Miguel Ángel Ibáñez Gómez - maiges_ps@hotmail.com

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miércoles, 2 de mayo de 2012

La opinión pública



           Oí decir recientemente (en una reposición televisiva) al Capitán General Gutiérrez Mellado, héroe visible de la transición que en la guerra (refiriéndose a la española, supongo, - porque fue la que más cerca observó – ) los que van al frente – a primera línea en los dos bandos -, es la gente buena y quien se queda en la retaguardia son los… (omitiré el adjetivo empleado porque no lo recuerdo de memoria exactamente; pero les aseguro que no era nada halagador).

               Esta maldita crisis está poniendo a prueba a toda Europa, y en especial a mi país (ya comenté a mi amiga, cuando nos juntamos con dos conocidas suyas, que lo mejor sería no alimentar la negatividad que surge de la misma; y que incluso, ignorarla – por los que pertenecemos a las clases medias - tal vez fuera una buena idea, dejando que los que más intereses tienen – por la probable pérdida de influencia social y pérdida de poder – con lo que ello conlleva de plusvalías ilegítimas – se las ventilen dejándonos a todos los demás al margen de sus intereses – y permitan que sea el propio devenir democrático el que ponga las cosas en su sitio cuando corresponda). Es fácil, en los momentos en que las penurias amenazan con materializarse en toda la población,  recrearse en lo que parecen excesos cometidos por quienes ostentan responsabilidades de poder. Sin duda excesos han podido haber y en los momentos de bonanza se excusaron las debilidades humanas, y alcanzaron, prácticamente, a todos los que tenían oportunidad u ocasión de realizarlos (porque ello es condición humana y a la misma estamos todos sujetos – por arriba y por abajo); pero ahora que aparece la escasez se busca en las alturas responsables (tal vez en las alturas porque de ellos emanaron los ejemplos a seguir); se buscan chivos expiatorios (y probablemente a la vez se esté evaluando el límite de dicha actuación) para que la estructura no salga dañada. Los recursos del Estado son muchos, y seguro que existen personas inteligentes trabajando en el alcance y los límites que se han de poner (y dónde han de ponerse) para que el temor no alcance a gran parte de la población y nos sintamos vencidos por nosotros mismos.

            No ayudan los alemanes. Recientemente echaron leña al fuego divulgando actitud sesgada, en forma de declaración del monarca, en los momentos del golpe del 81. Absolutamente interesados (como lo fueron en la actuación de Yugoslavia y que trajo una conflagración en Europa a fines del siglo pasado; y tampoco ha de desmerecerse su posible actuación en la división de Checoslovaquia) y, ahora, en la tentativa de ir poniendo piezas que faciliten el proceso para progresar en una atomización de las naciones que forman Europa (más fácil negociar con países pequeños que grandes). Habrá que preguntarse si la opción británica fue la más acertada – siempre recelosa de la inteligencia alemana

                Los que desean el poder se encuentran con él; a veces (o casi siempre) para su desgracia, porque el poder trae consigo el conocimiento de las miserias humanas (chantajes, amenazas, dobles caras, y un pueblo y opinión pública que proteger o distraer). Porque suponer que en todo hay buena intención es falso (en todo ejercicio de poder hay intereses y son esos intereses los que unen a los poderosos y crean estructuras y equilibrios más o menos sólidos). Los demás, la clase media – esté o no en el paro – son los que han de hacer frente al rumbo afortunado o desafortunado de esos intereses. Y ya se sabe, cuando el viento va en popa no se pueden reconocer a los amigos.

               Y la nueva nacionalización contra intereses españoles en Latinoamérica. Posiblemente, nuevo paso latino hacia un intento de independencia de potencias extrajeras; en este caso España (que ha aminorado la dimensión de la maniobra – que más bien parece encaminada hacia un desalojo y reemplazo de España por otros socios – teniendo en cuenta que la industria española, y sus intereses como potencia económica, están vinculados con Latinoamérica). Tal vez sea el paso previo; un nuevo 98; y nos encontremos realmente solos, a pesar de lo que diga el Gobierno y las declaraciones formales europeas – que pueden ver más oportunidades y ventajas en el desalojo español que en la defensa del espíritu de los acuerdos comerciales bilaterales. Y tal vez, todas las reuniones latinoamericanas que precedieron a este proceso (si es que realmente lo es) de cambios de socio (por otros diversificados) no sea más que un paso intermedio en un proceso más amplio que conlleve la integridad económico – social de Latinoamérica en la que España (al tener una visión global más cercana de la estrategia latina) sería un primer inconveniente a sortear.

                    La posición española en América siempre fue envidiada en el continente europeo (España siempre supo jugar la mano de la cultura cercana). Así que el peligro para España puede observarse en la tensión que se puede generar desde el exterior para poner a prueba su cohesión interior. Y en ese sentido hay que recordar que la integridad española (de facto) no ha sido apoyada nunca por Europa (al menos por sus principales potencias) y nos hemos tenido que jugar parte de la economía interna aceptando cesiones a los intereses que emergen del sur de nuestras fronteras (e incluso participando como aliados de EEUU).

              Si todo esto fuera cierto, el objetivo alemán estaría definido como estrategia de desgaste hacia España con un final deseable a sus intereses de hegemonía (y cuyos resultados fueron Checoslovaquia y Yugoslavia), mientras los demás países Europeos miran hacia otro lado (al fin y al cabo sólo somos españoles - porque cierto grado de desprecio en la élite político-económica europea hay: ellos inventaron el término despectivo PIGS).

                  Prever la situación – con todos los recursos que tiene a su alcance el Estado español.- es una obligación que tiene que estar meridianamente definida sobre la mesa del Ministro correspondiente. Porque el objetivo español es hacer ver – con claridad – a los latinoamericanos que si consideran que España no ha sido un socio suficientemente leal: lo que se les viene encima es un conjunto de intereses (chino?) europeos a los que EEUU no va a ser ajeno y ahí van a chocar los intereses alemanes y anglosajones (y deberían saber los latinos como se las han gastado – en el siglo pasado – los germanos y anglosajones cuando se disputan intereses). Y a la vez, mantener una cohesión interna (con una realidad económica realista y sostenible) que permita alcanzar la superación de una crisis en la que somos la parte más débil.

La pregunta es: ¿Podremos evitar poner nuevamente en juego los intereses del Estado – que es el que mantiene nuestro nivel de vida (aunque en estos momentos la perspectiva sea un poco oscura) - sin caer en la tentación partidista y aplazar esta confrontación interna hasta que hayamos recuperado nuestro verdadero nivel y equilibrio económico? La respuesta histórica es que no, pero no hay que perder la esperanza.


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