Miguel Ángel Ibáñez Gómez - maiges_ps@hotmail.com

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viernes, 15 de junio de 2012

Europa…¿un sueño perdido? o ¿Dónde están los hombres (y mujeres) buenos?


              Salíamos del régimen autoritario, con una transición esperanzadora (que habitaba en los corazones de los españoles… buscando la reconciliación y pasar página) con una Constitución que interpretaban los jueces en su sentido más positivo para los ciudadanos. Una transición difícil… llena de tensiones políticas… entre los grupos radicales de izquierdas y derechas. Con la economía a la deriva… con una inflación grave y constantes amenazas de golpes de Estado; con una izquierda que aspiraba a la República y un grupo de hombres con sentido de Estado (la mayoría anónimos) que condujeron a España por el camino de la Democracia con gran inteligencia.
           ¡Qué lástima! Que el sentido común dejara paso a las presiones oportunistas de grupos y lobbys de presión - lanzados a una carrera desenfrenada por conseguir objetivos (tanto económicos como ideológicos) - que tantos desequilibrios y sufrimientos han generado en favor de la conquista de oportunidades económicas y libertades colectivas (sacrificando, en demasiadas ocasiones, a los individuos – que son la mayoría – a favor de esos grupos de presión, y dando lugar a la aparición de “reptiles” trepadores de adhesión "inquebrantable" faltos de escrúpulo). Tal vez a estas alturas, aquellos que tomaron las riendas del país hayan conquistado el sentido del equilibrio (necesario establecer entre los intereses y oportunidades que generan los lobbys y los derechos individuales – que son los que verdaderamente señalan la calidad de un sistema democrático).
                    Europa, en ello, nos ha fallado; como nos han fallado muchos de nuestros políticos (demasiado marketing) pues se han saltado el “procedimiento” (procedimiento que señala el “método” para respetar a todos – derechos éticos y morales – sin sacrificar los unos por los otros y que también diseñaron los juristas de la transición y tan fácilmente destruyeron los intereses de los “grupos”, dejando a los individuos a los pies de los caballos).
                   Y fallaron en el procedimiento por no ser verdaderamente transparentes (y tener prisas) a la hora de integrarse en Europa.
Ahora que el proyecto de Europa está al borde del precipicio (al menos del modelo que se concibió); ahora que es tan difícil salir del apuro (se asegura que echar dinero en un mal sistema produce males mayores) nos preguntamos si presionar (y precipitarse) para entrar en Europa fue una buena formula o sólo un oportunismo político entre aliados.
¿Por qué no se respetaron los tiempos?
¿Por qué no se crearon desde el principio eficientes elementos de control?
¿Por qué se justificó todo en nombre del Pueblo y se olvidaron de los individuos? (y del sentido común)

Un solo hombre muestra la calidad de un sistema democrático.

Si las personas pasan penalidades: algo no va bien.
Si existe prepotencia en los órganos del Estado: algo no va bien.
Si a un solo individuo no se le permite poner en “jaque” las debilidades o prejuicios humanos de los órganos de poder: algo no va bien;
Si la cultura de “salirse con la suya” por la fuerza, la coacción (o vulneración de los procedimientos y documentación) en vez de la profunda reflexión: algo no va bien.
Si la política consiste, en parte, en difamar (o calumniar) y generar prejuicios sobre los adversarios o los individuos que no “encajan” en los “esquemas” estándar: algo no va bien.
Si el poder no respeta los “itinerarios” individuales y pacíficos: algo no va bien.
Si el respeto no preside los actos, aunque haya diferencias: algo no va bien;
Si las reflexiones profundas, aunque sean divergentes, no presiden la vida política y la relación con los ciudadanos: algo no va bien;
Si el sentido de democracia, que habitaba en las mentes más prudentes y esperanzadas de la transición, no ha llenado las esperanzas de los individuos (y no ha impregnado los actos de los posteriores órganos políticos - que llegan a entender e interpretar la Constitución de manera diferente al sentido común de los ciudadanos): algo no va bien.

                 Una vez más, la economía puede poner a España, y a su sistema democrático, contra las cuerdas y de paso hacer fracasar el proyecto de Europa (tal como se concibió).
Todos creímos que nuestros dirigentes sabían lo que hacían y que lo hacían bien ¿Por qué no somos, los españoles, capaces de poner, por encima de todo, el sentido común y el servicio a la comunidad desde la honestidad y la humildad, con el ejemplo de nuestros políticos? Y ¿por qué no da ejemplo Europa?

               Se ha construido Europa desde “abajo” (desde el Euro) para beneficio de las transacciones. Se ha jugado la carta de la “imagen” y ésta no estuvo sustentada en cimientos sólidos (con una estructura que estuviera perfectamente diseñada desde arriba hacia abajo). Éste ha sido nuestro punto débil: Carecer de una verdadera Constitución Europea que organizara, estructurara y subordinara a todos sus Estados miembros (a medida que se integraban). Hemos vivido un sueño (con una bandera que simboliza la meta y no el principio del camino).
Y estamos a punto de perder el sueño (y despertar de ese sueño parece que va a ser traumático).

          Necesitamos una nueva transición; una transición honesta, que respete los tiempos necesarios… los derechos civiles de los “individuos” y sus itinerarios; para lo cual hace falta el concurso de los “buenos” (los de verdad, los que no buscan la fama ni el protagonismo).

                Tal vez esté equivocado… probablemente el mundo ya sea perfecto y tengamos que aceptar que esto no hay quien lo arregle (“El dinero nos hace libres y esclavos; y el materialismo campa a sus anchas”) y parece que lo único positivo, de todo esto, es la ocasión que nos da en reflexionar… reflexionar sobre los “valores” de las personas.

                 Necesitamos referencias reales de hombres (y mujeres) “buenos” (los que pasan desapercibidos.. los que se echan de menos cuando ya no están o se retiran… los que trabajan callada y discretamente… los que se reconocen porque cuando faltan la tonalidad de la vida cambia sutilmente… cuando faltan falta la coherencia y el trabajo se torna estéril y de ambición caprichosa… a los que se llaman para pedir, discretamente, consejo… esos que ponen los puntos sobre las íes con humilde autoridad - a veces- y otras - ante el negligente  acto de la vanidad, el interés o la simple maldad - clama y reprocha… y hace causa suya la del desamparado - ante un mundo tan egoísta, mezquino y vanidoso…)

                               Necesitamos hombres Buenos… al menos una temporada, (al menos creo que los necesito ver en la alta política) lo suficiente ( y las suficientes veces) como para pasar la crisis con algo de fe en el ser humano.


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