Los medios de comunicación
nos han acostumbrado a que contemplemos la violencia como un fenómeno que está
alejado de nosotros, por lo general y desde los recuerdos de niños, hablarnos
de Biafra del hambre que pasaban nos hacía entender a todos que pasar hambre
era de las cosas más tristes que le podían pasar a las personas, y si las
imágenes eran de niños aún más triste era la visión de la soledad en el
sufrimiento de algo tan esencial como la necesidad de comer para tener un
mínimo bienestar, porque no comer o comer mal era demás fuente de otros
problemas propios de la desnutrición que acaban por manifestarse en
enfermedades, padecimientos y muerte. Así lo entendíamos con sólo ver las
imágenes de tv; no precisábamos ser especialistas médicos ni grandes expertos
para que la visión del hambre nos trasladara emociones de tristeza, solidaridad
y empatía por ese sufrimiento que representaban las imágenes de niños llorando
o desnutridos, rodeados de moscas y con una desnudez que hablaba a las claras
de desamparo, desprotección y vulnerabilidad.
En aquellos
años sesenta, donde la prosperidad de las familias se concebía como un
itinerario posible para todos, familias salidas de las penurias propias que les
dejó ser hijos de quienes vivieron guerras en nuestro propio territorio,
aquellas imágenes de tv de la penuria en otras latitudes del mundo, nos recordaba
a todos que la solidaridad era la mejor manera de mostrar y reconocer que nadie
está libre de una situación de penuria (penuria
significa pena) porque sabe que ya la pudo vivir o ver en sus familias en
el pasado y porque ninguna situación económica presente o futura nos
garantizará que la penuria no esté esperándonos, sorpresivamente, a la vuelta
de la esquina y nos acabe por alcanzar de manea imprevista cuando menos lo
esperemos. De ahí nace el sentido de la solidaridad, de reconocer ese lugar
común que representa para todos la pena de vivir en un mundo que no es
perfecto; y aunque estemos en situación económica más o menos desahogada,
aunque hayamos conseguido cierta estabilidad material (aunque no sea mucha) que nos permita disfrutar de algunos de los
bienes y oportunidades que nos rodean en nuestra sociedad, siempre puede
existir o un punto de retorno a esas penalidades o cierto temor a ese retorno
cuando recordamos la condición humana y como esta se muestra en las imágenes de
tv. Por eso el hecho de que nos impresionen esas penalidades, de alguna manera,
representan la humildad que en nosotros queda; porque esa humildad es la que
nos invita a la solidaridad (palabra, hoy
en día, sustituida por otra más técnica y que conocemos como empatía).
Así que cuando se
emite el video y los audios de ayer, se busca que las personas se miren hacia
adentro y piensen en la penalidad como hecho objetivo y singular que a todos
nos ha llegado, o hemos vivido, o nos puede llegar en algún momento a nuestras
vidas. La penalidad es el hecho común a la humanidad. Y la respuesta que
tenemos hacia ella es también la respuesta que damos a la vida después de haber
conocido la penalidad en nosotros mismos. Hay personas que ante la penalidad
ajena responden con dureza, o indiferencia, o minimizándola, o relativizándola,
o justificándola. Ellos también han vivido penalidades y las han superado. Y
posiblemente piensen que sus penalidades fueran mucho mayores que las de otros o
las de cualquiera que se manifiesten en los medios de comunicación, en las
redes o en la tv. Y tal vez se digan así mismos: Cada cual tiene su destino y
tiene que sacarse las castañas del fuego, a mí nadie me las sacó, me he hecho a
mí mismo y por eso soy como soy y he encontrado mi espacio de confort (con la
manera de pensar que hoy es mi guía y con la cual me he salvado y me salvo de cualquier
situación); la dureza es en realidad el signo de esta vida; y soy capaz de
mostrarme frío y distante para que las penalidades de otros no me alcancen y me
perturben en ánimo (recordándome las mías propias); mis penalidades me las he
gestionado yo y sólo en momentos íntimos sé que puedo expresarlas porque esos
momentos me permiten mostrarme con
cierta vulnerabilidad que hace atractiva mi persona a alguien. Pero el resto
del tiempo soy el que soy, y así ven los cercanos a mí, que mi capa de dureza
es en realidad la coraza que he construido (incluso contra mi voluntad) para
sobrevivir en este mundo común mente ingrato para todos y que por lo tanto, mi
coraza, cuanto más dura y es pesa sea más muestra a los míos que soy sensible y
vulnerable, mucho más que quienes nos rodean y que por eso me protejo con mi
coraza (coraza, palabra que significa proteger al corazón).
El video que
circuló ayer, más allá de los audios (que son la parte más llamativa del mismo),
muestra una imagen que tal vez por lo llamativo de esos audios haya pasado
desapercibida; comienzan con la imagen de nuestro planeta, desde el espacio, a
cierta altura, Y luego muestran a un joven chateando con su padre a escondidas
de la madre. Lleva los cascos puestos para que nos e oiga la voz del padre, y
ambos se ven mediante la video llamada. La madre, junto a esa misma cama duerme
vigilante. Por eso la conversación entre el padre y el hijo es semi muda, solo
puede hablar el padre, el hijo solo puedo llorar y escribir. Y es una imagen
real y de nuestros días y en un mundo real y de nuestro entorno inmediato. Y se
transmite al mundo casi a tiempo real.
Si el audio es
llamativo, no lo es porque la señora madre grite violentamente al hijo, o grite
histéricamente socorro policía reiteradamente, o se invente la posibilidad de
una agresión inmediata por parte del hijo; no, ni siquiera porque cuando llama
al mecánico de san mateo para arreglar el corta césped, y la madre guie la
conversación sobre qué residencias son mejores para enfermos mentales (si
públicas o privadas) e invite/obligue al hijo a participar de esa conversación
muy propia para arreglar un corta césped. Ni siquiera que al acabar la
conversación le diga a su hijo que ya visitarán residencias de esas para que
las vea. Tal vez ello les haya pasado desapercibido en el audio ante los gritos
inicales de la madre y el reproche del hijo con el que comienza el audio en el
que le recuerda que su madre le dijo: No me tiene miedo porque no me conoces.
El
objetivo del video, conocer la doblez de un discurso publico y privado; porque para simplemente hacerse unas
fotos con su hijo le agrede le insulta y le chantajea, como se puede oír
claramente. Porque se supone que no es una persona inculta, presume abiertamente y
con posterioridad ante una llamada telefónica de sus múltiples conocimientos en todo tipo de
facetas, incluidas las psicológicas, determinando que el hijo es muy sensible;
consecuentemente deberíamos concluir, que las técnicas de gritos, insultos y
violencia emocional al hijo son producto y consecuencia de que aplica esos conocimientos al problema que tiene delante, pero lo que parece más obvio es
que ella misma, esa persona los ha creado y crea constantemente el problema sobre su propio hijo.
Y lo ha hecho hasta ahora y durante decenios, con un discurso a los
médicos como el mismo que muestra al padre. En la
intimidad ocurre lo contrario de lo que dice. De esa manera aísla cada día más al hijo y lo hace más dependiente de ella, en contra del
discurso público que sostiene en sus entornos sociales y con los médicos. Hace creer que el hijo es dependiente por la dureza exterior del mundo que le rodea, pero oculta a esos mismos médicos que es ella quien proporciona y suministra esa dureza que le intimida, paraliza y cuando quiere escapar le persigue.
Así que desde
estas líneas hago público, ante la inminencia de la amenaza de la madre que el
próximo lunes lo expulsará de San Mateo para crearle un grave problema con la
autoridad que poder explotar en beneficio del plan maternal de meterlo en una
residencia para siempre, que, hijo mío, haz y escribe ahora una carta, como
puedas y como te salga; una carta que es conveniente que leas en voz alta a tu
madre; que la grabes, como tuviste que empezar a grabar para superar el miedo que
su sola presencia te produce. Háblale porque serán una de las pocas palabras
que se oirán de ti ante ella; léesela con serenidad porque será un gran
testimonio.
Te quiero y ahí
estoy. Como dijo tu madre, si hace falta, detrás de ti voy yo e iré yo.
Les pido que
vuelvan a ver el video, https://www.youtube.com/watch?v=Df8qAxgTeuQ&t=414s pero ahora sin audio y díganme o piensen en qué ven.
Debido a las dificultades en difundir el vídeo públicamente se ofrece la posibilidad de ofrecer las imágenes en privado mediante el enlace siguiente.
https://www.youtube.com/watch?v=Df8qAxgTeuQ&t=414s
Debido a las dificultades en difundir el vídeo públicamente se ofrece la posibilidad de ofrecer las imágenes en privado mediante el enlace siguiente.
https://www.youtube.com/watch?v=Df8qAxgTeuQ&t=414s
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