para salir de esta crisis, se destapa otro agujero que parecía ya salvado. Y acaba uno despertándose por las mañanas con la sensación desagradable de algún sueño premonitorio que no se recuerda y que anticipa (y predispone al ánimo) a peores noticias sociales.
Y uno ve a los políticos que entrevistan en la televisión, incómodos justificando posiciones y medidas (y a otros políticos representando incómodos papeles creíbles, intentando mostrarse como alternativas veraces) y uno no sabe si lo que defienden son sus puestos de trabajo o es que ya no pueden escapar de los “papeles” asignados y obligados a representar.
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