Miguel Ángel Ibáñez Gómez - maiges_ps@hotmail.com

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jueves, 10 de mayo de 2012

El bolso de mi amiga



El bolso de mi amiga

Hace ya unas semanas que alguien le dio por irse deduciendo quién podría ser mi amiga y se vino a verificar su sospecha cuando estabamos en un punto de encuentro mi amiga y yo. Abiertamente preguntó:

- Tu amiga es….; y no me dio tiempo a idear una respuesta cuando volvió a insistir dirigiéndose a nosotros dos con respecto al viaje mencionado por el País Vasco. Mi amiga, que ponía oído al vago proceso deductivo se “descubrió” así misma con un gesto de contrariedad y un manotazo sobre mi hombro en actitud de reproche.
Así que dejé de hacer cualquier referencia a ella en posteriores escritos (aunque ya le había advertido de la posibilidad de que descubrieran nuestro secreto y parecía haberlo asumido).

Hoy me dice:
- Tu “Que viene la Primavera (II)” no es tan divertido como el primero. Y le hago ver que es una cuestión de prudencia pero me invita, nuevamente, a hablar de lo que quiera (incluida ella).

- ¿Estás segura? – le repregunto y me confirma que sí. – Entonces ya tengo el título del próximo comentario blogiano. – ¡Ah! ¿Sí? – me dice entre incrédula y sorprendida.

- Sí – le aseguro – se llamará “El bolso de mi amiga”.

- ¿Por qué? – me inquiere - ¿Tal vez porque llevo muchas cosas?

Nunca he mirado su bolso así que no sé por qué puede pensar algo sobre ello y le vuelvo a recordar la escena del reproche que me hizo cuando ella misma se descubrió como protagonista ante el pasaje blogiano referido. Y le sugiero que la referencia a su bolso no es por lo que pueda contener o no, sino porque en sus deseos de divertirse leyéndome puede volver a arrepentirse, y pienso que puede acabar usando otra herramienta de reproche, en vez de la mano.

Y ella se ríe a gusto (ahora que ve improbable sentirse indiscretada).

Así que aprovecho, por si es la última “revelación”, que caí en la cuenta de lo inconveniente que puede resultar bailar tango en la calle (después de la expropiación argentina y la multa millonaria sobre Telefónica) y caigo en la idea de que próximamente haré un curso de bailes griegos (ahora que la situación en Grecia comienza a alarmar seriamente el futuro inmediato). Y le digo a mi amiga:

- Parece que estoy aprehendiendo el folclore de aquellos países que más conflictos nos pueden generar. Solo falta (si cae definitivamente Grecia) aprender tarantelas italianas y fados portugueses y rematar con los preciosos bailes irlandeses, y tendré el contenido completo de los generosamente llamados PIGS por nuestros compañeros de viaje europeos.  Y podremos ir a cualquier sitio. ¡Pida Ud. ¿Qué es lo que desea? ¡Le ofrecemos los bailes populares de aquellas economías de raíz occidental más cuestionadas!

Nos reímos juntos (mi amiga y yo), como si fuera un sino común y maldito. Y reitero la idea:

- ¡Díganos que economía piensa que es menos conveniente para la convivencia internacional! ¡Nosotros le bailamos sus danzas populares! (y miedo da recordar como la ultra derecha griega pide a los periodistas levantarse ante la presencia de su líder militar – nunca se acaba de enterrar al pasado,… ¡nunca!)

Y pienso: Mi amiga lo quiere todo. Divertirse viendo reflejado en el blog nuestros momentos divertidos y estar a reservas de la curiosidad de la gente.

Estaré atento, esta vez, a su bolso. ¡Qué difícil es complacer, a veces, a mi amiga!

Será porque es mujer (y me gusta complacerla).




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