Miguel Ángel Ibáñez Gómez - maiges_ps@hotmail.com

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sábado, 23 de mayo de 2020

Irregularidades que no se terminan de entender.


Irregularidades que no se terminan de entender.

La Administración no siempre funciona como de ella se espera, aunque ello no se pueda considerar una práctica habitual de la Administración, sino más bien producto de decisiones particulares (o más o menos particulares) de un empleado público ante unas situaciones que pudiera considerar, a título más o menos personal, que el desempeño de su función pública debe poner predisponerse a no respetar las normas generales que señalan como debe de desempeñarla.
La sorpresa empieza esta mañana en una pequeña población que linda con el término municipal de mi ciudad, desde donde un joven se desplaza el día anterior por la tarde para, entre otras cuestiones, recoger un paquete certificado procedente de china y cuyo aviso de recogida porta él; es una urbanización de la que hacía unos días se había marchado para volver a la ciudad con el cese de las limitaciones de movilidad (era un paquete más de los varios que ha solicitado a lo largo de esta etapa de pandemia mientras el Estado de Alarma allí le sobrevenía llevando ya una semana en una urbanización medio rústica y solicitaba por internet productos para ir reparando sus enseres electrónicos, e incluso compró un ordenador, que allí le llevaron).
A partir de este preámbulo, propongo al lector el siguiente galimatías:
Al llegar por la mañana del viernes 22 de mayo a la oficina de correos del pueblo donde se halla la urbanización referida en el preámbulo (y cuyo límite horario de atención al cliente era de 8:30h a 10:15h) coincide con su padre que llega para pasar la mañana con él y que de camino ya le ha avisado de que se acercaba a la población procedente de la ciudad (como hizo igualmente el viernes 15, sábado 16 y domingo 17 de la semana anterior, para comer con él y estar un par de horas, volviéndose a la ciudad); con la diferencia, entre la semana anterior y la presente, de que el joven había pernoctado hasta el domingo 17 en la urbanización desde una semana antes del inicio del Estado de Alarma, allá por los inicios del mes de marzo; y a partir de ese domingo 17 pernoctara en casa del padre, ininterrumpidamente hasta el jueves 21 en que marchó hacia las 19 h para retornar a la urbanización; para regresar a aquella urbanización y coincidir, nuevamente, con la madre el jueves 21 por la tarde, pensando en pasar otros días con ella, con la intención de lo que parece promesa de poder resolver cuestiones esenciales para él, respecto de la relación entre ambos (y que se agravaron cuando la madre se trasladó allí cambiando de residencia y sintiéndose el hijo bien frustrado en su intención de pasar tranquilo la pandemia) y, de paso, recoger el paquete certificado en Correos que no pudo ser entregado en la dirección de la urbanización el martes 12 de mayo (por lo que dejan aviso). Aunque ambos, madre e hijo, estaban aun residiendo en la urbanización (como ya dije hasta el domingo 17 de mayo), tal vez no se percatan de la llegada del cartero, - el hijo piensa que tal vez no lo oyeran llegar o no lo entregara el cartero por no estar él mismo, el hijo, presente en ese momento, tal vez por ir a dar un paseo, pues siendo una población de menos de 5000 habitantes los horarios de paseo durante esta pandemia son más flexibles que en una ciudad y por ello el cartero dejara el aviso.
 El hijo va a la urbanización desde la ciudad el jueves 21, con el aviso de Correos que la semana anterior, cuando aún estaba en la urbanización con la madre, el servicio de correos le dejó; y el padre decide subir a ese mismo pueblo el viernes 22 por la mañana en bus, en el horario de autobús que permite llegar al pueblo con tiempo suficiente para recoger el paquete certificado en la Oficina de Correos que está abierta al público de 8:30h a 10:15h.
Así pues coinciden padre e hijo en la puerta de Correos, mientras la madre, la noche anterior le dice al hijo que llegó un paquete y el hijo verifica, al abrirlo, que se trata del repuesto para el móvil de su hijo que había solicitado semanas atrás, pues el móvil no le cargaba batería bien por un conector. Abierto el paquete, el hijo le comunica al padre – la noche del mismo jueves 21 que llega y que ya está con la madre en la urbanización – que está alegre de que ya podrá cambiar esa pieza averiada que hace que su móvil cargue mal la batería o no la cargue; siendo una incomodidad evidente muy compresible para cualquiera que hoy posea un móvil como instrumento de comunicación y conexión con redes y familiares (y que ya es la inmensa mayoría de las personas de nuestro país).
Así que, al día siguiente el padre, ya en la puerta de Correos del pueblo, le pide al hijo que se apresure a llegar pues cierra la oficina a las 10:15h y hay fila de personas para ser atendidas. Llega el hijo sobre las 9:55h y sobre las 10h es atendido; y cuando presenta el aviso para recoger un paquete más de los varios que había solicitado semanas atrás (también de china) le sorprende la respuesta del empleado público que le indica que el paquete ya ha sido retirado; y le devuelve la hoja del aviso donde incluye los datos del envío, la hora de ausencia en la entrega inicial y el número del mismo. Padre e hijo se quedan sorprendidos. ¿Puede Correos entregar un paquete certificado a una persona distinta del titular, sin el aviso rellenado en la parte de la autorización, y más, sin el propio aviso? Seguro que sí, pues parece que en esta ocasión se hizo.
A partir de ahí se especula en cómo sucedieran las cosas para darse esta inesperada circunstancia por la cual un empleado público dijera que entregó ya el paquete.
Quién recogió el paquete? Sería la primera pregunta. Imaginemos que la madre. La madre decidiría recoger el paquete antes de que llegara el hijo con el aviso el jueves por la tarde, eso parecería obvio; pero precisa un hueco entre idas y venidas a la ciudad para realizar esa tarea y poder determinar cuándo se hizo.
 (la madre también tenía intención de coger el bus domingo anterior – 17 de mayo –para volverse a la ciudad por la noche - aunque a distinta hora que el hijo, pues le pidió al hijo que no se fuera con el padre y se fuera en el último bus que salía mas tarde de las 22h; también pudo ser que, una vez marchado el hijo con el padre con un taxi del pueblo hacia loas 20h - decidiera la madre coger el bus  del lunes por la mañana y fuera a recoger en Correos el paquete el lunes por la mañana antes de coger el bus – sin el aviso). La madre estuvo al menos durmiendo dos días en la ciudad, porque el hijo coincidió con ella el lunes 18 en una prolongada visita a un hermano operado en una clínica por un problema físico que venía arrastrando durante meses en espera de la fecha de la intervención quirúrgica; y también estuvo el hijo el martes 19 por la tarde con la madre, en casa de esta para recoger algunas cosas para el ordenador que deseaba tener. El caso es que el hijo pernoctó en casa del padre el domingo 17, lunes 18, martes 19 y miércoles 20, retornado el jueves por la tarde 21, en taxi, dada la perspectiva que parecía haberle generado la madre de poder solucionar todo lo acontecido durante la pandemia en donde ambos hubieron coincidido conviviendo unas cuatro semanas – pues la madre se saltó el confinamiento y procedió a un cambio de residencia.  No se puede determinar donde durmió la madre el miércoles previo al jueves en que llegara el hijo – pero en cualquier circunstancia, tanto si durmió el miércoles en la urbanización como si llegara el mismo jueves de mañana (el miércoles pudo desplazarse en el bus que sale a las 20:40h y el jueves en uno de los buses de la mañana que llegan hantes de las 9:30h) pudo, en ambos casos, tener tiempo para recoger el paquete en Correos sin usar el aviso (que el hijo tenía en su poder al menos desde el miércoles 20 que es cuando vio el padre por primera vez el aviso y le advirtió al hijo que el plazo de recogida se agotaba en una semana (15 días para recoger el paquete certificado) y que habría que planificar una escapada a ese pueblo); porque suponer que lo fuera a recoger estando el hijo conviviendo con ella la semana anterior parece extraño – pues la fecha de intento de entrega fue el martes 12 de mayo, cuando deja el aviso el servicio de Correos (tal vez fuera interesante mirar en la Oficina de Correos cuando la madre hubiera recogido el paquete, porque de haber sido estando presente el hijo con ella y no decírselo hubiera implicado intentar por parte de la madre prolongar la avería en la carga del móvil del hijo).
Así que podemos pensar en el motivo por el cual sabiendo la madre que el paquete que le dice al hijo que ha llegado, no es acompañado de una explicación normalizada de que ya ha ido a recogerlo a la Oficina de Correos del Pueblo y que no hace falta que vaya nuevamente; por el contrario permite la madre que ambos, padre e hijo, vayan allí y comprueben que dicho paquete (sin saber de qué es o a que se refiere el contenido del mismo) no está y se lo han llevado sin dar más detalles de ello al propietario del mismo, devolviéndole el aviso (a título de qué? pues de que no pueden quedarse con un aviso que no ha servido para retirar un efecto personal). Vaya historia generada entre la madre y el empleado público que solo sirve para crear malestar entre los legítimamente considerados en retirarlo. A quién hizo el favor el empleado público en realidad? De qué sirvió su irregular gestión?
Por otro lado el jueves pasado una persona llega a casa del trabajo 15:30h y sobre las 19h le llaman al timbre del portero automático. Es la policía y preguntan por él. Dicen que le llevan una cartera que ha sido entregada en comisaría. Incrédulo, el hombre, después de dar acceso de entrada a las escaleras a la policía, para que vayan subiendo a su piso, va a su dormitorio para verificar si es una confusión, pues por la mañana la habían empleado para pagar, sobre las 13h en un chino un aparato de recarga de móvil para su hijo e inmediatamente después un refresco en la terraza que se haya delante del lugar donde trabaja, y en ambas ocasiones usa la cartera para pagar. Extrañado comprueba que no está su cartera en el bolcillo posterior de su pantalón vaquero y cuando abre la puerta de su domicilio ve a los dos agentes (hombre y mujer) de uniforme que están accediendo al último tramo de escaleras queda a su rellano mientras le muestra la mujer policía la cartera, alzándola para que la vea mejor, y le pregunta si lo es su cartera; el hombre dice que sí y le indica la policía que compruebe si le falta algo. El hombre abre la cartera y ve que aparecen estar todas las tarjetas que suele usar (un montón: desde bancos, transportes públicos, tarjeta de crédito, …) pero inmediatamente ve que falta el dinero, unos cuarenta euros y lo dice a la policía que ya se retira, ambos, a retornar a sus labores, dándoles las gracias el hombre.
Al momento, en medio de la confusión por lo sucedido, llama a su seguro de hogar y le cuenta lo sucedido por si este incidente entra en su cobertura (ya que recuerda haber leído algo similar hacía tiempo, pero sin poder determinarlo con claridad). Le comenta la persona que representa en ese momento al seguro de hogar que sí, pero que precisará presentar una denuncia en la comisaría de policía para acreditar el hecho. Así que se desplaza hasta la más próxima y le indican que se halla cerrada al público y que se traslade a otra bastante más lejana; allí va y cuando explica lo sucedido al policía de la puerta que está en una garita este le dice que entre por una puerta que le señala y al ir a acceder sale otro policía del interior de ese espacio  que le indica que su compañero de la entrada ya le ha indicado la cuestión y que no puede interponer una denuncia por ello. El hombre había relatado al policía de la entrada lo mismo que a la aseguradora de su hogar y le añadió al policía que precisaba poner la denuncia para porque se lo pedía el seguro. Y el "no" fue "no". Luego buscando en internet veo casos de situaciones semejantes donde la policía se niega a tramitar la denuncia alegando que no tienen porque trabajar para los seguros.

Un día espectacular
(la madre del chico de la historia anterior también fue funcionaria, sabía lo que hacía, ya que también lió en el pasado al chico con certificados procedentes para cobrar el paro y una mensualidad la perdió por una situación similar. Y aun más, la madre empadronaba a ente extrajera en su domicilio, alegando poder así recoger sus documentaciones oficiales; sin embargo los centros de servicios sociales ya realizaban esa función. Todo un enigma de madre).  El único objetivo en el horizonte de la madre parece ser ya, solo enfermar totalmente al hijo para desde ahí justificarse en todo lo hecho (saltarse confinamiento y realizar cambio de residencia siendo multada, ella y su novio). Ayer apareció la Guardia Civil y les pidió que le llamaran la atención al hijo (o amenazarle o algo así) estando ella con su novio, no se puede llegar más lejos (todo para que su pretendido plan cuaje - y en él no faltan funcionarios, sino que son y se "convierten" en sus asistentes). Ahora echa al novio (parece que el señor no estuviera muy conforme con lo que viera en ese proceder), después de no dejar descansar al hijo en toda la noche;  pretende llevarle al limite emocional sin nadie que lo presencie.

Aviso: Para aquellos que desde las redes sociales se permiten dar consejos al muchacho (y se toman así mismos como "amigos" sin dar la cara, ni confesarse ni a dios ni al diablo)  sin saber de qué va realmente la historia de "fondo" y se creen que pueden opinar como si en ello no hay "responsabilidad" alguna, advertirles con claridad que, si por alguna circunstancia la situación fuera de tal naturaleza que hubiera que revisar lo aportado por cada uno de estos que se atreven a dar consejos (sabiendo desde ahora que dar consejos sin saber realmente de qué van las situaciones emocionales en juego; y se atreven a equipararse consigo mismos, como si de un entretenimiento entorno a un café fuera, porque no se tiene mejor cosa que hacer), y que dar consejos porque me apetece es, aveces, más , mucho más peligroso que un consejo dado con mala intención; que no se les olvide.

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