Miguel Ángel Ibáñez Gómez - maiges_ps@hotmail.com

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martes, 13 de marzo de 2012

Introducción

No era ni una ciudad grande, ni pequeña. El setenta y cinco por ciento de la población podía llegar al centro urbano en un paseo que no excediera los treinta minutos. No tenía, todavía, los graves problemas de circulación que tenían otras grandes ciudades y su estructura urbana aún permitía una acción que hiciera posible coordinar los intereses de todos para conseguir una ciudad confortable. Era una de esas ciudades europeas donde la inteligencia de sus gobernantes aún estaba a tiempo de ofrecer un proyecto urbano de calidad para sus habitantes.

La planificación de su diseño cambió de rumbo en varias ocasiones. Unas porque los criterios decididos en el pasado, que le hubieran dado un carácter diferente, no se plasmaron y otras por necesidades de crecimiento y comunicaciones.

Los ciudadanos hacían uso del transporte público, aunque, como en todos los lugares, seguía habiendo quien no podía ir a ninguna parte sin el coche.

Los fines de semana el centro se llenaba paseantes que inundaban las cafeterías y los cines. Ya de madrugada el casco viejo veía llenar sus calles de gente joven dispuesta a divertirse hasta el amanecer. Pero entre ambas horas había un espacio para personas maduras con el corazón joven. Un par de locales habrían para los bailes de salón; y en especial para el Tango…

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