Había que estar e ir, a pesar del agotamiento personal en una semana realmente difícil y dura donde – como suele suceder – todas las puertas se hallaban cerradas y hubo que llamar a cada una de ellas, como diciendo “Disculpen, tal vez no lo sepan o no lo consideren, pero soy el “Padre-Madre” de la persona a la que destino ha puesto una de esas pruebas duras; similar a la que muchos hubieran pasado tal vez con mucha mejor fortuna. ¡Quién sabe!
La fe se hallaría ahí, precisamente ahí.
Es probable que lo que “se haya visto, leído y escuchado” en este caso hubiera abierto no tal vez puertas, pero sí “ver que se puede y podría”, no previstas por aquellos que siempre piensan y advierten “lo mismo”: “Nada debe cambiar”. A su vez, pareciera también inevitable, “que algo cambia a su vez”; y lo que fuera más importante aún, aquello que otros señalarían como singularmente relevante
Las conjeturas han sido grandes (lo que otros en el lugar del padre cabrían dispuestos a hacer y asumir) el hijo las iba advirtiendo como posible y temiendo debilidad en su padre. Debilidad que no poseyera ya, y así lo ha ido mostrando paso a paso. La forma del Padre-Madre “se conoce” y se mostró en el pasado (desde el Instituto, pasando por su etapa laboral, sus actividades sociales y la reciente descubierta “inmisericordia” para con un joven inteligente e intuitivo Hijo, que por algún motivo, se permitiera lo que le tocara vivir aún viéndose que se le hiciera vivir eso que vivió).
Por eso sabe el propio Padre-Madre que ese papel que siempre se sugiere para él en un rol social que no le corresponde - porque ya lo conoce y lo probara a los 17 años, sin saberlo ni esperarlo hacia allí le impulsaran - no es su propio papel y así lo viene reiterando, también al Hijo.
Lo que hoy, o ahora, no viene bien ni fuera conveniente, tal vez es probable y posible, que en un futuro indeterminado, se vea como conveniente adentrarse. Es la esperanza, siempre es y será la Esperanza: “una vez la pasta de dientes saliera del tubo que la contiene, no podemos volver a meterla en el tubo” sin perder la propia alma en el intento.
Hoy es S. Fermín, el Santo del abuelo, que por muchos errores que se le atribuyeran (y enseñara trabajo y oficio, abriendo puertas a su familia política; y de trabajar de 8 a 12 horas diarias en fábrica, se lo pagaran como se lo pagaron (con relato perverso de vividor anarkista colado "a sabio") al menos el abuelo, con sus rigideces, propias del convencimiento de lo que "realmente debiera estar bien y se ve mal", aún así, tuviera el corazón y humanidad que parece que “otros y otras” convirtieron el propio en piedra.
En cualquier caso Gracias.
Me ayudasteis a intentarlo, y mi corazón estaba en allanar el camino al hijo “Pon orden en clase, Papá” me dijera”; pero es también cuestión de todos "ver el momento y la ocasión" para ir transitando esa senda que en un futuro tal vez os parezca a muchos más, conveniente de iniciar. Quién sabe, el trayecto se hallaría diseñado. El momento, si llegara y se desea, estaría en vuestras manos.
Tal vez, quién sabe, “un capote” tal vez llegue desde Cielo.
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