Miguel Ángel Ibáñez Gómez - maiges_ps@hotmail.com

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sábado, 23 de mayo de 2020

Cosas que parecen impensables...



Cosas que parecen impensables...

Unas líneas, para poner sobre la mesa en donde porfían personas así, dando como resultado el sufrimiento que se puede percibir. 
La letrada Gloria Labarta y el letrado Pablo Muñoz, ambos soportes  jurídico desde hace años de la señora (al menos así se mostraron hace casi 30 años en el caso de la primera y unos 17 en el del segundo). Ya no son ambos profesionales principiantes que deben comenzar en sus carreras con cualquier caso que les venga, y que conocemos por las pelis y series de televisión como tenerse que dedicar a casos contenidos en las tres "p" (parientes, pobres y prostitutas). Ya hace muchos años se ganaron un prestigio social, incluso uno de ellos se dedica abiertamente a la política (al menos hasta la anterior legislatura). No podemos decir que sus casos no los puedan elegir plenamente, al menos el perfil de esta señora (por emplear el lenguaje que ella misma emplea con su propio hijo) era conocido y, de alguna manera, la vinculación de amistad con la misma marcaría el propio perfil personal de los propios letrados (aunque luego cedan el caso, como suele suceder, a un colega para no ser tan visibles y abrir el campo de compañeros que comparten su propia visión). (no los nombre antes porque parecían moderar, algo, la actividad de la madre; pero el exceso ya es manifiesto desde ayer). Parecen compartir la idea de esa rama dura (que en casos como este se antoja cruel) donde el camino de la "inteligencia del corazón" les resulta inadecuado para la sociedad e impusieran a la sociedad el de la dureza (desde ahí, desde ese camino de dureza, si cabria mostrarse amable, sensible y considerado, con todos aquellos a los que consideran la vida un lugar solo al alcance pleno de "duros" que aceptaron renunciar al corazón en su momento y extiende su "evangelio" en cada acto de sus vidas, incluso en sus familias)
El propósito del hijo, de enseñarle a la madre a "ver" y mirar con el "corazon" estuvo destinado al fracaso desde el primer momento (una culpa intensa y profunda podría  hallarse en el seno del hijo, una culpa de muy atrás - a la que apenas se atreve a aproximarse, aunque se le diga que todo el mundo aprende de los errores o que bien pudiera ser haber sido exagerada a propósito para hacerle tener una deuda perpetua) que no le debieron  perdonar o él se atribuyó, y le pesa; y es esa culpa la muestran en su entorno como dependencia de él porque les pide una "bendición" para seguir con su vida que no están dispuestos a darle. Siendo así, como parece, le construyeron ya, hace mucho, una cárcel, (o un camino) del que no tienen intención de dejarle salir, tampoco sus hermanos facilitan - parecen tener sus buenas razones. Como dice el hijo: A Río revuelto ganancia de pescadores. 

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