Miguel Ángel Ibáñez Gómez - maiges_ps@hotmail.com

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sábado, 2 de mayo de 2020

Carta de despedida



Los medios de comunicación nos han acostumbrado a que contemplemos la violencia como un fenómeno que está alejado de nosotros, por lo general y desde los recuerdos de niños, hablarnos de Biafra del hambre que pasaban nos hacía entender a todos que pasar hambre era de las cosas más tristes que le podían pasar a las personas, y si las imágenes eran de niños aún más triste era la visión de la soledad en el sufrimiento de algo tan esencial como la necesidad de comer para tener un mínimo bienestar, porque no comer o comer mal era demás fuente de otros problemas propios de la desnutrición que acaban por manifestarse en enfermedades, padecimientos y muerte. Así lo entendíamos con sólo ver las imágenes de tv; no precisábamos ser especialistas médicos ni grandes expertos para que la visión del hambre nos trasladara emociones de tristeza, solidaridad y empatía por ese sufrimiento que representaban las imágenes de niños llorando o desnutridos, rodeados de moscas y con una desnudez que hablaba a las claras de desamparo, desprotección y vulnerabilidad.
En aquellos años sesenta, donde la prosperidad de las familias se concebía como un itinerario posible para todos, familias salidas de las penurias propias que les dejó ser hijos de quienes vivieron guerras en nuestro propio territorio, aquellas imágenes de tv de la penuria en otras latitudes del mundo, nos recordaba a todos que la solidaridad era la mejor manera de mostrar y reconocer que nadie está libre de una situación de penuria (penuria significa pena) porque sabe que ya la pudo vivir o ver en sus familias en el pasado y porque ninguna situación económica presente o futura nos garantizará que la penuria no esté esperándonos, sorpresivamente, a la vuelta de la esquina y nos acabe por alcanzar de manea imprevista cuando menos lo esperemos. De ahí nace el sentido de la solidaridad, de reconocer ese lugar común que representa para todos la pena de vivir en un mundo que no es perfecto; y aunque estemos en situación económica más o menos desahogada, aunque hayamos conseguido cierta estabilidad material (aunque no sea mucha) que nos permita disfrutar de algunos de los bienes y oportunidades que nos rodean en nuestra sociedad, siempre puede existir o un punto de retorno a esas penalidades o cierto temor a ese retorno cuando recordamos la condición humana y como esta se muestra en las imágenes de tv. Por eso el hecho de que nos impresionen esas penalidades, de alguna manera, representan la humildad que en nosotros queda; porque esa humildad es la que nos invita a la solidaridad (palabra, hoy en día, sustituida por otra más técnica y que conocemos como empatía).
Así que cuando se emite el video y los audios de ayer, se busca que las personas se miren hacia adentro y piensen en la penalidad como hecho objetivo y singular que a todos nos ha llegado, o hemos vivido, o nos puede llegar en algún momento a nuestras vidas. La penalidad es el hecho común a la humanidad. Y la respuesta que tenemos hacia ella es también la respuesta que damos a la vida después de haber conocido la penalidad en nosotros mismos. Hay personas que ante la penalidad ajena responden con dureza, o indiferencia, o minimizándola, o relativizándola, o justificándola. Ellos también han vivido penalidades y las han superado. Y posiblemente piensen que sus penalidades fueran mucho mayores que las de otros o las de cualquiera que se manifiesten en los medios de comunicación, en las redes o en la tv. Y tal vez se digan así mismos: Cada cual tiene su destino y tiene que sacarse las castañas del fuego, a mí nadie me las sacó, me he hecho a mí mismo y por eso soy como soy y he encontrado mi espacio de confort (con la manera de pensar que hoy es mi guía y con la cual me he salvado y me salvo de cualquier situación); la dureza es en realidad el signo de esta vida; y soy capaz de mostrarme frío y distante para que las penalidades de otros no me alcancen y me perturben en ánimo (recordándome las mías propias); mis penalidades me las he gestionado yo y sólo en momentos íntimos sé que puedo expresarlas porque esos momentos  me permiten mostrarme con cierta vulnerabilidad que hace atractiva mi persona a alguien. Pero el resto del tiempo soy el que soy, y así ven los cercanos a mí, que mi capa de dureza es en realidad la coraza que he construido (incluso contra mi voluntad) para sobrevivir en este mundo común mente ingrato para todos y que por lo tanto, mi coraza, cuanto más dura y es pesa sea más muestra a los míos que soy sensible y vulnerable, mucho más que quienes nos rodean y que por eso me protejo con mi coraza (coraza, palabra que significa proteger al corazón).
El video que circuló ayer, más allá de los audios (que son la parte más llamativa del mismo), muestra una imagen que tal vez por lo llamativo de esos audios haya pasado desapercibida; comienzan con la imagen de nuestro planeta, desde el espacio, a cierta altura, Y luego muestran a un joven chateando con su padre a escondidas de la madre. Lleva los cascos puestos para que nos e oiga la voz del padre, y ambos se ven mediante la video llamada. La madre, junto a esa misma cama duerme vigilante. Por eso la conversación entre el padre y el hijo es semi muda, solo puede hablar el padre, el hijo solo puedo llorar y escribir. Y es una imagen real y de nuestros días y en un mundo real y de nuestro entorno inmediato. Y se transmite al mundo casi a tiempo real.
Si el audio es llamativo, no lo es porque la señora madre grite violentamente al hijo, o grite histéricamente socorro policía reiteradamente, o se invente la posibilidad de una agresión inmediata por parte del hijo; no, ni siquiera porque cuando llama al mecánico de san mateo para arreglar el corta césped, y la madre guie la conversación sobre qué residencias son mejores para enfermos mentales (si públicas o privadas) e invite/obligue al hijo a participar de esa conversación muy propia para arreglar un corta césped. Ni siquiera que al acabar la conversación le diga a su hijo que ya visitarán residencias de esas para que las vea. Tal vez ello les haya pasado desapercibido en el audio ante los gritos inicales de la madre y el reproche del hijo con el que comienza el audio en el que le recuerda que su madre le dijo: No me tiene miedo porque no me conoces.
El objetivo del video, conocer la doblez de un discurso publico y privado; porque para simplemente hacerse unas fotos con su hijo le agrede le insulta y le chantajea, como se puede oír claramente. Porque se supone que no es una persona inculta, presume abiertamente y con posterioridad ante una llamada telefónica de sus múltiples conocimientos en todo tipo de facetas, incluidas las psicológicas, determinando que el hijo es muy sensible; consecuentemente deberíamos concluir, que las técnicas de gritos, insultos y violencia emocional al hijo son producto y consecuencia de que aplica esos conocimientos al problema que tiene delante, pero lo que parece más obvio es que ella misma, esa persona los ha creado y crea constantemente el problema sobre su propio hijo. Y lo ha hecho hasta ahora y durante decenios, con un discurso a los médicos como el mismo que muestra al padre. En la intimidad ocurre lo contrario de lo que dice. De esa manera aísla cada día más al hijo y lo hace más dependiente de ella, en contra del discurso público que sostiene en sus entornos sociales y con los médicos. Hace creer que el hijo es dependiente por la dureza exterior del mundo que le rodea, pero oculta a esos mismos médicos que es ella quien proporciona y suministra esa dureza que le intimida, paraliza y cuando quiere escapar le persigue.
Así que desde estas líneas hago público, ante la inminencia de la amenaza de la madre que el próximo lunes lo expulsará de San Mateo para crearle un grave problema con la autoridad que poder explotar en beneficio del plan maternal de meterlo en una residencia para siempre, que, hijo mío, haz y escribe ahora una carta, como puedas y como te salga; una carta que es conveniente que leas en voz alta a tu madre; que la grabes, como tuviste que empezar a grabar para superar el miedo que su sola presencia te produce. Háblale porque serán una de las pocas palabras que se oirán de ti ante ella; léesela con serenidad porque será un gran testimonio.
Te quiero y ahí estoy. Como dijo tu madre, si hace falta, detrás de ti voy yo e iré yo.
Les pido que vuelvan a ver el video, https://www.youtube.com/watch?v=Df8qAxgTeuQ&t=414s  pero ahora sin audio y díganme o piensen en qué ven. 
Debido a las dificultades en difundir el vídeo públicamente se ofrece la posibilidad de ofrecer las imágenes en privado mediante el enlace siguiente.

https://www.youtube.com/watch?v=Df8qAxgTeuQ&t=414s

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