El Culto por la Violencia como manifestación de Poder.
Una situación
de violencia genera, inevitablemente, cambios súbitos e importantes en el organismo
de cualquier ser vivo; pues la violencia es la respuesta común a una situación
de peligro, de amenaza a la integridad corpórea o de las condiciones que
permiten la vida de un ser (señala la
posibilidad de daños importantes e incluso de la pérdida de la propia vida).
La violencia es una forma de interrelación entre los seres vivos animales, por
medio de la cual un animal o grupo de animales, intencionalmente causa daño o impone una situación, a otro u otros animales.
Así pues cuando
un ser vivo muestra signos que manifiestan actitud violenta o agresiva (la
violencia puede producirse a través de acciones y lenguajes, pero también de
silencios e inacciones) puede estar señalando una actitud
tanto agresiva (para imponer unas
condiciones a otro ser) o como defensiva (preparándose para resistirse a ese
dominio o imposición).
Vivir en senos
de familia donde la violencia pudiera ser la forma preferente de interrelación entre
sus miembros (con carácter dado a demostraciones de violencia por el Pater
Familia), de manera cotidiana, puede acabar generando una atmósfera que
generara rechazo en algunos miembros familiares o por el contrario admiración,
al ser concebida esa violencia como una demostración de poder y de autoridad que
muestra su eficacia diariamente y que en algunas personas puede ser concebida
como actitud que seduce, como rasgo propio de un verdadero hombre y por tanto que
aporta una idea de lo varonil a la que no se debe renunciar (y esto a veces
ocurre si se es mujer e hija de un Páter Familia de esta naturaleza , con el
que se ha convivido hasta los 18, 20 o 22 años, sobre todo si los hombres con los que quiere formar pareja no dan para ella esa "talla").
Vivir en una familia
en una situación de posibilidad de violencia inminente o sobrevenida produce, de
laguna manera, cambios fisiológicos en el propio organismo de los que así viven
para acomodarse a una súbita respuesta defensiva (si es que es posible adoptarla) o de sumisión (si no queda más remedio que soportar la agresión) en ambos casos es
de suponer que el organismo reciba altas dosis de variedad de hormonas en el circuito
sanguíneo para afrontar las diferentes fases con la que se va percibiendo la
inminencia de esas posibles agresiones y
hasta dónde la agresión cada día o hasta dónde llegan a ser consumadas. El
propio desembarco de tal coktel de hormonas y como la mente gestiona estas
situaciones en cierta soledad (mientras el resto de la familia busca estrategias
para huir o sobrellevar ese ambiente familiar cotidiano) puede llevar a una
hija a considerar como excelente esa forma de ejercer el poder aunque ella
misma como hija lo sufra sobre sí; es decir, puede acabar considerando que es un
recurso no sólo válido, sino excelente, para el control de sus propios miembros
familiares, cuando ella ya ha constituido su propia familia, por la eficacia
que la violencia otorga para imponer su propio criterio una vez que lo tiene
establecido.
La violencia,
así concebida como rasgo varonil y positivo para sobrevivir en la vida, se
podrá llegar a considera un requisito que diferencia a la sociedad entre
quienes son capaces de liderar y los que deben ser sumisos e incluso (esclavos), y que es la idea que viene a
transferir la madre sobre el hijo.
La violencia fue asociada desde tiempos muy
remotos a la idea de la fuerza física y del poder. Los romanos llamaban vīs a esa fuerza, al vigor que permite que la voluntad de uno se imponga sobre la de otro. Vis tempestatis se llama en
latín a la "fuerza de una tempestad". En el Código de Justiniano se habla de una "fuerza mayor, que no se puede
resistir" (vis magna cui resisti non potest), el concepto jurídico de fuerza
mayor.
Vīs dio lugar al adjetivo violentus que,
aplicado a cosas, se puede traducir como ‘violento, impetuoso, furioso,
incontenible’ y, cuando se refiere a personas, se vincula con ‘fuerte,
violento, irascible’. De violentus se derivaron violare (con el sentido de ‘agredir con violencia,
maltratar, arruinar, dañar’) y violentia, que significó
‘impetuosidad’, ‘ardor (del sol)', ‘rigor’ (del invierno), así como
‘ferocidad’, ‘rudeza’ y ‘saña’.
Cabe agregar
que vīs, el vocablo latino que dio lugar a esta familia de
palabras, proviene de la raíz prehistórica indoeuropea wei-,
‘fuerza vital’.
Si a la
postre, gran parte de la actuación de la madre se viniera sosteniendo bajo la
tesis de que su hijo ha de ser “Fuerte” y así se lo hace ver la madre (incluso induciéndole a pensar que el hecho
de medicarse es síntoma de debilidad) y por otra parte que el hecho de que
el hijo estuviera en una finca familiar y que concibiendo proyectos para esa
finca, viendo las posibilidades de la misma, y considerándolo un lugar idóneo
para vivir, y así se lo mostrara a su familia materna, ésta familia materna hubiera
podido concebir que con ese uso por parte de ese hijo pudiera llevar a
otorgarle algún tipo de derecho sobre dicha propiedad, con lo cual, parte de la presencia de
la madre en esa finca, tuviera también el propósito de inmovilizar cualquier actividad
del hijo sobre dicha finca (hacer un
huerto, limpiar la piscina, e incluso su idea idílica de construir alrededor del
garaje/aljibe la casa que en el pasado estaba proyectada sobre ese terreno… y residir
en ese lugar para huir de la acción inmovilizadora materna que se estaba dando
en toda circunstancia; y por ser, también, rechazado de plano por ese entorno
familiar que el hijo viviera con el padre; y tampoco los hermanos le dieran
cobijo para realizar un tránsito a la independencia del hogar materno – aunque ellos
mismos, como hermanos sí hubieran recibido el apoyo para facilitar el tránsito a la independencia con el regalo de un piso y
asumido el gasto de reformas en otro, para cada uno de sus hermano; a modo de bendición de la Mater Nutricia), fuera
a ser concebida la idea de este hijo que se va a esa finca, como una amenaza al
uso y propiedad de esa finca por parte del resto de la familia (posibilidad que sugería un familiar cercano, pero que en ese momento descarté como probable).
Desde la
perspectiva de la salud humana, la OMS define la violencia como:
El uso intencional de la
fuerza física, amenazas contra uno mismo, otra persona, un grupo o una comunidad
que tiene como consecuencia o es muy probable que tenga como consecuencia un
traumatismo, daños psicológicos, problemas de desarrollo o la muerte.
Organización Mundial de la
Salud9
La violencia es valorada negativamente por la ética, la moral y el derecho, aún en casos en los que pueda considerarse legítima. La
violencia puede ser de carácter ofensivo o defensivo (también se utilizan los
conceptos de violencia proactiva y violencia reactiva), habilitando en este
último caso figuras de justificación ética de la violencia, como la legítima defensa y el derecho de resistencia contra la opresión
En las sociedades humanas civilizadas, la violencia se caracteriza por la presencia del Estado como único estamento legítimo para su uso
y ejercicio institución monopolizadora de la
violencia y se
manifiesta como modalidad de una serie de conflictos sociales muy variados,45 de signo diverso,
como la guerra, el genocidio, el crimen, el terrorismo de Estado, el terrorismo, la legítima defensa, la violencia de género, la violencia intrafamiliar, el Maltrato
infantil, resistencia a la opresión, la esclavitud, las cárceles, los duelos y riñas, algunos deportes y artes
marciales, la crueldad hacia los animales,
Puede producirse a través de acciones y
lenguajes, pero también de silencios e inacciones, y es valorada negativamente
por la ética, la moral y el derecho, aún en casos en los que pueda considerarse legítima. La
violencia puede ser de carácter ofensivo o defensivo (también se utilizan los
conceptos de violencia proactiva y violencia reactiva), habilitando en este
último caso figuras de justificación ética de la violencia, como la legítima defensa y el derecho
de resistencia contra la opresión.
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