Miguel Ángel Ibáñez Gómez - maiges_ps@hotmail.com

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jueves, 28 de mayo de 2020

La “mala leche”, entender la Libertad según convenga.


La “mala leche”, entender la Libertad según convenga.

Resultó sorprendente cuando en la primera conversación seria con la madre, sobre el seguimiento del tratamiento del hijo – para que este acabe consiguiendo encontrarse en el camino de las plenas capacidades personales que le permitan entrar en el trayecto de una vida plena y satisfactoria, al menos en igualdad de condiciones que el resto de las personas que conformamos la sociedad – se destapara, esta señora, esgrimiendo el argumento de la libertad en el hijo como elemento prioritario – por encima incluso de lo conveniente para su salud -  y mostrando tal principio como si fuera irrenunciable condición que en todo lo que en él, en el hijo, atañe, debiera observarse prioritariamente.
Aquella postura y argumento de la señora, exhibido de manera tan contundente; al punto que parecía que la señora estuviera dando un discurso político al padre, donde la “entonación” de la voz variaba entre “polos”, unas veces como quien estaba exponiendo, en una clase, argumentos “educativos” y el otro “polo” de la entonación se desplazaba inesperadamente a lo que parecía una “admonición” particular sobre el interlocutor, el padre; hasta el punto de parecer, el conjunto de ese tramo de la conversación, como si se tratara de un “aparte” que realiza una “autoridad” sobre una persona con el fin de realizarle, a la vez, tanto el fundamento de un “principio” como la consecuencia que puede llegar de no atenerse al mismo (así se percibe con nitidez, para el padre, en la grabación telefónica de la, prácticamente única conversación con la madre al respecto de lo que pudiera ser conveniente para el hijo en esta etapa de su vida).
En su momento no permitió a los hijos seguir viendo al padre, pese a que cuando estos se ponían al teléfono cuando llamaba el padre, les dijera que sí querían verle; ella impasible, al terminar la conversación con el padre le decía al ex_marido: “No quieren verte” – sonaba a cinismo puro y duro, pues era ella quien controlaba el acceso al aparato telefónico y quien permitía al padre hablar con los hijos. Así que la frase lapidaria que decía al padre, los niños también la oían. Resulta claro que, en ese momento, la señora, no aceptaría la voluntad de los hijos como expresión de libertad de ellos; se erigía como garante de algo, a su juicio, más importante a defender (por lo que después se supo que podía ir argumentando del padre sin que este nunca lo supiera de primera mano por boca de la propia madre – ni qué tipo de objeciones tenía ni el motivo del alcance de las mismas…. Pasaron muchos años hasta que el padre pudo hacerse una conjetura – imposible de “digerir” y por lo tanto aceptar plenamente - de lo que realmente le estaba aconteciendo en primera persona a él y a sus hijos). A partir de esa ruptura filial, la madre tuvo plena libertad – ella sí la tenía – para “construir” su propia versión de “su propia existencia y realidad”  sin que nadie pudiera oponerse u objetar nada al respecto a cada uno de sus argumentos; e incluso, al entorno familiar del ex_marido pudo construir otra “versión vital de la existencia de la propia madre” en la que el ex_marido aparecía como “pobre desgraciado” a la que ella daba por “desahuciado” y del que nada quería saber (pues sus hijos eran lo mejor del mundo y con ello se sentía plena) ahorrándoles los detalles más escabrosos, al entorno familiar paterno, donde ella sustentaría sus criterios familiares al resto de la sociedad circundante; parece  ser que ese entorno familiar paterno fue descubriendo la magnitud de aquella trama que la señora tejió hace casi treinta años para crearse su propio “espacio de libertad” a sus anchas. Curioso que cuando empezara a formalizar la relación con su segunda pareja “formal”, la madre le expresara al que fuera a ser su pareja (que duró 9 años  y con la que tuvo estos únicos hijos) que “no sé qué hay que hacer en la vida”; desde luego, en cuanto llegaron los hijos y el reconocimiento del entorno social por su rol social de Mater Nutricia (y cuyos principios esenciales y de fondo también memorizó y exponía al padre por teléfono no hace mucho), entonces sí parece que supo qué hacer en la vida.
La libertad no es un concepto abstracto en sí mismo, que se puede aplicar a cualquier circunstancia en la vida. Ir conociendo el entorno social, sus reglas, lo conveniente, los itinerarios consensuados en la sociedad – las maneras y formas que debemos aprender para movernos en ella – no es algo que bajara del Cielo porque sí, requiere un aprendizaje que se inicia en familia y en el entorno escolar; y allí, en esa familia, ni hubo realmente seguimiento real, ni consejos sinceros y desdramatizados a los hijos, ni apoyo en resolver situaciones de ellos …. Es decir, así entiende  esta señora la libertad, los hecha al mundo (y se lee las obligaciones estrictamente legales que tiene con ellos: alimento, colegio, vestido y hogar) y el resto les corresponde a ellos en “su libertad”; y si vienes con problemas o con algún error cometido, según la edad que tengas, paliza va y viene.
En el caso actual vemos una de las consecuencias y efectos de ese proyecto “educativo” sobre los hijos, una de ellas. Cabe pensar que la madre echa la culpa de ello al carácter del hijo (como así nuevamente lo señala en la conversación telefónica con el padre, cuando este le señala que “seguro que a la madre, en algún momento, alguien le echara una mano para orientarte en la vida” y ella contesta, “sí, pero en ello también entra el carácter de la persona”); desde luego, pero dos cosas a señalar: Mírese la señora su carácter; y véase cómo puede ser consecuencia de la soledad en que se educaron a los hijos y que ellos posean rasgos más o menos pronunciados de ese mismo rasgo de carácter (por haberse dejados en soledad y con poco o nula orientación desde la familia; desde luego parece que esa fuera la manera en que ella misma se concibiera como autoridad familiar para nunca equivocarse ante los hijos y mostrarse “perfecta” en imagen y autoridad; palizas, simplemente palizas y que ellos extrapolen el motivo de las mismas por su cuenta…aquí vemos uno de los resultados).
Existe una verdadera distancia entre concebir un apoyo y seguimiento de los hijos ante ellos mismos, como refuerzo, respaldo y oportunidad de establecer confianza en ellos o dejarlos al ambiente del entorno educativo del Estado, y que sea éste quien desde los centros de enseñanza carguen con esa responsabilidad (ya sabemos que eso es un error, fue un error, en el que parece que la madre, a pesar de su profesión pudo haber caído), pues si la llamaran desde los centros educativos por razón de sus hijos nunca terminó de asumir iniciativa real sobre orientarlos implicándose, sino como recibiendo el resultado que tendía a señalar naufragio en  la visión maternal, hasta el punto de que los hijos repitieran cursos (por el ambiente nefasto en casa) y la señora se desentendiera de asumir iniciativa al respecto en ellos, más allá de  la violencia (y consecuentemente así no asumir responsabilidad propia). Aquí es donde aparece, a juicio del padre, realmente la idea de “libertad” tal y como la entiende la madre, y que es una “visión” que ya se ejercía en el pasado, cuando la autoridad familiar se concebía plenipotenciaria sobre los hijos pero a la vez carente de recursos y habilidades para reconducir desde la normalidad el “encuentro con la sociedad” de los hijos y todo lo que ello implica de aprendizaje y gestión – así, ninguna autoridad se equivoca, pero desde luego eso no es o debiera ser una familia.
Así que desde ese naufragio claro, uno de los hijos se queja y muestra afección y la solución es más de lo mismo – y en ello pugna implicar con el mismo criterio al entorno facultativo para que “le siga el juego”, aunque ya se viera inadecuado (y cuyos errores no han hecho otra cosa que empezar a mostrarse, pero que se verán más, tal vez en otros hijos en momentos inesperados… probablemente).
Así que el hijo, que ya acepta y vislumbra, nuevamente, que la medicación puede ser su aliada busca salir del entorno donde se le crea todo tipo de confusiones; pero es obvio que habrá resistencia a esa voluntad en el hijo, porque de alguna manera ello muestra “errores” de fondo en el criterio materno. Así que en este caso tampoco la madre se pliega a su propio criterio de “libertad” que esgrime ante el padre en la llamada telefónica aludida, sino que pugna, ante el hijo, en que este haga lo que ella considera como “conveniente para él” (seguir en la urbanización y/o bajo su “control”) que es el ya consabido: Haz lo que quieras, la medicación atonta, una persona “normal” aguanta mis broncas sin problema alguno, la medicación te hace dependiente, … pero eres libre – si “algo haces mal a mi juicio”, ya sabes ingreso forzado (la ley del palo; es como concibe la libertad la madre si alguien de los que considera propiedad en su visión de la “territorialidad” pretende salirse de su “jurisdicción” materna). Y el hijo se quiere ir.
Algo que resultó revelador al padre en su momento, y que le llevó a tener que considerar que debería hacer, e iniciar, en algún momento, un “trayecto” para cambiar la concepción que tenía de la madre como persona fue cuando, (ya en medio del proceso de separación - cuando ya empiezan a mostrarse el “juego” que tanto tiempo tenía la esposa “escondido” a los ojos del marido, pero no de la sociedad que le circundaba a ambos) la esposa le dijo mirándose al espejo de cuerpo entero del recibidor de la casa de la familia, mientras se decía en voz alta así misma: “Aun estoy de buen ver” – como si alguien del entorno asesor jurídico con esa frase le terminara de asegurarse, de que la mujer daba el paso, por si tuviera duda en algún último momento - y viendo al esposo al lado, mientras ello se decía así misma, le dijo a este: “Eres un niño “bien” – como si ese hubiese sido el problema en su matrimonio – “cómprate unos vaqueros ajustables” – como diciéndole que así tendría una oportunidad en lo que parecía para ella esencial, realmente esencial en su vida y, consiguinetemnet, en la del resto de la humanidad que ella consideraba “normal”. Parece que el problema con su hijo, con ese particular, es que también, como su padre (entre otras cosas más llamativas) es  que es “Un niño bien”, y ella no lo soportaría? – de ahí que haya estado en las últimas semanas, la madre, intentando persuadirle que, según ella, él, el hijo, este hijo, es violento.  Qué éxito para la madre sería conseguir persuadirle al hijo de ello y que “se lo crea, para hacerle sentir que ello forma parte de sí mismo y lo acepte como parte de sus posibilidades en las relaciones interpersonales y/o sociales; la “película/guión” de la madre conseguiría “hacer pie y tierra”, en los ambientes sociales, incluidos los sanitarios, que parecen ser los que más intenta “trabajar” la señora. Desviar la atención sobre el hijo, para hacer creer que es su carácter, es propio de él y no una respuesta ante una situación de “permanente” desatención real y “abandono” desde niño – teniéndose que ir construyéndose así mismo desde el lento proceso de acierto/error/palizas, de la madre; desde luego la actitud del joven es meritoria; y desde luego sí merecedora de un apoyo sobre su persona que haga posible una oportunidad real y realista.   (y de ahí que el hijo señale la aparición de “amigas” en la vida de la madre de “amigas”, en la vida de la madre con hijos realmente “mal” emocionalmente; como quien se informa de cómo, y de qué manera ir persuadiendo al entorno social y facultativo de que su "solución final" es no es solo la mejor solución, sino  la  inevitable. Y de ahí la idea del hijo en rebatir en su Facebook a la madre, simplemente publicando artículos que definen la relación con ella, la madre; y buscar información sobre psicología, pes es consciente que la madre así manipula al entorno social. Que la madre entre al trapo y conteste la publicación de un artículo en facebook del hijo, cuando tiene acceso directo al hijo, casi, en sí mismo, parece señalar prepotencia).  
Lo más triste es que siga habiendo  un entorno jurídico (señalado ya) que de soporte a esta "visión", e incluso cierto entorno social que lo justifique; parece ser propio, incluso, de formar parte de una estrategia casi política en nuestra sociedad (cuando una compañera que trabajó años en casas de acogida le dijera al padre, después de lo inviable que resulta mostrar los malos tratos de una madre sobre hijos, que le ofrecía todo su cariño, y que no hiciera nada que le pudiera llevar a la cárcel; en ese momento el padre nada entendió en ese último punto, pues le parecía estar viviendo una situación anómala que se podría reconducir rápidamente, por ser precisamente abiertamente anómala; pero la conversación de esta amiga le reveló, cuando sobre ello meditó, que parece común práctica en entornos maternos; y que alguno, desesperado, llega a hacer mal, y en ello perjudica a todos, incluidos hijos; y que, precisamente, lo que se pretendiera evitar).

miércoles, 27 de mayo de 2020

¿Se pueden poner límites al padecimiento?



Poner límites a la situación que viene padeciendo el hijo.

De alguna manera clara, dada la complejidad que suele acompañar a estas circunstancias que acompañan al hijo (y en su momento al padre), no se toman iniciativas jurídica, sino más bien se tiende a solucionar, o dar tiempo a que se solucionen, las cuestiones que le afectan al hijo, sin más que tener una actitud de respuesta rápida ante cualquier beligerancia jurídica contra el hijo, donde se puede justificar todas y cada una de las cuestiones que en su momento fue el padre realizando respecto de su relación con la ex y sus hijos desde la separación matrimonial hasta el momento; y en especial, una vez conocida la situación de uno de sus hijos. Un veterano jurista, vinculado a un organismo de asesoramiento en Salud Mental, le  aseguró que la mejor posición que pudiera tomar desde ese momento en adelante era la de no tomar ninguna iniciativa jurídica (al menos hasta que no se produjera una situación realmente grave; dando a entender que cualquier iniciativa del padre iría, a la definitiva, en contra de los intereses que defiende sobre el hijo, si no responden, estrictamente, a iniciativas jurídicas o similares de su ex sobre su hijo).
Una visión tan pasiva... la visión no le permitía al padre una respuesta cuando la madre realizó el ingreso forzoso de hijo (y tuvo necesidad de situarse en posición defensiva) por si desde ahí intentara sobre él algo legal que intentara cercenar, definitivamente, cualquier posibilidad del hijo. No fue en ese momento así, pero detectó que se intentaba que el hijo contuviera la decepción de esa evidente “traición” que sentía y que supuso su ingreso forzado después de una nueva promesa de “mejores circunstancias para él por la propia madre”, saliendo de casa del padre súbitamente, esa misma noche, él se trasladara a casa de su madre, y a la mañana siguiente se despertara rodeado de gente extraña y de policía para forzarle a ingresar.   Es más, parece que la madre comentó a uno de los hermanos que se despertó pidiendo socorro al verse de esa manera, y el propio hijo desmintió ese extremo de plano, concibiendo en ese momento hasta dónde alcanzaba lo que parecía “malicia” de la madre sobre su persona (haciendo posible que uno de sus hermanos creyera que él, el hermano, de alguna manera, se hallaba fuera de sí en esas circunstancias, y cercano a una respuesta de pánico; y ello no es cierto en modo alguno, asegura; pero sí va en la línea de reforzar lo que parece el pretendido “guión” que la madre parece establecer sobre la persona de este hijo, y en ello no repara en oportunidad que se le presente (su fama, su imagen y en definitiva su honor) - no  sería algo nuevo, posee, hasta ahora, la influencia y la capacidad para hacerlo y la ingenuidad del propio hijo en “bifurcar” en su mente algo tan indigerible para hacerlo aceptable. El padre aseguro que ni la madre está “loca” ni hace nada al ”tun tun”; porque esta aparente manera de proceder le ha sido “válida” y eficiente durante años, y como muestra de ello también se halla en el padre las secuelas – y en consecuencia el entorno de “adversidad” que ha vivido por los comentarios en cualquiera de los entornos sociales – desde el laboral, donde consiguió imponer su papel de señora/víctima, pasando el propio familiar del padre – donde le descalificó ante casi toda su familia, salvo un pequeño reducto; pasando por diferentes etapas de las que concibió, después de muchos años que pudieran ser intentos de generar pruebas para, desde ahí, construir denuncias; y que aunque no consiguieran en su momento aval médico (pues siempre se movió la señora desde ese entorno), en el sentido de formular una denuncia directa contra el padre, que era lo que pudiera buscar, sí que consiguía, parece ser, documento médico al respecto que sigue poseyendo, teniendo ocasión de poder utilizar a pesar de los años transcurridos, como para seguir avalando su posición– incluso no siendo creída en su momento por el personal facultativo especializado en ello, consiguió variar su versión dada en el entorno social, argumentando, así se lo parece ahora al padre, que siendo el padre un enfermo, ella no sigue adelante por el terreno judicial – haciendo posible generar una visión de agresor que se libra por gran consideración de ella, pero probablemente por prejuicios sociales de aquella etapa, si tuviera ocasión en juzgados.  De todo ello ve el padre claridad meridiana, pues unas situaciones fueron confirmadas por el hijo y otras evidenciadas por el propio trato que recibe de la madre en el pasado y en la actualidad.
una de ellas referida a un día que le dijo que había que llevar a los hijos a la clínica Montpelier- de Vía Hispanidad- y allí después de que entrara ella con los niños, los médicos le llamaron (eran dos) para preguntarle, mostrándole la boca de la ahora ex, donde se hallaban rosetones blancos en su paladar, si sabía que era aquello que los médicos le mostraban y apenas pudo balbucear que parecía un hongo, y al repreguntarle que porqué apenas pudo decir que porque lo había estudiado en agricultura en una escuela agraria. Tuvieron que pasar años para que entendiera el verdadero contexto de dicha visita médica (pues el gabinete médico de los hijos estaba ubicado en Hernán Cortés, por el seguro de ASISA con la madre – siempre se negó a tenerlos en el seguro municipal, porque el seguro de ella le daba la libertad plena de elegir facultativo sin tener que pasar - como en el ayuntamiento al tenerlo en Centro Municipal de Salud, conocido como Casa de Socorro – por un médico de cabecera o pediatra asignado a los niños que autorizara la “derivación médica” y, consiguientemente realizara un seguimiento que acabara constando en un historial médico de seguimiento).    
Otra situación similar detectó el padre cuando después de poner la denuncia contra la madre por malos tratos a los hijos – y que terminando derivando en la situación que padece en la actualidad uno de ellos, pero que difícilmente será reconocida así, plenamente por cualquier profesional psicoterapéutico, al menos de manera oficial, por lo que la experiencia personal señala como evidencia y estrategia terapéutica para obtener un resultado de inserción sobre el paciente (y a la vez de seguridad y protección sobre él y su entorno social) - tardó un par de semanas o tres más tarde de advertir a la madre telefónicamente – y empleando esas tres semanas en asesorarse (entre ellos con su psicoterapeuta), de las consecuencias de interponerla; consecuencias  que ocurrieron al perder la relación con los hijos por obstáculo claro de la madre sin que ningún jurista quisiera llevar el asunto después del enganchón que tuvo con el juez por no hacer diligencia al respecto de los niños - , fue con los niños, como era su costumbre muchos domingos, al parque grande, para pasar la mañana montando ellos en bici, y al entrar por el puente del paseo San Sebastián, uno de los hijos, le dijo: Allí hemos estado papá, mientras señalaba la “Casa Grande”-el Hospital Miguel Servet- y aquello le volvió a contrariar, pues no es hospital que se halle o hallara entonces en la referencia pediátrica de los niños, siempre mantenida en el Gabinete Hernán Cortés; y al preguntarle por el motivo de esa visita me señalara el hijo que para revisarles la espalda. Nunca tuvieron problema los hijos de espalda, que él sepa, aunque otras negligencias si hubieran…  pues las recomendaciones del doctor que asistió al parto respecto de uno de los hijos, no fueron seguidas por la madre, ni parece ser que trasladadas al pediatra del Gabinete y que supuso, esa negligencia, una intervención quirúrgica ya estando separados la madre y el padre, llamándole de urgencia sobrevenida al trabajo diciéndole que en un par de horas era intervenido el otro hijo, con riesgo grave de poderse detectar un cáncer – y al llegar solo pudo vislumbrar cómo el cirujano pediatra, con la puerta de la habitación entreabierta, censuraba algo a la madre antes de intervenir, pero que dejó de hacerlo cuando el padre se acercó a ese entorno – probablemente  porque ella misma le advirtiera de una probable inestabilidad en la persona del padre (como parece que siempre realizara sobre la persona del padre de manera siempre discreta), y siendo ella, en ello, tan convincente que el Dtor. desistió de conversar ante la presencia del padre. Se marchó la madre y le dejó con el hijo, sólo, con la aparente finalidad de que fuera el padre  quien parara lo que pareciera una, más que probable, adversa notica sobre el resultado de la operación y el análisis posterior; y que, al no producirse, en principio esa mala noticia, se convirtió, unas horas más tarde, en un reproche hacia el padre por ser una transmisión procedente de su familia, aunque nadie de su familia directa tuviera nunca ese padecimiento concreto (posteriormente le dijo que ella había aprendido mucho de sexo – parece ser que al rebatirle el padre en su acusación, pensó que a sus ojos, tal vez, la persona del padre hubiera cambiado – pues incluso habían creado una asociación de baile de la que era presidente y había salido varias veces en tv, generado un ciclo de tangos en una plaza y promovido actos en diferentes escenarios público y privados de manera gratuita y desinteresada, rehaciéndose la vida desde las cenizas que ella hubiera podido creer convertirlo – de lo que pareciera, con el tiempo, estar de todo ello bien informada). Así que lo que puso delante del padre fuera una invitación a retomar relaciones, aunque no fue consciente de ello hasta tiempo bien después, pues la simple manera de exponer lo que parecía su deseo no fue en absoluto entendida por el marido en ese momento – pero que con los años de esa manera de actuar hubo tenido otros ejemplos de los que también, afortunadamente desconfió por maneras y formas.
A tenor de ello,  acabé por pedir al Dr. la historia clínica de los hijos, y después de lo que pareciera una situación de previa consulta (le emplazó a unos días más tarde mientras le miraba como evaluando un posible problema), confeccionó las mismas, individualizadas, de su puño y letra, sin que en ellas para nada figurara los detalles como la intervención quirúrgica sufrida por uno de los hijos y nada especialmente relevante de los otros dos; por lo que desconoce, el padre, si se convino, por algún motivo, no incluir ningún incidente relevante sobre los hijos (hasta este momento desconoce porqué no pareciera en ellos la cuestión del testículo, por ejemplo, y si se debiera a los probables argumentos de la madre sobre la estabilidad del padre; o simplemente se reflejaba una evidente negligencia de la madre o de revisión del propio pediatra, pues fuera la madre quien dijo a los hijos que ella nunca supo de nada y que la culpa fue de los médicos; y estos, evidentemente, la creyeron).
El episodio de la Casa Grande lo acabó configurando el padre como la intención de atribuirle algo realmente grave que, por algún motivo, los facultativos de ese hospital no dieron curso, tal vez como la madre pretendiera, pero que, sin embargo, si parece que usó posteriormente – pues se debió configurar documento médico al respecto – y con el tiempo pudo observar en su entorno laboral comentarios de algo así como: “él no es así, está claro”; por lo que otros compañeros o personas sí debieran pensar lo contrario de lo que fuera lo que se tratase. Pero supo el padre, por un compañero de la Policía Local, en cuyo sindicato militó unos años, que nadie, absolutamente nadie en la sociedad que nos circunda, se presta a testificar sobre asuntos de ese tipo de actuaciones sobre una persona y que por el contrario, intentar entrar en ello es un riesgo grave de ir a la cárcel.
En este contexto dado, entendió el padre que su papel siempre debiera de ser defensivo de lo que se actuara, con clara evidencia y prueba de daño, fehaciente de daño,  o contra él o contra su hijo, pues cualquier otra posición más beligerante haría concebir a la parte demandada como “víctima” de la parte demandante, porque la posición del juzgador, parece ser que así lo determinaría en este tipo de casos.
En este contexto fue el padre advertido para posicionarse en interceptar cualquier acción legal sobre el hijo que pudiera realizar la madre y con un poco de fortuna frenarla o paralizarla. La posición así concebida se debe a que es el propio hijo quien debe, de alguna manera, ir esclareciendo su relación con la madre, y que resulta tarea difícil, pero en la que ningún psicoterapeuta (al menos cuando representa en funciones de garantía de neutralidad ante el Estado) se moverá de una posición de estricta neutralidad (en principio porque ambas partes familiares antagónicas “observan” la posición del profesional y amabas creen estar en legitimidad para actuar, como actúan, respecto del paciente familiar, o sobre lo que consideran adecuado a su porvenir – incluso aunque fuere antagónico) , aunque la situación, a una de las parte les pareciera “clamar al cielo”, porque, de alguna manera, en el fondo del papel médico no existe establecer cuál de los dos “ambientes” familiares es más terapéutico para una determinada persona, o paciente - si este paciente se halla en medio de dos “visiones opuestas” de familiares que entienden la vida de manera opuesta - y sin embargo, cabe señalar que tuvo que apelar el padre a una instancia política – sin que le dieran garantía expresa de actuación, ni siquiera de recepción, de mi petición - para que la primera semana que del hijo en ese hospital dejaran de prohibirle llorar; y que parecía ser ello producto de la tesis sostenida por la madre, y que a entender del padre parecía intentar promover que el hijo estallare en violencia, o agresividad, que ratificara una visión sostenida sobre él, por el entorno materno, e incluso así avalando una percepción similar sobre la persona del padre (desconoce el padre cómo y de qué manera en una conversación con un psicoterapeuta se pudiera concebir ese camino como terapéutico para un hijo, pero lo cierto es que la madre lo consiguió y ello le lleva a recordar al padre que el hijo le decía que lleva años, su madre, relacionándose con madres con chicos muy afectados, realmente afectados y ya sin aparentes oportunidades reales de integración normalizada en la sociedad; por lo que parece ser que existe o pudiera existir una manera de “concebir” este tipo de padecimientos para que se determinen en una dirección concreta, adversa, sin que se pudieran contemplar  otras o simplemente se descartaran; desconoce el padre el motivo o el tipo de argumentos empleados, o que se pudieran argumentar, pero parece una realidad – y pudiera ser que la madre usara de esa experiencia de otras madres con similares objetivos sobre el propio hijo).   
Lo que parece ser plenamente cierto y usarse como argumento muy legítimo y de peso transversal, es que debe de ser la propia persona afectada quien decide en cada momento, y bajo unas determinadas circunstancias, con quién desea estar, aunque exista evidencia de que en algunas opciones ello le perjudica abiertamente en posibilidad de salir adelante positivamente. Aunque existiera una posible evidencia de que una de las partes (de entre dos antagónicas, por ejemplo) pudiera actuar de manera más positiva y con resultados de posibilidad de integración real de una persona así afectada, como el hijo, difícilmente un psicoterapeuta decidiría, por él, cuál sería de dos ambiente familiares el más adecuado (si el propio entorno familiar en ello no está plenamente de acuerdo y, además, la propia persona afectada aceptara tal sugerencia). Es como un requisito.
Así concibe el padre cómo se usa el concepto de libertad en este entorno – aunque a veces no lleve a libertad alguna; y a la vez sea una cobertura real que le permite al psicoterapeuta una neutralidad; y consecuentemente al entorno psicoterapéutico gozar de su propio espacio de neutralidad y suele gestionarlo de manera bien eficiente, sobre todo para evitar entrar en lo que se considera conflictos intrafamiliares, donde se hallarían abiertamente expuestos a la crítica de una u otra de las partes en conflicto y, siendo profesionales, en este caso, al servicio del Estado, o bajo el manto del Estado, pronunciarse hacia una de las partes, de manera abierta y expresa, como mejor espacio para un paciente (en medio de un ambiente familiar conflictivo) no parece que sea tarea que les corresponda (y desde luego parece que pudiera deberse a que en algún momento histórico esa circunstancia se debió manifestar con tal fortaleza que ha dejado así determinada esa “prevención” que siempre suelen expresar con ese término – conflicto intrafamiliar).
(es como si se concibiera el ambiente psicoterapéutico que las circunstancias del paciente son determinantes;  en ocasiones  el paciente tuviera opciones – y tal vez se le pudiera orientar si hay acuerdo familiar en buscar la mejor solución pensando en el paciente – pero cuando hay conflictos internos, intrafamiliares, las opciones se reducen drásticamente para el paciente - ya explicó la madre al padre puntualmente sus potestades ante el hijo en conversación telefónica y, de hecho, consultada una persona con experiencia, vinculada muchos años a casas de acogida, así se lo confirmaba asegurando que los malos tratos maternos son casi indemostrables, si hubiera cauce, que no lo hay, porque es obvio que el hijo nunca iría contra su madre pase lo que pase, y probablemente ningún hijo lo hiciera aunque hubiera salido con bien de una situación similar, y consecuentemente menos probabilidad habría que fuera en contra de su madre una persona como ese hijo, que aunque pudiera tomar como lógica tal iniciativa en un momento puntual, de esa misma iniciativa él mismo se desdeciría y arrepentiría llegado el momento, por puro sentido del deber para con su madre; incluso aunque el proceder de la madre, como a veces parece bien cierto, pudiera observarse como que fuera contra la integridad física y moral del hijo)  y que los psicoterapeutas permanecen neutrales, y suelen manifestar que el paciente depende de sí mismo, exclusivamente. Y en este punto el psicoterapeuta no entra en cómo fue la educación de la persona o si fue o no amparada la persona en su niñez o juventud para ser orientada, si hubiera negligencia en esos sentidos, sencillamente porque, al menos, en este caso, la madre mantiene e impone su criterio y parece ser que “no se mueve de  él un ápice”, y eso suele ser bastante disuasorio para cualquier profesional).
Cuando contactó el padre  con un doctor concreto creyó que ello resolvería la situación del hijo de manera más favorable y, sin embargo, el doctor pareció retirarse y no poder influir en el ambiente hospitalario, durante el ingreso; y el padre pensó:  es como si dijeran en entorno terapéutico: El hijo debe aceptar sus circunstancias tales cuales son, y eso también integra (se halla detectado, o no, que la madre miente, falsea, manipula, en cualquier dirección, incluida hacia los médicos mismos). Y realmente ese es un pensamiento que también le produce temor al padre por lo real con que lo percibe.
Desde este punto de vista que expongo, probablemente se aprecie que los psicoterapeutas pueden aceptar cartas, sugerencias, motivos de preocupación… etc. pero parece claro que pocas veces, o ninguna, ello tiende a modificar la “visión” que concibiera en un inicio del paciente y su relación con el medio social y familiar – incluso cuando entra en escena un padre de la singular naturaleza como la que previamente expusiera la madre sobre él, y que lo hizo, pues consta en los documentos médicos, que le mostró el hijo, como antecedentes. Incluso a veces aceptan el “interés” (en abstracto) de un responsable político sobre un paciente determinado y en ello, a veces modifican la “visión” terapéutica; pero parece obvio que ello siempre pudo suceder así, ya en el pasado remoto, como si se tratase de una cortesía, porque la visión general parece ser “fija”.
Para un profesional, más allá de cualquier argumentación, el problema lo es el paciente y debe aceptar su condición para intentar estabilizarse y si hay suerte salir de él; tratan constantemente con el fondo de la condición humana, es su trabajo, y el devenir de situaciones como la del hijo saben que son complejas y pueden escapar a una previsión  o secuencia lógica, porque los factores que influyen en él (en este caso lo sabe el padre) no son felices ni parecen mirar por su bien, tal y como lo concebimos el común de las personas. Y tampoco cree el padre que los psicoterapeutas, como profesionales, lo desconozcan, pero parecen asumirlo como parte de las condiciones a superar por el hijo (si es que al final lo consigue). Él marca la pauta, y su pauta es la pauta del padre;  es el vínculo que tiene  con él (el que le ha tocado) y no puede ni debe renunciar a ello; es obvio que la madre lo sabe, pero parece obvio que los profesionales también, o lo imaginan (otra cosa es que abandonen su neutralidad).
El objetivo del padre para con el hijo es la moto, el paro y alquilar un piso para él - con una tranquila transición. Le  cabe esperar al padre a dónde le llevara este camino con el hijo, en esa labor, también,  de contención de cualquier acción jurídica que pudiera tener la madre sobre el hijo;  entre tanto, el hijo, llega a la conclusión que él mismo vio en un primer momento de ser ese entorno materno “tóxico” y, para lo cual, precisa un recorrido que parece circular para verificar que ello es cierto y que no tiene solución que él pueda aportar para transformarlo, y tal vez más bien aceptarlo.
En ello sigue la línea el padre de intentar sensibilizar al entorno social – si tiene suerte – al menos hasta el punto de hacer concebir que existen maneras de proceder sobre personas, que aun resultando penosos, a penas se conocen; en entornos psicoterapéuticos tienden a considerarlos dentro de una “normalidad” que no todos consideramos tal, pero que es posible que en otro “rango” alguna vez se han empleado en entornos familiares y se han justificado por el fin que perseguían. Aquí parece que el parámetro es, o fuera, el mismo aunque se llegue a determinados extremos; es como si esa rama del conocimiento que es la psiquiatría no se conmoviera ante la situación de personas como este hijo, de las que parecen prever que soluciones tanto en una u otra dirección (en maneras y formas antagónicas) son viables aunque den resultados opuestos en una persona dada (y en el concepto de libertad que todos usamos y entendemos como tal).

domingo, 24 de mayo de 2020

Gestionar el pasado, una carga de la que desprenderse


Gestionar el pasado.

La tarde de este sábado recién pasado era cálida; padre e hijo estuvieron hablando mientras se hidrataban constantemente a base de botellas de litro y medio de agua. Ahí bajo la sombrilla se estaba bien. Ya caída, muy caída la tarde el joven abordó un asunto que parecía ya olvidado, aunque en su momento fue abordado de manera que parecía una cuestión concluida. “Le dije a mis hermanos si querían que la mama fuera a la cárcel”. El padre quería pasar de puntillas sobre esa situación ya expresada hacía un tiempo pero el joven prosiguió. “Tenías razón papá y a mí me pegaba al que más de todos”. El padre le contestó que pudo comprobar, el propio hijo, que sus hermanos habían olvidado por completo aquellas circunstancias y que normalmente esas cosas se olvidan cuando las personas alcanzan su autonomía e independencia y el pasado infantil queda atrás. Pero el prosiguió: “cuando nos dijiste que nadie nos podía pegar yo les pregunté a ellos si querían que la mama fuera a la cárcel”. Ahí el padre, nuevamente se puso a meditar desde otra perspectiva que le había pasado desapercibida hasta entonces.
Sabemos que a los niños hay que protegerlos para que no se produzcan abusos; así nos lo venían mostrando las películas norteamericanas de que era preciso abordar esa posibilidad dando pautas claras y exactas a los niños. Es lo que pensó el padre en aquél tiempo ya pasado. Las consecuencias, por ello, pudieron o no ser mayores sobre todo para ese hijo que se había atrevido a preguntar a sus hermanos si querían que la madre fuera a la cárcel.  Parece consecuente pensar que aquella pregunta a sus hermanos les llevaría a pensar la pérdida ya no solo de la presencia diaria del padre sino también de la madre; ese temor les llevaría, probablemente, en algún momento determinado, decirlo a algún adulto de la familia materna tal vez para sobrellevar esa carga (o tal vez no) pues parece más difícil pensar que la sobrellevaran en solitario tantos y tantos años hasta llegar a ser adultos, aunque sobrellevar en solitario cargas como esa también parece haberse observado. Si realmente fuera así y lo dijeran a algún adulto como si de un secreto pesado se tratara, se podría concebir que los castigos y golpes recibidos por el mayor, en mayor abundancia, tuvieran esa justificación.

Le aseguraba al padre que la mejor solución debiera haber pasado por ir todos ellos al entorno del padre.
(la vida viene como viene... suele ser así) 

Retorna el sábado noche el hijo con el padre (pero se "perciben" posibilidad de incidentes).


Retorna el sábado noche el hijo con el padre.

El padre, el sábado al medio día, se trasladó a la población donde se halla la urbanización, llegando a la parada del pueblo pasadas, no mucho, las 14 h (a pesar del retraso que el autobús tuvo para llegar a una de las paradas intermedias antes de salir de la ciudad, y que motivó que algunos de los usuarios llamara a la información de la compañía de autobuses temiendo que se hubiera sus pendido ese servicio por algún motivo inesperado, pero que por el contrario confirmaron desde  esa atención al cliente que el cierre de algunas calles motivaba ese retraso y que esperaran en la parada la llegada del bus, como así lo hizo con un casi cuarto de hora de retraso). Aún así esperó a que el hijo se comunicara con él, pues los mensajes que le mandó, como era costumbre en el padre de que estaba en camino hacia allí, aun el hijo no los había leído; y cuando el hijo los leyó le propuso el padre que dado que eran sobre las 16 h tomara una siesta hasta que la fuerza del Sol decayera algo (suponiéndose ello sobre las 18h) pero el hijo terminó por declinar dicha demora y pasadas las 16h se acercó al bar donde se hallaba el padre.  Aún comió algo de los macarrones que este llevó y a diferencia de veces anteriores señalaba que había comido ya declinando proseguir la ingesta. Ello les llevó a ver la posibilidad de realizar un pequeño paseo por la orilla del río pero declinaron también porque el lugar más cómodo seguía siendo el propio bar (en poblaciones de menos de 5000 habitantes ya dejan estar en el interior de los bares, por lo que se podía elegir entre terraza e interior). Después de pasar allí, en ese mismo lugar, hasta las 20:30h el hijo decide volverse con el padre a la ciudad y retorna a la urbanización a recoger sus cosas, no estando seguro de si la madre le pondría más impedimentos; a las 21:20h volvió el hijo preparado para marchar con el padre asegurando que la madre no le ponía ningún impedimento y que se hallaba con el novio que parecía quedarse a dormir.  Faltaban en ese momento hora y media para que el autobús saliera para la ciudad y le preguntó el padre si prefería volver en taxi o en bus, pero ante la falta de respuesta esperaron al bus.
Las mesas de terraza del bar donde esperaba ambos estaban todas ocupadas, a pesar de ser ya un poco tarde, y en el interior del establecimiento había también algo de personal; al ser sábado el personal parecía declinar volverse pronto a casa. Cuando faltaban unos 15 ó 20 minutos para que llegara el bus, el padre se percató de que por la acera de enfrente parecía que paseaban dos hombres de mediana estatura (uno de ellos enjuto y seco, y el otro aparentemente de complexión más normal, y de raza que parecía calé). Le llamó la atención al padre porque aun pareciendo pasear se detuvieron en la parada del autobús, casi a la altura de la marquesina que se halla enfrente del mencionado bar, al otro lado de la calle/carretera, pero que está dispuesta la marquesina no en paralelo a la carretera sino aprovechando una especie de ensanche que da acceso a un pequeño supermercado – hacia la derecha – y a un camino asfaltado – por la izquierda que baja al río. Así que ambos se detuvieron a esa atura y miraron desde ahí la terraza del bar unos instantes que parecieron largos, hasta el punto que daba la impresión de que iban a esperar el autobús, en la acera, al borde de la carretera – que es lo que hacen los usuarios que pretenden tomarlo de vuelta a la ciudad para que el conductor los vea y no pase de largo, pues hay varias paradas en el propio pueblo antes de llegar a la urbanización que se halla a la salida el pueblo.
Llamó aun más la atención porque uno de los hombres de aparente raza calé inicio con parsimonia el cruce de la calzada en dirección hacia la puerta del bar cruzando entre las mesas de la terraza y se le oyó decirle al camarero, mientras entraba en el interior del bar que si tenía tabaco. El acompañante permanecía al otro lado de la calle, sobre la acera, sin moverse, como esperando el bus. Pero  al final se decidió a cruzar, también parsimoniosamente, la carretera y siguió el trayecto que realizara su acompañante para encarar la puerta de entrada al bar,  pero en un momento dado, después de que parecía mirar el interior del bar desde el exterior de la puerta giró a su derecha y comenzó a caminar lentamente junto a las mesas de la terraza como si fuera a hablar con unas personas que se hallaban en una mesa determinada; parecía que les preguntara algo, pero ahí el padre pensó que ese hombre y su acompañante no eran de ese pueblo ni allí vivían pues en ratos anteriores, cuando alguien pasaba cerca de la terraza se saludaban visiblemente de modo cordial con los que por allí se acercaran por cualquier motivo. Aún le dio tiempo a ese hombre a girarse al lado opuesto de las mesas de la terraza y mirar por lo que parecía un escaparate del bar, como un mirador que en el interior tenía dispuesto una mesa y un par de sillas, como para poderse tomar un café o un refresco desde el interior del bar pero viendo la calle y a resguardo de cualquier inclemencia del tiempo. Miró el hombre en el interior del bar a través de esa gran cristal, como escrutando o evaluando el interior con interés para luego volverse sobre sus pasos lentamente, como quien pasea, cruzar la calle/carretera y situarse en el mismo lugar donde antes se había detenido, como esperando el en la parada del bus de regreso a la ciudad.  Aún tardó un poco más en salir su compañero del interior del bar, y lo hacía como metiéndose algo en el bolsillo (el pretendido paquete de tabaco por el que preguntó al camarero si había tabaco en ese bar); pero lo que llamaba la atención es que para sacar un paquete de tabaco, se había entretenido mucho, dado tiempo al compañero a realizar ese trayecto y volver a la posición de parada de bus.
 Aún sorprendió más al padre que se juntara con el compañero pero que después de seguir esperando en esa posición, como quien espera el bus para retornar a la ciudad, iniciaran, transcurridos unos instantes que parecieron largos y ambos mirando al bar sin hablarse, que iniciaran el retorno por la acera donde habían venido como paseando; dándole la impresión al padre de que no siendo de allí, de esa población (como parecía no solo por no saber si había o no tabaco en ese bar) sino también porque a esas horas ya de la noche; casi las 22:40h no se entendía que hacían por ahí y le pareció que al irse hacia el centro del pueblo fueran a algún lugar donde les hubiera resultado fácil aparcar un coche con el que regresar de donde vinieran.
En este momento de la noche es cuando el padre repara en dicha circunstancia, una vez ya en la cama, y de repente algo no terminaba de encajar en lo sucedido en la tarde, y ello le motivó a escribir este artículo. El hecho de que fueran calés, de que el hijo le dijera que la madre hace referencia a esa raza constantemente, de que pensara también el hijo de que fueran de esa raza quienes le estropearan la moto cuando vivía con la madre, y el hecho de que también desde hace un tiempo la madre guste por ese folclore y que haya dado clases en ese entorno al sur de la ciudad, donde también vive ella; y de saber el padre que ella es muy rencorosa y vengativa, (sobre todo después de narrar en los artículos de ayer las artimañas de esta señora) le mueve a señalar a los letrados del artículo precedente que, de ocurrir oportuno incidente grave sobre padre o hijo (que es lo que sugiere en principio la aparente exploración de estas dos personas cales en lo que parece un reconocimiento previo, facial y en persona, de un “objetivo”, y que es lo que suelen hacer todo tipo de personajes antes de enfrentarse a una persona que se presenta como tal “objetivo” – y que permite “ver” e intuir cómo es y que “impresión transmite” para desde ahí no concebir “sorpresa” o “imprevisto” ateniéndose a ese instinto de primero reconocer la víctima (y que resulta algo ya reiterado en ciertos ambientes de delincuentes e incluso algunos “abogados” cuando quieren ir más allá de los medios normalizados para resolver conflictos); vaya esta denuncia desde este blog y la autorización al letrado propio de utilizar todas las pruebas indiciarias que la madre del hijo ha ido manifestando desde hace un par de meses sobre su conocimiento de mafias e incluso sicarios, que fue el término que ella mismo utilizó para que todo ello se dispusiera en incriminar no solo a esta señora sino también investigar la relación con su equipo de abogados señalados en el artículo anterior, desde al menos hace cinco años a esta parte.
Tal vez esté dispuesta la señora  a pasar la jubilación en la cárcel. (y tal vez junto con ella alguien más que podría sorprender a la sociedad aragonesa)


Al final el hijo va a tener razón y tendrá que resolverse desde Madrid.

Personas comprometidas en este blog  que a bote-pronto recuerde el padre (y por testimonio del hijo también):

- La propia declaración de la madre de conocer mafias y sicarios, nada más llegar hace unos cinco semanas a la urbanización y amedrentar al hijo (ello en manos del abogado elegido por el padre).
- Las sinergias creadas por la madre en su trabajo de Adultos (Casa del Canal) con Policía Local, CNP (tal vez), Fiscal, Servicios Sociales Municipales, y población marginal o vulnerable (de ese entorno laboral y vecinal - que es el mismo - y próxima a actividades delincuentes)
- Sinergias de la madre al empadronar personal extranjero en su casa para facilitar acceso a prestaciones sociales o pagas. (de detalles de estas actividades tiene en abundancia el hijo, que ahora se puede ver como  un testimonio molesto).
-  Posible sinergia con Jefe de Policía Local nombrado en marzo de 1981 (por motivos paralelos o colaterales contra el padre). A causas de ello se realiza la pregunta de de si existen expedientes, como sugirieron algunos funcionarios retirados, sobre el personal municipal, también incluiría, por inercia, al resto de Jefes de Policía Local.

Otras sinergias posibles
- Sucesos relatados en artículos que incluyen el término "código rojo" de aparente intento de agresión al padre hace 10 años en el hall del Royo Villanova (en uno de ellos aparece la madre testimoniando contra el padre, llamada por un tercero) (en otro interviniendo una unidad de Bomberos sanitaria). Reflejado el hecho en una agenda de ese año comprada a propósito de tal hecho (y artículos posteriores)Después de publicar un artículo, aún vigente en el blog, sobre un suceso de hace 11 años que determinaba la veracidad del argumento de la película española "Lobo", con Eduardo Noriega; a causa de la petición por parte de un asesor de CHA de una copia de la NBBC, pues el anterior equipo municipal (Antonio Gaspar, profesor universitario de la UZ, interrogó al padre sobre cómo se le ocurrió hacer ese trabajo tan transversal; y el padre le contestó que a los 14 años concibió la idea que luego desarrollaría al trabajar en Tapicerías Dominguez y ver que los trabajadores realizaban listas de productos (marcas de comida etc.) de garantía ante la falta de seguridad alimentaria) de esa formación apenas le había dejado solo una hoja que aparecía perdida o extraviada. (?). Se denuncia en el blog la situación de que en TV Aragón Ramón Tejedor (Director entonces de un Instituto de la DGA) relata como idea propia las líneas e ideas fuerza de la NBBC cuyo estudio y trabajo fuera realizado muchos años antes por el padre y registrado como propiedad intelectual y repartido entre todos los grupos municipales de entonces y sindicatos; así como traslado del mismo mediante instancia al Gobierno de Aragón y al Gobierno Municipal. 
- Pintada en vasco, a lo ancho de toda la calzada prácticamente en frente de la casa del padre: Diciendo en vasco "felicidades pitera" con letras de forma vasca, al publicar en el blog todas estas circunstancias. (se publicó esta circunstancia de la foto también en el blog en su momento). 




 (cómo es la vida 




sábado, 23 de mayo de 2020

Cosas que parecen impensables...



Cosas que parecen impensables...

Unas líneas, para poner sobre la mesa en donde porfían personas así, dando como resultado el sufrimiento que se puede percibir. 
La letrada Gloria Labarta y el letrado Pablo Muñoz, ambos soportes  jurídico desde hace años de la señora (al menos así se mostraron hace casi 30 años en el caso de la primera y unos 17 en el del segundo). Ya no son ambos profesionales principiantes que deben comenzar en sus carreras con cualquier caso que les venga, y que conocemos por las pelis y series de televisión como tenerse que dedicar a casos contenidos en las tres "p" (parientes, pobres y prostitutas). Ya hace muchos años se ganaron un prestigio social, incluso uno de ellos se dedica abiertamente a la política (al menos hasta la anterior legislatura). No podemos decir que sus casos no los puedan elegir plenamente, al menos el perfil de esta señora (por emplear el lenguaje que ella misma emplea con su propio hijo) era conocido y, de alguna manera, la vinculación de amistad con la misma marcaría el propio perfil personal de los propios letrados (aunque luego cedan el caso, como suele suceder, a un colega para no ser tan visibles y abrir el campo de compañeros que comparten su propia visión). (no los nombre antes porque parecían moderar, algo, la actividad de la madre; pero el exceso ya es manifiesto desde ayer). Parecen compartir la idea de esa rama dura (que en casos como este se antoja cruel) donde el camino de la "inteligencia del corazón" les resulta inadecuado para la sociedad e impusieran a la sociedad el de la dureza (desde ahí, desde ese camino de dureza, si cabria mostrarse amable, sensible y considerado, con todos aquellos a los que consideran la vida un lugar solo al alcance pleno de "duros" que aceptaron renunciar al corazón en su momento y extiende su "evangelio" en cada acto de sus vidas, incluso en sus familias)
El propósito del hijo, de enseñarle a la madre a "ver" y mirar con el "corazon" estuvo destinado al fracaso desde el primer momento (una culpa intensa y profunda podría  hallarse en el seno del hijo, una culpa de muy atrás - a la que apenas se atreve a aproximarse, aunque se le diga que todo el mundo aprende de los errores o que bien pudiera ser haber sido exagerada a propósito para hacerle tener una deuda perpetua) que no le debieron  perdonar o él se atribuyó, y le pesa; y es esa culpa la muestran en su entorno como dependencia de él porque les pide una "bendición" para seguir con su vida que no están dispuestos a darle. Siendo así, como parece, le construyeron ya, hace mucho, una cárcel, (o un camino) del que no tienen intención de dejarle salir, tampoco sus hermanos facilitan - parecen tener sus buenas razones. Como dice el hijo: A Río revuelto ganancia de pescadores. 

El muchacho ya delira de "dolor" de corazón

Le dice al padre, esta mañana, que el ya sabe que su madre o está bien; que no le quiere y que intenta otra vez ingresarlo; pero que no se preocupe el padre, le dice el hijo, que de Madrid le ayudarán, está seguro. El padre le dice estás delirando (de dolor de corazón) tómate otra grajea más, y el hijo le dice no, no me sientan bien. Y el padre le responde que es porque no te han dejado dormir en toda la noche tómatela; No, responde, voy a buscar un piso en este pueblo (y el padre le dice: en ese pueblo donde la mama hace lo que le da la gana y se salta lo que le da la gana?). Papá ya no me comes el coco. Vale hijo, vale. Los amigos del wasap le dicen al chico que no huya que lo solucione con su madre (Gracias amigos de mi hijo, les dice el padre; gracias por ser tan considerados y promover la paz; tal vez os hagáis cago del resultado de estas influencias vuestras, pero me temo que como en otras ocasiones, no lo haréis, os esconderésis detrás de un número de teléfono móvil y un mote).

Irregularidades que no se terminan de entender.


Irregularidades que no se terminan de entender.

La Administración no siempre funciona como de ella se espera, aunque ello no se pueda considerar una práctica habitual de la Administración, sino más bien producto de decisiones particulares (o más o menos particulares) de un empleado público ante unas situaciones que pudiera considerar, a título más o menos personal, que el desempeño de su función pública debe poner predisponerse a no respetar las normas generales que señalan como debe de desempeñarla.
La sorpresa empieza esta mañana en una pequeña población que linda con el término municipal de mi ciudad, desde donde un joven se desplaza el día anterior por la tarde para, entre otras cuestiones, recoger un paquete certificado procedente de china y cuyo aviso de recogida porta él; es una urbanización de la que hacía unos días se había marchado para volver a la ciudad con el cese de las limitaciones de movilidad (era un paquete más de los varios que ha solicitado a lo largo de esta etapa de pandemia mientras el Estado de Alarma allí le sobrevenía llevando ya una semana en una urbanización medio rústica y solicitaba por internet productos para ir reparando sus enseres electrónicos, e incluso compró un ordenador, que allí le llevaron).
A partir de este preámbulo, propongo al lector el siguiente galimatías:
Al llegar por la mañana del viernes 22 de mayo a la oficina de correos del pueblo donde se halla la urbanización referida en el preámbulo (y cuyo límite horario de atención al cliente era de 8:30h a 10:15h) coincide con su padre que llega para pasar la mañana con él y que de camino ya le ha avisado de que se acercaba a la población procedente de la ciudad (como hizo igualmente el viernes 15, sábado 16 y domingo 17 de la semana anterior, para comer con él y estar un par de horas, volviéndose a la ciudad); con la diferencia, entre la semana anterior y la presente, de que el joven había pernoctado hasta el domingo 17 en la urbanización desde una semana antes del inicio del Estado de Alarma, allá por los inicios del mes de marzo; y a partir de ese domingo 17 pernoctara en casa del padre, ininterrumpidamente hasta el jueves 21 en que marchó hacia las 19 h para retornar a la urbanización; para regresar a aquella urbanización y coincidir, nuevamente, con la madre el jueves 21 por la tarde, pensando en pasar otros días con ella, con la intención de lo que parece promesa de poder resolver cuestiones esenciales para él, respecto de la relación entre ambos (y que se agravaron cuando la madre se trasladó allí cambiando de residencia y sintiéndose el hijo bien frustrado en su intención de pasar tranquilo la pandemia) y, de paso, recoger el paquete certificado en Correos que no pudo ser entregado en la dirección de la urbanización el martes 12 de mayo (por lo que dejan aviso). Aunque ambos, madre e hijo, estaban aun residiendo en la urbanización (como ya dije hasta el domingo 17 de mayo), tal vez no se percatan de la llegada del cartero, - el hijo piensa que tal vez no lo oyeran llegar o no lo entregara el cartero por no estar él mismo, el hijo, presente en ese momento, tal vez por ir a dar un paseo, pues siendo una población de menos de 5000 habitantes los horarios de paseo durante esta pandemia son más flexibles que en una ciudad y por ello el cartero dejara el aviso.
 El hijo va a la urbanización desde la ciudad el jueves 21, con el aviso de Correos que la semana anterior, cuando aún estaba en la urbanización con la madre, el servicio de correos le dejó; y el padre decide subir a ese mismo pueblo el viernes 22 por la mañana en bus, en el horario de autobús que permite llegar al pueblo con tiempo suficiente para recoger el paquete certificado en la Oficina de Correos que está abierta al público de 8:30h a 10:15h.
Así pues coinciden padre e hijo en la puerta de Correos, mientras la madre, la noche anterior le dice al hijo que llegó un paquete y el hijo verifica, al abrirlo, que se trata del repuesto para el móvil de su hijo que había solicitado semanas atrás, pues el móvil no le cargaba batería bien por un conector. Abierto el paquete, el hijo le comunica al padre – la noche del mismo jueves 21 que llega y que ya está con la madre en la urbanización – que está alegre de que ya podrá cambiar esa pieza averiada que hace que su móvil cargue mal la batería o no la cargue; siendo una incomodidad evidente muy compresible para cualquiera que hoy posea un móvil como instrumento de comunicación y conexión con redes y familiares (y que ya es la inmensa mayoría de las personas de nuestro país).
Así que, al día siguiente el padre, ya en la puerta de Correos del pueblo, le pide al hijo que se apresure a llegar pues cierra la oficina a las 10:15h y hay fila de personas para ser atendidas. Llega el hijo sobre las 9:55h y sobre las 10h es atendido; y cuando presenta el aviso para recoger un paquete más de los varios que había solicitado semanas atrás (también de china) le sorprende la respuesta del empleado público que le indica que el paquete ya ha sido retirado; y le devuelve la hoja del aviso donde incluye los datos del envío, la hora de ausencia en la entrega inicial y el número del mismo. Padre e hijo se quedan sorprendidos. ¿Puede Correos entregar un paquete certificado a una persona distinta del titular, sin el aviso rellenado en la parte de la autorización, y más, sin el propio aviso? Seguro que sí, pues parece que en esta ocasión se hizo.
A partir de ahí se especula en cómo sucedieran las cosas para darse esta inesperada circunstancia por la cual un empleado público dijera que entregó ya el paquete.
Quién recogió el paquete? Sería la primera pregunta. Imaginemos que la madre. La madre decidiría recoger el paquete antes de que llegara el hijo con el aviso el jueves por la tarde, eso parecería obvio; pero precisa un hueco entre idas y venidas a la ciudad para realizar esa tarea y poder determinar cuándo se hizo.
 (la madre también tenía intención de coger el bus domingo anterior – 17 de mayo –para volverse a la ciudad por la noche - aunque a distinta hora que el hijo, pues le pidió al hijo que no se fuera con el padre y se fuera en el último bus que salía mas tarde de las 22h; también pudo ser que, una vez marchado el hijo con el padre con un taxi del pueblo hacia loas 20h - decidiera la madre coger el bus  del lunes por la mañana y fuera a recoger en Correos el paquete el lunes por la mañana antes de coger el bus – sin el aviso). La madre estuvo al menos durmiendo dos días en la ciudad, porque el hijo coincidió con ella el lunes 18 en una prolongada visita a un hermano operado en una clínica por un problema físico que venía arrastrando durante meses en espera de la fecha de la intervención quirúrgica; y también estuvo el hijo el martes 19 por la tarde con la madre, en casa de esta para recoger algunas cosas para el ordenador que deseaba tener. El caso es que el hijo pernoctó en casa del padre el domingo 17, lunes 18, martes 19 y miércoles 20, retornado el jueves por la tarde 21, en taxi, dada la perspectiva que parecía haberle generado la madre de poder solucionar todo lo acontecido durante la pandemia en donde ambos hubieron coincidido conviviendo unas cuatro semanas – pues la madre se saltó el confinamiento y procedió a un cambio de residencia.  No se puede determinar donde durmió la madre el miércoles previo al jueves en que llegara el hijo – pero en cualquier circunstancia, tanto si durmió el miércoles en la urbanización como si llegara el mismo jueves de mañana (el miércoles pudo desplazarse en el bus que sale a las 20:40h y el jueves en uno de los buses de la mañana que llegan hantes de las 9:30h) pudo, en ambos casos, tener tiempo para recoger el paquete en Correos sin usar el aviso (que el hijo tenía en su poder al menos desde el miércoles 20 que es cuando vio el padre por primera vez el aviso y le advirtió al hijo que el plazo de recogida se agotaba en una semana (15 días para recoger el paquete certificado) y que habría que planificar una escapada a ese pueblo); porque suponer que lo fuera a recoger estando el hijo conviviendo con ella la semana anterior parece extraño – pues la fecha de intento de entrega fue el martes 12 de mayo, cuando deja el aviso el servicio de Correos (tal vez fuera interesante mirar en la Oficina de Correos cuando la madre hubiera recogido el paquete, porque de haber sido estando presente el hijo con ella y no decírselo hubiera implicado intentar por parte de la madre prolongar la avería en la carga del móvil del hijo).
Así que podemos pensar en el motivo por el cual sabiendo la madre que el paquete que le dice al hijo que ha llegado, no es acompañado de una explicación normalizada de que ya ha ido a recogerlo a la Oficina de Correos del Pueblo y que no hace falta que vaya nuevamente; por el contrario permite la madre que ambos, padre e hijo, vayan allí y comprueben que dicho paquete (sin saber de qué es o a que se refiere el contenido del mismo) no está y se lo han llevado sin dar más detalles de ello al propietario del mismo, devolviéndole el aviso (a título de qué? pues de que no pueden quedarse con un aviso que no ha servido para retirar un efecto personal). Vaya historia generada entre la madre y el empleado público que solo sirve para crear malestar entre los legítimamente considerados en retirarlo. A quién hizo el favor el empleado público en realidad? De qué sirvió su irregular gestión?
Por otro lado el jueves pasado una persona llega a casa del trabajo 15:30h y sobre las 19h le llaman al timbre del portero automático. Es la policía y preguntan por él. Dicen que le llevan una cartera que ha sido entregada en comisaría. Incrédulo, el hombre, después de dar acceso de entrada a las escaleras a la policía, para que vayan subiendo a su piso, va a su dormitorio para verificar si es una confusión, pues por la mañana la habían empleado para pagar, sobre las 13h en un chino un aparato de recarga de móvil para su hijo e inmediatamente después un refresco en la terraza que se haya delante del lugar donde trabaja, y en ambas ocasiones usa la cartera para pagar. Extrañado comprueba que no está su cartera en el bolcillo posterior de su pantalón vaquero y cuando abre la puerta de su domicilio ve a los dos agentes (hombre y mujer) de uniforme que están accediendo al último tramo de escaleras queda a su rellano mientras le muestra la mujer policía la cartera, alzándola para que la vea mejor, y le pregunta si lo es su cartera; el hombre dice que sí y le indica la policía que compruebe si le falta algo. El hombre abre la cartera y ve que aparecen estar todas las tarjetas que suele usar (un montón: desde bancos, transportes públicos, tarjeta de crédito, …) pero inmediatamente ve que falta el dinero, unos cuarenta euros y lo dice a la policía que ya se retira, ambos, a retornar a sus labores, dándoles las gracias el hombre.
Al momento, en medio de la confusión por lo sucedido, llama a su seguro de hogar y le cuenta lo sucedido por si este incidente entra en su cobertura (ya que recuerda haber leído algo similar hacía tiempo, pero sin poder determinarlo con claridad). Le comenta la persona que representa en ese momento al seguro de hogar que sí, pero que precisará presentar una denuncia en la comisaría de policía para acreditar el hecho. Así que se desplaza hasta la más próxima y le indican que se halla cerrada al público y que se traslade a otra bastante más lejana; allí va y cuando explica lo sucedido al policía de la puerta que está en una garita este le dice que entre por una puerta que le señala y al ir a acceder sale otro policía del interior de ese espacio  que le indica que su compañero de la entrada ya le ha indicado la cuestión y que no puede interponer una denuncia por ello. El hombre había relatado al policía de la entrada lo mismo que a la aseguradora de su hogar y le añadió al policía que precisaba poner la denuncia para porque se lo pedía el seguro. Y el "no" fue "no". Luego buscando en internet veo casos de situaciones semejantes donde la policía se niega a tramitar la denuncia alegando que no tienen porque trabajar para los seguros.

Un día espectacular
(la madre del chico de la historia anterior también fue funcionaria, sabía lo que hacía, ya que también lió en el pasado al chico con certificados procedentes para cobrar el paro y una mensualidad la perdió por una situación similar. Y aun más, la madre empadronaba a ente extrajera en su domicilio, alegando poder así recoger sus documentaciones oficiales; sin embargo los centros de servicios sociales ya realizaban esa función. Todo un enigma de madre).  El único objetivo en el horizonte de la madre parece ser ya, solo enfermar totalmente al hijo para desde ahí justificarse en todo lo hecho (saltarse confinamiento y realizar cambio de residencia siendo multada, ella y su novio). Ayer apareció la Guardia Civil y les pidió que le llamaran la atención al hijo (o amenazarle o algo así) estando ella con su novio, no se puede llegar más lejos (todo para que su pretendido plan cuaje - y en él no faltan funcionarios, sino que son y se "convierten" en sus asistentes). Ahora echa al novio (parece que el señor no estuviera muy conforme con lo que viera en ese proceder), después de no dejar descansar al hijo en toda la noche;  pretende llevarle al limite emocional sin nadie que lo presencie.

Aviso: Para aquellos que desde las redes sociales se permiten dar consejos al muchacho (y se toman así mismos como "amigos" sin dar la cara, ni confesarse ni a dios ni al diablo)  sin saber de qué va realmente la historia de "fondo" y se creen que pueden opinar como si en ello no hay "responsabilidad" alguna, advertirles con claridad que, si por alguna circunstancia la situación fuera de tal naturaleza que hubiera que revisar lo aportado por cada uno de estos que se atreven a dar consejos (sabiendo desde ahora que dar consejos sin saber realmente de qué van las situaciones emocionales en juego; y se atreven a equipararse consigo mismos, como si de un entretenimiento entorno a un café fuera, porque no se tiene mejor cosa que hacer), y que dar consejos porque me apetece es, aveces, más , mucho más peligroso que un consejo dado con mala intención; que no se les olvide.

jueves, 14 de mayo de 2020

Cuando el Acoso, es ignorado.


Cuando el  Acoso, es ignorado 


El mobbing, acoso, asedio, expresión de violencia del que todos nos hacemos una idea, porque ello ha sido tratado profusamente por los medios de comunicación.
Las autoridades existen en todos los entornos sociales: los entornos familiar, escolar (guardería, primaria secundaria) Institutos de formación, Universidades, centros laborales, incluidos los del Estado y sus administraciones, existe  capacidad de detectar y reconducir estas actuaciones para que cesen en su ámbito. Sin embargo a veces se ignora  y ello puede dar lugar a hacerlo "invisible”.

Hace ya muchos meses una madre telefoneaba a un lugar oficial, de una ciudad diferente a la suya con la esperanza de tener información para poder realizar una excursión de fin de semana con su hijo. Le atendieron indicándole que el lugar a donde dirigía su petición no era el plenamente adecuado y se le facilitó el teléfono de la Oficina Municipal de Turismo, porque allí encontraría la información adecuada para el objetivo de visar esa ciudad que ella desconocía. Sin embargo la mujer prosiguió argumentando el motivo de su llamada en razón de tener un hijo que le gustaban las piedras y que ella, cada fin de semana que podía, organizaba una excursión a una ciudad que poseyera monumentos, en especial antiguos construidos de piedras, para que su hijo disfrutara de ellos. Vino a explicar la madre, para que se entendiera ese propósito de ir buscando ciudades con patrimonio en el que las piedras tuvieran relevancia histórica o de cualquier otra índole de interés,  que su hijo padecía mobbing  acosoen el colegio, y sintiéndose desamparada por el entorno educativo, y siendo que persistía el acoso a su hijo, determinó acudir a un especialista  que intentaba encauzar dicha situación en su hijo, pareciendo que una de las estrategias era hacer nacer esa afición en el hijo con la idea de que estableciera una relación entre la naturaleza de las piedras y su propia persona, como quien así pudiera llevar mejor esa sobrecarga; dándole el especialista la esperanza de que si las estrategias funcionaban y el niño superaba esa situación, era de esperar, como en otros casos, que la experiencia vivida le resultara tan provechosa que luego sus capacidades se expresarían mostrando una personalidad, en la mayoría de las ocasiones, positivamente sorprendente y con multitud de recursos.  Ello era la esperanza de la madre en medio de un sufrimiento que, según ella misma, a veces le llevarían los demonios viendo esa impunidad con que actuaban esos maltratadores. El Centro escolar no entra en ese tipo de problemas, no suele hacerlo.

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Conocemos cómo en entornos familiares se dan casos de acoso y maltrato a mujeres, y la sensibilidad social y del Estado ha llevado a dotar de cobertura integral para protegerse;  incluso en sus ámbitos de ocio. No es tan fácil conocer, al menos con precisión, el alcance de lo que ocurriera en otros ámbitos a este respecto porque de ello no suele aparecer información en los medios o acceso fácil a documentación del impacto de este tipo de agresiones  en ámbitos educativos, universitarios o laborales.
Los efectos del mobing - acoso suele ser claros y visibles sin embargo no siempre actúa contra él - como el caso señalado de ese niño al que recomendaban ver y observar todo tipo de piedras y comprender y asimilar su naturaleza como para que con esa naturaleza se identificara.
En ocasiones tampoco se actúa en entornos formativos superiores (o no transciende); tampoco a veces es reconocido como tal en entornos laborales, aunque los signos sean visibles; en estos casos y siendo el mobbing o acoso una forma de violencia destructiva en la persona que causa daño no solo moral, o espiritual, sino también en la salud, podríamos concebir que el acoso, en esos casos es ignorado o invisible por las autoridades en el ámbito laboral; tal vez se piense que en cierto grado forma parte de las relaciones interpersonales (cuando su intensidad "parece" baja) y si es tolerado, en ocasiones, como parte de las relaciones interpersonales, en cierta medida se es consciente, de alguna manera, de la posibilidad o certeza de su existencia y manifestación, manos menos puntual, en el mundo laboral. Consecuentemente el acoso también puede ser, ignorado o puntualmente incluso promovido (también en instancias familiares). En consecuencia el acoso existe y a veces o pasa desapercibido o no se le da la importancia que se debiera, o se considera consecuencia cultural a la que hay que acostumbrarse. Otra cuestión es cómo concebir el rol de las personas que la ejercen sobre las victimas y qué "tipo de relación" se construye, "de manera implícita o circunstancial", entre maltratadores y autoridad.   
De esta manera se pudiera concebir que resultaría necesario vincular al Estado para que asuma esta "sensibilidad", como máxima autoridad, que haga posible la detección y extinción de los malos tratos, de manera transversal. Poder ser percibida la Autoridad como reconocida por el uso de la inteligencia positiva que permite encauzar y resolver problemas, sobre todo cuando se trata de proteger personas pacificas o de victimas sería un gran paso adelante para que los valores más positivos de nuestras sociedades sean una referencia segura para todos los ciudadanos.