Subiendo por la calle Don Jaime me asaltó una sensación añeja, casi olvidada y que pertenece a mi infancia. Mezcla extraña, en la que el moderno autobús ecológico me rememora el antiguo tranvía (y la mano de mi madre a la que me sujeto…reaparece). Es mil novecientos sesenta y tantos.
Me advierte el presentimiento de que lo que ahora parece nuevo puede acabar volviéndose el viejo recuerdo… esos autobuses acabarán siendo viejos sin posibilidad de sustituirlos (esa modernidad del estado del bienestar, de prever y reglamentar la seguridad y fiabilidad de los autobuses y el trafico en la vía callejera puede acabar en el cajón del olvido). Y estando pensando en ello, me sugiere a BsAs… ¿Entraremos en la decadencia que sigue a toda época de esplendor?
Veo pasar a una joven mujer vestida con unas llamativas pieles de pelo y como la distancia entre los estratos sociales puede resucitar.
Más le vale al PP que su triunfo atraiga capitales a nuestro país (y a mi ciudad), porque en caso contrario ese pasajero presentimiento puede convertirse en una premonición que distancie a las personas en razón a sus recursos económicos y ya no se puedan ocultar a los desamparados y se clasifiquen, nuevamente, a las personas en razón de la calidad o vejez de las prendas de vestir; y aquello que parecía superado ( la discriminación en razón de las apariencias) vuelva a resucitar.
Más le vale al PP que su triunfo atraiga capitales a nuestro país.
Me advierte el presentimiento de que lo que ahora parece nuevo puede acabar volviéndose el viejo recuerdo… esos autobuses acabarán siendo viejos sin posibilidad de sustituirlos (esa modernidad del estado del bienestar, de prever y reglamentar la seguridad y fiabilidad de los autobuses y el trafico en la vía callejera puede acabar en el cajón del olvido). Y estando pensando en ello, me sugiere a BsAs… ¿Entraremos en la decadencia que sigue a toda época de esplendor?
Veo pasar a una joven mujer vestida con unas llamativas pieles de pelo y como la distancia entre los estratos sociales puede resucitar.
Más le vale al PP que su triunfo atraiga capitales a nuestro país (y a mi ciudad), porque en caso contrario ese pasajero presentimiento puede convertirse en una premonición que distancie a las personas en razón a sus recursos económicos y ya no se puedan ocultar a los desamparados y se clasifiquen, nuevamente, a las personas en razón de la calidad o vejez de las prendas de vestir; y aquello que parecía superado ( la discriminación en razón de las apariencias) vuelva a resucitar.
Más le vale al PP que su triunfo atraiga capitales a nuestro país.
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